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EL ARTE Y LAS ARTES
EL ARTE Y LAS ARTES
Author: ars sonorus
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© 2025 ars sonorus
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Un encuentro con el espíritu creativo en la historia.
Este programa radiofónico propicia un acercamiento a la historia del arte desde sus diversos movimientos, estilos y encuentros de disciplinas artísticas, que en su nacimiento, culminación y finalidad se manifiestan en un todo, proporcionando una visión sintética del espíritu creativo de cada tiempo histórico; así como una apreciación estética inherente a la producción de los artistas
Este programa radiofónico propicia un acercamiento a la historia del arte desde sus diversos movimientos, estilos y encuentros de disciplinas artísticas, que en su nacimiento, culminación y finalidad se manifiestan en un todo, proporcionando una visión sintética del espíritu creativo de cada tiempo histórico; así como una apreciación estética inherente a la producción de los artistas
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El teatro es una de las formas de expresión artística más remotas de la humanidad y su origen en Occidente se remonta a la Antigüedad clásica. Casi todas las culturas antiguas tuvieron alguna forma de espectáculo con la que transmitían valores, educaban, iniciaban a sus jóvenes, rendían culto a sus dioses o conmemoraban sus mitos fundacionales.
Sin embargo, los primeros en comprender el teatro como una forma de arte en sí misma, es decir, en considerar la representación escénica como “arte dramático”, fueron los antiguos griegos.
Entre los siglos VI y IV a. C., se celebraban en Grecia rituales religiosos en honor a Dionisos, el dios del vino y la fertilidad. En esas representaciones, que fueron conocidas luego como bacanales, se ejecutaban danzas hasta alcanzar estados de trance o éxtasis, con los que se buscaba una profunda conexión espiritual con la deidad. Estos ritos, que involucraban música, narrativa y escenificación de mitos, fueron los que dieron origen al teatro tal como lo conocemos.
En las puertas de los grandes templos y catedrales se representa a modo de gran retablo, la teología cristiana y frecuentemente, la figuración de la actividad humana en relación con la representación de los meses. En enero el simbolismo se inclina hacia la figura del antiguo dios Jano y la comida. En febrero se descansaba y se acostumbraba a estar junto la lumbre, esperando la llegada de marzo, del que la poda de árboles era una de sus representaciones. En abril y mayo las primeras manifestaciones del sembrado aparecían: las flores o ramas simbolizaban las fiestas de primavera. En julio la representación más común era la siega del trigo, y en agosto, el mayal para desgranar los cereales.
En septiembre, la mayor parte de sus representaciones, muestran el trabajo de la vendimia que acababa en octubre con la elaboración del vino y su almacenamiento en barricas. En noviembre era el mes de pastoreo de los cerdos y diciembre el de los banquetes como resultado de la caza o de la matanza del cerdo.
La utilización de los símbolos del zodíaco en templos cristianos se remonta a época muy antigua en la que en basílicas paleocristianas ya estaban representados con mosaicos. Normalmente la imagen de Cristo salvador se encontraba colocada en un círculo central y rodeado por los signos zodiacales. Estas representaciones fueron tomadas de los antiguos cultos paganos en los que el zodíaco estaba también rodeando sus dioses como Fanes, Mitra o Urano, mostrándolos como «Señor del tiempo» en un movimiento circular sin fin
Los orígenes de la acuarela ligados al empleo de la tinta aguada, se remontan a la más antigua tradición pictórica de Oriente y Occidente. En Occidente los primeros iluminadores medievales emplearon la acuarela en la ilustración de libros y códices clásicos de la Edad Media. Sin embargo, es en el Extremo Oriente donde surgen en el siglo I a.C. las que podríamos clasificar como verdaderas acuarelas al incorporar como soporte el papel que apareció en China en torno a esta fecha. Otros soportes muy frecuentes en el arte oriental fueron la seda, el papel de arroz y el pergamino (cuyo nombre procede de la ciudad de Pérgamo). En China la acuarela o Shuimo hua aparece en la dinastía Tang (618-907), época en la cual se empezó a utilizar agua (“shui”) y la tinta china (“mo”) de forma muy diluida, que posteriormente se espesaría proporcionando más riqueza tonal a las obras.
