DiscoverUn Minuto Con Dios
Un Minuto Con Dios
Claim Ownership

Un Minuto Con Dios

Author: Dr. Rolando D. Aguirre

Subscribed: 63Played: 3,614
Share

Description

Podcast by Dr. Rolando D. Aguirre
1479 Episodes
Reverse
“No todas las tormentas vienen para perturbar tu vida, algunas llegan para despejar tu camino. De vez en cuando es bueno dejar que los vendavales se lleven lo que nos hace mal”. La naturaleza nos lo enseña: Las tormentas hacen que los árboles tengan raíces más profundas. Sin lluvia, nada crecería. Así debemos aprender de las tormentas en nuestra vida. Como dice el refrán: Después de la tormenta, llega la calma. Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes. De la misma manera que ningún mar en calma ha hecho de sus marineros todos unos expertos, nuestra vida nos hará más fuertes, más audaces y mucho más tolerantes al salir victoriosos de las tormentas más fuertes que podamos estar enfrentando. Si sientes que te ahogas, recuerda que Cristo sabe calmar tormentas. Recuerda que la lluvia no solo moja, también suele pintar los cielos. De modo que, clama a aquel a quienes los mares y vientos le obedecen. La Biblia dice en Lucas 8:25, “Entonces les preguntó: ¿Dónde está su fe?». Los discípulos quedaron aterrados y asombrados. «¿Quién es este hombre? —se preguntaban unos a otros—. Cuando da una orden, ¡hasta el viento y las olas lo obedecen!”, (NTV)
La expresión "sin escrúpulos" resalta la falta de consideración por los demás, la imprudencia y la tendencia a actuar de manera egoísta. Las personas inescrupulosas pueden causarse daño a sí mismas y a quienes las rodean, ya que no tienen cuidado ni con sus acciones, ni con sus palabras. Es cierto que el ser humano, por naturaleza, puede ser propenso al egoísmo y al pecado. Sin embargo, a través de una vida espiritual y de un compromiso con Dios, podemos encontrar la fuerza y la guía para superar nuestras debilidades y para vivir de una manera más consciente y considerada. Depender de Dios y tenerle temor nos ayuda a mantenernos en el camino correcto y a actuar con integridad y respeto hacia los demás. Por lo tanto, al cultivar una relación con Dios, podemos encontrar el equilibrio necesario para vivir una vida plena y satisfactoria, sin caer en la imprudencia y el egoísmo que caracterizan a quienes actúan "sin escrúpulos". Finalmente, el temor a Dios y una vida espiritual nos ayudan a evitar vivir y hablar sin escrúpulos, permitiéndonos vivir de acuerdo con nuestros valores y principios más elevados. La Biblia dice en Proverbios 1:7, “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza”, (RV 1960).
"Hay tres cosas que nunca vuelven atrás: una bala disparada, una palabra dicha y una oportunidad perdida". Esta cita resalta la importancia de valorar y aprovechar las oportunidades que se nos presentan en la vida. Es cierto que a menudo lamentamos las oportunidades perdidas, pero es inútil lamentarse por lo que ya pasó y no se puede cambiar. Por lo tanto, es crucial reconocer que existen varios factores que pueden robarnos las oportunidades. Por ejemplo, la indecisión, la intranquilidad y el desespero, entre otros. Estos ladrones pueden impedirnos tomar decisiones importantes y actuar cuando se nos presentan oportunidades para crecer y para avanzar en la vida. Sin embargo, es importante recordar que el mundo está lleno de oportunidades y que cada nuevo día es una oportunidad para comenzar de nuevo y aprender del pasado. La vida misma es una oportunidad, y cada día que se nos concede es una bendición que debemos aprovechar al máximo. Por eso, no esperes pasivamente a que las oportunidades lleguen a ti, ya que es probable que muchas ya se te hayan presentado. En lugar de eso, vive plenamente, recibe cada día con gratitud y aprende de las experiencias que Dios te ha dado. La mejor oportunidad que tienes es la que está frente a ti en este momento. Así que, no la desperdicies, ni la dejes escapar. Aprovecha cada momento y haz lo mejor con lo que tienes en tus manos. La Biblia dice en Isaías 55:6, “ Busquen al Señor mientras pueden encontrarlo; llámenlo ahora, mientras está cerca” (NTV).
