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Author: RecordArte
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En este podcast nos interesa el evento más simple y cotidiano, el hecho de estar vivos, y que al estarlo, absolutamente todos tenemos una vida por contar. Conocemos las grandes biografías, pero existen también el vecino, la señora del bus, el profesor, la vendedora, la tía o el abuelo, que tienen su propio relato, y que al escucharlos, nos revelan que las pequeñas historias son también las más grandes.
Si quieres escuchar historias extraordinarias de personas comunes, RecordArte es el lugar correcto. Para conocer más sobre nosotros puedes visitar nuestra página web: www.recordartepodcast.org
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41 Episodes
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Claudia Patricia dice que la vida le ha dado duro, más duro que a muchísimas personas, y sí, ha pasado por momentos extremadamente trágicos, demasiado dolorosos e incluso, increíbles. Y solo una fortaleza como la suya le ha permitido estar hoy aquí, narrando la vida que ha vivido y la historia que sigue escribiendo.
Escuchar a Imix es como ir poniendo piezas de una imagen más grande que se va formando y no se puede comprender del todo hasta el final del relato. En este episodio ella consigue leer, por fin, ese paréntesis de la memoria que lo explica todo, tanto dolor, tanto sufrimiento y tanto autocastigo.
Imix tiene una historia llena de momentos complejos que ella es capaz de narrar con la profundidad de quien se ha mirado hondo a sí misma. La depresión, la bulimia y otros comportamientos autodestructivos han sido parte de su tránsito por esta primera etapa de la vida.
Patricia salió de su cirugía y empezó un proceso de recuperación y transformación. Sin embargo, todo ese tránsito doloroso y complejo con su salud no terminó ahí. Todavía le quedaban desafíos muy grandes por enfrentar antes de salir, por fin, al otro lado del río.
Patricia nació en Ecuador en una familia trabajadora. Aprendió desde muy pequeña a ser una niña buena y creció siéndolo. Ha logrado grandes cosas en la vida, pero en un momento específico, un gran evento, lo cambió todo para ella y la obligó a pensar de nuevo todas sus prioridades.
Diana escapó de la guerrilla para empezar una nueva vida con su hijo. El camino no fue nada fácil, y aunque la vida ha sido dura y cruel con ella de muchas maneras, se ha aferrado a la poesía y a la creencia de que solo desde el arte se construye la paz. Escribir es esa fuerza creadora que le da sentido.
De joven, Diana Forero intentó ser otra persona, desafiar el destino que le parecía impuesto, demostrarle al mundo y a su madre todo lo que podía lograr, pero la ciudad, su inmensidad y su indiferencia, le ganó. Tanto la rechazó su madre y tan duro la golpeó la vida que terminó en el monte, en una guerra que no era propia porque al final, es de todos los colombianos.
Priscila Campos Aguilar nació en Costa Rica, es una mujer joven, es profesora y le encanta el teatro. Su historia nos lleva a una empecinada y muchas veces dolorosa búsqueda por entender la muerte y por vivir a pesar de ella.
En su trabajo como terapeuta, Said debe acompañar varios de los procesos más dolorosos que ha dejado el conflicto colombiano. Paralelamente, encuentra a su compañero de vida, se casa y juntos emprenden un proceso migratorio que ha traído desafíos, experiencias reveladoras y grandes transformaciones.
La historia de Said es un camino de búsqueda y descubrimiento. Hijo de una familia numerosa, crece de la mano de cuatro hermanos mayores, mientras sus padres trabajan en una plaza de mercado. A sus 16 años se revela ante sí mismo una parte de su identidad que no presentía, e inicia para él ese camino de comprender quién es y qué vino a hacer en este mundo.
Como si la vida se fuera perdiendo a pedacitos, Paola y su esposo enfrentan las consecuencias paulatinas de la enfermedad de su hija Camila. Una condición que poco a poco le va quitando las posibilidades de disfrutar la vida como la habían construído entre los tres. En este último tramo, Paola debe enfrentar la experiencia dolorosa de acompañar a Camila en el tránsito final hacia la muerte.
Esta es la historia de Camila, pero no es ella quien la narra porque su vida terminó. Aquí escuchamos a Paola Martínez, una madre a quien la vida le puso la tarea más dura y más bella, maternar desde una circunstancia compleja y muy particular, una circunstancia que le enseñó a ver el mundo desde un punto de vista más alto, más puro, y muy seguramente, más sabio.
En esta segunda parte, Jennifer aprende que el mundo es más grande de lo que imaginaba y decide salir a conocerlo. Se va lejos y allá, en ese lugar cubierto de nieve, se para frente a sus traumas de infancia, frente a todas sus heridas y vacíos, y decide empezar a sanar.
Jennifer creció en un hogar complejo y dividido, siendo todavía muy niña descubrió que su padre tenía otra familia, y aunque estuvo muy ausente, cuando estaba, ese padre tiñó su infancia de maltrato y de miedo. A ella no le quedó de otra que crecer más rápido, menos libre y con más cargas de las que debía llevar.
Doña Lola tiene muchas historias, pero esta que narra aquí, es la historia más triste de su vida, y después de vivirla, la vida misma no dejó de sorprenderla: fue al cielo y regresó, se reencontró con esa hija que no veía hace años y emprendió una búsqueda que la llevaría a su nieta, esa nieta para quien narró aquí toda la verdad.
Doña Lola necesita contarle toda su historia a esa nieta que hoy se lo exige. Una historia llena de carencias, de maltratos y de luchas por sobrevivir. Este episodio es esa carta. Tanto ella como su nieta crecieron sin el apellido de sus verdaderos padres, y a las dos les faltó una madre que las protegiera y que las guiara, una porque quedó huérfana y la otra por abandono.
Un día Magaly decidió hablar con Dios a ver si por fin alguien la escuchaba, lo que no se esperaba era que le respondiera tan pronto. El día que partió su vida en dos llegó, ella lo llama el día del milagro, y en ese momento, después de mirar su miseria de frente, salió por fin del infierno que estaba viviendo en las drogas y empezó a reconstruir una vida que parecía perdida.
Magaly nació en Limón, una ciudad calurosa del caribe costarricense. Tuvo una infancia marcada por la violencia, el abuso y el abandono. Su vida se le escurrió de las manos y se le fue, por muchos años, a un hueco hondo. Allá, en ese hueco, conoció el infierno.
Para Magdalena la familia lo es todo. El amor a sus padres será siempre el motor de su vida. Lejos de su pueblo y de los trabajos del campo, Magdalena se dio cuenta de que solo se tiene a ella misma, y que su perseverancia y amor de madre la harán fuerte en sus luchas cotidianas.
A los 20 años Felipe ve a su madre en persona por primera vez y empieza una vida donde todo es nuevo, incluso tener una casa. Sobre ese dolor que ha cargado siempre, encuentra ahora, después de años de lidiar con la tristeza y la culpa, una respuesta.























