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Capilla Calvario Podcast
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Author: Capilla Calvario Chihuahua
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Esto es el podcast de Capilla Calvario Chihuahua, una iglesia cristiana unida por la fe en Jesús y comprometida a la enseñanza de la Palabra de Dios. Este podcast tiene el propósito de extender la vida de la iglesia a través de los medios digitales mediante pláticas y contenido que gire alrededor de la Biblia. Te invitamos a ser parte de nuestra comunidad en línea.
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Conocer la Biblia a nivel académico no garantiza que sepamos escuchar la voz de Dios. Los fariseos dominaban las Escrituras, las memorizaban y las defendían con celo, pero Jesús los confrontó porque su corazón estaba lejos. En este episodio hablamos del peligro de conocer el corazón de Dios respecto a Su Palabra… sin conocer realmente a Dios. Cuando la Escritura se convierte en un sistema de estándares, cargas y reglas, deja de guiarnos a una relación viva con Cristo y comienza a producir distancia, culpa y ceguera espiritual.Hoy el mismo patrón se repite. Somos salvos por fe, pero muchos intentan vivir la vida cristiana bajo el sistema del bien y del mal, reemplazando la relación con Cristo por normas, actividades y desempeño espiritual. Dios desea hablarnos en lo profundo de nuestro espíritu, nunca en contradicción con Su Palabra, sino confirmándola y llevándonos a una relación íntima, continua y real. La pregunta es inevitable: ¿estamos usando la Biblia para venir a Cristo… o para evitarlo?
Creer una mentira o creer la verdad es una elección. En este episodio hablamos de esa resistencia interna, a veces silenciosa, a veces descarada, que nos lleva a rechazar lo que Dios afirma sobre nosotros: que podemos ser santos, que Él nunca nos abandona, que sus hijos sí escuchan su voz. La duda puede convertirse en oposición activa a la verdad, así como le pasó a Moisés cuando rehusaba creer aun frente a los milagros. Y lo mismo nos pasa cuando pensamos que Dios solo hablará si aparece una zarza ardiente, un ángel o una visión espectacular.Pero Jesús fue claro: sus ovejas oyen su voz. Dios habla, principalmente por su Palabra, y el Espíritu Santo nos guía a toda verdad. Memorizar la Biblia no garantiza comunión, pero ignorarla sí la destruye. En este episodio confrontamos por qué muchos no escuchan, no creen y no avanzan; y vemos cómo los héroes de la fe tuvieron en común una relación íntima con Dios, no una vida de excusas. Dios sigue hablando… la pregunta es: ¿vas a seguir eligiendo creer lo que no es verdad?
Dios afirma la verdad una y otra vez… pero nosotros seguimos dudando. En este episodio hablamos de cómo el Señor nos empuja constantemente hacia la fe, incluso cuando nuestras excusas parecen más razonables que sus promesas. Vemos a Moisés frente a la zarza, resistiéndose a creer, como un reflejo de nuestra propia incredulidad y de esas ideas que muchos cristianos adoptan sin pensarlo: “nadie cambia”, “solo estamos cubiertos”, “Dios no espera mucho de nosotros”.Pero la Escritura dice algo completamente distinto. Desde Ezequiel hasta el Evangelio, Dios ha declarado que nos da un corazón nuevo, una naturaleza transformada y una vida que sí puede vivir en santidad. Este episodio confronta las mentiras que bloquean nuestra fe y nos invita a creer lo que Dios ya afirmó: Él mismo es quien nos transforma. ¿Creerás en tus límites… o en lo que Dios dijo?