¿Cuántas veces has literalmente cerrado alguna puerta? Desde el joven que cierra con enojo su cuarto para excluirse en su mundo y en su propia realidad, como aquellos que cierran la puerta para una reunión importante y poder concentrarse en los temas que se han de tratar. Algunas veces hemos cerrado la puerta consciente o inconscientemente. Otras veces a propósito para que no nos vean o para excluir a alguien que no queremos y entre particularmente en donde estamos. Pero, ¿qué decir de las puertas que nos cierran a nosotros? Aquellas que queremos abrir y nadie suele abrirlas. Es decir, las oportunidades por las cuales “tocamos a la puerta” pero parece que nadie sale a abrirla. A lo largo de la vida aprendemos que hay puertas que se abren sin siquiera intentarlas abrir. En cambio hay otras que aunque se traten de abrir, nunca se abren. Hay puertas que abrimos deliberadamente y hay otras que cerramos porque si no lo hacemos, lo que entra puede hacernos mucho daño. En cierta manera, la vida es un abrir y cerrar de puertas. Sin embargo, hay una puerta que es necesario cerrarla para crecer espiritualmente. Esa es la puerta que deja afuera las distracciones mientras oras a Dios. Cuando cierras la puerta de tu habitación para entrar con Dios en oración, Él abre las ventanas de los cielos y los portones de bendición. La Biblia dice en Mateo 6:6, “Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará en público”, (NVI).
Un hombre trabajó arduamente por muchos años. Este fiel trabajador con frecuencia depositaba billetes de alta denominación en una caja fuerte absteniéndose de muchas cosas y aún de compartir con otros por el celo de guardar sus posesiones hasta el día de su retiro. Todos los días soñaba con el día en que abriría su urna y disfrutaría de sus riquezas. Con el paso del tiempo al considerar que ya era rico y que era el tiempo de disfrutar de sus haberes, trajo a un cerrajero para que abriera la urna. Tuvo que hacerlo cortando la tapa por medio de un soplete por la parte de arriba para que no viera lo que estaba adentro. Al quedar abierta el hombre despidió al cerrajero y vació la urna esperando encontrar miles de billetes. Muy grande fue su sorpresa al darse cuenta de que su fortuna se reducía a un montón de papelitos sin ningún valor. La polilla se había comido todos los billetes en esa caja. Este hombre se volvió loco y murió poco después sin recobrar la razón. Moraleja: “No ames el dinero”. Te volverás loco. Cuanta razón tiene el Señor Jesucristo cuando dice: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro. allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:l9-21, NTV)
La afirmación de que "el amor no es algo que te pasa de repente, es una elección y un compromiso" desafía el mito común de que el amor es simplemente un sentimiento espontáneo e incontrolable. Muchos caen en la trampa de creer en el "amor automático", como si el amor surgiera de manera instantánea. Sin embargo, lo que a menudo se experimenta en esos momentos es simplemente atracción o emociones superficiales, no amor genuino. Es importante reconocer que las emociones, las palabras y la atracción pueden ser parte del camino hacia el amor, pero no son amor en sí mismas. El amor es una elección consciente y deliberada, una decisión firme de comprometerse con el bienestar y la felicidad de otra persona. En primer lugar, debemos elegir amar a Dios, ya que Él nos ha dado la libertad de decidir si queremos amarlo o no. Él nunca nos obligará a amarlo, ya que el amor no puede ser forzado, sino que debe ser ofrecido y recibido libremente. Del mismo modo, podemos elegir amar a los demás, pero Dios no nos obligará a amar a nadie. Cuando comprendemos que el amor es una elección, cambia nuestra perspectiva y nos capacita para amar de manera más profunda y significativa. Nos permite tomar responsabilidad por nuestras acciones y comprometernos genuinamente con las personas que amamos. Dios nos ama incondicionalmente, y es nuestro privilegio y responsabilidad responder a ese amor eligiendo amarlo a Él y a los demás. Entonces, ¿cómo respondes al amor de Dios? ¿Estás dispuesto a hacer esa elección consciente de amar? La Biblia dice en Deuteronomio 30:20a , “Puedes elegir esa opción al amar, al obedecer y al comprometerte firmemente con el Señor tu Dios. Esa es la clave para tu vida…” (NTV).
