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Reflejos de su gloria
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Reflejos de su gloria

Author: David y Maribel

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Reflejos de su gloria es un programa que tiene como objetivo compartir las enseñanzas de las Escrituras, celebrando la gloria de Dios, con el deseo de reflejar su carácter con cada enseñanza.
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Semana_Santa05-jueves

Semana_Santa05-jueves

2024-03-2808:48

Hasta este punto en la semana, Jesús había estado enseñando en el templo todos los días. Ya no volvía a Betanía por la noche sino que acampaba con sus discípulos en Getsemaní, un huerto en las laderas del monte de los olivos. Ahora, el jueves por la tarde, se preparaba para celebrar la cena pascual con sus discípulos en un aposento alto en la ciudad.Lucas 22:7-46“Llegó el día de los panes sin levadura, en el cual era necesario sacrificar el cordero de la pascua.Y Jesús envió a Pedro y a Juan, diciendo: Id, preparadnos la pascua para que la comamos.Ellos le dijeron: ¿Dónde quieres que la preparemos?Él les dijo: He aquí, al entrar en la ciudad os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle hasta la casa donde entrare, y decid al padre de familia de esa casa: El Maestro te dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos?Entonces él os mostrará un gran aposento alto ya dispuesto; preparad allí.Fueron, pues, y hallaron como les había dicho; y prepararon la pascua. Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles.Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!Jesús hizo algo inesperado después de esta cena. Utilizando los elementos de la cena, el pan sin levadura y el fruto de la vid, Jesús estableció una representación de lo que ocurriría el día siguiente. Su cuerpo sería roto y su sangre derramada en una cruz romana.Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios.Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga.Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama. Mas he aquí, la mano del que me entrega está conmigo en la mesa. A la verdad el Hijo del Hombre va, según lo que está determinado; pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado!Entonces ellos comenzaron a discutir entre sí, quién de ellos sería el que había de hacer esto.Parece difícil que en un momento tan sobrio, los discípulos podrían estar preocupados por el tema de su posición en el futuro reino de Cristo, pero así fuen. Jesús les había lavado los pies porque ninguno de ellos estaba dispuesto a hacer el trabajo de un siervo, pero de alguna forma todavía no habían captado el mensaje de la humildad de su Maestro.Hubo también entre ellos una disputa sobre quién de ellos sería el mayor.Pero él les dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores;mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve.Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve. Pero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas. Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel.Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos. El le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte. Y él le dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces.Y a ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa, sin alforja, y sin calzado, ¿os faltó algo? Ellos dijeron: Nada.Y les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja; y el que no tiene espada, venda su capa y compre una.Porque os digo que es necesario que se cumpla todavía en mí aquello que está escrito: Y fue contado con los inicuos; porque lo que está escrito de mí, tiene cumplimiento. Entonces ellos dijeron: Señor, aquí hay dos espadas. Y él les dijo: Basta.Y saliendo, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron.Cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación.Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.Cuando se levantó de la oración, y vino a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza; y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad para que no entréis en tentación.”Mucho sucedió aquel día en el que comerían el cordero de la pascua. Los discípulos buscaron el lugar y el cordero, lo prepararon, y pudieron juntarse esa noche a comer con el Señor lo que se denomina hasta hoy la última cena. Jesús sabía lo que seguiría a esta cena. Sabía que su hora llegaba. Mas sus discípulos no lo anticipaban. Para ellos era otra pascua más. Aunque Jesús les estaba avisando de lo que venía, ellos no llegaban a entenderlo. Quizás por eso seguían discutiendo sobre quien era el mayor entre ellos, quien podría ser el que no seguía al Señor con todo su corazón, o cuántas espadas tenían en posesión. El hecho de que no llegaban a entender lo que se acercaba explica que después de cenar, cuando fueron al huerto a orar, los discípulos se quedaran dormidos mientras Jesús agonizaba en oración. Su Padre sí sabía lo que venía, y le envió un ángel que lo fortaleciera. Jesús, fortalecido y dispuesto a llevar a cabo la obra a la que había venido aquí a la tierra, despertó a sus discípulos y los animó a orar, para no entrar en tentación. Simón Pedro, el que pensaba estar firme, el que prometió seguir a Cristo hasta la muerte no sabía que una gran tentación se le iba a echar encima. ¿Estás tú atento a las tentaciones que puedan avecinarse? ¿Pasas tiempo en oración para ser fortalecido? Es fácil descuidarnos cuando no entendemos que se aproxima la prueba. Quizás por eso el Señor nos exhorta a velar en oración. No que debemos orar y no dormir, pero recordemos que nuestra fuerza para superar las pruebas viene de Dios. No seamos como los discípulos esa noche en Getsemaní, porque perderemos la oportunidad de fortalecernos en el poder de la fuerza de Dios.
Jesús se estaba identificando claramente como Dios. Esto molestaba a los fariseos y los escribas, líderes religiosos de la época. La profecía decía que el Cristo, el Mesías debía venir del linaje del rey David. “Entonces él les dijo: ¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David?Pues el mismo David dice en el libro de los Salmos:
 Dijo el Señor a mi Señor:
 Siéntate a mi diestra,Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. David, pues, le llama Señor; ¿cómo entonces es su hijo?”Jesús esta diciendo. David llamó al Mesías que había de venir, Señor, poniéndose bajo su autoridad. ¿Así que, quién sería realmente el Mesías? No era hijo de David en el sentido en que David sería superior al Mesías, sino que Mesías el Cristo era mucho superior a David, ya que David mismo lo llamó Señor.”Esto causaba gran revuelto entre estos líderes. Pero Jesús continuó acusando a los escribas de no creer las Escrituras que ellos mismos copiaban. Lucas 20: 45-47:“Y oyéndole todo el pueblo, dijo a sus discípulos:Guardaos de los escribas, que gustan de andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas;que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones; éstos recibirán mayor condenación.”Este mismo día miércoles, algo estaba ocurriendo entre los discípulos de Jesús. Judas, el que había establecido con JEsús durante estos últimos tres años, estaba tramando un plan que revelaba su verdadera identidad. Lucas 22:1-6Estaba cerca la fiesta de los panes sin levadura, que se llama la pascua.Y los principales sacerdotes y los escribas buscaban cómo matarle; porque temían al pueblo.Y entró Satanás en Judas, por sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número de los doce;y éste fue y habló con los principales sacerdotes, y con los jefes de la guardia, de cómo se lo entregaría.Ellos se alegraron, y convinieron en darle dinero.Y él se comprometió, y buscaba una oportunidad para entregárselo a espaldas del pueblo.¿Cómo era posible que alguien que se había sentado a los pies de Jesús y había escuchado la enseñanza de la boca de Dios mismo pudiera traicionarlo asI? ¿Cuántas personas escuchan la Palabra de Dios y rechazan a Cristo? En Jeremías 2:13 Dios dice: “Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.” Y Judas es uno de estos que dejó al Mesías, la fuente de agua viva, y fue intentando saciarse en cisternas que no podían contener el agua.
