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Los 25 programas más recientes de CIENCIAES.COM en un solo podcast. Aquí tienen reunidos a: Hablando con Científicos, Ciencia y Genios, Ulises y la Ciencia, La Ciencia Nuestra de Cada Día, Zoo de Fósiles, Vanguardia de la Ciencia, Seis patas tiene la vida, Océanos de Ciencia, Quilo de Ciencia, Ciencia Extrema, El Neutrino, Ciencia Fresca y Cierta Ciencia.
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El porcentaje de la población mundial mayor de 65 años en 2021 era del 9,69%, en el rango de lo que se predecía que iba a ser en los años 80 del pasado siglo. Este porcentaje sigue creciendo en los países más desarrollados. Hoy, el Dr. Grande Covián nos ilustra de manera magistral como él solía hacerlo, sobre los problemas planteados por la nutrición en la edad avanzada y la importancia de esta para mantenernos en buena salud el mayor tiempo posible antes de que las malas noticias nos alcancen. Como podréis comprobar, las enseñanzas del Dr. Grande Covián siguen siendo válidas, aunque han transcurrido más de cuarenta años desde que las publicó por primera vez.
Los chimpancés, nuestros parientes más cercanos en el árbol evolutivo, siguen sorprendiendo con sus habilidades cognitivas. Un estudio realizado en la Estación Biológica Dindefelo, Senegal, ha revelado un comportamiento fascinante de los chimpancés cuando cazan hormigas guerreras para alimentarse. Las hormigas guerreras son insectos sociales que construyen nidos bajo tierra, ocultos entre rocas, raíces y hojas caídas. En el hábitat de sabana de Dindefelo, estos nidos son escasos y difíciles de encontrar, lo que obliga a los chimpancés a utilizar la memoria espacial y episódica, junto a herramientas elaboradas con ramitas que insertan en los nidos para extraer a los insectos. La investigación demuestra que los chimpancés no solo son capaces de recordar la ubicación de los nidos de hormigas guerreras ocultos, sino que también regresan a ellos a lo largo de varios años. El estudio ha sido publicado en la revista Communications Biology y el primer autor es Andreu Sánchez Megías, estudiante de doctorado de la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona e investigador en el Instituto Jane Goodall España en Senegal.
El gen ASPM fue el primer gen involucrado en el crecimiento del cerebro que se descubrió. No solo eso, sino que también fue el primer gen involucrado en el crecimiento cerebral del que se demostró que una de sus variantes había sido positivamente seleccionada a lo largo de nuestra evolución. En las últimas dos décadas, se han descubierto otros genes que también han desempeñado una función importante en que algunos humanos puedan disfrutar de la capacidad llamada inteligencia. Tal vez uno de los más significativos sea el gen MCPH1, que produce la proteína llamada microcefalina, y que, como su nombre sugiere, posee variantes patológicas que causan microcefalia. Además del MCPH1, en los últimos veinte años se han descubierto al menos nueve genes que pueden ejercer algún efecto sobre la talla del cerebro o de determinadas regiones de este.
Imaginemos un viaje por el espacio interestelar, observando las estrellas como enormes fábricas donde se forjan los elementos químicos que componen toda la materia que conocemos. Desde el comienzo de Universo, las fraguas estelares han ido convirtiendo los átomos más pequeños, hidrógeno y helio fundamentalmente, en átomos cada vez más pesados. Y no solamente se han limitado a crearlos, además los han ido diseminando por todo el Cosmos. Así, poco a poco, el Universo se fue enriqueciendo de carbono, oxígeno, nitrógeno, hierro y toda la variedad de átomos que ahora nos forman a nosotros y a nuestro pequeño mundo habitado. Cada átomo tiene su propia historia que investigadores como Adriá Casanovas, nuestro invitado en Hablando con Científicos, se esfuerzan en descubrir. Adriá se ha centrado en estudiar cómo se creó un átomo muy pesado y especial cuya formación ha intrigado a los científicos desde hace tiempo: el Plomo 204, un tipo de átomo clave para comprender el origen y evolución de nuestra galaxia y el Sistema Solar.
En el episodio de hoy, el Dr. Grande Covián nos ilustra sobre los principales conocimientos sobre la nutrición y el deporte que ya eran conocidos en la década de los 80 del siglo pasado, e incluso antes. Estos conocimientos siguen siendo de plena actualidad, y me temo que tan ignorados como lo eran en aquella época por los deportistas y la población en general. El Dr. Grande comienza así su artículo: La alimentación del deportista ha estado, y continúa estando, influida por toda suerte de creencias infundadas acerca del papel de los alimentos en el desarrollo y mantenimiento de la capacidad física del hombre, con olvido de los conocimientos científicos que poseemos. Os invitamos a escuchar sus explicaciones.