La frase que recibiste por la mañana, "Dios no se desespera, Él hace las cosas con calma. El necio se desespera, el sabio mantiene la calma", resalta la importancia de la paciencia y la serenidad en nuestras acciones. Al reflexionar sobre ella, me di cuenta de cuántas veces actuamos impulsivamente, cediendo a la desesperación en lugar de mantener la calma y la compostura. Otra cita que mencionas, "Un hombre en calma es como un árbol que da sombra. Las personas que necesitan refugio se acercan a él", ilustra vívidamente el poder de la tranquilidad y la serenidad para ofrecer consuelo y refugio a quienes nos rodean. La desesperación, por otro lado, no solo es inútil, sino que también puede llevar a problemas de salud y dificultades adicionales. Es cierto que en la sociedad actual, la espera puede ser difícil de tolerar. Desde esperar en una fila hasta situaciones más importantes en la vida, como esperar una respuesta o una solución, la paciencia parece ser una virtud en peligro de extinción. Sin embargo, aprender a esperar es crucial, ya que nos brinda la oportunidad de crecer, aprender y fortalecernos. En la espera, tenemos tres opciones: permitir que nos marque, permitir que nos destruya o permitir que nos fortalezca. ¿Cómo actuamos mientras esperamos? ¿Actuamos impulsivamente, cediendo a la desesperación, o mantenemos la calma y permitimos que la espera nos fortalezca y nos haga crecer como individuos sabios y pacientes? Es una pregunta que cada uno de nosotros debe reflexionar y responder sinceramente. La Biblia dice en Isaías 30:18, “Así que el Señor esperará a que ustedes acudan a él para mostrarles su amor y su compasión. Pues el Señor es un Dios fiel. Benditos son los que esperan su ayuda” (NTV).
Las palabras "Ya no me digas nada" suelen ser un recurso común en momentos de frustración, cuando nos sentimos heridos o defensivos. Este comportamiento defensivo puede ser impulsado por nuestro ego, ya que nos cuesta enfrentar lo que no queremos escuchar. Imagina por un momento si Dios nos tratara de la misma manera, diciéndonos: "Ya no me digas nada". Afortunadamente, Dios nos ofrece un amor y una paciencia infinitos. Él siempre está dispuesto a escuchar nuestros clamores, incluso cuando hemos cometido errores y le hemos fallado. A través de Cristo Jesús, Dios nos invita a venir a Él en todo momento, en cualquier situación y para cualquier decisión. Lo asombroso es que, a pesar de nuestras faltas, Dios no se cansa de nosotros. En lugar de decirnos que seamos silenciosos, Él nos anima a decirle todo lo que hay en nuestro corazón. ¿No es increíble la grandeza y la maravilla de nuestro Dios? Él desea conocer cada parte de nosotros, por lo que nos invita a compartir todo lo que llevamos en nuestro corazón. Así que, incluso cuando sientas que ya no quieres escuchar a nadie más, recuerda que Dios siempre está ahí, listo para escucharte y recibirte con amor y comprensión. La Biblia dice en el Salmo 34:6, “En mi desesperación oré, y el Señor me escuchó; me salvó de todas mis dificultades”, (NTV).
Escucha la siguiente frase: "Si quieres éxito, piensa con la cabeza y siente con el corazón. Si quieres fracasar, piensa con el corazón y siente con la cabeza". Es cierto que muchas veces cometemos errores al dejar que nuestras emociones dominen nuestras decisiones en lugar de usar nuestro intelecto para analizar las situaciones de manera racional. Dios nos ha dotado de la capacidad de razonar y procesar información a través de nuestra mente, pero también nos ha dado la capacidad de experimentar emociones a través de nuestro corazón. Para encontrar un equilibrio, podemos seguir el sabio consejo de nuestros abuelos: "Piensa, analiza, evalúa y luego actúa". Aunque parece simple, requiere práctica y disciplina para implementarlo en nuestras vidas diarias. Es fundamental recordar que antes de actuar, hablar o escribir, debemos tomarnos el tiempo necesario para reflexionar y considerar las consecuencias de nuestras acciones. De lo contrario, corremos el riesgo de cometer errores y enfrentar problemas innecesarios. Además, aprender a establecer límites y decir "sí" o "no" en el momento adecuado es crucial para evitar problemas futuros y mantener el equilibrio en nuestras vidas. En resumen, pensar con la cabeza y sentir con el corazón nos ayuda a tomar decisiones más acertadas y a evitar arrepentimientos en el futuro. La Biblia dice en Jeremías 17:9, “»El corazón humano es lo más engañoso que hay, y extremadamente perverso. ¿Quién realmente sabe qué tan malo es?” (NTV).
