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Los 25 programas más recientes de CIENCIAES.COM en un solo podcast. Aquí tienen reunidos a: Hablando con Científicos, Ciencia y Genios, Ulises y la Ciencia, La Ciencia Nuestra de Cada Día, Zoo de Fósiles, Vanguardia de la Ciencia, Seis patas tiene la vida, Océanos de Ciencia, Quilo de Ciencia, Ciencia Extrema, El Neutrino, Ciencia Fresca y Cierta Ciencia.
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De acuerdo con la OMS el tabaco mata a más de ocho millones de personas cada año. De estas un millón trescientas mil personas no son fumadoras, pero mueren por estar expuestas al humo del tabaco que expelen las personas con las que conviven. Como comparación, los muertos por COVID-19, tras cuatro años de pandemia, son alrededor de siete millones. En 2003 se había producido un interesante descubrimiento genético que podía ayudar a explicar por qué algunos fumadores pueden desarrollar cáncer pronto y otros, en cambio, no lo desarrollan nunca. Hoy Jorge Laborda explica lo que se decía entonces y los últimos avances sobre este tema.
Hemos oído hablar mucho de los dinosaurios; de algunos de ellos conocemos su forma, su tamaño o sus hábitats, incluso los hemos visto recreados en películas como ‘Parque Jurásico’. Sin embargo, raramente se nos presentan estos animales prehistóricos como criaturas ponedoras de huevos, unos huevos que algunas especies incubaban y protegían con dedicación paternal. La mayoría de los restos fosilizados de los huevos son fragmentos de cáscaras dejadas atrás después de la eclosión de las crías. Pero también se han descubierto huevos completos que no llegaron a eclosionar, algunos agrupados en nidos, que, en casos extraordinarios, pueden contener embriones en su interior. ¿Cómo son estos huevos? ¿Qué forma y tamaño tienen? ¿Qué revelan sobre las criaturas que los depositaron? Miguel Moreno Azanza investiga un rico yacimiento de huevos y nidos de dinosaurio descubierto en Loarre, Huesca, y comparte hoy su conocimiento y experiencia en ‘Hablando con Científicos’.
El primer animal clonado con éxito fue una oveja, llamada Dolly, que se clonó en 1996 por un equipo de científicos escoceses. Dolly fue capaz de reproducirse y tuvo varios corderitos como descendencia. Sin embargo, Dolly sufrió de enfermedad pulmonar progresiva y tuvo que ser sacrificada para evitarle mayores sufrimientos el 14 de febrero de 2003. Los primeros cerditos se clonaron en el año 2000. Pocos años más tarde, utilizando el cerdo como modelo, se publicó la clonación de nuevos cerdos mediante una modificación de la técnica de clonación original que intentaba solucionar los importantes problemas técnicos asociados al procedimiento de clonación. Por desgracia murieron jóvenes. ¿Pudieron los investigadores identificar el gen o los genes responsables de la muerte súbita de los tres cerditos? Jorge Laborda lo cuenta hoy en Quilo de Ciencia.
El Sol sustenta la vida en nuestro planeta pero su gran tamaño y la enorme cantidad de energía que emite en cada momento es tal que un leve cambio en su actividad podría tener efectos insospechados sobre todos los cuerpos que le rodean. Estudiarlo es vital para nosotros y por ello, además de poner múltiples puntos de observación sobre la superficie terrestre, se han enviado ya varias misiones al espacio exterior. La sonda Ulises, lanzada en 1990, fue la primera en observar los polos del Sol, aunque lo hizo desde una gran distancia. Cinco años después se lanzó la sonda SOHO y desde entonces ha estado observando el Sol continuamente desde un punto especial situado entre la Tierra y nuestra estrella. La misión más reciente y completa, Solar Orbiter, fue lanzada en 2020 y está observando el Sol desde entonces con una calidad y profundidad sin precedentes. A bordo de la misión se encuentran diez instrumentos científicos muy avanzados, uno de ellos el Detector de Partículas Energéticas (EPD) cuyo investigador principal es Javier Rodríguez-Pacheco, catedrático de la Universidad de Alcalá e invitado hoy en Hablando con Científicos.
Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Standford, en California, USA, dirigidos por el Dr. Vinod Menon desarrollaron una red neuronal para el aprendizaje profundo de las estructuras cerebrales. Para entrenarla, utilizaron los datos de resonancia magnética, una especie de sónar para el cerebro, recolectados de cientos de voluntarios sanos por el proyecto Conectoma Humano. Los datos recolectados de esos cientos de cerebros en funcionamiento fueron utilizados para entrenar a la red neuronal, indicándole cuáles de las imágenes de resonancia corresponden a cerebros de hombres y cuáles corresponden a cerebros de mujeres. El sistema fue capaz de aprender e identificar correctamente si la procedencia de la imagen era de un hombre o una mujer nueve de cada diez veces. Una precisión del 90 por ciento.
Las teorías cosmológicas son modelos científicos que buscan explicar el origen, la estructura y evolución del Universo. Las más aceptadas describen que el Universo comenzó hace aproximadamente 13.8 mil millones de años con el Big Bang, un estado inicial extremadamente caliente y denso, seguido por una continua expansión. Momentos después del Big Bang, el Universo se enfrió lo suficiente como para hacerse transparente a la radiación electromagnética, permitiendo que la luz viajara libremente a través del espacio. Esta radiación llega a nosotros como el Fondo Cósmico de Microondas (FCM). En su camino, el fondo cósmico de microondas ha ido encontrando polvo cósmico, estrellas, galaxias y materia oscura que ha dejado en él huellas de su existencia. La investigación de estas señales es el campo de estudio de cosmólogos y estudiantes de cosmología, como Irene Abril Cabezas, nuestra invitada en Hablando con Científicos.
