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Quien guarda mi Palabra

Author: Radio María España

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Dedicamos este programa a estudiar y orar la Palabra de Dios. Escucha todos los podcasts de Radio María España en https://radiomaria.es/podcasts
48 Episodes
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Después de lo sucedido en la montaña donde Jesús ha mostrado su “gloria” a sus discípulos predilectos, el evangelista nos presenta a Jesús curando a un muchacho poseído por el maligno, mostrando una vez más su poder sobre el mal y cualquier forma de mal. El proyecto salvador de Dios, que culminará en la pasión, muerte y resurrección de Jesús, será comprendido y aceptado por aquél que se haga como un niño y no busque ni grandezas ni honores, sino que viva desde el servicio y la entrega, a semejanza de Jesús.
Las palabras con que Jesús comunica su destino “sufriente” son la respuesta y, a la vez, la corrección que hace a la confesión mesiánica de Pedro. Él no quiere que se le vea como un Mesías al estilo de las expectativas populares. Pues Él tiene que sufrir mucho, ser rechazado y asesinado. Todo esto entra dentro del plan de Dios. Pero este camino de Jesús no es sólo para él sino para todo el que quiera seguirle. Así lo dice al poner las condiciones para su seguimiento. Aunque pueda parecer “derrotista” este proyecto de vida, la Transfiguración en la montaña anticipa la “gloria” de Jesús y con él, de todo aquél que esté dispuesto a seguirle hasta el final.
El poder de Jesús se ha visto en la resurrección de la hija de Jairo donde muestra que Él es la resurrección y la vida. Quienes han visto lo sucedido han quedado atónitos ante este prodigio. Después de un tiempo de convivencia y de aprendizaje, Jesús hace partícipes a los Doce de su misma autoridad y los envía a realizar su misma obra. El relato de la multiplicación de los panes y peces servirá de pórtico a la vital pregunta que Jesús hará a los Doce sobre quién es Él. La respuesta mesiánica de Pedro servirá para que Jesús anuncie su destino “sufriente”.
Quien acoge la Palabra de Dios que anuncia Jesús y la pone en práctica se convierte en “testigo” de lo que esa Palabra es capaz de realizar incluso en la propia vida. Las curaciones que nos presenta el evangelista son el ejemplo claro de esa vida nueva que brota en el corazón de quien está dispuesto y disponible a acoger la persona de Jesús. El endemoniado de Gerasa y la mujer “hemorroísa” sienten en sus vidas la “novedad” que trae la Buena Nueva de Jesús: una sanación interior que colma toda expectativa humana.
Lo que ocurre en casa de Simón, el fariseo, muestra una vez más la infinita misericordia de Dios que hace presente Jesús con sus palabras y sus acciones. La mujer pecadora ha experimentado la misericordia de Dios con el perdón de sus pecados. Siendo perdonada comienza en ella una vida nueva. Así ocurre en todo aquél que se comporta como terreno fértil, capaz de acoger la “semilla” y dar fruto, como nos recuerda Jesús en la parábola del sembrador, acogiendo la Palabra y poniéndola en práctica.
Después del “sermón de la llanura” promulgado por Jesús, el evangelista nos presenta la curación del criado del centurión y la resurrección del hijo de la viuda de Naín. Estos dos prodigios realizados por Jesús son la prueba de lo que puede realizar su “palabra” cuando ésta se pronuncia y encuentra acogida en quien la escucha. Jesús tiene poder para devolver la salud a un enfermo y la vida a un muerto. Estos y otros prodigios, ya anunciados por Dios a través de sus profetas, son la señal de que Jesús es el Mesías y que no hay que esperar a otro.