El corazón del reposo prometido nunca fue un territorio, sino una Persona. En este episodio hablamos de cómo todo el Antiguo Testamento apunta a una misma verdad: Cristo es la vida, y vivir por fe es entrar en ese descanso que Dios siempre quiso para Su pueblo. Desde el clamor del salmista en el Salmo 42 hasta la declaración en Habacuc de que “el justo por la fe vivirá”, vemos que nuestra alma está diseñada para anhelar a Cristo.Exploramos lo que significa que le pertenecemos a Dios y que la verdadera meta del caminar cristiano no es mejorar, esforzarse o cambiar por voluntad propia, sino relacionarnos con Cristo como nuestra vida. Si Él está en ti, tienes la vida; si caminas por fe, experimentas Su reposo. Este episodio es una invitación a reconocer que todo lo que buscas, lo que tu alma añora y lo que tu espíritu necesita, ya está en Él.
A lo largo de toda la historia bíblica, Dios ha estado contando la misma historia: la relación con Él siempre ha sido por fe, no por esfuerzo. Desde Abraham hasta el pueblo de Israel frente al Mar Rojo, Dios repite un mismo patrón: lleva a Su pueblo a lugares donde las fuerzas humanas no sirven, para enseñarles a creerle solo a Él.En este episodio hablamos de ese hilo invisible que une toda la Biblia —la fe como la verdadera base de nuestra relación con Dios— y de cómo ese mismo proceso sigue ocurriendo hoy, cuando Dios nos lleva al límite para mostrarnos que no busca nuestro desempeño, sino nuestra confianza.
¿Por qué Dios no quitó de nosotros la carne al salvarnos? ¿Por qué seguimos enfrentando debilidad, tentación y prueba? Este episodio explora cómo el Señor usa precisamente esas luchas para ejercitar nuestra fe y revelarnos quién es Él.Así como Israel fue liberado de Egipto, cruzó el Mar Rojo y caminó rumbo a la Tierra Prometida, el creyente también es llamado a salir del sistema del mundo, confiar en el poder de Dios y vivir en el descanso de Cristo. Pero muchos, aunque fueron salvos, siguen vagando en el desierto: creyentes que fueron liberados, pero que nunca aprendieron a vivir por fe.
Muchos creyentes enfrentan la vida cristiana como una lista interminable de deberes, buscando sentirse bien por “hacer lo correcto”. Pero eso no es fe, es legalismo disfrazado. En este episodio hablamos de cómo incluso nuestras mejores intenciones —servir, perdonar, portarnos bien— pueden ser guiadas por la carne si no brotan de nuestra unión con Cristo.La verdadera libertad no está en cumplir estándares, sino en vivir desde la vida de Cristo en nosotros. Cuando entendemos que no se trata de “lo que debo hacer”, sino de “quién soy en Él”, dejamos de reaccionar desde la carne y comenzamos a responder desde el Espíritu.
Muchos cristianos confunden andar en el Espíritu con hacer buenas obras. Pero no siempre son lo mismo. En este episodio hablamos de cómo incluso el servicio puede convertirse en una trampa de orgullo o legalismo cuando no fluye desde una verdadera relación con Dios.Jesús le dijo a Marta que su hermana María había escogido la mejor parte. No porque no hiciera nada, sino porque entendió que todo comienza en la comunión con Él. Cuando la obra nace del Espíritu, no es solo productiva: es eterna.
Muchos creyentes siguen intentando cambiar lo que Dios ya transformó. En este episodio descubrimos la verdad sobre nuestra nueva identidad en Cristo: ya no somos lo que fuimos, sino nuevas criaturas que desean lo que Dios desea. ¿Y si el secreto no está en vencer la carne, sino en caminar por el Espíritu?
La fe cristiana no se trata de mejorar lo que fuimos, sino de reconocer lo que ya somos en Cristo. La Biblia no dice que estamos en proceso de “hacernos santos”, sino que ya fuimos hechos nuevos, regenerados, adoptados, sellados y vivificados en Él. Nuestro viejo hombre fue crucificado y ahora nuestra vida está escondida con Cristo en Dios.En este episodio hablamos de cómo la verdadera batalla no es entre “el bien y el mal”, sino entre creerle a lo que Dios declara sobre nosotros o seguir dudando de nuestra identidad. Si en Cristo ya eres santo, hijo de Dios, inseparable de Él y más que vencedor, entonces la pregunta es: ¿te atreves a creerlo y vivir desde esa nueva naturaleza?