Semana_Santa03-martes

Semana_Santa03-martes

2024-03-2605:25

Durante los días que Jesús estuvo en Jerusalén, no se quedó en casa meditando sobre lo que le esperaba. Lo vemos que aprovechó el tiempo enseñando. El lunes de camino al templo para limpiarlo, había visto una higuera llena de hojas. Se había acercado en busca de fruto, pero no encontró ninguno. Jesús maldijo la higuera en señal de la nación de Israel. Ellos también parecían tener fruto, pero en realidad su religión era estéril. El martes de camino a la ciudad, Jesús y sus discípulos pasaron la misma higuera que Jesús había maldecido el día anterior.Marcos 11:20-22“Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces. Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado. Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios.”Recordemos, Jesús no maldijo la higuera porque estaba frustrado o enojado. Era una señal del juicio de Dios contra la religión estéril de su pueblo. Por eso Jesús aprovecha la oportunidad para animar a sus discípulos a confiar en Dios. Una vez entrado en la ciudad, Jesús se puso a enseñar al pueblo del juicio de Dios contra la rebeldía de su pueblo.Lucas 20:9-26Comenzó luego a decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, la arrendó a labradores, y se ausentó por mucho tiempo.Y a su tiempo envió un siervo a los labradores, para que le diesen del fruto de la viña; pero los labradores le golpearon, y le enviaron con las manos vacías. Volvió a enviar otro siervo; mas ellos a éste también, golpeado y afrentado, le enviaron con las manos vacías. Volvió a enviar un tercer siervo; mas ellos también a éste echaron fuera, herido.Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizá cuando le vean a él, le tendrán respeto.Mas los labradores, al verle, discutían entre sí, diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle, para que la heredad sea nuestra.Y le echaron fuera de la viña, y le mataron. ¿Qué, pues, les hará el señor de la viña?Vendrá y destruirá a estos labradores, y dará su viña a otros. Cuando ellos oyeron esto, dijeron: !!Dios nos libre!Pero él, mirándolos, dijo: ¿Qué, pues, es lo que está escrito:
 La piedra que desecharon los edificadores
 Ha venido a ser cabeza del ángulo? Todo el que cayere sobre aquella piedra, será quebrantado; mas sobre quien ella cayere, le desmenuzará.Procuraban los principales sacerdotes y los escribas echarle mano en aquella hora, porque comprendieron que contra ellos había dicho esta parábola; pero temieron al pueblo.”Y acechándole enviaron espías que se simulasen justos, a fin de sorprenderle en alguna palabra, para entregarle al poder y autoridad del gobernador.Y le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que dices y enseñas rectamente, y que no haces acepción de persona, sino que enseñas el camino de Dios con verdad.¿Nos es lícito dar tributo a César, o no?Mas él, comprendiendo la astucia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis?Mostradme la moneda. ¿De quién tiene la imagen y la inscripción? Y respondiendo dijeron: De César.Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.Y no pudieron sorprenderle en palabra alguna delante del pueblo, sino que maravillados de su respuesta, callaron.”Fíjate. Jesús usa esta ocasión para recordar a estos que buscaban ocasión para acusarle de que cada persona es portadora de la imagen de Dios. Dios, en el momento de la creación, nos hizo a su imagen. Las monedas de los romanos llevaban grabadas la imagen del César, por lo que Jesús les dice “dad a César lo que es de César,” es decir: puesto que la moneda lleva ´su imagen dadle el tributo que pide. Pero mucho más importante, si nosotros llevamos grabada la imagen de Dios, ¿no sería lógico que nuestro ser le diera tributo y le honráramos?
Semana_Santa02-lunes

Semana_Santa02-lunes

2024-03-2505:04

La gran aclamación de la entrada triunfal de Jesús el domingo contrastan con los eventos del día siguiente. Marcos nos cuenta que el domingo “entró Jesús en Jerusalén, y en el templo; y habiendo mirado alrededor todas las cosas, como ya anochecía, se fue a Betania con los doce.” (11:11). El domingo había entrado Jesús en el templo y había observado el negocio que se estaba haciendo en la casa de Dios, pero se dio la vuela y salió porque ya se hacía tarde. La limpieza del templo sería un asunto que tendría que esperar para el día siguiente. El lunes volvió a entrar Jesús en el templo y esta vez no entró para observar. Mateo 21:12-14Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; 13 y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. 14 Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó.Jesús no podía ignorar lo que encontró en el templo. El sitio que debía ser santo se estaba usando para aprovecharse de los que venían para adorar. Se cambiaba monedas y vendían animales para el sacrificio de manera injusta. Sabemos que la práctica era inflar los precios, ya que la gente tendría que comprarlos ahí en el templo si no querían viajar con animales y correr el riesgo que se lastimaran por el camino. Jesús amonesta a los líderes religiosos por su mala gestión de la casa de su Padre y luego demuestra por su ejemplo la compasión de Dios, recibiendo a ciegos y cojos y sanándoles.Así que los fariseos, aquellos religiosos encargados de los asuntos del templo, estaban molestos con él. Mateo 21:15-1715 Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron, 16 y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dijo: Sí; ¿nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman Perfeccionaste la alabanza? 17 Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, y posó allí. La gente empezó a saludar a Jesús de la misma manera que lo habían hecho en la entrada triunfal. Hosanna, que quiere decir, “sálvanos, por favor” y estaban llamando a Jesús “el hijo de David”, un título mesiánico. Una vez más los fariseos querían que Jesús les callara, pero él les dijo que la alabanza de los jóvenes era perfecta, citando el Salmo 8:2.Lucas 20:1-8“Sucedió un día, que enseñando Jesús al pueblo en el templo, y anunciando el evangelio, llegaron los principales sacerdotes y los escribas, con los ancianos, y le hablaron diciendo: Dinos: ¿con qué autoridad haces estas cosas? ¿o quién es el que te ha dado esta autoridad? Respondiendo Jesús, les dijo: Os haré yo también una pregunta; respondedme: El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres?Entonces ellos discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis?Y si decimos, de los hombres, todo el pueblo nos apedreará; porque están persuadidos de que Juan era profeta.Y respondieron que no sabían de dónde fuese.Entonces Jesús les dijo: Yo tampoco os diré con qué autoridad hago estas cosas.”Jesús decidió no contestarles, porque sabía que buscaban ocasión para acusarlo, y su hora no había llegado. Todavía tenía asuntos que atender en los días que seguían.Pensemos un momento hoy. Dios nos dice que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, si es que hemos creído en Cristo para salvación. Si nuestro cuerpo es templo, ¿qué necesita el Señor limpiar para que Él se sienta honrado de verdad?
Bienvenidos a una semana especial en que vamos a cambiar nuestra programación habitual para enfocar más en los eventos narrados en la Biblia que son la culminación del ministerio terrenal de Jesús de Nazaret. Todos los días esta semana, vamos a hacer lecturas y hablar de los eventos importantes que llevan a la crucifixión y la resurrección, la obra salvador que Jesús. Es nuestra oración que estas lecturas y meditaciones sean de bendición y os ayuden a meditar más en nuestra gran salvación.¿Por qué llamamos a este domingo “domingo de ramos? ¿Qué es lo que celebramos? El domingo de ramos inicia la semana que nosotros denominamos Santa. Es Santa porque durante esta semana Jesucristo culminó su gran misión aquí en la Tierra, el morir por la humanidad y resucitar en victoria sobre el pecado. Jesús había tenido un ministerio de predicación en toda Judea. Había mostrado que era Dios mismo, haciendo milagros que otros no podían hacer. Y ahora, subía a Jerusalem para cumplir con la tarea que lo había traído aquí. El domingo de ramos se llama así porque al enterarse los que le seguían que Jesús llegaba a Jerusalén, fueron a buscar hojas de palmera y lo esperaron a la entrada para recibirle. Esto no fue un acto de toda la ciudad; sería una mezcla de aquellos que habían oído de las grandes cosas que hacía Jesús y todos sus seguidores que habitaban en Jerusalén . Leamos el relato de Lucas sobre este domingo en la historia. Recordemos que el día domingo era para el pueblo judío un día de trabajo; el primer día de la semana después del Sabat, el día de reposo. Mas esta era la semana en que se celebraría la pascua, así que mucha gente iba llegando a la ciudad para estar ahí para la celebración.Lucas 19:28-44Iba delante subiendo a Jerusalén. Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus discípulos, diciendo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo.Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita.Fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo.Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino?Ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita.Y lo trajeron a Jesús; y habiendo echado sus mantos sobre el pollino, subieron a Jesús encima.Y a su paso tendían sus mantos por el camino.Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, diciendo: !!Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas!Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos.Él, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían.Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella,diciendo: !!Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos.Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán,y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.¿Sabías que el profeta Zacarías había profetizado su entrada en Jerusalén montado sobre un pollino?Zacarías 9:9 “Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.” Dios ya tenía esta semana en su agenda. Era necesario que Cristo viniera a Jerusalén. Venía a la fiesta de la Pascua el cordero de Dios, el que quitaría el pecado del mundo. ¿Habrías estado tú entre las personas que salían a adorar al Señor ese día? Mejor aún, ¿adoras tú al Señor diariamente, en la quietud de tu corazón? Porque el Ser no pide palmas ni mantos, no pide gritos ni sacrificios, Dios puede que los que lo adoran, lo adoren en espíritu y en verdad . Lo dijo Jesús en Juan 4:23: Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.”
