El final de la historia, en el que Virginia se ve favorecida con un título nobiliario y unas joyas de origen antiquísimo.
La familia Otis busca desesperadamente a Virginia; pero ella regresa para anunciarles una sorprendente noticia.
Virginia se encuentra con el Fantasma de Canterville y lo consuela. El fantasma se asombra de la valentía de la joven y conversa con ella acerca de aquello que lo liberará; después, se le lleva con él.
Los gemelos gastan tantas bromas al Fantasma que éste, resfriado y cansado, decide no aparecerse más.
El fantasma hace su segunda aparición, pero la familia sigue burlándose de él, lo que entristece mucho al pobre espectro. Entonces prepara su venganza, de la que no sale precisamente triunfante...
Sucesos misteriosos, como una mancha de sangre que reaparece después de lavarse, intriga a los nuevos habitantes del castillo de Canterville, pese a que los americanos prefieren hablar de cosas más “actuales”. El Fantasma hace su aparición.
Oscar Wilde contrapone el temperamento inglés con el estadounidense: Lord Canterville advierte al Ministro sobre los horrores del castillo, quien responde que está encantado de comprar, incluso, al Fantasma de Canterville.