"No puedes retroceder el tiempo, pero con una actitud correcta podrás recuperar en el futuro más de lo que perdiste en el pasado". Esta frase nos recuerda la importancia de abordar el presente con una mentalidad positiva y constructiva. Aunque no podemos cambiar nuestro pasado, sí podemos influir en nuestro futuro mediante nuestras elecciones y actitudes actuales. El tiempo, como juez implacable, eventualmente pondrá todas las cosas en su lugar. Un ejemplo es el amor. Por ejemplo, podemos decir: “Yo amo es tiempo presente, yo amé es tiempo pasado, yo amaré es tiempo futuro y amar sin ser amado es tiempo perdido". Esto resalta la trascendencia del amor a través del tiempo. El amor va más allá de las limitaciones temporales y sigue siendo una fuerza poderosa que impacta nuestras vidas en cualquier momento. Es esencial que oremos para que Dios guíe nuestro camino y que Su voluntad sea nuestro rumbo. Esto nos ayuda a alinear nuestras acciones y decisiones con Su plan para nosotros. ¿Estamos siguiendo la voluntad de Dios y confiando en Él para nuestro futuro? Esta es una pregunta fundamental que cada uno debe considerar en su propio camino de fe. La Biblia dice en Génesis 28:15, “He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho” (NTV).
"Agradecer a Dios después de que Él responde a una oración es gratitud. Agradecer a Él por adelantado es fe". Esta es una verdad profunda sobre la relación entre la fe y la gratitud. La fe en Dios transforma nuestros peores días en el comienzo de una nueva etapa llena de esperanza y promesas. El agradecimiento es el primer paso hacia un corazón lleno de fe y esperanza. Cultivar un espíritu de gratitud puede cambiar el rumbo de nuestros días y de nuestro futuro. La fe va más allá de la esperanza, la espera, la actitud positiva y la paciencia. Es un concepto espiritual que se basa en la confianza en lo sobrenatural y en los recursos espirituales. La fe nos conecta con la vida eterna y nos permite percibir lo trascendente. Es una dependencia en lo espiritual por encima de lo carnal, y nos permite ver más allá de lo que los ojos humanos pueden ver. La fe es el camino hacia la salvación. En resumen, la fe es la llave que abre la puerta de las bendiciones en el nombre de Cristo Jesús. ¿Cultivas la gratitud y tienes fe en tu vida? Estos dos aspectos están estrechamente vinculados y juntos pueden llevarnos a experimentar la plenitud de la vida en Cristo. La Biblia dice en Hebreos 11:6, “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (RV1960).
“La desesperación puede llevar a una persona a hacer cosas sorprendentes". Esto resuena como una gran verdad, ya que la desesperación a menudo nos conduce a acciones impulsivas y poco sabias. Malas decisiones, inversiones erróneas y relaciones dañinas son solo algunos ejemplos de lo que puede surgir de la desesperación. La desesperación se define como la pérdida total de la esperanza, paciencia o tranquilidad de ánimo, generalmente causada por la consideración de un mal irreparable o por la impotencia de lograr el éxito. Dios anhela que entreguemos nuestra desesperación, intranquilidad y condiciones aparentemente irreparables a Él. Su deseo es sanar nuestros corazones, calmar nuestras ansiedades y tranquilizar nuestro ser por completo. Él es la fuente de paz y tranquilidad, capacitándonos para actuar de acuerdo con Su voluntad. Él nos perdona, nos levanta, nos sostiene y nos alienta, incluso en las situaciones más desesperadas. Además, Él tiene el poder de reparar lo que parece irreparable. Entonces, ¿qué debemos hacer en medio de la desesperación? He aquí hay algunas opciones: presentar nuestras ansiedades delante de Él, depositar nuestra intranquilidad en Sus manos y dejar ante Él nuestros dolores, pesares, desaciertos y circunstancias que nos llenan de desesperación. Pero sobre todo, debemos aprender a esperar en Él, confiando en Su bondad y soberanía incluso cuando todo parece oscuro. La Biblia dice en Santiago 1:4, “Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” (RV1960).