Lucas 17:20-37 Durante la época de crisis por la pandemia pudimos observar que no es difícil que la gente se sienta atemorizada y reaccione como si el fin del mundo hubiera llegado. Si un virus puede hacer que la gente salga a los supermercados a arrasar con todo, aún cuando han asegurado que habrá abastecimiento, podemos imaginar cómo será cuando todo lo que la Biblia ha predicho se haga realidad. La Palabra de Dios ha publicado que Cristo vendrá en las nubes y se llevará con Él a todo aquel que ha depositado su fe en Él. Este será un acontecimiento traumático para los que se queden. A partir de ese momento, un periodo de tribulación llevará al mundo a una situación de una aparente unidad mundial seguida de un caos global que acabará con la venida de Cristo a la Tierra para derrotar el reino de este mundo y establecer Su reino.  En Mateo 24 los discípulos preguntaban a Jesús sobre el fin de los tiempos, y este les contestó: “oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores.” (Mateo 24:6-8) En Lucas 17 los fariseos preguntaron a Jesús sobre la venida del reino de Dios. Y este les dijo:  “El reino de Dios no vendrá con advertencia” Dijo también: “Porque como el relámpago que al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro, así también será el Hijo del Hombre en su día.” “Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos.” ¿Recuerdas lo que ocurrió cuando el diluvio? Alguien hizo referencia a esto , de que nos tendríamos que hacer un arca y meternos ahí, como en la historia de Noé. Aquí sin embargo, lo que Jesús está diciéndoles es que como en los días de Noé, la gente no creería las advertencias de que algo gordo se acercaba, las actividades del día a día seguirían su curso y nadie se percataría de lo que estaría por venir. En la situación con el Coronavirus ha costado que la gente entendiera la gravedad del asunto. Solo cuando se nos impuso el aislamiento la gente ha comenzado a reaccionar, y entonces de manera incorrecta muchos, congregándose multitudinalmente para abastecerse de lo que no necesitaban. Algo así ocurrirá en aquel día. Jesús prosiguió con sus ejemplos: “Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste.” Durante la pandemia se cerraron colegios, comercios, lugares de ocio, se cancelaron bodas, conciertos y otras funciones. Pero incluso entonces tuvimos aviso previo, aunque fuera tan solo días u horas. Cuando Cristo venga, será sin previo aviso, como ocurrió en la destrucción de Sodoma. Jesús continuó diciendo: “En aquel día, el que esté en la azotea, y sus bienes en casa, no descienda a tomarlos; y el que en el campo, asimismo no vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot.” Todo esto lo puedes leer en Lucas 17 y Mateo 24.  No es mi intención transmitir temor, sino todo lo contrario. Ya que todo esto está escrito desde hace siglos, vale la pena que lo comuniquemos a otros. La Palabra de Dios no nos ha dejado sin información. Nos conviene leerla y estar preparados.   Lo mejor de todo es que para los que están en Cristo, no hay ningún riesgo. Como comentábamos al principio de la reflexión, Cristo vendrá en las nubes a rescatar a su iglesia, a todo el que ha puesto su fe en la obra de Cristo en la cruz. Antes del rapto, e incluso después, el evangelio de Cristo será proclamado para que todo aquel que en Él crea sea salvo. Dice Mateo 24:14 “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” Que esto sirva para alertar a aquellos que todavía no han preparado sus almas para recibir el reino de Dios en la Tierra. Recuerda:  la verdad del evangelio salva vidas. Cristo te quiere salvar.
Lucas 17:1-19Mt. 18.6-9; Marcos 9:42-50; Lc. 17.1-2Los evangelios nos relatan algunas de las conversaciones que Jesús y sus discípulos mantuvieron mientras iban por el camino. En aquellos días, los trayectos se hacían a pie, por lo que tenían tiempo de sobra para hablar y aprender del Maestro. En Lucas 17:1-4 Jesús les habló de la importancia de apoyarse unos a otros, y no ser piedra de tropiezo. “Dijo Jesús a sus discípulos: Imposible es que no vengan tropiezos; mas ¡ay de aquel por quien vienen! Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se le arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos. Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale.” No podemos hablar de esto suficiente. Como dice el texto, fracasos habrá, caídas vendrán, pero examinemos nuestro andar, para que no seamos nosotras las que provoquemos la caída de otros. Y mantengamos nuestro paso firme en Cristo. Lo precioso es que como leemos en el Salmo 37:24 “Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, Porque Jehová sostiene su mano.” Ayudemos a otros también para que caigamos menos y nos mantengamos asidos de Su mano. Jesús enseñó a sus discípulos que lejos de ser piedra de tropiezo, debían estar atentos para facilitar el acceso de todo aquel que buscaba a Dios, sin importar su situación o su origen, para que puedan entrar en Su reino. Camino a Jerusalén, pasando entre Samaria y Galilea, Jesús encontró a diez leprosos. Estos no podían presentarse en el templo al menos que fueran sanados, pero sabían que Jesús era su única esperanza.“Y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados.Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz,y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.”Leprosos, de Galilea algunos, de Samaria otros, mas solo uno volvió en busca del que lo había sanado. “Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.”Diez vieron el poder y la bondad de Jesús en sus propias vidas. Mas solo uno vino a Cristo en busca de sanación espiritual. Y solo ese, por fe, fue salvo. Los discípulos pidieron a Jesús “Auméntanos la fe,” Mas Jesús les aseguró que no era cuestión de tener mucha fe, sino de tener fe en Él.Digamos que la cantidad de fe no es lo que importa, sino el objeto de nuestra fe. En medio de filosofías que sugieren que creer es poder, lo que realmente importa es que creamos en el único que tiene poder para dar y quitar la vida, Dios mismo. ¿Quieres la salvación de tu alma? ¿Quieres vivir asida de Cristo y no caída y cayendo todo el tiempo? ¿Quieres ser de apoyo a otros y no de tropiezo? ¿Quieres que la gloria de Dios se manifieste en tu vida? Solo tienes que tener una pizca de fe, pero fe en el verdadero; en el único Dios y Salvador.Jesús enseñó a sus discípulos que lejos de ser piedra de tropiezo, debían estar atentos para facilitar el acceso de todo aquel que buscaba a Dios, sin importar su situación o su origen, pudiera entrar en Su reino. Camino a Jerusalén, pasando entre Samaria y Galilea, Jesús encontró a diez leprosos. Estos no podían presentarse en el templo al menos que fueran sanados, pero sabían que Jesús era su única esperanza.“Y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados.Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz,y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.Leprosos, de Galilea algunos, de Samaria otros, mas solo uno volvió en busca del que lo había sanado. “Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.”Diez vieron el poder y la bondad de Jesús en sus propias vidas. Mas solo uno vino a Cristo en busca de sanación espiritual. Y solo ese, por fe, fue salvo. Los discípulos pidieron a Jesús “Auméntanos la fe,” Mas Jesús les aseguró que no era cuestión de tener mucha fe, sino de tener fe en Él.Digamos que la cantidad de fe no es lo que importa, sino el objeto de nuestra fe. En medio de filosofías trascendentales que sugieren que creer es poder, lo que realmente importa es que creamos en el único que tiene poder para dar y quitar la vida, Dios mismo. ¿Quieres la salvación de tu alma? ¿Quieres vivir asida de Cristo y no caída y cayendo todo el tiempo? ¿Quieres ser de apoyo a otros y no de tropiezo? ¿Quieres que la gloria de Dios se manifieste en tu vida? Solo tienes que tener una pizca de fe, pero fe en el verdadero; en el único Dios y Salvador,
