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CRÍMENES QUE MARCARON ESPAÑA
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CRÍMENES QUE MARCARON ESPAÑA

Author: CRÍMENES QUE MARCARON ESPAÑA

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Bienvenidos a "Crímenes que Marcaron España", el podcast donde profundizamos en los crímenes más impactantes y complejos ocurridos en toda España. Desde los casos más conocidos hasta aquellos que aún mantienen a la sociedad española al borde del misterio, aquí encontrarás relatos detallados, investigaciones minuciosas y los giros más sorprendentes de casos reales que marcaron un antes y un después en la historia del crimen en nuestro país.

A lo largo de este podcast, exploramos el perfil de los criminales, las víctimas y las circunstancias que dieron origen a estos hechos de horror. Descubre las historias detrás de los asesinatos más escalofriantes, desapariciones sin resolver, juicios mediáticos y aquellos casos que, por su brutalidad o por su falta de resolución, siguen cautivando la atención pública.

Si eres un amante del True Crime y te apasiona conocer la realidad detrás de los crímenes más emblemáticos de España, este es tu lugar. "Crímenes que Marcaron España" es una ventana a los relatos que hicieron historia en el país, contados de manera rigurosa, respetuosa y con el máximo cuidado para no omitir ningún detalle relevante.
225 Episodes
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Madrid, 17 de mayo de 2003. Una joven de 22 años envía un mensaje: "Ya voy en el bus". Horas después, su cuerpo aparece calcinado en un descampado de Leganés. Cuatro jóvenes, un coche robado, un cuchillo y una noche que cambió España. Un crimen que desató la mayor campaña ciudadana por la reforma de la Ley del Menor. Una madre que reunió un millón de firmas. Y un debate que aún no termina. Cuatro monstruos. Una víctima. Un millón de firmas. El Crimen de Sandra Palos
Sevilla, verano de 2010. Una noche de finales de agosto envuelve el barrio del Tiro de Línea en un murmullo constante de risas, conversaciones y copas bajo las luces tenues de los bares. El aire aún conserva el calor de un día de verano, mezclado con aromas de tapas recién hechas y del río Guadalquivir cercano. En medio de esta rutina urbana, una mujer extranjera, integrada en la vida cotidiana de la ciudad, pedalea de regreso a su hogar tras una velada familiar. Sus amigos la vieron partir, y las luces de la bicicleta se alejaron entre las sombras de la noche. Horas después, su rastro se pierde en la oscuridad. La ausencia, al principio ignorada, pronto se transforma en inquietud y pánico. La familia comienza a preguntar, a buscar, a recorrer calles que antes conocían bien. Lo que parecía una noche común, se convierte en un misterio que sacude al barrio y al entorno cercano. Esta desaparición es el inicio de una historia marcada por la confianza rota, secretos sumergidos en las aguas del Guadalquivir y una familia que clama respuestas ante lo inimaginable. Cada paso, cada silencio y cada detalle serían decisivos para reconstruir lo que ocurrió aquella noche en Sevilla.
Ana María Martos tenía 32 años cuando desapareció una noche de enero de 2004 en Sant Feliu de Llobregat. Enfermera, divorciada, en tratamiento por depresión, había comenzado a tomar decisiones financieras arriesgadas tras conocer a una tarotista que le prometía un futuro mejor. Lo que parecía una búsqueda de consuelo se convirtió en una trampa. Durante casi una década, su caso fue archivado como una desaparición voluntaria. Pero en 2013, una llamada anónima reabrió la investigación. Lo que salió a la luz fue una historia de manipulación, estafa y asesinato, con ramificaciones que cruzaron el Atlántico y pusieron a prueba los límites de la justicia.
En el verano de 2014, un piso del barrio madrileño de Vallecas se transformó en el escenario de un crimen que conmocionó al país. Allí vivían una madre y su hija, que se preparaban para viajar a República Dominicana. Tenían las maletas listas, los billetes comprados y la ilusión de empezar una nueva etapa lejos de Madrid. Pero nunca llegaron a su destino. Durante semanas, familiares y amigos intentaron localizarlas sin éxito. Nadie entendía cómo podían haberse desvanecido sin dejar rastro. Su desaparición se convirtió en un misterio que mantuvo en vilo a los investigadores y a la opinión pública. Cinco meses más tarde, la verdad comenzó a emerger en un escenario inesperado: un pozo en una zona rural de Zamora. En su interior, los equipos de búsqueda hallaron los restos de ambas mujeres. La confirmación de su identidad puso fin a la incertidumbre, pero abrió un nuevo capítulo, mucho más oscuro, en la investigación. Este es el relato de cómo una desaparición aparentemente inexplicable reveló una historia de engaño, violencia y ocultamiento. Esto es *Crímenes que marcaron España*. Hoy, el caso del **Crimen del Pozo**.