Jesús promulga dentro del “sermón de la llanura” cuatro advertencias que van dirigidas a aquéllos que fundamentan su vida en “seguridades” que no son perennes. La actitud propia de quien quiera ser discípulo suyo ha de ser vivir en el amor, imitando al Maestro y Señor, sin juzgar ni condenar a nadie, realizando el bien sin buscar recompensa alguna, perdonando a los enemigos y actuando de manera benévola hacia ellos. Viviendo de este modo, el discípulo de Jesús edifica sólidamente la existencia sin miedo a todo lo que le amenaza. Palabras clave: Sagradas Escrituras / Evangelio de Lucas / Sermón llanura / Discipulado / Firmeza
Jesús apreciaba y respetaba el sábado y lo había incorporado a su espiritualidad, iba a la sinagoga a rezar y cumplía seguramente otras normas relativas a este día. Pero lo que Jesús va a criticar es la interpretación errónea del mismo, tal y como lo hacían los fariseos y otros grupos, como lo indica el relato de las espigas arrancadas en sábado así como la curación del hombre de la mano atrofiada. La elección de los Doce es el preludio del anuncio de Jesús, donde va a pronunciar el programa y el proyecto de vida de quienes lo quieran seguir.
Jesús no sólo tiene el poder de sanar y perdonar los pecados, también es capaz de llamar a los pecadores y atraerlos hacia sí. Su llamada a Leví es buen ejemplo de ello. El publicano responde siguiéndole no sin antes organizar en honor a Jesús un banquete al que invita a sus amigos, lo que va a provocar un escándalo en los escribas y los fariseos, que acusaran a Jesús de ir con pecadores públicos. Jesús contestará diciendo que su presencia y su acción es, a la vez, sanadora y salvadora; se ven privados de ella los que se consideran justos y son agraciados por ella los enfermos y los pecadores. A la cuestión del ayuno que le plantean los maestros de la Ley, Jesús responderá diciendo su verdadero sentido.
Al milagro de la pesca milagrosa realizada por Jesús le va a seguir su llamada a Simón: “desde ahora serás pescador de hombres”. Inmediatamente cuenta el evangelista dos grandes milagros de Jesús: la sanación de un leproso y la curación de un paralítico a quien le perdona sus pecados. Jesús ha liberado de la parálisis corporal, para indicar que tiene autoridad y poder para salvar de la parálisis espiritual. Si esto que es visible se ha realizado, también ha ocurrido lo que es invisible y ocurre sólo en el interior del ser humano. El perdón de los pecados es la cara interna de la restauración y la transformación que Dios ha venido a realizar, elemento importante en el Reino de Dios que está proclamando Jesús.
Jesús se presenta a sus paisanos con estas palabras: “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”. De él habla la Escritura que acaban de oír. Él ha sido enviado a realizar con amor, lleno de compasión y de misericordia, la misión evangelizadora, sanadora, liberadora y consoladora que se le ha confiado y que anunció antaño el profeta Isaías. La respuesta de los nazaretanos fue de un total rechazo y Jesús marcha a Cafarnaún, donde va a llevarse a cabo gran parte de su ministerio. Allí anunciará la Buena Noticia y los milagros y curaciones serán el signo de que el Reino de Dios ha llegado con su presencia.
Después de su bautismo en el Jordán, Jesús es llevado por el Espíritu durante cuarenta días al desierto donde será puesto a prueba por Satanás, quien intentará apartarlo de la misión que el Padre le ha encomendado. El evangelista quiso condensar en esta escena este drama profundo que dominó toda la vida de Jesús, pero que debió ya afrontar desde el primer momento, esto es, cuando iba a comenzar su misión. Esto nos lo va a mostrar inmediatamente el evangelista al narrarnos la vuelta de Jesús a su pueblo, a Nazaret, donde será rechazado por sus propios paisanos.
Las palabras del Bautista en el Jordán son el ejemplo claro de que la conversión era el requisito necesario para acoger la salvación que traía el Mesías esperado. El bautismo de Jesús en el Jordán será el comienzo de su actividad pública. Tras el largo período de vida oculta en Nazaret al abrigo de su familia, Jesús comienza la tarea que Dios Padre le ha encomendado. Las tentaciones que va a sufrir inmediatamente en el desierto serán las que le acompañarán a lo largo de su ministerio donde el tentador intentará apartarlo del camino de Dios, pero Jesús permanecerá fiel.
