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En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David: la virgen se llamaba María» (Lc 1, 26s).
Uno de los personajes del tiempo de Adviento es Juan el Bautista. Fue el precursor de Jesús y también es el que con su ejemplo nos prepara para la Navidad. Su padre, que se llamaba Zacarías, era sacerdote
Uno de los personajes del tiempo de Adviento es Juan el Bautista. Fue el precursor de Jesús y también es el que nos prepara para la Navidad. Su padre se llamaba Zacarías, y era sacerdote de la Antigua Ley.
San Mateo comienza su Evangelio con la genealogía de Jesús. Pues, en esa lista figuran dos personas que son decisivos para entender de «dónde» procede el Señor: uno es Abrahán, y otro David. Uno viene a anunciar que la misión de Jesús es para todos los pueblos y el otro que su reino será para siempre.
imaginación y creatividad para hacer la voluntad De Dios
Negociad mientras vuelvo...
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Dios es el Señor del tiempo y quiso que
el nacimiento de su Hijo quedase en-
marcado en el contexto de la historia de
los hombres, a la que él iba a dar un nuevo
inicio, y por eso, sucesos y personas fueron
madurando, hasta que llegó el momento.
Nació sin pecado, gracias a Jesús:
La Inmaculada Concepción es una de las celebraciones más importantes de la Virgen, por eso, nos hemos preparado con una novena;
un 8 de dic de 1854, el Papa Pio IX definió como dogma de fe, que la Virgen fue concebida sin pecado original.
En Galicia se habla de melura cuando el agua cae en forma de miel. Pues ahora estamos en un tiempo sentimental y se toma por bueno lo que produce buenos sentimientos, donde lo melifluo nos invade como si se tratase de una lluvia de azúcar.
La hipocresía es una enfermedad de la vida espiritual que consiste en el postureo. Ya que no se puede alcanzar la virtud, por lo menos se aparenta. Por vanidad se ocultan los fallos, se maquillan. Al hipócrita le gustaría ser lo que aparenta, pero no hace nada para cambiar.
En el Evangelio que acabamos de escuchar se nos habla de que el Señor realiza curaciones y multiplica los panes (cfr. Mt 15, 29-37). Parece como si las dos cosas estuviesen unidas: Eucaristía y milagros.
Tres de las cuatro exhortaciones apostólicas del Papa, llevan por título: La alegría del Evangelio, La alegría del amor y Alegraos y regocijaos. Algo nos querrá decir el Señor a través de su vicario...
Todos nosotros tenemos nuestra historia. El evangelio nos cuenta la de un militar que se convierte gracias a su fe (cfr. Mt 8, 5-11). También cada uno podría contar el relato de su vida...
En el Evangelio hemos escuchado esas palabras de Jesús: estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. (Mt 24, 37-44).
El Señor quiere decirnos hoy, que estemos preparados para los acontecimientos que se avecinan. La iluminación de las calles, las tiendas con los regalos, las felicitaciones de Navidad todo nos va a recordar esa idea: Dios está cerca (cfr. Segunda Lectura de la Misa: Rm 13, 11-14).
La Iglesia comienza la Misa de hoy –el primer día de la novena a la Inmaculada– con estas palabras: El Señor, junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Pedro y Andrés, y los llamó: Venid conmigo y os haré pescadores de hombres (Antífona de Entrada de la Misa: cfr. Mt 4,18-19).
Nuestra oración, cuando no acompaña el sentimiento.
Meditación sobre LA ESPERANZA CRISTIANA EN EL DÍA DE LOS FIELES DIFUNTOS
«Una gran señal apareció en el cielo: una mujer, vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza» (Ap 12, 1).
«Finalmente, la Virgen inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del cielo y elevada al trono por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los Señores y vencedor del pecado y de la muerte» (CIC, 966).
Meditación del cuarto Misterio Glorioso: La Asunción de María al cielo.
«Todas las generaciones me llamarán bienaventurada porque el Señor ha hecho obras grandes en mí» (Lc 1, 48-49).
«La Santísima Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, en donde ella participa ya en la gloria de la resurrección de su Hijo, anticipando la resurrección de todos los miembros de su Cuerpo» (CIC, 974).
«Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse» (Hch 2, 1-4).
«"Espíritu Santo", tal es el nombre propio de Aquél que adoramos y glorificamos con el Padre y el Hijo. La Iglesia ha recibido este nombre del Señor y lo profesa en el Bautismo de sus nuevos hijos» (CIC, 691).