Los ictiosaurios aparecieron hace unos 250 millones de años, a principios del Triásico. Habían evolucionado a partir de reptiles terrestres, de forma parecida a como, mucho tiempo después, evolucionaron las ballenas y delfines a partir de mamíferos terrestres. Los ictiosaurios se parecen a los peces modernos y a los delfines. Tenían el hocico largo y puntiagudo y, generalmente, en las mandíbulas tenían un gran número de pequeños dientes cónicos para atrapar presas pequeñas, como peces y cefalópodos. Las partes duras de las presas, como las espinas de los peces y los picos de los calamares, se retenían sin digerir en el estómago y se regurgitaban. Algunas especies, como Thalattoarchon, un ictiosaurio de más de ocho metros de longitud que vivió en el Triásico medio, hace unos 245 millones de años, eran superdepredadores, equipados con grandes dientes con forma de cuchilla para capturar presas de gran tamaño.
Las medusas ocupan prácticamente todos los nichos oceánicos, desde las regiones tropicales a las regiones polares y se ha documentado que pueden alcanzar profundidades de hasta 10.800 metros. Dos investigadores del Instituto de Tecnología de California, EE.UU., Simon R. Anuszczyk y John O. Dabiri, han deseado aprovechar estas extraordinarias propiedades de las medusas para generar con ellas robot biohíbridos, ciborgs medúsicos, capaces de explorar todos los rincones de las profundidades oceánicas.
Los meteoritos son pedazos de rocas que caen del cielo y alcanzan la superficie terrestre, procedentes de las profundidades del espacio interplanetario. Cada uno de ellos tiene largas historias que contar, historias que hablan de su formación en distintos lugares del Sistema Solar, de choques con otros cuerpos celestes a energías extraordinarias que levantaban nubes de escombros y los lanzaban de nuevo al espacio, y de enormes bolas de fuego que sorprenden a los humanos al chocar con la atmósfera y caer en la Tierra. Una vez aquí, muchos son encontrados por cazadores de meteoritos, personas que dedican todo su empeño en recoger estos restos para engrosar colecciones y facilitar muestras a la ciencia, muestras que nos permiten conocer un pedazo de la historia del Sistema Solar. De todo ello hablamos con José Lanza García, autor del libro ‘Cazadores de Meteoritos’.
La biología, aunque no solo ella, está repleta de fenómenos sincronizados, que pueden incluir sincronía en la reproducción de ciertas especies, sincronización de los ciclos circadianos que alinean a los seres vivos con el ciclo del día y la noche o, como podéis escuchar en este capítulo, sincronía en el comportamiento de poblaciones de animales o en determinados ciclos fisiológicos en nosotros los humanos. La causa por la que algunas especies de luciérnagas sincronizan su emisión de pulsos de luz mientras que otras no lo hacen y, en nuestra especie, el asunto de la sincronización de los ciclos menstruales entre mujeres que viven juntas sigue siendo materia de estudio.
Vivimos en un planeta singular, rico en agua, un recurso que, aunque presente en otros lugares del Sistema Solar, solo en la Tierra se encuentra en sus tres estados físicos en la superficie: sólido, líquido y gaseoso. El Sol calienta las masas de agua en ríos, lagos y océanos y las convierte en vapor que, al ascender, se enfría, forma nubes y, cuando las condiciones son adecuadas, cae de nuevo a la superficie en forma de lluvia o nieve. Así funciona el ciclo hidrológico, un ciclo que no solo sustenta ecosistemas enteros, sino que tiene un impacto significativo en el clima y en fenómenos meteorológicos, algunos de ellos extremos, como son las sequías o inundaciones. José Carlos Fernández y Luis Gimeno, investigan en la Universidad de Vigo las variaciones en el transporte de humedad y su relación con las sequías en un entorno climático cambiante.
Dos grupos de investigadores, el primero de Basilea, Suiza y el segundo de la Universidad de Harvard, en los Estados Unidos, aúnan sus esfuerzos para descubrir un nuevo antibiótico y también su modo de acción, que resulta igualmente bastante novedoso. La primera investigación consistió en el descubrimiento de un nuevo antibiótico que se produce a partir de una fuente un poco improbable desde el punto de vista de lo que se sabe de cómo funcionan los antibióticos. La segunda consistió en tratar a una paciente con un bacteriófago de la flora intestinal que era capaz de atacar la bacteria que la infectaba. El resultado fue una importante lección para los doctores y los investigadores que estudian terapias que combinan antibióticos y de bacteriófagos.
Cuando observamos los restos neolíticos en un museo, encontramos multitud de herramientas de sílex, como cuchillos, puntas de flecha, raspadores, etc. Son herramientas hábilmente talladas, pero aparecen inconexas y dispersas porque, al faltar restos de madera y otros materiales, nos hacen pensar que aquellas gentes eran toscas y atrasadas. Esta fue mi percepción hasta que tuve la oportunidad de conocer el trabajo de Juan F. Gibaja sobre el yacimiento de La Marmotta, ubicado en el lago Bracciano, cerca de Roma, Italia. Este yacimiento excepcional se encuentra en el fondo del lago a 11 metros de profundidad y ha conservado los restos de un poblado y multitud de enseres: canoas de grandes dimensiones, herramientas completas utilizadas en labores agrícolas, arcos y flechas, cestos, semillas de cereales, opio, etc., objetos que muestran la complejidad de las poblaciones neolíticas.