052124 - Flexibilidad

052124 - Flexibilidad

2024-05-2101:38

Hay gimnastas que son supremamente flexibles. Pasan horas y horas entrenando para que sus coyunturas, tejidos y músculos estén listos para el momento de sus competencias. Si ellos no desarrollan flexibilidad todos los días, no podrán tener un buen desempeño en sus competencias. De la misma manera, debemos aprender a ser mentalmente más flexibles y no tan rígidos. Para ser más flexibles hay algunos consejos: 1. Escucha con interés y curiosidad. Esto no te obliga a cambiar. 2. Recuerda que cambiar no es una debilidad. 3. Sé curioso y trata de aprender a cada momento. 4. Muchas veces cambiar es progresar. 5. Sé generoso y cede cuando sea lo correcto. 6. Cuida tu comunicación, ya que eres un modelo de conducta. Por último, el ser flexible es reconocer que no todo lo que se planea sale y que de las sorpresas que nos da la vida resultan grandes enseñanzas. ¿Qué tan flexible eres? Si tienes problemas con esto, como muchas veces yo lo tengo, pidámosle a Dios que nos enseñe a ser más flexibles, pero siempre siguiendo Su voluntad. El apóstol Pablo dijo en 1 Corintios 9:22, “22 Cuando estoy con los que son débiles, me hago débil con ellos, porque deseo llevar a los débiles a Cristo. Sí, con todos trato de encontrar algo que tengamos en común, y hago todo lo posible para salvar a algunos” (NTV).
La vida nos sumerge en un mar de expectativas desde una edad temprana: expectativas académicas, sociales, laborales e incluso espirituales. Denis Waitley ofreció una perspectiva interesante al decir: "Espera lo mejor, planea lo peor y prepárate para sorprenderte", reconociendo la imprevisibilidad de la vida. Sin embargo, surge la pregunta crucial: ¿Qué tipo de expectativas deberíamos cumplir? Aquí radica la esencia del asunto. Algunos se esfuerzan por satisfacer las expectativas de los demás a expensas de las suyas propias, mientras que otros, solo piensan en sí mismos y olvidan a los demás. ¿Cuál es la solución? La respuesta, aunque simple, es profundamente significativa: “debemos esforzarnos por cumplir las expectativas de Dios”. Para lograr esto, es fundamental conocer Su Palabra y Sus principios para nuestras vidas ya que centrarnos exclusivamente en las expectativas humanas nunca nos llevará a la satisfacción genuina. Como señaló Alejandro Santafé, “a menudo esperamos que los demás se ajusten a nuestros deseos, lo que nos impide aceptarlos tal como son”. En última instancia, son nuestras propias expectativas las que nos decepcionan y no las personas en sí mismas. Dios, por otro lado, solo espera que le entreguemos nuestros corazones y que lo sigamos con sinceridad. ¿Estamos dispuestos a hacerlo? Al elegir seguir a Dios, encontramos una guía sólida y una fuente de expectativas que nos llevarán a una vida más plena y significativa. La Biblia dice en Miqueas 6:8, “Oh pueblo, el Señor te ha dicho lo que es bueno, y lo que él exige de ti: que hagas lo que es correcto, que ames la compasión y que camines humildemente con tu Dios” (NTV).