Cada persona nacida en la descendencia de Adán hereda la carne: egoísta, orgullosa, engañosa y siempre en contra de Dios. Aunque podemos moldear o reprimir sus patrones, la raíz nunca cambia. La buena noticia es que la obra de Cristo no busca santificar nuestra carne, sino separarnos de ella y darnos una nueva identidad en Él.En este episodio hablamos de cómo el Espíritu Santo en nosotros se opone a la carne, de por qué no debemos confundirnos creyendo que somos lo que sentimos o pensamos desde la carne, y de la verdad liberadora: no somos la carne, sino uno con Cristo.
¡Llegamos al episodio 100! Lo celebramos con una grabación en vivo junto a amigos y oyentes, con preguntas, respuestas y mucha participación de la comunidad. No hubo un tema central, sino una conversación abierta y espontánea donde compartimos ideas, dudas y reflexiones en el momento.
Muchos cristianos creen que deben luchar contra la carne, resistirla o incluso “corregirla”, pero la Biblia nunca enseña eso. De hecho, Pablo en Romanos 7 y 8 nos muestra algo mucho más profundo: nuestra carne no es corregible, y tratar de hacerlo solo nos lleva al sistema de bien y mal. Pero si hemos nacido de nuevo, nuestra identidad no está en la carne, sino en el Espíritu.En este episodio estudiamos Romanos 7:15-20 y Romanos 8:1-9 para descubrir la verdadera diferencia entre estar en la carne y caminar conforme a la carne. Aprendemos que nuestra identidad en Cristo es completamente distinta a lo que sentimos, y que el camino no es pelear con la carne, sino andar en el Espíritu.
Muchos creyentes luchan con aceptar lo que Dios declara sobre ellos en Su Palabra. Efesios 4:22-24 nos recuerda que debemos despojarnos del viejo hombre y vestirnos del nuevo, creados en justicia y santidad. El viejo hombre fue crucificado y ya no existe; lo que queda es la carne, que todavía batalla contra el Espíritu. Sin embargo, nuestra verdadera identidad está definida por lo que Dios ha hecho en Cristo: somos nuevas criaturas, santos y renovados en el espíritu de nuestra mente.Cuando nos dejamos llevar por lo que sentimos, por lo que otros dicen o por experiencias pasadas, corremos el riesgo de vivir como si aún fuéramos lo que ya no somos. La vida cristiana no es una lucha de fuerza de voluntad, sino un caminar de fe en lo que Dios ya ha declarado. La pregunta es: ¿a quién le vas a creer, a tus pensamientos o a la verdad de Dios?
Muchos confunden el viejo hombre con la carne, pero en realidad la Biblia los presenta como cosas diferentes. El viejo hombre no describe simplemente conductas o debilidades, sino nuestra identidad antes de Cristo: separados de Dios, perdidos, incrédulos, esclavos del pecado y sin esperanza. Esa era nuestra condición en Adán, y aunque algunos podían vivir vidas morales o rectas, seguían sin el Espíritu Santo, alejados de la verdadera vida.La buena noticia es que el viejo hombre fue crucificado en la cruz y ahora, en Cristo, hemos sido hechos nuevas criaturas. Ya no somos definidos por la carne, sino por lo que Dios declara sobre nosotros: santos, justificados, adoptados, hijos de Dios, más que vencedores y sellados por su Espíritu. Aunque la carne sigue presente, nuestra verdadera identidad ha sido transformada para siempre. ¡Somos parte de una nueva creación!
