Cruzo la frontera entre España y Portugal, en coche, para visitar los antiguos barrios árabes de Alfama y Mouraria de Lisboa, el corazón más profundo, ecléctico y original de la presencia musulmana en Portugal. Me acompañan la lectura de las páginas de Fernando Pessoa, las películas de Wim Wenders, el sonido del fado y las canciones del mar. Hago una escala en el puerto de la ciudad donde nací; Cagliari, en Cerdeña, una isla en el centro del Mediterráneo que, en los años 60, todavía muchos considerada el “último far west” de Italia.Escuchar audio
Continúo mi viaje por mar, de Levante a Ponente, imaginando desembarcar en ciudades como Esmirna, Alejandría y Beirut, acompañado por la lectura de “Levante” (Philip Mansel) y “Océanos sin ley” (Ian Urbina) y los relatos y las memorias de mi abuelo, marinero, que trabajaba como señalador en los buques de guerra de la Marina italiana durante la Segunda Guerra Mundial. Escuchar audio
Desembarco en el Pireo, el puerto de Atenas, para buscar los rasgos y la memoria de una historia que empieza el 24 de julio de 1923, hace justamente un siglo, con la firma del Tratado de Lausana. Acuerdos con los que la comunidad internacional legitimaba el primer gran éxodo de la historia moderna. Un millón y medio fueron los cristianos de habla griega que de Anatolia y Tracia fueron repatriados a Grecia. 500 mil, en cambio, fueron los griegos de confesión islámica trasladados al nuevo Estado turco, nacido del desmembramiento del Imperio Otomano tras el final de la Primera Guerra Mundial.Escuchar audio
Empiezo mi viaje en Estambul, el cuarto lugar más sagrado del islam, después de La Meca, Medina y Jerusalén y continuo con rumbo a Salónica «la ciudad de los espíritus» lugares únicos en la historia de las relaciones entre oriente y occidente, entre el mundo romano, griego bizantino, cristiano ortodoxo, judío y musulmán. Quiero conocer la ruta de los Balcanes, occidentales lugar de tránsito y corredor clave para los migrantes que proceden a Europa de Oriente Medio, Asia y África.Escuchar audio