En México 7 de cada 10 mujeres viven algún tipo de violencia o acoso sexual. 10 son asesinadas cada día. Cada 4 horas una mujer denuncia haber sido violada. 9 de cada 10 presuntos agresores andan libres, sin investigaciones pendientes. Y también en México las autoridades, los políticos y algunos medios no alcanzan a entender las razones de la rabia con que se manifiesta el nuevo movimiento feminista.
Las denuncias estallan en las redes sociales de México. En 2016, los testimonios de #MiPrimerAcoso tenían algo en común: estas mujeres sufrieron sus primeras experiencias en la infancia, entre los 5 y 11 años, en entornos familiares. En 2019, una nueva ola destapa la violencia sexista en los gremios profesionales mexicanos; muchas, por miedo a represalias, señalan a sus agresores bajo anonimato. Hasta que un suicidio irrumpe en la conversación.
El mal que nadie quería ver se viralizó y la nueva ola del feminismo mexicano es acusada de incitar a “la guerra de los sexos” y de violentar la reputación de sus supuestos agresores. El gobierno y la justicia siguen sin reaccionar ante la emergencia. El abuso sistemático y la impunidad van ganando la partida, pero ellas no dejarán de reclamar reformas y justicia.