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El podcast de Francisco Marhuenda
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El podcast de Francisco Marhuenda

Author: La Razón

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Escuche cada día la opinión de Francisco Marhuenda en el podcast del director de La Razón.
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o podemos acostumbrarnos a que las chapuzas sean la técnica legislativa que caracterice al Gobierno socialista comunista y sus aliados. Es la marca de fábrica del sanchismo. El Tribunal Constitucional, antes de la llegada de Cándido Conde-Pumpido, ha venido censurando que se introduzcan modificaciones legales utilizando proyectos o proposiciones de ley que no tienen nada que ver. Es un despropósito que refleja tanto el desprecio por el Poder Legislativo como la impericia de sus autores. Un buen jurista jamás actuaría de esta forma, pero vivimos tiempos en los que florecen en la izquierda radical personajes como el presidente del Constitucional, Segoviano, Montalbán, Díez, Balaguer, Urías, Pérez-Royo o Martín Pallín que son antes sanchistas que juristas. Por ello, no nos sorprendamos ante las futuras sentencias o pumpidazos que modifiquen la doctrina del Constitucional para ajustarla a los intereses de La Moncloa y sus aliados.
Es difícil entender que alguien critique el acuerdo alcanzado para la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). En primer lugar, están las interpretaciones sobre las razones que han conducido a que Sánchez lo haya aceptado. Lo razonable sería pensar que la presión europea es muy importante y que ha hecho lo que tenía que hacer. Una acción unilateral cercenando la independencia de los jueces hubiera sido un despropósito inimaginable, pero es lo que querían sus poco recomendables socios comunistas e independentistas.
Ha tardado cinco años, pero finalmente se ha alcanzado un acuerdo que garantiza la independencia del Poder Judicial y abre camino a una reforma legal que cumpla las exigencias europeas. La separación de poderes, en lo que hace referencia a la Justicia, queda garantizada, aunque es una lástima que no se extienda al Ejecutivo, despolitizando y descolonizando la Administración, y al Legislativo, ya que el Congreso actúa como una marioneta al servicio del Gobierno socialista comunista. Las reacciones en contra son muy clarificadoras, porque ponen de manifiesto que los socios de Sánchez mienten descaradamente y que están frustrados al no conseguir el control del CGPJ.
No hay que sorprenderse. Los ataques brutales a los rivales es algo habitual desde la Transición. Es bueno recordar que le hicieron la vida imposible a Adolfo Suárez. Fueron campañas inmisericordes que afectaban a su partido y sus dirigentes. Cuando dejó la política cambió la actitud, pero es bueno tener memoria. La utilización de la Justicia ha sido, también, algo habitual. Ahora intentan manipular a la opinión pública asegurando que el PP no quiere renovar el CGPJ y que los escándalos que afectan a políticos socialistas o a la familia del presidente del Gobierno son una invención. Hay que respetar la presunción de inocencia, pero el PSOE, las asociaciones y las fundaciones que controla y sus aliados nunca lo han hecho. Ayuso es una máquina de ganar elecciones. Cuenta con un apoyo abrumador entre los madrileños. Es algo que no puede aceptar la izquierda política y mediática. Los inventos sobre discrepancias con Feijóo son patéticos. Es algo tan habitual en las tertulias y las informaciones de los periódicos, las radios y las televisiones que resulta hilarante. Esta obsesión la comprobamos ayer con la ampliación de la denuncia del PSOE y Más Madrid contra su pareja.
A estas alturas todo parece indicar que tiene la victoria al alcance de su mano. La izquierda política y mediática europea tiene por costumbre analizar las situaciones de forma sesgada confundiendo los deseos con la realidad. Por un lado, están los buenos y por el otro los malos.
Ni Sánchez ha resuelto el conflicto con el independentismo catalán ni tiene una mayoría de izquierdas en el Congreso. A esto hay que añadir que no controla el Senado. En este último caso ha optado por una nueva chapuza legislativa para colocar una enmienda para modificar la Ley de Estabilidad Presupuestaria en el proyecto de ley de paridad.
A estas alturas nadie puede ser tan ingenuo para no saber cómo se las gasta Sánchez. Ha demostrado que es un político implacable y sin principios, ya que acepta la mentira como forma de acción política. Felipe González acierta al calificar la amnistía de «infecta». Lo sucedido define muy bien lo que es y representa el sanchismo. La reacción airada por los problemas judiciales que afectan a su familia ha conducido a la pretensión de imponer una agenda de reformas para controlar a los jueces y amordazar a la prensa. Es la expresión de una inquietante deriva autoritaria. Es cierto que cuenta con el aplauso de personajes menores como Pérez Royo, Urías o Martín Pallín, pero la realidad es que la inmensa mayoría de juristas, tanto del mundo académico como de la magistratura y la fiscalía, están en contra de su ofensiva contra el Estado de Derecho y la separación de poderes. Ni la jefatura del Estado ni el PP, que es el partido más importante de España, reaccionaron ante los problemas judiciales de la forma que ha hecho Sánchez.
Por supuesto que no. La izquierda política y mediática no puede soportar que Milei derrotara al peronismo. Era el fin del régimen corrupto de los Kirchner, pero además abría una nueva etapa para recuperar la economía de un país hermano con el que nos unen lazos tan sólidos como profundos. Desde entonces, recibió críticas, insultos y desplantes. A Sánchez y sus aliados les gustan los regímenes populistas y corruptos iberoamericanos. El disparate llegó al extremo de que el bocazas oficial del Gobierno, Óscar Puente, aseguró que Milei consumía drogas. Los permanentes exabruptos del estrafalario ministro muestran una incontinencia verbal insólita y le descalifican para el cargo. Me he preguntado muchas veces por qué se denigra actuando como mamporrero. No se respeta a sí mismo. Milei hizo unas declaraciones muy inoportunas, aunque luego se confirmó que, efectivamente, la mujer del presidente estaba siendo investigada por tráfico de influencias y corrupción. Hay que respetar la presunción de inocencia, aunque los sanchistas y sus medios de comunicación no lo hagan. No hay que actuar como Puente.