En esta ocasión me ha apetecido tratar de unos de los misterios de la ciencia que aún no han sido resueltos, y de los que ya hablaba hace algo más de cuatro lustros, en julio de 2003. Se trata de los misterios de la materia oscura y de la energía oscura. Seguramente no te sorprenderá la afirmación de que, tras más de 20 años de investigación en astrofísica y cosmología, todavía sigue sin esclarecerse lo que son la materia y la energía oscuras. No obstante, se han realizado ciertas observaciones, tanto por el Observatorio de Interferometría de Ondas Gravitatorias, más conocido como LIGO por sus sigas en inglés, como con el Telescopio espacial James Webb que comienzan a inclinar la balanza en favor de algunas hipótesis y en detrimento de otras.
Dos especies se disputan el título de canguro más grande: Procoptodon goliah y Sthenurus stirlingi. El canguro Procoptodon goliah, que vivió durante el Pleistoceno, alcanzaba los 2,7 metros de altura y pesaba entre 200 y 240 kilos. Tenía en las manos dos dedos muy largos equipados con grandes garras, probablemente para agarrar las ramas y acercarlas a la boca. Vivía en regiones semiáridas del sur y el este de Australia, y también se han encontrado huellas fósiles en la isla Canguro, frente a las costas de Australia Meridional. Sthenurus stirlingi alcanzaba una longitud total de 3,5 metros y un peso de 240 kilos. Tenía la cola más corta y gruesa que los canguros actuales, el cuello corto y los brazos largos.
A pesar de lo que el título pueda sugerir, hoy nos acercamos a la ciencia real, donde los protagonistas son seres humanos: personas normales con ideas tan brillantes como, aparentemente, absurdas. Unas ideas rozan los límites de lo que se considera científicamente serio. Sin embargo, en la mayoría de los casos, sí es ciencia seria; aunque también es delirante, divertida y capaz de hacernos dudar de la cordura de algunos científicos. Diseñar una alarma de wasabi, proponer una autocolonoscopia, administrar viagra a hámsteres para investigar el jetlag, hacer que campeones olímpicos naden en sirope o construir un repelente electromagnético de adolescentes son solo algunas de las investigaciones reales magníficamente contadas por nuestro invitado, Pablo Palazón, en su libro “Ciencia Idiota”.
Se ha calculado que, cada día, el cuarenta por ciento de las bacterias marinas son destruidas por los bacteriófagos. Los restos de las bacterias muertas sirven así de alimento a otras bacterias o acaban depositados en el fondo marino. La parte positiva de esta historia es que un mayor conocimiento de la biología de estos interesantes virus bacterianos puede ayudar a desarrollar nuevas armas contra las bacterias patógenas. Hoy Jorge Laborda habla de lo que contaba al respecto hace algo más de dos décadas, y cuenta algunos de los avances más recientes que se han llevado a cabo sobre dos de los aspectos que mencionaba entonces: el papel de los bacteriófagos en la lucha antibacteriana y el sorprendente papel que algunos bacteriófagos pueden desempeñar en el desarrollo de ciertas enfermedades autoinmunitarias.
Imagina un ejército de diminutas máquinas autopropulsadas, armadas con misiles radiactivos, moviéndose dentro del cuerpo en busca de células tumorales. Esto, que podría parecer sacado de una obra de ciencia ficción, es precisamente el tema de la investigación que Cristina Simó ha desarrollado durante su tesis doctoral, cuyos hallazgos han sido publicados en la prestigiosa revista Nature Nanotechnology. Esas pequeñísimas máquinas autopropulsadas son los “nanobots”, nanopartículas diseñadas para desplazarse activamente dentro del cuerpo. La investigación se ha centrado en emplear estos nanobots para combatir el cáncer de vejiga, un tipo específico de cáncer que, aunque actualmente pueda ser tratado con éxito, suele reaparecer con el tiempo. Los resultados han mostrando la capacidad de los nanobots para localizar y acumularse en los tumores de la vejiga, logrando una reducción de tamaño de hasta el 90% en ratones de laboratorio.
Hoy es imposible para cualquier mente razonable negar que algo extraño está sucediendo al clima del planeta. Los científicos llevan avisando de este asunto desde al menos los años 80 del siglo pasado. No obstante, hace veinte años, si había o no calentamiento global era aún debatido, no solo en base a datos climáticos, sino también en base a intereses económicos. Muchos científicos, sin embargo, se embarcaron sin esperar más en proyectos de investigación que perseguían estudiar la capacidad de algunos organismos para adaptarse a lo que probablemente iba a suponer un problema creciente: el aumento de la temperatura y la disminución de las precipitaciones en muchas partes del mundo. Compartimos lo que se decía entonces y analizamos algunas enseñanzas derivadas de ello.
Durante un paseo por lugares donde pasta el ganado, no es difícil observar cómo los excrementos de los animales se convierten en hervideros de vida. La figura más llamativa entre ellos es el escarabajo pelotero, un insecto de cuerpo negro que se afana empujando con sus patas traseras una bola de excremento varias veces más grande que él. Aunque estos animales son los más destacados, existen muchos otros que, como escucharemos en la entrevista con Joaquín Hortal, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), contribuyen con su gran diversidad y variedad de funciones a la descomposición de excrementos. El estudio, realizado en 38 localidades de todo el mundo, ha permitido evaluar la biodiversidad y el funcionamiento de estos descomponedores de estiércol en diferentes lugares, climas y bajo distintos regímenes de gestión agrícola. Publicado en ‘Nature Communications’, el estudio muestra cómo la intensificación agrícola y ganadera, así como las prácticas de gestión, impactan de manera diversa en la biodiversidad y los ecosistemas.
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Comments (11)