Muchos confunden el viejo hombre con la carne, pero en realidad la Biblia los presenta como cosas diferentes. El viejo hombre no describe simplemente conductas o debilidades, sino nuestra identidad antes de Cristo: separados de Dios, perdidos, incrédulos, esclavos del pecado y sin esperanza. Esa era nuestra condición en Adán, y aunque algunos podían vivir vidas morales o rectas, seguían sin el Espíritu Santo, alejados de la verdadera vida.La buena noticia es que el viejo hombre fue crucificado en la cruz y ahora, en Cristo, hemos sido hechos nuevas criaturas. Ya no somos definidos por la carne, sino por lo que Dios declara sobre nosotros: santos, justificados, adoptados, hijos de Dios, más que vencedores y sellados por su Espíritu. Aunque la carne sigue presente, nuestra verdadera identidad ha sido transformada para siempre. ¡Somos parte de una nueva creación!
Aunque el viejo hombre fue crucificado con Cristo, la carne sigue presente en cada creyente. Pablo, en Romanos 7, describe esta realidad sin suavizarla: hay un pecado que mora en nosotros, una naturaleza llamada “sarx” que no es nuestro cuerpo físico, sino una inclinación rebelde que se opone a la ley de Dios. El cuerpo es templo del Espíritu Santo, pero dentro de él habita esta carne que todavía busca satisfacerse.Dios no crucificó la carne, dejó esa tarea en nuestras manos. Por eso Pablo instruye en Gálatas 5 a andar en el Espíritu para no satisfacer sus deseos, y afirma que los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Entender esta diferencia entre el viejo hombre (ya muerto) y la carne (aún activa) es clave para vivir en victoria y no como esclavos de lo que Cristo ya venció.
En este episodio seguimos desenterrando la profundidad de Romanos 6, esta vez con una pregunta clave: ¿quién fue crucificado con Cristo? Muchos cristianos usamos términos como “viejo hombre”, “carne”, “naturaleza pecaminosa” o “pecado que mora en mí” como si todos significaran lo mismo, pero Pablo hace distinciones importantes que cambian radicalmente cómo entendemos nuestra identidad. Según él, algo específico fue crucificado de forma definitiva: el viejo hombre.Comprender esto no es solo un tema teológico, es una herramienta vital para vivir una vida en libertad. Si Dios ya ejecutó una acción pasada y terminada al crucificar a nuestro viejo yo, ¿por qué seguimos luchando como si nada hubiera cambiado? Este episodio te ayudará a ubicar esa batalla diaria en el lugar correcto: no como esclavo del pecado, sino como alguien que vive desde una victoria ya realizada en Cristo.
Muchos entienden la salvación como un simple “perdón de pecados”, pero la Palabra de Dios revela algo mucho más profundo. En este episodio exploramos tres verdades clave que forman parte de la salvación: justificación, reconciliación y regeneración. No solo se trata de ser perdonados, sino de ser hechos nuevos, restaurados y completamente reconciliados con Dios.Entender estos aspectos transforma la manera en la que vemos nuestra relación con Dios y lo que Él ya ha hecho en nosotros. Ya no caminamos solo como “pecadores perdonados”, sino como nuevas criaturas, hechas para reflejar Su carácter. Este episodio te dará una visión más completa de la solución perfecta que Dios proveyó por medio de Cristo.
Muchos entienden la salvación como un simple “perdón de pecados”, pero la Palabra de Dios revela algo mucho más profundo. En este episodio exploramos tres verdades clave que forman parte de la salvación: justificación, reconciliación y regeneración. No solo se trata de ser perdonados, sino de ser hechos nuevos, restaurados y completamente reconciliados con Dios.Entender estos aspectos transforma la manera en la que vemos nuestra relación con Dios y lo que Él ya ha hecho en nosotros. Ya no caminamos solo como “pecadores perdonados”, sino como nuevas criaturas, hechas para reflejar Su carácter. Este episodio te dará una visión más completa de la solución perfecta que Dios proveyó por medio de Cristo.