En la tarde del 23 de julio de 2001, dos ingenieros forestales avanzan por un sendero estrecho en la Sierra de San Vicente, provincia de Toledo. El suelo está seco bajo sus botas, los robles altos proyectan sombras alargadas sobre el terreno pedregoso y el aire lleva un olor intenso a resina caliente. Mientras clavan una piqueta para medir el terreno, la herramienta choca con algo sólido a pocos centímetros de profundidad. Lo excavan con cuidado. Aparece una maleta de nailon, parcialmente enterrada, con el cierre oxidado y el tejido desgarrado por raíces. Lo que encuentran dentro marca el inicio de un caso que tardará años en resolverse.
Un tren nocturno en Tarragona. Un bar de barrio en Els Pallaresos. Infidelidades, desapariciones, y una secuencia que se repite con décadas de diferencia. Cuatro víctimas, ningún cadáver, y un hombre que construye coartadas con llamadas falsas, documentos manipulados y silencios calculados. Sin restos, sin confesión, sin testigos directos. Pero con una investigación que acumuló más de trescientos indicios hasta llegar al veredicto. El caso que redefinió los límites judiciales en España.
El 8 de enero de 2025, Aarón Muñoz, de 17 años, fue apuñalado a la salida del instituto de Gerena tras intervenir en una discusión entre compañeras. Lo que comenzó como un conflicto verbal durante el recreo derivó en una agresión organizada, ejecutada por cuatro jóvenes que se desplazaron hasta el centro educativo con un bate y una navaja. En este episodio repasamos los hechos desde el inicio, la reacción inmediata del entorno, y la investigación que permitió identificar a los implicados en menos de 72 horas. Un relato claro, cronológico y documentado sobre uno de los casos más impactantes ocurridos en un entorno escolar en España.
Julio de 2020. Vega Baja del Segura, Alicante. Un agricultor de 58 años interrumpe su jornada bajo el sol. Se detiene junto a un naranjo, extiende una manta sobre la tierra seca y se sienta a comer su bocadillo. Es una escena habitual en los campos de la comarca. El calor aprieta, el aire huele a cítricos y el silencio solo se rompe por el zumbido de los insectos. Cuatro meses después, en ese mismo entorno rural, una funcionaria de 42 años pasea a su perro al atardecer. Recorre un sendero flanqueado por palmeras, como hacía cada tarde. El sol cae lentamente y la luz se vuelve dorada. Nada parece fuera de lugar. Dos personas. Dos momentos distintos. Dos escenarios cotidianos en caminos rurales. Y dos muertes violentas que, en apariencia, no tienen relación alguna. Pero detrás de ambas tragedias hay una conexión. Una figura silenciosa que se mueve sin ser vista. Una sombra que aparece y desaparece sin dejar rastro. Un mismo autor que actúa con precisión, sin dejar espacio para el azar.
En un pueblo valenciano de dos mil cuatrocientos habitantes, una menor de quince años recibe un mensaje por WhatsApp una noche de octubre. Queda para fumar en una casa familiar vacía. Cree que habrá más amigos. Sale de casa diciendo que volverá antes de las doce. Nunca lo hace. Su cuerpo aparece en una sima profunda, envuelto en un edredón viejo. Chella se sume en el silencio de la tragedia.