Pelegrín Samblás

¡Interesantísimo!

Jun 5th
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Bole Romero

Mala ciencia

Feb 5th
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Bole Romero

Mira q m molaba ste programa pero post como este me desaniman. No creo q la inteligencia sea algo tan facilmente cuantificable. En fin! Una estupidez d post. Masculino, claro.

Feb 5th
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Bole Romero

Eres bueno tío

Nov 3rd
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Ivan Alexis Nocua Benitez

Hace mucho que no me descargan sus episodios, por favorecer solucionenlo

Feb 14th
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Fernando Présiga

sigo el programa cada semana desde Colombia, ciudad de Manizales. Muy bueno. Les agradezco todo el conocimiento que nos comparten

Dec 18th
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Mario Santos Puentedura

Guau! y que será lo que marca la diferencia en la activación de uno de los tipos de neuronas en nosotros los humanos?

Oct 29th
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esteban martinez

me ha encantado el episodio, super bien narrado con aportes musicales que transmiten bien las sensaciones, un saludo.

Sep 30th
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Luis Santiago S. F.

El fascinante viaje de la ciencia contado de una forma especial.

Feb 28th
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esteban martinez

de lo mejor que hay para escuchar ciencia actual

Jan 4th
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Alejandro Leone

excelente programa

Nov 16th
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