Lucas 16:19-31Hay solamente una condición para entrar en el reino de DIos, y eso es fe en lo que Cristo ya ha completado. Cristo hizo todo lo necesario para darnos salvación. Él ya pagó la deuda con su sangre preciosa, y nuestros pecados son cancelados cuando confiamos en su obra redentora, es decir, la sustitución de su vida por la nuestra para ofrecernos vida eterna. Es por esto que hasta un niño puede venir en fe a Dios, porque lo único que debemos hacer es confiar plenamente en Dios para nuestra salvación eterna. Jesús contó la historia del rico y Lázaro para reforzar esta verdad. Si recuerdas que dijimos que las parábolas no suelen dar nombre a los personajes, notarás que esta historia llama por nombre a un pobre mendigo que comía de las migajas que caían de la mesa de un hombre rico del que no se nos da el nombre. Podría ser que este Lázaro fuera un personaje que el pueblo conocía, pero es más probable que Jesús estuviera dando nombre a un indigente para darle la importancia que Dios le da, dejando al rico anónimo. Se nos presenta la historia así:“Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.”Los fariseos, como hemos visto, veían el mundo desde un punto de vista distinto al de Cristo. Como estos dependían de las donaciones de la gente, trataban a los ricos con preferencia y a los pobres como abandonados de Dios. Jesús no viene presentando una visión inversa a esta como muchos han hecho en la historia de la humanidad, glorificando a los pobres y condenando a los ricos. ¿Sabes por qué? Porque Jesús ve más allá de las riquezas. Sería tan injusto condenar a un pobre por ser pobre como condenar a un rico por ser rico. Jesús dice en Juan 14:6 “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” El único camino al Padre es Jesucristo; ni las riquezas, ni la pobreza. Es lo que hacemos en cuanto al regalo de salvación de Cristo lo que determina nuestro destino.La historia cuenta que este pobre Lázaro murió y fue al seno de Abraham, donde los fariseos judíos creían que iban los “bendecidos de Dios”, que para ellos eran aquellos prósperos en la Tierra. Mas murió también el rico y nos dice el texto que sepultado fue al Hades, un lugar de tormento.Esto era impensable para los fariseos. ¿Cómo podría ser que todo estuviera al revés? Obviamente, Lázaro había escuchado al mensaje de Dios revelado en Moisés y los profetas y estaba confiando en el prometido Mesías, mientras el rico vivía al margen de estas verdades. Jesús continuó diciendo:“El rico entonces, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.” Notemos aquí que esta historia no está basada en lo que la Biblia enseña, sino en lo que los judíos creían. Por supuesto que el lugar eterno no está regido por Abraham, como presentaba esa tradición judía. Este pobre rico sufría, y pedía que Lázaro viniera a ayudarle. Al no ser posible, rogó que este fuera a la Tierra de los mortales a advertir a su familia del sufrimiento que él estaba viviendo, para que no tuvieran que ir ahí. Y Abraham en la historia les contestó: “A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos.” Ya tenían la ley escrita, y todo el evangelio que los profetas habían proclamado. El que quería creer, podía. El rico “entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.”Curiosamente, el rico pensó que si alguien volvía de la muerte a anunciar el evangelio, que todos creerían. Mas Abraham en la historia le corrige, diciéndole que si no creen el testimonio escrito, tampoco creerán si algo milagroso ocurriera. Lo cierto es que poco tiempo después, Cristo moriría en la cruz, y después de tres días resucitaría. Mas aquellos que creyeron las Escrituras creyeron en Él, y muchos que han visto y oído lo que Jesús hizo, aún no creen. Este caso que Jesús propuso exponía las falacias de las creencias populares y dejaba claro que la salvación del alma está basada únicamente en lo que hemos hecho con Cristo en vida. Juan 3:36 lo ratifica: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” No tus riquezas, ni tu pobreza; no tus ritos ni tus sacrificios; es tu fe en Cristo lo que cuenta para la eternidad.
Lucas 18:1-8; 9-14En el evangelio de Lucas leemos dos parábolas sobre la oración. Nos dice Lucas 18:9 que Jesús, “A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola:”Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano.El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.Mas el publicano, (nos dice la historia) estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.”¿No te llama la atención esta parábola? Seguro que te los puedes imaginar. El fariseo orando en voz alta “consigo mismo”, nos dice el texto, no necesariamente para que Dios lo escuche, sino para que todos sepan lo genial y grande que es, y cómo ninguno de los que están ahí puede compararse con él. Es curioso, porque entendemos la oración como una conversación con Dios, pero este estaba en el templo hablando “consigo mismo”. Además, para exaltarse él, echa abajo a los otros, como nos dice Filipenses 2:3-5 que no hagamos. Para defender su honestidad los llama ladrones, para proclamar su propia justicia los llama injustos, y para anunciar su supuesta moralidad los llama adúlteros. Como resultado de su oración a sí mismo, sus oraciones no pasaron del techo. Dios sabe quién está clamando a Él realmente y a quién le importa más lo que otros crean que lo que sepa Dios. En contraste, encontramos al publicano en un rincón, mirando hacia abajo porque no se consideraba digno de mirar al cielo, y pidiendo la misericordia de Dios hacia él. Dios sabía que este venía a hablar con Él. Se veía necesitado y venía a buscar la ayuda de su Señor. Y como cada vez que alguien se acerca a Él, Dios presta total atención, otorgándole la eficaz justificación del cielo.Justo antes de esta parábola, leemos la de la viuda y el juez injusto. Nos narra cómo esta señora va a pedir justicia ante un juez que no tenía temor de Dios; es más, era conocido por su dureza. Esta viuda fue a él a pedir ayuda en múltiples ocasiones, sin recibir su atención. Mas después de un tiempo, este juez injusto, por dejar de oírla, nos dice que atendió su caso y la ayudó. Con esta historia Jesús les mostró la necesidad de orar sin cesar. Así como la viuda insistió en pedir ayuda en aquello que la afligía, debemos tener fe para ir en oración a buscar ayuda de lo alto. No es que Dios sea como este juez. Dios atiende a las oraciones de aquellos que vienen a Él, y no mira para otro lado. Sin embargo, a menudo estamos dispuestos a ir a rogar a personas para que nos echen una mano con nuestros problemas y olvidamos ir a Dios, el cual está deseoso de ayudarnos y es poderoso para hacerlo. La oración es un regalo que podemos y debemos disfrutar. Si mi hijo tuviera una necesidad y fuera a otros a pedir ayuda, ¿cómo me sentiría yo al enterarme? Me entristecería pensar que confía en otros más que en mí. Si tenemos verdadera fe en Dios, demostrémosla en oración. El fariseo utilizaba la oración para proclamar su propia grandeza. El publicano reconocía su condición de necesitado, como la viuda, y estaba dispuesto a dejar su orgullo para buscar ayuda ante aquel que realmente podía dársela. Dejemos a un lado el orgullo y busquemos la ayuda de Dios. Veamos que en nuestras propias fuerzas no llegamos más lejos que el fariseo, y echemos nuestras cargas sobre Dios, porque como nos recuerda 1 Pedro 5:7 “Él tiene cuidado de nosotros.” Seremos así justificados por el Juez Justo cuyo oído está siempre atento a nuestros ruegos.