Cuando hablamos de emociones pensamos en sentimientos como la alegría, la tristeza, el miedo, el amor o la envidia, por mencionar algunas de las más comunes. Para muchos de nosotros son sentimientos típicamente humanos, aunque la ciencia nos está demostrando que también forman parte de la vida de muchos otros animales como perros o delfines, por ejemplo. En un mundo en el que la inteligencia artificial (IA) está cobrando cada día más protagonismo, muchos se preguntan: Ya que la IA puede resolver ecuaciones, crear imágenes inéditas, escribir relatos originales, generar música o mantener conversaciones más o menos inteligentes con los humanos, ¿puede aprender a tener o sentir emociones? El investigador Alberto Hernández, nuestro invitado en Hablando con Científicos, propone, en un artículo publicado en Scientific reports, un marco genérico de autoaprendizaje emocional para máquinas. Os invitamos a escucharlo.
Hace siglo y medio, en 1870, el geólogo estadounidense Benjamin Franklin Mudge descubrió en Kansas los restos fósiles de un ave con dientes. En 1872, envió los restos a Othniel Charles Marsh. Sin embargo, Marsh no reconoció de primeras la importancia del fósil, puesto que creyó que las mandíbulas dentadas no pertenecían al ave, sino a una nueva especie de reptil marino, al que llamó Colonosaurus mudgei en honor de su descubridor. El ave recibió el nombre de Ichthyornis, “ave-pez”, debido a la semejanza de sus vértebras cóncavas con las de los peces. En 1873, al extraer los fósiles de la roca, Marsh reconoció su error. Ichthyornis se convirtió en la primera ave fósil con dientes conocida, lo que reforzó la teoría de la evolución de Darwin, y la hipótesis de la relación evolutiva entre las aves y los reptiles.
Es preocupante para los científicos y los seres racionales, en general, el negacionismo de aspectos importantes y vitales de la realidad que la ciencia ha desvelado, como negar que las vacunas sean eficaces para salvar vidas, y en su lugar causen enfermedad y muerte, o negar el cambio climático, atribuyendo oscuros objetivos políticos y apocalípticos a quienes avisan desde hace décadas de su existencia y de sus terribles consecuencias. En mi humilde opinión, el negacionismo es favorecido por el hecho de que lo esencial es invisible a los ojos, como dijo Antoine de Saint-Exupéry en su obra El Principito. Sin duda, lo esencial en ciencia es invisible a los ojos, y solo lo hemos podido ir descubriendo al hacer uso de instrumentos de detección y medida cada vez más sofisticados y empleando nuestra razón, tanto para fabricar esos instrumentos como para interpretar los datos que nos iban desvelando.
Aunque Marte es conocido por su superficie desértica y árida, su atmósfera alberga fenómenos sorprendentes, como la formación de nubes. Estas nubes, similares a los cirros terrestres, tienen una textura tenue y un brillo característico al reflejar la luz solar, incluso llegan a generar fenómenos de halo. El estudio de las nubes marcianas, gracias a misiones como el rover Perseverance y su instrumento MEDA, ha revelado datos inesperados. Uno de los hallazgos más destacados es la variación en la abundancia de hielo de agua en la mesosfera marciana durante el solsticio de verano, a altitudes superiores a los 35-40 km. Estas variaciones están asociadas con el calentamiento de la atmósfera durante el periodo estival. Hoy exploramos estos fascinantes descubrimientos con Daniel Toledo, investigador del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) y miembro del equipo científico de la misión Mars 2020, quien nos ayudará a comprender cómo estas observaciones contribuyen a desentrañar los secretos del agua en el clima marciano.
Hoy, el Dr. Grande Covián nos introduce por la excentricidad de las dietas de moda, en particular por la llamada dieta de Hay, popularizada en España en los años 80 del siglo pasado. Comienza así su artículo: “La aparición de nuevas dietas destinadas, al parecer, a curar todos los males de la humanidad doliente se sucede con tal rapidez que es prácticamente imposible estar al tanto de todas ellas. El éxito pasajero que tales dietas alcanzan, aun las más descabelladas, muestra claramente la credulidad del género humano, su escasa capacidad crítica y su falta de información en cuanto a cuestiones relacionadas con la nutrición se refiere. Muchas de estas dietas son pronto olvidadas y no vuelve a hablarse de ellas, lo que parece indicar que los resultados obtenidos no han debido estar a la altura de las esperanzas que despertaron”. Escuchad con atención lo que el Dr. Grande Covián nos cuenta al respecto, porque estoy convencido de que sus enseñanzas os van a traer a la mente problemas sociales que siguen de plena actualidad.