¡Es interesante saber que a las ovejas no les gusta acostarse! Su intranquilidad refleja un aspecto común de nuestras vidas. Sin embargo, cuando nos encontramos en un estado de inquietud constante, Dios nos ofrece descanso. Aunque el descanso no es la única solución, es una parte fundamental para nuestra salud integral. La inquietud prolongada puede llevar al agotamiento, generando fatiga física, emocional y espiritual. Uno de los nombres hebreos de Dios es Jehová "Shalom", que significa paz. Jehová Shalom se traduce como "Yo soy el Dios de la paz". Jesús también nos habla de la paz en Juan 14:27, prometiendo un regalo de paz para nuestras mentes y corazones, una paz que el mundo no puede ofrecer. Esta paz no está condicionada por nuestras acciones o circunstancias; es un regalo que Dios nos ofrece libremente. Cuando Dios nos ofrece un regalo de paz, lo hace con seriedad y generosidad. No es algo que debamos ganar, merecer o rogar. La paz no se basa en una vida exenta de problemas, sino que es una elección que podemos hacer, un regalo disponible para nosotros en cualquier momento. La Biblia dice en el Salmo 127:2, “De nada sirve que ustedes se levanten muy temprano, ni que se acuesten muy tarde, ni que trabajen muy duro para ganarse el pan; cuando Dios quiere a alguien, le da un sueño tranquilo”, (TLA)
En la sala de espera de una cita, me encontré con esta reflexión: "El sentimiento de culpa nos impide ver las cosas con claridad". Es una verdad que todos hemos experimentado en algún momento de nuestras vidas. Nadie es perfecto y todos hemos causado daño a otros en algún momento, ya sea con acciones egoístas o palabras hirientes, especialmente a aquellos a quienes más amamos. Como resultado, a menudo nos encontramos lidiando con un peso de culpa que nubla nuestra percepción. Sin embargo, existe un camino para liberarnos de esta carga: "Confesar nuestros pecados y confiar en el perdón de Dios". La palabra "confesión" en griego, "homologeo", se desglosa en "homo", que significa "el mismo", y "logeo", que significa "hablar". Por lo tanto, confesar significa estar de acuerdo con Dios, reconocer nuestros errores y admitir nuestra necesidad de perdón. Jesús toma sobre sí mismo nuestras culpas, nos perdona y nos libera de su peso. Si todavía nos sentimos atrapados en la culpa, es posible que no entendamos completamente la bondad de Dios. Cuando Jesús murió, cubrió todos nuestros pecados y los arrojó al fondo del océano, colocando un cartel que dice "No pescar". Si hemos confesado nuestros pecados ante Dios, ¿por qué seguimos cargando con ellos cuando Él ya los ha perdonado y olvidado? Permitámonos liberarnos de la carga de la culpa y abrazar la gracia y el perdón que Dios nos ofrece. La Biblia dice en Isaías 53: 5-6, “Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades . . . Todos andábamos perdidos, como ovejas; cada uno seguía su propio camino, pero el Señor hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros” (NTV).
Jimi Hendrix una vez afirmó: "Con el poder del alma, cualquier cosa es posible". El alma, esa dimensión íntima que alberga nuestros sentimientos, emociones y voluntad, es verdaderamente poderosa. Sin embargo, también puede convertirse en prisionera de resentimientos, amarguras y heridas profundas que impactan nuestra vida y acciones. La pregunta fundamental es entonces: ¿cómo podemos permitir que Dios restaure nuestra alma? En primer lugar, es fundamental confiar en el buen pastor para el perdón de nuestros pecados. Aunque todos hemos fallado y nos hemos alejado de la gloria de Dios debido a nuestros errores, encontramos justificación a través de la gracia de Cristo Jesús. En segundo lugar, debemos liberarnos del peso del resentimiento y enfocarnos en el futuro. No podemos experimentar la restauración del alma si seguimos aferrados al rencor. La Palabra de Dios nos exhorta a abandonar toda amargura, ira, enojo, y toda forma de malicia (Efesios 4:31). Por último, es vital unirse a Jesús para que Él comparta nuestras cargas. Cuando nos unimos a Jesús, no tenemos que llevar nuestras cargas solos. Como lo dice claramente la Escritura: "Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso" (Mateo 11:28, NVI). Recuerda siempre que Dios está atento para restaurar a los corazones quebrantados. Acércate a Él con confianza, permitiéndole obrar en tu alma para traer sanidad y restauración. Él. La Biblia dice en Isaías 41:13, “Porque yo soy el Señor tu Dios, que sostiene tu diestra, que te dice: No temas, yo te ayudaré” (NTV).