Lucas 16:1-15A veces podemos pensar que las personas espirituales se mantienen completamente al margen de los asuntos de la vida cotidiana. Mas Jesús no enseñó que como cristianos debamos vivir totalmente apartados de la sociedad en la que vivimos. Para ser luz y sal en la Tierra debemos saber relacionarnos con los de alrededor. Nuestra relación vertical con el Padre es la base para que nuestras relaciones en el plano horizontal con los que nos rodean puedan funcionar. Y lo curioso es que a través de estas relaciones horizontales, podemos recibir bendiciones verticales. Muchas veces los tesoros celestiales los encontramos aquí en la Tierra. Veamos lo que Jesús enseñó sobre cómo actuar sagazmente en las situaciones más cotidianas. En Lucas 16:1-15 “Dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y éste fue acusado ante él como disipador de sus bienes.Entonces le llamó, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo.”Curiosamente se le da el título de “mayordomo infiel” a esta parábola, pero lo que encontramos es una acusación que ha llegado al jefe de que este encargado está disipando sus bienes. No queda claro si la acusación era cierta o no, y no hay ningún cargo legal contra él, pero este mayordomo parece que tenía que entregar los libros y ya no podría seguir trabajando en esa casa. La historia continúa relatando lo que este encargado decidió hacer para salvar su situación de la manera más favorable. “Entonces el mayordomo dijo para sí: ¿Qué haré? Porque mi amo me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que haré para que cuando se me quite de la mayordomía, me reciban en sus casas. Y llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? Él dijo: Cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu cuenta, siéntate pronto, y escribe cincuenta. Después dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes? Y él dijo: Cien medidas de trigo. Él le dijo: Toma tu cuenta, y escribe ochenta.”Notamos que este mayordomo no criticó a su jefe ni se justificó a sí mismo ante estos deudores. Lo que hizo fue idear un plan para cerrar los libros de la manera más sabia posible. Este tuvo una reunión uno por uno, les propuso una reducción de la deuda, consiguiendo que pagaran un buen porcentaje a su amo, y canceló así las deudas.Es probable por lo que leemos que este señor ya estuviera mayor para hacer trabajo físico, y no quisiera tener que depender de otros para su sustento, por lo que hizo su trabajo de mediador financiero, llegando a una situación que era favorable tanto para su antiguo jefe como para cada uno de sus deudores, los cuales podrían contratarlo cuando quedara sin trabajo. Y nos dice la parábola que “alabó el amo al mayordomo malo por haber hecho sagazmente.”El jefe tuvo que reconocer que la manera de negociar de su encargado había sido sabia. No nos dice si decidió despedirlo o no. Es posible que no quisiera que trabajara para él porque había perdido su confianza debido a las acusaciones que había recibido, pero tenía que admitir que este había actuado sagazmente. Jesús concluyó la parábola con esta afirmación: “porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz.”¿Alguna vez has pensado tú así? Muchas veces vemos personas que no reconocen a Dios como Señor, pero saben tratar con sus semejantes de manera más sabia que aquellos que proclaman el nombre de Dios. Hay personas que no creen en Dios que viven vidas mínimamente ordenadas, que respetan las diferencias y opiniones de otros, que admiten crítica y ofrecen apoyo, que no parecen buscar conflicto sino que lo amainan. Y sin embargo, hay cristianos que buscan afrentas donde no las hay, que no pueden ignorar ofensas, que pelean batallas innecesarias y no parecen poder vivir en paz con su prójimo. Pero esto no debería ser así.Prosigue el Señor: “Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?”Es difícil entender todo a lo que Jesús pueda estar haciendo referencia aquí, pero la idea que nos deja esta historia es, que si en las cosas pequeñas perdemos la oportunidad de actuar sabiamente, ¿cómo podremos ser sabios en los asuntos más serios? Extrapolemos la situación a cualquier conflicto interpersonal. Si por cualquier asunto cotidiano perdemos nuestro sabor (aludiendo a la sal) y nuestra luz disminuye (atendiendo a la necesidad de ser luz en nuestro entorno), ¿cómo podremos ser de edificación a otros? Aquí en la parábola Jesús está llamando la atención específicamente a los fariseos, y nos dice en el versículo 14 que ellos se burlaban de Jesús; mas este les respondió: “Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación.” Los fariseos se justificaban delante de todos, mas Jesús los confrontó.¿Te encuentras a ti misma defendiéndote y justificándote constantemente? El mayordomo podría haberse defendido contra las acusaciones que había recibido. Podría haberse intentado justificar, pero lo que hizo fue mostrar por sus obras que él sabía administrar las riquezas de su amo. No tuvo que responder a las acusaciones con palabras acusadoras ni burladoras, como hacían estos fariseos, sino que con sus hechos proclamó su sabiduría. Haríamos bien nosotras en dejar que nuestras acciones y no nuestras palabras sean la muestra de nuestra sabiduría. Seamos más sagaces que los hijos de este siglo. No dejemos que las “riquezas injustas”, es decir, aquellos asuntos que no son eternos, nos quiten la paz y el gozo del Señor y nos pongan en pleito con nuestro prójimo. Quizá podamos ganar amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando en el día final estas ya no cuenten, aquellos ante los que hemos sido luz y sal nos reciban en las moradas eternas. ¿Y si por nuestra reacción a situaciones que podamos calificar de injustas alguien llegara a depositar su fe en Cristo y un día nos lo encontraramos en el cielo? Que Dios nos ayude a actuar y reaccionar de manera que traigamos gloria a su nombre.
Mateo 18:23-35Como parte de la enseñanza sobre el perdón y la restauración, el Señor Jesús compartió la parábola de los dos deudores, diciendo: “El reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos.Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos.A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda.Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda.”Imaginas ser este que tenía la deuda. Debía 10.000 talentos, una cantidad elevada de dinero. El señor del lugar viene a cobrar, y al ver que este hombre jamás podría pagar, decide que tiene que dar en pago todo lo que posee, su esposa, sus hijos, y él mismo. Todos los miembros de su familia pasarían a ser esclavos de este señor, para que la deuda fuera cancelada. Este hombre se arrodilló ante su señor, y con el último suspiro que le quedaba, rogó que este le diera más tiempo para poder pagar su deuda. La cantidad que debía era tan alta que trabajando toda una vida no podría pagar la deuda que tenía. Jesús pone este ejemplo para dejar claro que la deuda que tenemos con el rey de reyes es tan grande que jamás podríamos pagarla nosotros mismos aunque viviéramos mil años. El rey en la historia, sintiendo compasión por el pobre siervo, lo perdonó. Fue misericordioso y lo dejó libre, sin necesidad de pagar la deuda. Este siervo debía estar agradecido de por vida. Había sido objeto de la misericordia del rey, y gracias a esto podría vivir libre de deuda. Mas la parábola no acababa ahí. En la segunda parte se nos dice que este siervo tenía un compañero que le debía cien denarios. Cuando comparamos esto con los diez mil que debía el primer siervo, vemos que es mucho menos dinero. Si el siervo estuviera dispuesto a esperar, es posible que su consiervo pudiera ir reduciendo la deuda. Sin embargo, vemos en el texto que aquel siervo  “asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, (como este otro había hecho) le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda.”Este hombre que había recibido misericordia no era capaz de extenderla a su compañero. Hizo que lo apresaran hasta que pagara la deuda. Desde luego que si no podía pagarle cuando era libre para trabajar, seguro que en la cárcel no podría conseguir el dinero para saldar la deuda. “Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado.”Cuando el señor, o el rey como nos hemos referido a él anteriormente, oyó lo que este siervo estaba haciendo a uno de sus compañeros, se indignó. ¿Cómo era posible que tratara así a su consiervo cuando él había recibido su misericordia? Nos narra la historia que “Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía.”Si él no estaba dispuesto a mostrar misericordia hacia su prójimo, su señor tampoco la iba a mostrar con él. El Señor Jesús concluyó la historia diciendo: “Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.”Cuando en el Padre Nuestro pedimos: “Perdónanos nuestras deudas como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” ¿Nos damos cuenta de lo que estamos pidiendo? ¿Y si Dios nos perdonara del mismo modo que perdonamos nosotros a otros? Que esta historia nos sirva de recordatorio para extender hacia otros la misericordia que queremos que Dios tenga con nosotros.