La técnica de la acuarela es un medio fundamentalmente luminoso, apropiado para la realización de paisajes y todo tipo de trabajos rápidos donde la espontaneidad y la velocidad de ejecución dependen del propio tiempo de secado del agua y de los efectos que esta produce sobre el papel, siendo el agua la verdadera protagonista de esta técnica. Hoy exploraremos un poco la historia de esta técnica tal sutil y elegante
Es evidente que arte y comida están profundamente relacionados, no en vano, hace un tiempo atrás nos referíamos a todo lo que concierne a la cultura y al hacer gastronómico con un término que hoy ha sido dejado bastante de lado: el “arte culinario”. ¿Será acaso porque damos cada vez más importancia a la técnica y a la formación profesional más que a la creatividad que dejamos de usarlo? Aunque sin duda alguna la comida es parte de nuestra cultura y nos sirve muchas veces como lenguaje para expresar nuestras emociones.
El arte culinario, también conocido como cocina o gastronomía, se refiere a la práctica creativa de preparar, cocinar y presentar alimentos, así como a la cultura y los rituales sociales que rodean la comida. Es una disciplina que combina la habilidad técnica con la creatividad y la expresión artística, buscando deleitar el paladar y crear experiencias memorables.
Con la llegada de las computadoras apareció la multisensorialidad en las representaciones la llamada «realidad virtual» en la que los sensores globales superan los límites de la vista y el tacto. Lo representado se manifiesta en entornos ficticios susceptibles de manipular e incluso cambiar. La tradicional manifestación artística es sustituida por algo nuevo, más abierto, arriesgado y experiencial.
De arte para todos, propio de las vanguardias se pasa el arte por todos, el arte en la red elimina las fronteras entre creador y espectador. El último estadio sería la interactividad global, término que designa a la unión de diversos sistemas informáticos a través de las redes de comunicación. Fórmulas de navegación no lineal, hipertextual e hipermedia, donde varios individuos interactúan a la vez en tiempo real.
En esta nueva orientación el museo objetual y la galería de arte como contenedor da un paso al museo virtual en la red. Internet ha abierto las fuerzas productivas de la sociedad, al menos en las naciones avanzadas, para que casi todos puedan participar. Ya no hay que ser un artista con título ni exponer en una galería, ahora se crean sitios, espacios que permiten transmitir obras por todo el mundo en tiempo real y obtener inmediato reconocimiento. Internet sirvió para que la interactividad artística fuera factible. En este contexto hoy hablaremos sobre el ARTE ELECTRÓNICO.
La cerámica antigua es una forma de arte y artesanía que se remonta a la prehistoria y ha sido producida por civilizaciones en todo el mundo. Su valor no solamente es artístico, también nos da pistas sobre el modo de vida de culturas anteriores. Gracias a la gran variedad de tipos de cerámica que existen, podemos conocer cómo era la alimentación, la religión o los cánones estéticos de otras épocas. Esto hace que su valor etnográfico y cultural sea significativo.
La diversidad cultural que se desarrolló en territorios como Perú es consecuencia de avatares históricos, de superposición de pueblos, de movimientos poblacionales, de constitución de estados e imperios, pero todo ello condicionado por la riqueza de pisos ecológicos (costa, sierra y selva) y la integración de los mismos, por lo tanto, de la riqueza y abundancia de recursos naturales. Manifestación de esto está demostrado en la belleza incomparable de sus expresiones artísticas; textiles, cerámica, metalurgia y tallas en madera.
