Desde muy pequeño, Aristóteles Mercadal encontró en el deporte un lenguaje propio. Empezó como tantos, corriendo detrás de un balón de fútbol, pero pronto descubrió que el baloncesto era algo más que una actividad: era un espacio para crecer, equivocarse, levantarse y aprender a mirar la vida desde otro ángulo. Su formación deportiva fue transversal—del atletismo al tenis, del pádel al ajedrez—pero siempre con el balón naranja marcando el ritmo. Esa mirada amplia, enriquecida por distintas disciplinas, es la misma que hoy inspira su visión de liderazgo: entender que la base sólida se construye desde la diversidad de experiencias y desde la humildad de empezar por lo esencial.
Su recorrido como jugador, desde La Salle Mahón hasta clubes de Barcelona y Mallorca, le enseñó el valor de la constancia y la capacidad de adaptación. No se trata solo de llegar lejos, sino de entender por qué uno avanza. En la vida y en la empresa sucede lo mismo: cambiar de equipo, afrontar nuevos entornos, asumir responsabilidades distintas… Todo ello requiere disciplina, autoconocimiento y una dosis saludable de valentía. Esa etapa como jugador fue la que moldeó su mentalidad y le preparó para su verdadera vocación: formar y liderar desde la pista.
Cuando dio el paso hacia los banquillos, lo hizo con la misma honestidad con la que un profesional madura en su carrera: entendiendo que saber no es suficiente, que el dominio técnico necesita tiempo, formación continua y una actitud abierta. Aristóteles es el ejemplo de que un formador se hace, no se improvisa. Su trayectoria como entrenador—desde categorías mini hasta equipos de élite, pasando por programas de detección de talento, selecciones autonómicas y proyectos internacionales—demuestra que el liderazgo sostenible se construye con paciencia, responsabilidad y visión a largo plazo. Exactamente igual que en cualquier organización que aspire a crecer con coherencia.
Además, su trabajo con jóvenes jugadoras y jugadores revela una sensibilidad fundamental: la capacidad de detectar potencial y acompañarlo sin prisas. En un mundo acelerado, donde queremos resultados inmediatos, Aristóteles defiende la importancia de la progresión, de los detalles invisibles, de la formación integral. Del mismo modo que en una empresa, liderar no es presionar, sino guiar; no es imponer, sino descubrir; no es exigir sin medida, sino marcar un camino posible. La creatividad ante las limitaciones, la planificación rigurosa, la búsqueda del propósito… todo ello forma parte de su método, aplicable dentro y fuera de la cancha.
Hoy, con todos nosotros, Aristóteles Mercadal.
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