Mateo 18:15-22 Si pudiéramos vivir sin ofender a nadie ni ser ofendidos, sería fantástico. Pero todos sabemos que eso es imposible. Por muy buenas intenciones que tengamos, es inevitable tener conflictos personales, porque somos humanos, y los humanos fallamos por acción o por omisión. La Palabra de Dios trata las relaciones interpersonales en diferentes textos. Podemos tratar de evitar los conflictos practicando el amor al prójimo, pero cuando ocurren, y ocurrirán, la Biblia también nos da pautas para restaurar. Mateo 18:15-22 nos enseña cómo debemos actuar cuando otro cristiano nos ofende. Por supuesto que los principios se pueden aplicar con cualquier persona, pero el texto trata específicamente de conflictos entre hermanos en la fe, donde ambos deben tener el deseo de vivir justamente ante Dios. Comienza diciendo: “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.”En primer lugar instruye a que si te has sentido ofendido por alguno, que vayas directamente a esta persona, e intentes arreglarlo sin involucrar a nadie más en el asunto. Si el problema se puede solucionar entre los dos, la restauración es mucho más sencilla y la relación puede salir fortalecida. Nota que no dice que vayas a hablar con otros de cómo esta persona te ha ofendido. Cuando se hace esto, el problema se extiende, y la reconciliación se hace menos probable. El texto continúa con el supuesto de que la persona que habiendo hecho algo mal te ha ofendido, después de que has hablado con ella, no acepta la reprensión y no desea la restauración. Entonces, y con la suposición de que lo que la persona ha hecho va en contra de los principios de la Palabra de Dios, deberías volver a hablar con ella, pero esta vez en compañía de alguien que puede mediar entre vosotros dos. Notemos aquí que la meta es la restauración, involucrando en el problema al mínimo de personas necesario. Los versículos 19-20 nos lo aclaran diciendo: “Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” Ahí donde estás tú y esa persona practicando el perdón y la restauración, Dios está presente. No es necesario llevarlo más allá si podéis llegar a un acuerdo que agrada a Dios. Solo cuando el ofensor, siendo bíblicamente responsable, insiste en sus caminos rechazando la restauración, se debería llevar el caso ante la congregación, y si su actitud no es la de un seguidor de Cristo, deberíamos suponer que en verdad no es un cristiano. Claro está, que si hay arrepentimiento, como hemos visto a través de las Escrituras, nuestra única reacción correcta sería el perdón y la restauración. Lucas 17:3-4 lo resume así:“Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale.” En Mateo, “se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.”La actitud del cristiano debe ser de constante arrepentimiento y perdón, dispuesto a disculparse por aquello en lo que ofende, y rápido para perdonar a aquellos que habiéndolo ofendido, piden perdón. Si vivimos así, estaremos viviendo la voluntad del cielo aquí en la Tierra.
Lucas 15:11-32Esta parábola de hoy es una de las más conocidas; se la conoce como la parábola del hijo pródigo, pero quisiera enfatizar que la historia trata de dos hijos perdidos, a los que el padre ama con liberalidad, queriendo la reconciliación con ambos. Veamos la historia que contó Jesús. “Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y nos dice la historia que (el padre) “les repartió los bienes.”Curiosamente, podemos notar que aunque fue el hijo menor el que demandó su parte de la herencia, su hermano mayor, el cual debería haberse levantado a defender la honra de su padre, accedió a la propuesta con la condición de que él recibiera también su parte de la herencia. Por lo que la historia nos dice que “les repartió (a ambos) los bienes. El joven, que se quería marchar, se llevaría efectivo, y el mayor se quedaría, imaginamos, con la hacienda familiar. Jésus continuó con la parábola:“No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente, (de ahí que se le llame el hijo pródigo),Cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos.”Recordemos que según la ley moral de los judíos, el cerdo es un animal inmundo. Sin duda, este chico había llegado muy lejos, si tenía que alimentar a los cerdos en tierra ajena para poder sacar algún dinero. Y nos dice el texto que “deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.”Estaba dispuesto a comer lo mismo que comían los cerdos, pero lo que le daban era estrictamente para sus animales, así que ni eso podía comer. “Y Volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.”Había perdido todo el dinero de su herencia. Volver a casa ahora sería para pedir trabajo, no en condición de hijo. Eso lo tenía claro. “Levantándose, vino a su padre.” Seguramente iba con temor, preguntándose qué diría su padre, cómo lo vería el resto de la familia. ¿Lo rechazarían ellos también? Qué humillación. Mas “cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.”Y ya no pudo decir más, porque su padre tomó la palabra. Este “dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.”Este padre que había sufrido humillación de parte de sus dos hijos, había perdido a este. Había pasado mucho tiempo y no sabía nada de él. Mas cuando lo vuelve a ver quiere restaurarlo. Mas nos cuenta el Señor que el “hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.Este le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo.”Parece que este padre no había perdido solamente un hijo. El pequeño se había marchado, pero el mayor, el cual también había recibido su parte de la herencia, se había quedado en casa con su padre. El hijo mayor mentía si decía que trabajaba para su padre, puesto que el padre ya le había cedido su herencia. Los cabritos eran suyos; podía tomar lo que quisiera, pero, sin embargo, acusaba a su padre de no dejarlo celebrar nada. Su manera de ver las cosas era negativa y errónea. Su padre “entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.”Su hermano había vuelto a casa. Había malgastado el dinero de su padre, pero estaba dispuesto a empezar una vida nueva, restaurando su relación con el padre. Los fariseos que escuchaban la parábola podrían haber identificado a este hijo con los publicanos, aquellos pecadores que para ellos no merecían perdón. Pero Jesús quería que se dieran cuenta que ellos, como el hermano menor, estaban igual de perdidos; necesitaban una reconciliación con el padre también. Estando tan próximos al Padre, estaban realmente lejos, separados de Dios por su orgullo. Jesús acaba la historia ahí, dejándonos sin la conclusión. ¿Se arrepentiría el hijo mayor de su amargura y entraría a la fiesta a celebrar? ¿o por el contrario se alejaría aún más, dando la espalda al padre y lamentando la reconciliación del hermano arrepentido? Ese era el dilema de los que escuchaban. ¿Cuál sería la respuesta de ellos a la nueva vida que Dios ofrecía? ¿Cuál es nuestra actitud hacia la misericordia de Dios para nosotros? ¿y para otros?
Lucas 15:8-10Por si los oyentes que se reunían a escuchar y los doctores de la ley que estaban ahí para criticar no habían entendido la parábola de la oveja perdida, Jesús les dio otra historia. Esta vez habló de una señora casada que notó un día que había perdido algo preciado en valor y en simbolismo. Dijo así el Señor. “¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido. Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.”En la costumbre de los judíos, una mujer recibía cuando se casaba diez dracmas, monedas que eran parte de la dote y simbolizaban su matrimonio. Perder una moneda no implicaba gran crisis económica, pero sí sentimental. Ella no querría tener el set incompleto. Así que la vemos limpiando por todos los rincones de la casa, buscando diligentemente hasta encontrar la moneda perdida. Al poco tiempo de habernos casado, David, mi esposo, perdió su alianza de boda. Habíamos estado en diferentes tiendas comprando ropa. En algún momento de la tarde, mi marido se dio cuenta de que no llevaba su alianza en el dedo, pero pens que a lo mejor se la había olvidado en la casa. Esa tarde miró en el coche y en la casa, y al no encontrarla en ningún sitio, llamamos al centro comercial donde habíamos estado para ver si se le había caído ahí. Gracias a Dios, alguien la había encontrado en el suelo de la tienda y la había entregado en caja. Sin duda celebramos con alegría cuando la pudimos recuperar. No estábamos preocupados de encontrar el anillo simplemente por el valor que este tenía. Lo cierto es que no habíamos invertido una gran suma de dinero en esta alianza, pero para mi esposo y para mí, representaba nuestra unión. Estábamos muy contentos de volver a encontrarlo.Esta señora de la historia, cuando encontró su moneda, llamó a sus amigas y vecinas para celebrar con ellas que había encontrado la dracma que había perdido.Y así Jesús concluye recordándonos que del mismo modo, hay mucho gozo en el cielo por cada pecador arrepentido. Lo hemos leímos anteriormente; los ángeles tendrán que separar en el gran día del fin a los justos de los pecadores. Por esto, cada vez que un pecador es justificado por su fe en Cristo, los ángeles celebran que esta alma gozará de vida eterna con Cristo. Gracias a Dios por el don de la salvación.