Continuando con el ciclo grandes Catedrales de Europa, nuestro viaje se dirige Florencia, capital de la región de Toscana en Italia, ciudad y país que alberga grandes obras maestras de la arquitectura y el arte renacentista. En ella vemos una enorme construcción elevándose por encima de los cielos, lo bastante vasta como para cubrir a toda la población toscana con su sombra, y hecha sin ayuda de vigas ni complicados soportes de madera. Casi seis siglos después, la admiración que en 1436 expresaba León Battista Alberti ante la gran realización de Filippo Brunelleschi –Pippo, como le llamaban sus paisanos– aún no se ha desvanecido. La CATEDRAL DE SANTA MARÍA DEL FIORE es, sin duda, una de las grandes gestas de la arquitectura y la ingeniería del Renacimiento, por la pureza de sus líneas, sus dimensiones y el asombroso ingenio de sus constructores.
Desde el exterior, la cúpula define por si sola una nueva imagen de la ciudad, tanto desde la visión próxima, en cuanto presencia omnipresente desde la perspectiva de las calles, como volumen que se incorpora al panorama geográfico general y se identifica simbólicamente como «montaña sagrada».
Todo el entorno queda, desde entonces, poseído por su fuerza grácil y su presencia irremplazable, según palabras del también arquitecto Leon Battista Alberti: “desde fuera, desde lejos, parece cobijar a toda la ciudad de Florencia y sus gentes” Hoy en esta emisión nos acercaremos a esta joya arquitectónica que marcó el inicio del Renacimiento, la etapa artística más espléndida de Florencia.
Las palabras son el mundo sin el mundo; las imágenes, de alguna manera, son el mundo. Entonces, ¿cuál es el poder que tiene una imagen, que no logra alcanzar las palabras? Durante el renacimiento, cuando el mundo multiplicó su tamaño, muchos marineros regresaron contando historias más o menos certeras sobre animales nunca vistos de cualidades fantásticas. Esos relatos sólo fueron parcialmente recopilados y en muchos casos varias versiones se contrastaron para generar una imagen; así, los bestiarios de este periodo hacen un recorrido inverso de la palabra a la imagen para penetrar una sociedad que no tenía acceso a las letras. Baste recordar los bajorrelieves tanto medievales como anteriores contando historias no escritas. Ese es el poder de la imagen, el más inmediato de los códigos. En esta emisión hablaremos de algunas ideas sobre EL PODER DE LA IMAGEN.
Las iglesias románicas, con sus muros robustos e interiores oscuros, habían proporcionado a sus fieles ambientes de protección en una época llena de inseguridades e incertidumbres. Los templos góticos, en cambio, fueron fruto de una época de apertura y crecimiento, y se construyeron para trasladar a sus visitantes a un mundo nuevo, espiritual, iluminado por luces irreales hasta alturas imposibles.
Había nacido en Francia, concretamente en la abadía de Saint-Denis, pero se trasladó muy pronto al resto de Europa. En Inglaterra, el Gótico alcanzó una impresionante monumentalidad y quedó fijado para siempre en sus más bellas catedrales. Canterbury, Salisbury, Wells o Winchester adoptaron el estilo francés y lo bañaron de innovaciones propias, que se manifiestan en fachadas originales y en nuevas formas de estructurar y techar los interiores. En Londres, la capital, se construyeron decenas de iglesias góticas, y cuando el Gran Incendio de 1666 se llevó por delante muchas de ellas, se reconstruyeron mirando casi siempre a aquel pasado.
Nuestro viaje se dirige a la ABADÍA DE WESTMINSTER. El imponente templo londinense que ha sido escenario de hasta 40 coronaciones reales desde 1066, más de mil años siendo testigo de la ascensión al trono de sus monarcas.
La escritura del antiguo Egipto se conoce como jeroglíficos ("tallas sagradas") y se desarrolló en algún momento antes del Periodo arcaico (en torno a 3150 a 2613 a.C.) Según algunos estudiosos, el concepto de la palabra escrita se concibió primero en Mesopotamia y llegó a Egipto a través del comercio.
