El don de Piedad tiene como efecto propio el sentido de la filiación divina. Nos mueve a tratar a Dios con la ternura y el afecto de un buen hijo hacia su Padre y a los demás hombres como a hermanos que pertenecen a la misma familia.
Necesitamos el don de fortaleza para superar miedos y comodidades, para afrontar riesgos y dificultades. Estamos muy marcados por la debilidad y los apegos. Necesitamos audacia para cumplir nuestra misión.
El don de Consejo da prudencia a la hora de hablar y de escuchar, capacidad para tomar y ayudar a tomar decisiones acertadas; orientar en el buen camino, corregir y alentar.
El don de Ciencia nos da a conocer el verdadero valor de las criaturas en su relación con el Creador. Facilita al hombre comprender las cosas creadas como señales que llevan a Dios. Nos hace distinguir lo que viene de Dios (que nos acerca a Él) y lo que viene del maligno (que nos aparta de Dios).
Mediante el don de Entendimiento llegamos a tener un conocimiento más profundo de los misterios de la fe. El Espíritu Santo ilumina la inteligencia con una luz poderosísima.
El don de Sabiduría nos concede “saborear” el amor de Dios que entregó a su Hijo en la Cruz por cada uno de nosotros. Nos da una iluminación que viene del Espíritu Santo, que nos permite una comprensión profunda de nosotros mismos y de los demás.
Nuestra fe cristiana nos trae una antropología revelada, donde con su muerte en la Cruz Jesús viene a liberar al ser humano de la esclavitud del pecado y con su resurrección nos da una naturaleza divina capaz de amar y cumplir los mandamientos. Esto significa para el creyente un combate para el cual a través del bautismo Dios nos concede unas virtudes que tienen que ser ejercitadas cada día. Y en esta visión del ser humano, los dones del Espíritu Santo son auxiliares de las virtudes para el combate de cada día.
La enseñanza cristiana sobre los dones del Espíritu Santo se encuentra en el contexto de una antropología revelada, o sea de una visión del hombre que nos trae la buena noticia de nuestra fe cristiana
La enseñanza cristiana sobre los dones del Espíritu Santo se encuentra en el contexto de una antropología revelada, o sea de una visión del hombre que nos trae la buena noticia de nuestra fe cristiana.
La enseñanza cristiana sobre los dones del Espíritu Santo se encuentra en el contexto de una antropología revelada, o sea de una visión del hombre que nos trae la buena noticia de nuestra fe cristiana