Perdido y encontradoLa oveja perdida Mateo 18:10-14; Lc. 15.3-7; Lucas 15Jesús contó tres historias diferentes para ilustrar cómo Dios nos ha amado tanto que ha ofrecido la restauración de una relación entre el hombre y Dios que hbía sido destruída por el pecado. Juan 3:16 dice que “de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. Las tres parábolas tratan de algo perdido; la primera, nos cuenta sobre un animal perdido, la segunda, un objeto simbólico perdido, y la tercera de unos hijos perdidos. Comenzamos hoy con la parábola de la oveja perdida. En Lucas 15, leemos que “Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle,y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come.Entonces él les refirió esta parábola, diciendo:¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso;y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido.Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.Recordemos que los escribas y fariseos se consideraban a sí mismos como justos, superiores a los pecadores comunes que venían al templo. Estos, al ver a Jesús juntándose con diferentes personas para comer y hablar, se escandalizaban y lo criticaban. Por eso Jesús les cuenta la historia de la oveja que se extravía. El pastor tenía 99 ovejas en el redil. Podría haber asumido la pérdida en lugar de ir a buscarla. Mas Jesús da valor a cada una de sus ovejas. Dejando a las 99 a salvo en el redil, el pastor salió a buscar a la que se había alejado del rebaño, y al encontrarla, la puso en sus hombros y la cargó hasta donde estaría a salvo. Los que conocían la ley de Dios debían saber que Dios es misericordioso y desea que todos lleguemos al arrepentimiento y la reconciliación. Sin embargo, ellos no estaban por la labor de buscar a los perdidos. Mas Cristo es diferente. Gracias a su bondad, cada uno de nosotros, aunque hayamos huido en algún momento de su presencia para buscar nuestro propio rumbo, podemos estar seguros que el Señor no nos ha abandonado. Alguien me dijo una vez, habiendo vuelto al Señor tras haberse extraviado: “yo me alejé de Dios, pero Él nunca se alejó de mí.” Así es. “Los ojos de Jehová están en todo lugar”, nos dice Proverbios 15:3 “Mirando a los malos y a los buenos.”Y en el Salmo 34:15 leemos: “Los ojos de Jehová están sobre los justos, Y atentos sus oídos al clamor de ellos.” Estos “justos” no son los que se creen justos, y por lo tanto no se ven necesitados de Dios, sino los que hemos reconocido nuestra necesidad de Dios y hemos sido justificados por la gracia de Dios. Si has entregado tu alma a Cristo, tenlo por cierto que nada ni nadie te puede separar del amor de Dios (Romanos 8:35). Cuando el pastor hubo encontrado a su oveja perdida, llegó a casa, invitó a sus amigos y vecinos, y celebraron la vuelta de esta oveja encontrada. Toda reconciliación con Dios debe ser motivo de gozo, por lo que Jesús les recuerda a sus oyentes que cada vez que un pecador se arrepiente, hay fiesta en el cielo. Busquemos estar cerca de Él, porque no hay mejor lugar que en el redil del Buen Pastor. Y cuando alguien viene a Cristo habiendo estado perdido, celebremos con los que están en el cielo, Es fácil dudar, es fácil juzgar, pero Jesús nos anima a celebrar el arrepentimiento.
Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre.Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras;
Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien.Salmo 139:13-14Mujer, has sido creada con propósito, y cuando encuentras tu propósito, la vida toma sentido y te permite vivirla al máximo. Lo cierto es que como sociedad estamos muy lejos de entender y aceptar el propósito para el que estamos aquí.
El valor del evangelio (el tesoro enterrado, la perla)Mateo 13:44-46El Señor Jesús compartió dos parábolas que ilustran el reino de los cielos. Son muy cortas, pero el mensaje es precioso. Ambas nos hablan del valor intrínseco que tiene el evangelio. Tanto, que como el Señor dice en Mateo 16:26, “¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?”Sin duda, el destino de tu alma tiene mucha más importancia que cualquier otro asunto aquí en la Tierra, y por lo tanto, el evangelio de las buenas nuevas de Jesucristo tiene más valor que cualquier otra cosa que se pueda desear. Dijo así Jesús: “el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.”El Señor Jesús presenta a un hombre que va caminando por un campo y encuentra un tesoro, pero como el campo donde lo encontró no le pertenece, lo entierra donde estaba. Va entonces y busca al dueño del terreno, y le pregunta cuánto quiere por el campo. El precio que el dueño pide es mucho, pero este hombre sabe el tesoro que este campo esconde. Así que pone en venta todas sus posesiones para poder recoger el dinero suficiente para comprar el terreno. Y cuando lo compra, puede disfrutar del tesoro que ahora sí le pertenece. Todo aquello de lo que ha tenido que desprenderse vale la pena, porque lo que ha ganado es mucho más valioso que cualquier cosa que hubiera podido tener anteriormente. Por si los oyentes no habían comprendido bien la idea, Jesús les contó también otra parábola, hablando de una perla de gran precio. Dijo así:“También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas,que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró.”Este mercader en la historia es capaz de identificar el valor de esta perla preciosa, y sabe que aunque tenga que cambiar todo lo que tiene por conseguir esta perla, cualquier cambio vale la pena, porque nada de lo que tiene supera el valor de esta. Ambas historias tratan de un tesoro; en la primera, la persona no anda buscando; sin embargo lo encuentra, y cambia su vida. En la segunda, el protagonista anda buscando el tesoro hasta que lo encuentra. Pasa así con el reino de Dios. Hay personas que van por su propio camino, y Dios se les presenta a través de circunstancias o personas, y una vez conocen a Cristo, sus vidas cambian.En otros casos, Dios pone una sed de Él en el corazón de la persona y eso inicia una búsqueda de la verdad. Puede que pase por diferentes lugares donde no se halle la verdad de Cristo, mas Dios promete que el que busca hallará, y aquel que desea conocer a Dios llegará a su encuentro. En ambas ocasiones, el evangelio hallado no tiene precio. La vida de gozo y paz que Cristo ofrece para la eternidad no se puede comparar con nada, material o inmaterial.Es por eso que el que halla a Dios halla el mayor tesoro. Qué bendición haber conocido a Cristo y poder disfrutar de ese tesoro incalculable. En los versículos 51-52 del capítulo 13 de Mateo, el Señor “Jesús les dijo: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos respondieron: Sí, Señor. El les dijo: Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.”Así es el día a día en el camino del Señor. Podemos encontrar tesoros antiguos ya descubiertos, y nuevos tesoros que Dios nos muestra día a día. ¿Cómo llevamos eso? ¿Somos como ese padre de familia? ¿Estudiamos Su Palabra para sacar tesoros nuevos de su Palabra y disfrutar de los que ya hemos descubierto con anterioridad? Como el salmista dice en el Salmo 119:162, “Es tal la alegría que me causa tu palabra que es como hallar un gran tesoro.” (RVC)Indaguemos en la Palabra cada día para disfrutar de los tesoros que nos ofrece el Señor.