Aunque ciertamente hubo un intercambio cultural entre ambas regiones, los jeroglíficos egipcios tienen un origen completamente egipcio. No hay ninguna prueba de una escritura primitiva que describa conceptos, lugares u objetos ajenos a Egipto, y los primeros pictogramas egipcios no tienen relación con los signos mesopotámicos primitivos. El término "jeroglíficos" es griego; los egipcios se referían a su propia escritura como medu-netjer, "las palabras del dios", ya que creían que era el gran dios Thot el que les había dado la escritura.
La imagen que a través de la Historia del Arte se transmite del cielo y del infierno como espacios en los que habitan ángeles y demonios, existen en casi todas las religiones, aunque con diferentes interpretaciones, desarrollarán una particular iconografía en el arte cristiano a partir del siglo IX. En la Edad Media, como en nuestros días, el significado de la palabra «cielo» englobaba tres conceptos: la esfera que rodea la tierra, el firmamento y el lugar donde se encuentra el Paraíso. Cada uno de estos aspectos presentará iconografías claramente diferenciadas.
Frente al cielo, y según la concepción cristiana, el infierno es el lugar de penitencia de los pecadores, la cual consiste en la privación de la visión de Dios o en el sufrimiento de una serie de tormentos morales o materiales. La relación entre infierno-castigo viene avalada por dos textos: uno del Evangelio según san Mateo y otro del Apocalipsis. En el primero, al describir el Juicio Final, se afirma que el Hijo del Hombre sentenciará a los pecadores, situados a su izquierda, «a un castigo eterno». En el segundo texto, que también alude al Juicio de las Naciones, se habla del lago de fuego que «es la muerte segunda, y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego».
Esta asociación de conceptos con respecto al infierno transforma dentro de la cultura cristiana la tradicional noción sobre este, ya que en el resto de las religiones se identifica de manera genérica con el reino de los muertos y no como lugar de castigo de los impíos. Con este contexto en nuestra emisión de hoy compartimos con ustedes el tema: ÁNGELES Y DEMONIOS EN EL ARTE.
El arte se ha vuelto la expresión del poder visceral, vital e inconsciente al que llamamos deseo; la sexualidad es solo una de sus muchas manifestaciones. En la historia del arte occidental, lo erótico ha estado oculto, ha sido ignorado o condenado desde hace mucho. Desde hace siglos, había que buscar representaciones del cuerpo desnudo en las obras mitológicas o religiosas; un simple seno; una Venus (diosa del amor y la belleza) desnuda en la antigua Roma, o Adán y Eva, eran símbolos del pecado en el paraíso.
A lo largo de la historia han existido casos aislados de erotismo en el arte. Los frescos condenados de Pompeya, por ejemplo, mostraban erecciones y actos sexuales amplificados; los artistas de India, China y Japón tienen mucho tiempo retratando libre y bellamente escenas sexuales explícitas.
La sexualidad se arraigaría en Europa mucho después, con el surgimiento de los libertinos. La Francia del siglo XVIII vio surgir las llamadas "pinturas indecentes" de artistas como Jean-Antoine Watteau y Jean-Honoré Fragonard, así como la proliferación de los grabados eróticos (el equivalente a las fotografías pornográficas de la actualidad) que podían transportarse fácilmente u ocultas bajo el abrigo.
El arte erótico asumiría un rol esencial e ineludible en la revolución artística del siglo XX. Paul Gaugin empezó sus coloridos desnudos tahitianos en la década de 1890 y Gustav Klimt y su protegido, Egon Schiele , abrieron brecha en la Viena de principios del siglo XX. Luego llegaron las pinturas de Picasso, de los surrealistas y de Balthus; las fotografías de Man Ray y de Mapplethorpe. Hasta apenas hace poco, el arte erótico se volvió realmente transgresor. Libre de las ataduras del mito, la religión y el academicismo, dando rienda suelta a la furia del deseo.