Los cetáceos son animales sorprendentes en muchos sentidos. Algunos, como las ballenas, tienen un tamaño enorme, tan grande que se han ganado el sobrenombre de “gigantes del mar”. Otros, como los delfines y las orcas, destacan por su inteligencia y su capacidad para desarrollar soluciones únicas a problemas complejos. Además, hay cetáceos que se comunican mediante un lenguaje sofisticado, con el que transmiten cultura y enseñanzas de generación en generación, de forma similar a los seres humanos. Aunque puedan parecer peces, en realidad son mamíferos. Respiran aire, tienen sangre caliente y cuidan a sus crías alimentándolas con leche materna. Pero sus habilidades van mucho más allá, como podemos aprender en el libro Historia de las ballenas y otros cetáceos, cuya autora, Ana J. Cáceres, es nuestra invitada en Hablando con Científicos.
El tráfico ilegal de fauna silvestre, incluyendo cuernos, pieles y otras partes de animales, se realiza a través de puertos internacionales, donde los biomateriales, e incluso animales vivos, son ocultados y camuflados en contenedores. El intenso volumen de tráfico internacional de mercancías hace imposible que las autoridades puedan inspeccionar exhaustivamente todos los contenedores que llegan a los puertos.Una alternativa a la tecnología son los perros sabuesos entrenados para detectar olores procedentes de los materiales traficados. Sin embargo, estos son demasiado grandes como para introducirse a fondo por todos los recovecos de los contenedores. Un grupo de investigadores de Tanzania, Sudáfrica, Bélgica y Estados Unidos ha unido esfuerzos para estudiar un animal mucho más pequeño que un sabueso, pero con un olfato de sensibilidad similar, e incluso superior, que podría ser entrenado para identificar partes de animales, animales vivos, drogas o incluso armas. Ese animal es la rata gigante africana.
Los microorganismos son los ingenieros invisibles que habitan en cada rincón del planeta, en una cantidad y diversidad inimaginables. Se estima que existen más de un billón de especies distintas, y el número total de individuos es tan grande que requeriríamos un número con 30 ceros para expresarlo. La inmensa mayoría de estas especies aún son desconocidas para la ciencia, lo que garantiza trabajo para los microbiólogos durante muchos años. Olga Sánchez, nuestra invitada en Hablando con Científicos, es catedrática en la Universidad Autónoma de Barcelona y ha publicado recientemente un artículo sobre estos fascinantes microorganismos, incluidos los que habitan en las profundidades del océano. Hoy nos habla sobre estos minúsculos habitantes, tanto marinos como terrestres, la mayoría de los cuales viven aportando beneficios a otros seres vivos, incluidos los humanos.
Poco antes de morir, Kafka publicó un relato relacionado con la nutrición, y los extraños y tal vez absurdos personajes de los ayunadores, relato que el Dr. Grande aprovecha sesenta y cuatro años después de su publicación, es decir, en 1988, para ilustrarnos sobre los límites del ayuno. Jorge Laborda nos invita a escuchar las sabias palabras del Dr. Grande Covián, pronunciadas con su propia voz y estilo, que, como sabéis, ha podido rescatar gracias a la inteligencia artificial.
Todos esperamos que un terremoto haga vibrar el suelo bajo nuestros pies; es algo normal, y para medir ese movimiento existen los sismómetros. Sin embargo, estos aparatos detectan muchas otras vibraciones que no tienen nada que ver con movimientos sísmicos: la traca final de las fiestas del pueblo, la euforia de la afición local cuando su equipo marca un gol, los saltos de la multitud en un concierto, el paso de un camión de gran tonelaje, etc. Estos son pequeños movimientos del terreno que se suman a muchos otros, como los generados por las olas del océano, la lluvia, el viento y otros fenómenos naturales. Así, junto a las ondas generadas durante un terremoto, los sismómetros detectan muchas otras vibraciones en forma de un ruido de fondo difícil de interpretar: el ruido sísmico. Hasta hace poco, el ruido sísmico se descartaba en los estudios por considerarse una señal inoportuna, pero ahora, gracias a investigaciones como las de Jordi Díaz, nuestro invitado en Hablando con Científicos, se ha convertido en una fuente de información muy interesante.