El renombrado comediógrafo Tito Maccio Plauto expresó una idea profunda al decir: "Hay ocasiones en que es más ventajoso experimentar un quebranto que un lucro". Esta afirmación resuena en la verdad de que el quebranto es una parte esencial de la vida. Cada cambio que atravesamos implica una pérdida, ya que dejamos atrás lo antiguo para dar paso a lo nuevo. En este proceso, el dolor del quebranto es inevitable, pero no es algo negativo en sí mismo. Es la manera en que transitamos las transiciones vitales de la vida. El quebranto se convierte en un problema cuando no lo procesamos adecuadamente. Si evitamos el dolor, corremos el riesgo de quedarnos estancados emocionalmente, reaccionando perpetuamente a eventos pasados. Esta actitud no es saludable ni constructiva. Es importante reconocer que no todo lo que nos beneficia y fortalece nos hará sentir bien en el momento. A menudo, el dolor es la única respuesta lógica a las vicisitudes de la vida, incluyendo las pérdidas, las decepciones y el sufrimiento. Es reconfortante saber que Dios no espera que estemos felices todo el tiempo. De hecho, nos invita a ser intencionales con nuestro dolor, ya que este es una elección consciente. Los momentos más significativos de la vida suelen estar precedidos por periodos de quebranto y dificultad. Por eso, es crucial recordar que no hay dolor que Jesús no comprenda. Él experimentó toda la gama de emociones humanas, incluyendo la soledad, la traición y el rechazo. La buena noticia es que vino a sanar nuestros corazones. Por lo tanto, cuando enfrentamos el quebranto, podemos acudir a Dios en busca de restauración y de consuelo. Él tiene el poder de sanar nuestras heridas y guiarnos hacia la plenitud. La Biblia dice en el Salmo 34:18, “El Señor está cerca de los que tienen quebrantado el corazón; Él rescata a los de espíritu destrozado” (NTV).
Una de las jugadas que más marcan los árbitros en el fútbol es “fuera de lugar”. Esta jugada se caracteriza al sancionar a un jugador que se adelanta al área del equipo contrario, antes de que se le otorgue el pase de otro jugador del mismo equipo. Esta es una simple ilustración de nuestra vida. Muchas veces nos adelantamos y el “árbitro” de nuestra vida nos marca que estamos fuera de lugar. Es bueno ser proactivos, esperar con expectativa y tener fe hacia el futuro. Sin embargo, en repetidas ocasiones nos adelantamos en el campo de juego lo cual suele ser contraproducente. Por ejemplo, una mala decisión, una acción o una palabra que resulta estar “fuera de lugar”. Entonces, debemos correr la vida con diligencia, calculando cada movimiento, involucrando a otras personas, aprendiendo de cada juego, pero esperando el tiempo indicado para recibir el pase, llegar al área del oponente y meter los goles correspondientes para lograr una victoria. “Dios es tu árbitro”. Él te llamará a cuentas cuando estés fuera de lugar y con una amorosa advertencia te animará para que no te adelantes más. ¿Esperarás en Él? La Biblia dice en Deuteronomio 5:33, “33 Manténganse en el camino que el Señor su Dios les ordenó que siguieran. Entonces tendrán una vida larga y les irá bien en la tierra donde están a punto de entrar y que van a poseer” (NTV).
Una vez escuché la frase que dice: “Alguien que es maestro de la paciencia es maestro de todo lo demás”. Creo firmemente que el que no tiene paciencia ante pequeñas dificultades, fracasa ante grandes problemas, porque la paciencia no es sólo la capacidad de esperar, sino cómo nos comportamos mientras esperamos. La esperanza va unida a la paciencia. Tanto la una como la otra sirven como remedios seguros y suaves que nos ayudan a descansar mientras dura la adversidad. La paciencia se construye, se alimenta y se practica a diario. No nos volveremos pacientes de la noche a la mañana. Aunque algunos piensan que la paciencia no es actuar para nada y esperar, al contrario, la paciencia es también una forma de actuar. La paciencia es en sí una acción más valorada que el activismo infructífero y desesperado que nos lleva a tomar malas decisiones. De modo que decidamos practicar la paciencia, aprender en la espera y actuar con sabiduría. Dios trabaja en nosotros al construir nuestra paciencia. La Biblia dice en Proverbios 14:29, “El que es paciente muestra gran discernimiento; el que es agresivo muestra mucha insensatez” (NTV)
loading
Comments 
Download from Google Play
Download from App Store