Hoy compartiremos con ustedes la historia del ARTE ERÓTICO
Sintonía, energía y vibración. Estos son los tres elementos, que desde el punto de vista esotérico deben prevalecer siempre que nos disponemos a penetrar en un templo. Porque más allá de la creencia que profesemos, del estilo arquitectónico o las obras de arte que veamos en un templo, al entrar en él debemos realizar un esfuerzo por conectar con lo sublime, ese sutil y misterioso poder que impregna todo lo que el ojo advierte, pero que no siempre somos capaces de percibir.
Al acercarnos a una Catedral debemos mirar con detalles su fachada, sus pórticos, sus arcos y sus bóvedas, aprehendiendo en una primera impresión el mensaje que el templo ofrece en su exterior, debemos dejarnos llevar por la intuición y los sentidos, recorriendo cada rincón, cada muro y cada esquina con ojos nuevos, con la inocencia de la mirada de un niño. La percepción e interpretación solo dependerá del interés y la sensibilidad del que contempla la obra.
Hay una catedral gótica muy especial y única, por ser la primera que se construyó en España. Los maestros canteros franceses, sin duda, traídos por la Reina Leonor, esposa de Alfonso VIII, comienzan a ensayar el gótico por primera vez en territorio español, cuando se estaba aún construyendo al estilo románico. Esta catedral fue una apuesta de vanguardia y auténtico laboratorio del gótico en España. En el Ciclo Catedrales de Europa nuestro viaje lo haremos por la historia, simbología y arte en la CATEDRAL DE CUENCA.
«He intentado plasmar la verdad sin idealizarla. Cuando mi lápiz se mueve tengo que dejarlo corre»r. Así nos cuenta el artista Henri de Toulouse-Lautrec. Quien nos presenta una pintura fuera de la ley, un arte profundo y enormemente innovador como respuesta a los problemas que sacudían al mundo del arte a finales del siglo XIX.
En aquellas callejuelas que subían y bajaban en la que el vicio se mezclaban con el hambre y la enfermedad. Lautrec podía esconder mejor que en otros sitios, su propia deformidad y, a pesar de compartir la vida sin esperanza de sus desafortunados compañeros de calle, le resultaba igualmente posible distinguirse de ellos por su clase, su cultura y presumir en ambos campos, de una superioridad y un dominio que le permitía compensar sus frustraciones.
Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec-Monfa, pintor y cartelista, bohemio, de 1,52 m. de altura, minusválido, alcohólico, ave nocturna, provocador, depresivo, sifilítico… Un aristócrata que se consideraba a sí mismo cronista social pintando al pueblo y a la noche de la Belle Epoque parisina, incluidas las prostitutas, que frecuentó y amó. En definitiva, uno de los mejores artistas del arte moderno francés. Hoy compartimos con ustedes la vida y obra de este irreverente y genial artista.
Desde la época de la Antigua Grecia, la melancolía ha sido sujeto permanente de debate y reflexión en la historia de nuestra civilización. Estudiada por disciplinas de toda índole, desde la medicina, la astrología o el arte, ha sido considerado un tema intrínseco a la condición humana más universal y, al mismo tiempo, eminentemente personal; no perteneciente al campo de la holística, ni de la ontología social, sino resguardada en los recovecos más inhóspitos y menos translúcidos del alma humana, en aquella parte más exclusiva de la individualidad y de la autoconciencia que delimita los siempre ambiguos y permeables —pero existentes— confines entre el yo y los otros, entre el yo interior y profundo, y el mundo exterior.
La melancolía observada per se y no por sus efectos circundantes, deviene un sucedáneo particular del solipsismo en su terreno emocional y no doctrinal: una afección insondable de recogimiento en la intimidad de uno mismo que desemboca en una especie de impasibilidad y desentendimiento con el mundo exterior. Una carencia de toda posibilidad de trascender el ámbito subjetivo del propio yo. Un sentimiento que habita en el dominio privado y recóndito de la soberanía individual.