Aunque los euriptéridos no son realmente escorpiones, algunos, como Terropterus, que vivió hace aproximadamente entre 440 millones de años, tenían una gran semejanza con ellos. Poseía una cola en forma de aguijón curvado, que podía proyectar hacia adelante por encima de la cabeza y el tercer par de apéndices recuerda a las pinzas de los escorpiones. Algunos podían salir a tierra firme, como demuestra un rastro fósil de seis metros de largo y 95 centímetros de ancho descubierto en 2005 en rocas del Carbonífero de Escocia. El tamaño y la anatomía de las patas que dejaron el rastro se corresponde con un ejemplar de 1,6 metros de longitud del euriptérido Hibbertopterus. Las patas, de distintos tamaños, se movían a la vez, y el animal reptaba despacio, con movimientos torpes, arrastrando la cola.
Hoy hablamos de la empatía. esa capacidad tan social y humana de sentir o, al menos, comprender lo que siente el otro, de ponerse en su lugar, y de anticipar sus deseos y sus acciones. Si la capacidad empática no hubiera aparecido, ya en las especies de animales ancestros de la nuestra, y no se hubiera potenciado más aún a lo largo de nuestra propia evolución, probablemente la especie humana no habría podido sobrevivir hasta nuestros días. Hoy, la empatía por el prójimo sigue siendo una fuerza civilizadora e integradora fundamental, que, por supuesto, radica en la estructura y función de ciertas zonas cerebrales.
Lo que somos está contenido en nuestro ADN, una inmensa biblioteca distribuida en 23 pares de “salas”, nuestros cromosomas, donde las instrucciones se escriben con un alfabeto de solo cuatro letras. En el ADN hay más de 6.000 millones de estas letras. La información se copia en cada célula desde el embrión, en un proceso que no está exento de errores. Normalmente, estos errores no tienen consecuencias, pero en muy raras ocasiones, el cambio de una sola letra puede tener efectos dramáticos. Ese es el caso de la progeria, una enfermedad genética extremadamente rara que provoca un envejecimiento prematuro. En el Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas, Ignacio Benedicto Español y su equipo buscan nuevas vías para tratar esta enfermedad.
El doctor Grande Covián, a mediados de los años 80 del pasado siglo, nos informaba de que el ayuno ya había sido estudiado como un medio de alargar la vida. Entre otras cosas, decía lo siguiente: “Muchos de los entusiastas de la dieta macrobiótica parecen creer, equivocadamente, que se trata de una idea nueva. Pero la esperanza de prolongar la vida mediante la moderación en el consumo de alimentos es, en realidad, una idea muy antigua, que fue ya considerada en los escritos de la medicina china (Huang Ti) hace más de tres mil años. Hace unos dos mil quinientos años, Pitágoras de Samos, en un tratado que lleva, precisamente, el título Macrobioi, recomendaba el uso de una dieta frugal como medio de alcanzar una vida larga.” Hoy Jorge Laborda nos invita a escuchar aquel escrito con la voz de Grande Covián clonada por IA.
Los íberos, una civilización que habitó las regiones costeras orientales y meridionales de la península Ibérica durante la Edad del Hierro (siglos VIII-I a.C.), solían incinerar a sus muertos y enterrar las cenizas en necrópolis. Pero no actuaban así con los recién nacidos. En varias excavaciones se han encontrado restos de bebés enterrados sin incinerar en el interior de las viviendas. ¿Qué sucedió con estos niños? ¿Tuvieron una muerte natural o fueron sacrificados siguiendo algún ritual macabro? La respuesta a este enigma se encuentra en un estudio publicado en Journal of Archaeological Science, cuya autora principal es la estudiante de doctorado Ani Martirosyan, nuestra invitada en Hablando con Científicos.
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¡Interesantísimo!
Mala ciencia
Mira q m molaba ste programa pero post como este me desaniman. No creo q la inteligencia sea algo tan facilmente cuantificable. En fin! Una estupidez d post. Masculino, claro.
Eres bueno tío
Hace mucho que no me descargan sus episodios, por favorecer solucionenlo
sigo el programa cada semana desde Colombia, ciudad de Manizales. Muy bueno. Les agradezco todo el conocimiento que nos comparten
Guau! y que será lo que marca la diferencia en la activación de uno de los tipos de neuronas en nosotros los humanos?
me ha encantado el episodio, super bien narrado con aportes musicales que transmiten bien las sensaciones, un saludo.
El fascinante viaje de la ciencia contado de una forma especial.
de lo mejor que hay para escuchar ciencia actual
excelente programa