En la sierra norte de Guadalajara, a más de mil metros de altitud, se encuentra Hiendelaencina. Un pequeño municipio que apenas supera los 120 habitantes. Sus calles, empedradas y estrechas, permanecen en silencio la mayor parte del tiempo. Entre semana, el movimiento es escaso. La vida transcurre con lentitud, marcada por la rutina y el trato cercano entre vecinos. Es un lugar donde todos se conocen y donde, hasta hace poco, la tranquilidad era la norma. Pero en noviembre de 2015, esa calma se quebró de forma repentina. Una mañana, un grito rompió el silencio habitual de la calle Mayor. Un hombre de edad avanzada apareció en la vía pública. Estaba cubierto de sangre y caminaba con dificultad. A duras penas, logró salir desde el interior de una vivienda, pidiendo ayuda. Su voz, entrecortada por el dolor y el desconcierto, alertó a los pocos vecinos que se encontraban cerca. En el umbral de la casa, el cuerpo de una mujer mayor yacía inmóvil. Una herida profunda en el cuello evidenciaba la violencia del ataque. La escena era desconcertante. Nadie había visto ni oído nada antes del grito. Nadie había notado movimientos extraños. Nadie había visto entrar ni salir a nadie del domicilio. La comunidad, acostumbrada a la rutina y al sosiego, quedó paralizada. Nadie comprendía lo que acababa de suceder.
Martín de la Jara es un pueblo sevillano de apenas 2.700 habitantes. Sus calles son tranquilas, sus casas bajas, y los campos de olivos rodean el núcleo urbano como un cinturón verde. La vida allí transcurre sin sobresaltos. Las familias se conocen entre sí, los niños juegan en la plaza, y los vecinos se saludan por su nombre. Una tarde de junio de 2021, una joven de 17 años salió de casa con una mochila pequeña y una bolsa con ropa de bebé. Pidió un taxi. Iba a recoger unas cosas en casa de su expareja, en Estepa, a unos 25 kilómetros de distancia. Besó a su hijo antes de salir. Prometió volver pronto. Entró en el piso. No volvió a salir. Durante ocho días, su familia la buscó sin descanso. Se difundieron carteles, se organizaron batidas, se compartieron mensajes en redes sociales. El pueblo entero se movilizó. Pero la verdad que estaba por descubrirse superaba cualquier sospecha. Hoy… El crimen de Rocío Caíz.
Esplugues de Llobregat, Barcelona. Año 2002. En un edificio antiguo de la carretera de Cornellà, los vecinos llevan meses notando algo extraño. Un olor persistente, una ausencia que nadie se explica, y un hombre que apenas sale de casa. Por las noches, se oyen sollozos, frases entrecortadas, ruegos que parecen dirigidos a alguien que ya no está. Lo que ocurrió en ese piso, durante más de un año, desafía toda lógica. Un crimen silencioso, oculto tras una puerta cerrada, que solo se reveló cuando el horror ya llevaba demasiado tiempo instalado. Esto es… Crímenes que marcaron España. Hoy… El caso de Enrique Rus.
Mataró, mayo 2012. En una ciudad costera tranquila, donde las rutinas se repiten cada mañana, dos mujeres mayores aparecen muertas en sus domicilios en menos de una semana. Dos ancianas mueren en cinco días en sus cocinas, con brutalidad extrema. No hay signos de robo violento, ni puertas forzadas. Las víctimas vivían solas, y la comunidad empieza a preguntarse si hay algo más detrás de lo que parecen muertes naturales. Once años después, la autora obtiene permisos penitenciarios y las familias reviven el impacto sin notificación ni compensación.
Barcelona, lunes 20 de enero de 2020. El barrio de la Ribera, en el distrito de Ciutat Vella, mantiene su ritmo habitual. Son las tres de la tarde, y el frío del invierno se cuela por las calles estrechas, donde vecinos y turistas se mezclan entre comercios, portales y terrazas. En uno de los edificios de la calle Portal Nou, un hombre sube al tercer piso con una nota en el bolsillo. Lo que ocurre en los siguientes minutos no solo alterará la rutina del barrio, sino que marcará un antes y un después en la historia criminal de la ciudad.
Es la tarde del 6 de enero de 2017 en Castellón, y las calles del barrio de San Lorenzo aún vibran con el eco de la cabalgata de Reyes del día anterior. Los niños duermen ansiosos por los regalos que abrirán al amanecer, el aire lleva un leve aroma a caramelos y pólvora residual, y las luces navideñas parpadean en los balcones. Un joven padre, con una chaqueta deportiva y una bolsa de tabaco en la mano, sale de casa tras un mensaje que promete una reunión para zanjar una deuda. Su bicicleta cruza las calles tranquilas, su risa aún resuena en la memoria de su pareja. Pero algo se quiebra en la medianoche. En un garaje a las afueras, donde el olor a tierra húmeda se mezcla con el silencio de los naranjos, tres figuras esperan en la penumbra. Una invitación amistosa se convierte en una trampa, una deuda insignificante desencadena una traición. Bajo la tierra de un huerto cercano, un secreto terrible espera ser descubierto. ¿Qué lleva a un encuentro cotidiano a terminar en una tragedia que marcará una ciudad?