A lo largo de la humanidad, la melancolía ha ido variando en importancia y diagnóstico según los periodos históricos y las élites dominantes, pero se ha mantenido de forma más o menos constante en las artes, como fuente de influencia y de creatividad. En este contexto compartimos con ustedes un tema muy particular, la MELANCOLÍA EN EL ARTE.
Australia ofrece especial interés para el estudioso de la Historia del Arte, pues sólo en este país cabe observar cómo trabaja un artista de la Edad de Piedra, conocer por él mismo el sentido de los dibujos y observar la técnica empleada. Para los pueblos originarios de Australia, el origen del universo está entregado por su filosofía de la creación, donde los humanos, los animales, el agua, las plantas o cualquier cosa que vive o sobrevive sobre el planeta constituye, junto a su vida social y religiosa una unidad y una armonía inseparable, (que si bien se expresa a través de distintas formas), mantiene leyes universales de gobierno que impiden separar, sobrevalorar o subestimar una cosa de la otra. No existe el rey de la creación. La creación es el Rey. La riqueza y complejidad del pensamiento de los aborígenes australianos y la distancia que los separa del mundo conceptual de la sociedad occidental ha provocado en sus exegetas actitudes variadas para enfrentarse a su lectura.
Desde el punto de vista arqueológico las manifestaciones más importantes del arte aborigen australiano son, sin duda, sus grabados y, sobre todo, sus pinturas rupestres. La técnica moderna ha conseguido datar, cada vez con mayor precisión, muestras artísticas en todo el continente australiano, que se remontan al pleistoceno, es decir, antes de la finalización de la última glaciación Alpina. En este contexto compartimos con ustedes EL ARTE ABORIGEN AUSTRALIANO.
El cine expresionista alemán fue un movimiento cinematográfico que significó un antes y un después para la historia del cine, influyendo de manera decisiva a géneros como el cine negro o el cine de terror. Esta corriente, que afectó a otras artes como la pintura, la música o la arquitectura, pretendía expresar de una forma más subjetiva la naturaleza del ser humano, dando preponderancia a la expresión de los sentimientos más que a la descripción objetiva de la realidad.
Por ello, en sus filmes se altera el punto de vista, dando lugar a deformaciones de la realidad con un uso especial de la luz, los decorados y la escenografía. En torno a la Primera Guerra Mundial, surgió en Alemania un movimiento cultural llamado expresionismo que influirá en campos artísticos tan dispares como la pintura, la música, el teatro, la arquitectura y, así también, en el cine. En esos años, el país experimentó un aislamiento desde 1916. Se prohibieron las películas extranjeras y en consecuencia se aumentó de forma exponencial la producción de películas alemanas.
En un cuento escrito en 1941, el escritor argentino Jorge Luis Borges imaginó una «biblioteca universal» o «total» en la que estarían reunidos todos los libros producidos por el hombre. En sus interminables anaqueles de forma hexagonal se contenía «todo lo que es dable expresar, en todos los idiomas»; obras que se creían perdidas, volúmenes que explicaban los secretos del universo, tratados que resolvían cualquier problema personal o mundial… Presa de una «extravagante felicidad», los hombres creyeron que con ellos podrían aclarar definitivamente «los misterios básicos de la humanidad».
Sin duda, el modelo de ese sueño literario se encuentra en la célebre BIBLIOTECA DE ALEJANDRÍA. Creada pocos años después de la fundación de la ciudad por Alejandro Magno en 331 a.C., tenía como finalidad compilar todas las obras del ingenio humano, de todas las épocas y todos los países, que debían ser «incluidas» en una suerte de colección inmortal para la posteridad.