Con la escena de Jesús perdido y hallado en el Templo de Jerusalén termina Lucas el relato de la infancia. Jesús regresa con María y José a Nazaret y llevará la vida normal de un joven, “sujeto” a sus padres. Antes de que Jesús comience su actividad pública en Galilea, Lucas nos presenta a Juan el Bautista llevando a cabo la misión profética que había recibido de parte de Dios y que su padre Zacarías había anunciado en el momento de su nacimiento. Su presencia y sobre su predicación invitan al pueblo a la conversión y a la llegada inminente del Mesías.
Los pastores que marcharon a Belén animados por las palabras del ángel se convierten en los primeros evangelizadores, porque van a transmitir la buena nueva que habían recibido acerca del niño que acaba de nacer y que han visto con sus propios ojos. Y no sólo los pastores, también los ancianos Simeón y Ana, se muestran gozosos por haber contemplado con sus propios ojos y haber tenido en sus brazos al Mesías y Salvador prometido.
Lucas nos cuenta el nacimiento de Jesús, y explica por qué ha tenido lugar este nacimiento en Belén. Un censo cuyo objeto era determinar y recaudar los impuestos es la razón por la cual José, con María, su esposa que está encinta, salen de Nazaret hacia Belén. Siendo José de la familia y de la casa de David, ha de trasladarse a la ciudad de David para realizar el empadronamiento dándose la circunstancia de que su esposa está encinta. Estando allí, a María le llega el momento del parto y da a luz a su hijo recostándolo en el pesebre.
Después de las palabras que María entona en casa de Isabel (el Magnificat), el evangelista nos cuenta el nacimiento de Juan. Se ha cumplido lo anunciado por el ángel Gabriel y el nacimiento de este niño no sólo llena de alegría el corazón de sus padres, sino también de sus parientes y vecinos, que se asombran ante lo acontecido. Si Dios ha actuado de forma prodigiosa en el nacimiento de este niño, ¿qué será de él? Su padre, que recupera el habla, irrumpe en un canto de alabanza, conocido como el “Benedictus”.
María ha escuchado por el ángel Gabriel que su pariente Isabel está encinta de seis meses. Su reacción es ir inmediatamente a visitarla. La prisa de María es la de quien tiene una novedad para comunicar, la de quien ha recibido un don y sabe que no le pertenece en exclusiva y no se para a hacer proyectos personales, dándole vueltas a lo que ha sucedido, sino que, concretamente, mira a su alrededor y vive las urgencias de la vida diaria, consciente de que lo que ha recibido es para todos. En casa de Isabel, María canta la misericordia del Señor porque es Él es grande y ha mirado la humildad de su sierva.
A los seis meses del anuncio a Zacarías, el ángel Gabriel es enviado por Dios a un pequeño pueblo de Galilea llamado Nazaret para comunicarle a una virgen llamada María, desposada con José, un mensaje que es trascendental no sólo para el pueblo judío sino para la humanidad entera. El anuncio del mensajero divino encuentra el “sí” de María, pues ella se muestra como la sierva, la esclava del Señor, indicando su total disponibilidad y obediencia a la voluntad de Dios.
Lucas inicia su evangelio con un “prólogo” donde cuenta por qué escribe la obra, a quien va dirigida, la metodología que ha llevado a cabo y lo que ha pretendido al escribirla. Y en el primer capítulo se traslada al templo de Jerusalén donde tiene lugar la aparición del ángel Gabriel al sacerdote Zacarías, mientras él está ejerciendo la tarea sacerdotal en el lugar santo. El mensajero de Dios le anuncia que su mujer Isabel, a pesar de su ancianidad y esterilidad, le dará un hijo a quien podrá por nombre Juan, llamado a ser el precursor del Mesías.
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