Madrid, noviembre de 2021. En el barrio de Puente de Vallecas, una madre llama a la policía. Su hijo lleva dos días sin responder. Vive solo, y no es habitual que no conteste. Los agentes acuden al domicilio, acompañados por un cerrajero. La puerta está cerrada por dentro. Al entrar, encuentran el cuerpo sin vida de un hombre. Está atado, amordazado, ensangrentado. La escena es violenta, pero no hay señales de entrada forzada. No hay testigos. No hay huellas. Solo una herramienta abandonada en el suelo, con una etiqueta de 1,80 euros pegada. Esa pequeña pegatina marcaría el comienzo de una investigación que, en poco tiempo, desentrañaría una trama familiar y una banda organizada. El 28 de noviembre de 2021, un hombre aparece muerto en su piso de Vallecas, atado, amordazado, con la puerta cerrada por dentro. No hay robo consumado, solo una etiqueta naranja de 1,80 euros en una brida. Cientos de tuiteros ayudan a la Policía a identificar un bazar chino, desvelando un encargo familiar para robar una caja fuerte que acaba en homicidio. Nueve detenidos, 18 años pedidos por la Fiscalía, un caso que marcó España. En este episodio, reconstruimos el crimen de la etiqueta, donde una pegatina cambió todo.
El 9 de agosto de 2021, un incendio en un pinar de Vallecas reveló un cuerpo carbonizado, sin falanges distales de dedos, sin dientes, envuelto en una cortina de ducha, con una venda en los ojos, nadie lo buscaba. Tras 18 meses de investigación, la Policía Nacional identificó a Gabriel E. S., un marino mercante asesinado por asfixia tras golpe en un local de Torrejón de Ardoz. La autora, su gestora financiera, mutiló y quemó el cuerpo para ocultar un crimen motivado por 62.000 euros. Este episodio reconstruye una investigación que desafió lo imposible, en un caso que revela cómo una traición puede borrar a una persona en el corazón de Madrid.
Octubre de 1995. En Mislata, una localidad del área metropolitana de Valencia, la vida transcurre con normalidad. Las calles, los comercios, las rutinas familiares… todo parece seguir su curso. Pero en un piso de esa ciudad, algo ocurre que romperá para siempre esa aparente tranquilidad. Carmen Merino Perelló, de 24 años, embarazada de más de ocho meses, desaparece sin dejar rastro. Su marido, Pedro José Nueda, acude a la Guardia Civil para denunciar su ausencia. Afirma que, tras una discusión, ella se marchó voluntariamente. Sin embargo, su familia no cree esa versión. Carmen no se llevó ropa, ni dinero, ni documentación. Y sobre todo, dejó atrás a su hija pequeña. Lo que comienza como una desaparición inquietante, pronto se convierte en una historia marcada por el silencio, la mentira y una investigación que se prolongará durante años. Esto es… Crímenes que marcaron España. Hoy… El caso del descuartizador de Mislata.
En septiembre de 2004, Vigo se enfrenta a una desaparición que transforma la rutina de una ciudad vibrante. Una joven camarera, conocida por su alegría, se desvanece tras una noche de ocio, desencadenando una investigación que revela secretos y moviliza a toda una comunidad. Este episodio de Crímenes que marcaron España narra el caso de Sara Alonso, desde los primeros días de incertidumbre hasta el desenlace judicial. Escucha cómo una tragedia unió a una ciudad en busca de justicia, explorando las sombras de una noche que cambió todo.
El 4 de enero de 2021, en el municipio de Aizarnazabal en Gipuzkoa, la alcaldesa Maricarmen Arregui inspecciona una ladera junto al río Urola junto a un operario municipal. El terreno muestra escarcha por el frío invernal y una niebla densa se adhiere a los matorrales y arbustos. Entre las zarzas, distingue un bulto rígido que inicialmente parece basura o un objeto abandonado. Al acercarse, se da cuenta de que es algo que altera la tranquilidad del lugar de forma irreversible. Esto es… Crímenes que marcaron España. Hoy… El caso de Aintzane Pujana.
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