A mediados del siglo III a.C., bajo la dirección del poeta Calímaco de Cirene, se cree que la biblioteca poseía cerca de 490.000 libros, una cifra que dos siglos después había aumentado hasta los 700.000 según Aulo Gelio. Son cifras discutidas –otros cálculos más prudentes les quitan un cero a ambas–, pero dan una idea de la gran pérdida para el conocimiento que supuso la destrucción de la biblioteca alejandrina, la desaparición completa del extraordinario patrimonio literario y científico que bibliotecarios como Demetrio de Falero, el citado Calímaco o Apolonio de Rodas supieron atesorar a lo largo de decenios. Hoy compartimos con ustedes la fascinante Historia de la Biblioteca de Alejandría.
El «espíritu de la época» o «espíritu de su tiempo» es una expresión con la que se traduce la palabra compuesta alemana Zeitgeist, cuya definición se debe principalmente a Hegel y fue recogida y elaborada por varios autores «románticos». Son expresiones metafóricas que suelen valer como tales; cuando afirmamos el «espíritu de la época», es el modo de ser o de actuar colectivo, que expresa lo más esencial de un período histórico, tanto en determinadas manifestaciones culturales, políticas, artísticas, religiosas o en determinadas estructuras sociales y económicas.
A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, París experimenta uno de los cambios culturales y técnicos más significativos de la historia; un maravilloso paréntesis al que años después los franceses llamarán de manera nostálgica la “Belle Époque”. Una época viva, cuyo foco es París, la ciudad de la luz a las que se dirigen todas las miradas. Gracias al poder de la imaginación nos embarcaremos en un viaje para descubrir el París de 1900 que fue testigo del nacimiento del cine y del arte moderno.
Epicentro del mundo, capital del mundo civilizado, del progreso y símbolo de refinamiento. La ciudad francesa de la luz con sus cafés-conciertos, ballets, operetas, librerías, teatros, bulevares y talleres de alta costura, fue el centro de la cultura mundial. En las Bellas Artes, los pioneros impresionistas, cubistas y fauvistas revolucionaron la pintura, y los diseñadores gráficos elevaron el grabado a una forma de arte. Los arquitectos ejecutaron planes para una nueva París, mientras que los escritores dejaron su huella con un enfoque moderno de la narrativa. Hoy compartiremos con ustedes Arte y vida de la Belle Époque.
En el antiguo museo del príncipe de Gales en Bombay, hay una acuarela del siglo XVIII de dos amantes sentados bajo un árbol. Uno de ellos es Krishna cuya piel azul forma un hermoso contraste con su vestido amarillo. Toca la flauta para su novia Radha que lo contempla con admiración. Ambos están sentados bajo un árbol de mango, que en la mitología hindú simboliza el amor. La miniatura ilustra una historia popular hindú sobre el carácter juguetón de los dioses y por supuesto sobre la maravillosa embriaguez del enamoramiento. Pero lo que más destaca en la pintura es el intenso color amarillo que adorna la ropa de Krishna. Según la tradición tibetana, la mitología señala a la India como la cuna del color amarillo, que significa: una compresión iluminada del mundo.
Pero también en las culturas mesoamericanas dueñas de ese poderoso alimento que es el maíz, encontramos similitudes en sus simbologías del color. En la cosmogonía mexicana, el amarillo oro es el color de la nueva piel de la tierra al comienzo de la estación de las lluvias, asociado a la primavera. En las fechas conmemorativas de dicha estación, los sacerdotes vestían pieles pintadas de amarillo. En el Panteón azteca, Huitzilo-pochtli el guerrero triunfador, dios del sol del mediodía aparecía pintado de amarillo y azul.
Picasso decía: hay pintores que transforman el sol en un punto amarillo, pero hay otros que gracias a su arte e inteligencia transforman un punto amarillo en el sol. Hoy compartimos con ustedes: la historia del pigmento amarillo.