La influencia del evangelio (semilla de mostaza, levadura)Mateo 13:31-33; Mr. 4.30-32; Lc. 13.18-21Muchas veces vemos como algo muy pequeño puede llegar a crecer inmensamente. Un ejemplo de esto son las semillas. Lo que empieza como algo que podemos coger con dos dedos, plantado en un lugar apropiado y con buen cuidado, puede llegar a crecer alto y fuerte. Jesús contó una parábola que utilizaba esta ilustración para explicar que Dios puede tomar algo insignificante y puede transformarlo en algo formidable. Usó para ilustrarlo el ejemplo de la semilla de mostaza, diciendo:“El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas.”De todas las hortalizas, esta es una que sobresale por su tamaño, por lo que Jesús dijo que “se hace árbol”, y muchos son los que se refieren a esta como a un árbol. En otra parábola Jesús les dijo: “El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado.”Aquí vemos a una panadera que pone un poco de levadura, y de la mezcla hace tres panes, y la levadura leuda toda la masa.Si has hecho pan alguna vez, sabrás que la levadura se compone de hongos diminutos que viajan por toda la masa hasta influenciar cada gramo de la mezcla fermentando toda la masa. En esta parábola podemos ver el poder que algo puede tener en su ambiente. Así es el reino de Dios. En Mateo 17:20 el Señor dijo a sus discípulos que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, podrían mover montes. Y es que Dios puede hacer maravillas de lo muy poco. Creó el mundo de la nada, ¿habría algo que Él no podría hacer? Como la semilla de mostaza se transforma en árbol, como la levadura afecta toda la masa, Dios es poderoso, y su evangelio puede cambiar una vida, y puede cambiar el mundo entero. Que sus buenas noticias lleguen a todos los confines de la tierra, y su gracia a lo profundo de cada corazón.
Mateo 13:24-30, 36-43, 47-50Después de haber hablado de las diferentes reacciones a la Palabra de Dios, Jesús, “Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.”He leido que en los tiempos de los romanos, echar cizaña en los sembrados estaba prohibido. La cizaña es una planta que se asemeja a la planta del trigo, pero que no produce nada útil para el ser humano. Cuando se echaba en el campo, solía ser en campo ajeno y para perjudicar. Jesús siguió contando lo que sucedió después. “Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?”Como podemos leer, los siervos se daban cuenta que la cizaña haría difícil la labor de recoger el fruto, ya que a primera vista, estas dos eran muy parecidas, pero estaban dispuestos a ir planta por planta intentando identificarlas y arrancar las que no eran provechosas. Mas el jefe dijo: “No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo.Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.” Su plan era bueno. Había suficientes nutrientes y suficiente tierra para que todo creciera. Cuando llegara el tiempo de la siega, recogerían el trigo y aquellas plantas sin el grano de trigo serían claramente identificadas como cizaña. Una vez más, el fruto sería el elemento distintivo entre ambas. Los discípulos, cuando la gente ya se había marchado, se acercaron a Jesús y le pidieron: “Explícanos la parábola de la cizaña del campo.”Y “Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo.El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles. De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga.”Palabras claras y muy fuertes. El Señor está advirtiendo a través de los siglos que viene una siega final, donde quedarán claramente identificados aquellos que son de Dios y aquellos que no lo han aceptado como Señor y Salvador. Jesús entonces compartió otra parábola similar, hablando de “una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces; y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera.” Y concluye el Señor la parábola diciendo: “Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.”Nos gustaría pensar que el final es feliz para todos, pero hasta en nuestras historias comprendemos que si el mal triunfa, el final no es feliz; un Dios de justicia ha de castigar el mal. No obstante, Dios está dando oportunidad de una conversión. La cizaña no se puede convertir en trigo en ninguna etapa de su crecimiento por sí sola, pero Dios puede transformar a un pecador en justo por el milagro de la salvación, como ha hecho con cada uno de los que hemos creído en Él. Es una preciosa realidad.Que en el día del fin del siglo, pueda el sembrador identificarnos como suyos. Entonces resplandeceremos como el sol en el reino del Padre. El que tiene oídos para oír, oiga.
Mt. 13.1-23; Marcos 4 Lc. 8.4-15 Una buena mañana desde una barca a la orilla del mar de Galilea, contó Jesús una historia sobre un sembrador que salió con un capazo lleno de semilla a sembrarla en sus campos. La semilla era toda una, buena semilla que después de un tiempo debería producir fruto. Sin embargo, al ir esparciéndola por el terreno, parte de la semilla “cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Otra “parte cayó entre las piedras, donde no había mucha tierra; esta semilla brotó pronto superficialmente, porque no tenía profundidad de tierra; pero salió el sol, los brotes se quemaron y se secaron, “porque no tenía raíz.” Otra parte de la semilla esparcida cayó entre los matorrales; y las malas hierbas crecieron, y la ahogaron.”Pero parte de la semilla que el sembrador echaba cayó en buena tierra, y dio mucho fruto, treinta, sesenta, y hasta cien por una.Jesús, al acabar de contar esta parábola dijo a toda la gente que estaba en la playa escuchándolo: “El que tiene oídos para oír, oiga.”Marcos 4 nos dice que “Cuando estuvo solo, los que estaban cerca de él con los doce le preguntaron sobre la parábola.” Y Jesús les contestó: “¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?” Mas para ayudarlos a comprender lo que estaba intentando enseñarles, Jesús les dijo: “El sembrador es el que siembra la palabra” Es decir, cada persona que comparte lo que Dios enseña en su Palabra está representada por el sembrador. Dios es el mismo hoy, ayer y por los siglos, y Su Palabra no cambia. Es tan actual y eficaz hoy como hace dos mil años.Entonces, ¿Qué marca la diferencia entre aquellos que al oírla atienden su voz y aquellos en los que la Palabra no tiene ningún efecto? Jesús lo explicó así:“Los de junto al camino son los que oyen la Palabra, pero, en seguida viene el maligno, y quita la palabra que se sembró en sus corazones.” Nosotros diríamos aquellos que por un oído les entra, y por el otro les sale, y no retienen el mensaje de Dios.Aquella semilla que cayó en pedregales representa a “los que cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo; pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, luego tropiezan.”Es decir, escuchan lo que Dios ha dicho en su palabra, pero no lo interiorizan; no hay un cambio en su vida por lo que han escuchado, y por lo tanto, cuando vienen las aflicciones, así como el que edificó la casa en la arena, todo lo “aprendido” se olvida, dejando evidencia nula de que la semilla estaba ahí. Los que fueron sembrados entre espinos son los que oyen la palabra, “pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa.” Estos parece que sí han recibido la Palabra; puede que asistan a una iglesia, y que se consideren cristianos; sin embargo, no tienen fruto en su vida. Van siempre liados por los quehaceres diarios, les preocupa más tener éxito en sus propios negocios que hacer la voluntad de Dios, y el sistema de este mundo los tiene tan ocupados que no hay evidencia de Cristo en sus vidas. Estos que Jesús describía eran como árboles sin evidencia de vida. Jesús había enseñado que lo que identificaba un árbol sano era su fruto, y ninguno de estos llevaba buen fruto. Mas Jesús describió un cuarto grupo; “éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno.”Vale la pena repartir la semilla, compartir la palabra, porque esta no tiene desperdicio. Si parece que no cambia una vida, no es porque la semilla sea mala. La Palabra de Dios es viva y eficaz, nos dice Hebreos 4:12. Cuando la Palabra de Dios no produce una transformación para bien, debemos examinar el terreno, quitar cualquier dureza que impida que la semilla brote, arrancar cualquier espino que la pueda ahogar, y asegurarnos que nuestro corazón es tierra fértil. Oremos para que el Espíritu Santo prepare el terreno donde la semilla será sembrada. Así veremos fruto que brota en abundancia.
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