He de reconocer que la actuación de Conde-Pumpido me produce estupor. El proceso de mutación constitucional lleva un ritmo acelerado. Nadie sabe dónde puede acabar. Ha decidido que el TC actúe como máximo intérprete de la ley y suplante al Supremo en esta función. Es cierto que no consiguió ser presidente de su sala penal, pero no quiero creer que sus decisiones respondan a un insólito deseo de desquite. En esta ocasión ha decidido anular caprichosamente la condena de la exministra Magdalena Álvarez por el fraude de los ERE. A estas alturas podemos constatar que el poder de Conde-Pumpido es ilimitado y se ha arrogado una capacidad interpretativa que desborda las previsiones de la Carta Magna sobre las funciones de este Tribunal.
ocasión ha descubierto la diversidad de España. Hay comunidades que son insulares, otras son costeras y el resto están en el interior. No creo que nadie se hubiera dado cuenta hasta escuchar al portavoz del PSOE en el Congreso. Los españoles creíamos que eran todas iguales. No sé si nuestro país es un caso único en el mundo, pero reflexionaré sobre ello e incluso leeré algún libro que me ilumine sobre si somos o no singulares. Tras descubrir López la rueda ahora toca profundizar en la materia. La primera conclusión es que es necesaria una financiación singular para Cataluña. Otra es que estamos ante un proceso multilateral.
investidura a cambio de la amnistía. Me temo que se ha aficionado a este sistema en el que la ideología y los principios éticos no importan. ERC le ha puesto sobre la mesa una serie de exigencias que son un auténtico escándalo, porque consagrarían mayores privilegios, incluido, el referéndum. No hay que llamarse a engaño. La investidura de Salvador Illa sería a cambio de una financiación singular para Cataluña. Es decir, que se fastidien el resto de las comunidades ya que recibirán menos recursos y estarán sometidas a los caprichos del sanchismo. ERC sufre una crisis profunda y no se venderá a cambio de unas baratijas. No creo que acepte el chantaje de Sánchez, pero nunca se sabe.
Las declaraciones de Sánchez son muy preocupantes, porque confirman una incuestionable deriva autoritaria. Por supuesto, aderezadas de esa falsa superioridad a la que nos tiene acostumbrados. Ha anunciado que desarrollará una legislación europea que no ampara amordazar a los medios de comunicación críticos con el Gobierno socialista comunista y controlar al Poder Judicial para que persiga, por ejemplo, a la pareja de Ayuso y se abstenga de investigar a su familia. Todo ello me reafirma en que la Fiscalía no puede asumir las funciones de instrucción que desarrollan los jueces. Tras escuchar y leer al líder del PSOE puedo imaginar qué sucedería en todos los procedimientos que afectan a las personas o instituciones desafectas, así como el desistimiento que se produciría con los familiares, los amigos y los clientes del gobierno y sus aliados. Ahora quiere aprobar una ley de libertad de los medios que quiere acabar con su libertad.
El título elegido para enmascarar la amnistía me pareció hilarante y pretencioso desde el primer día. No sé a quién se le ocurrió algo tan pomposo como «amnistía para la normalización institucional, política y social en Cataluña», ya que refleja fielmente el fin ilegítimo de la norma aprobada. En primer lugar, porque la normalización era tan grande que los independentistas han gobernado desde la celebración de las primeras elecciones tras finalizar la aplicación del artículo 155 CE. Por tanto, los partidos que protagonizaron la rebelión, tal como la definió Sánchez, contra el Estado de Derecho han tenido una actividad normal. Algunos cabecillas fueron condenados por el Supremo y otros huyeron de la Justicia, aunque ahora regresarán como héroes gracias a Sánchez.
cuenta con un abrumador apoyo de una parte muy importante de los medios de comunicación. En cambio, el PP vive con enorme complejo e inseguridad sus políticas de pactos. Se pasa la vida pidiendo perdón. Es algo que siempre le acaba pasando factura. A esto hay que añadir que el PSOE siempre le engaña. Le ha pasado en Cataluña y el País Vasco. El poderoso aparato propagandístico de Moncloa, liderado fanáticamente por José Miguel Contreras, es una impresionante maquinaria de la desinformación que tiene como correa de transmisión a todos aquellos que no quieren que gobierne el centro derecha.
ASánchez le molesta que hablemos de sanchismo y que recordemos su inquietante giro hacia la izquierda populista iberoamericana. El problema es que no solo no hace nada para desmentirlo, sino que lo confirma con sus actos. He de reconocer que me recuerda esos boxeadores noqueados a los que la desorientación les hace golpear al aire buscando a su rival. Ha perdido cualquier atisbo de alegría y se mueve con la rigidez de uno de esos fríos robots de la primera serie de Star Trek. En breve será capaz de eclipsar a Diana Morant. Es lo suficientemente listo para saber que se ha quedado sin legislatura. Por supuesto, intentará aguantar como cualquier desesperado que se agarra a un clavo ardiente, pero no podrá aprobar ninguna ley relevante en el Congreso. La única salida es cederle la presidencia de la Generalitat a Puigdemont y enviar a Salvador Illa al Vaticano como embajador.
a deriva peronista de Sánchez es tan inquietante como alejada de la realidad. Estamos ante una huida hacia adelante que le conduce al desastre, pero parece que no quiere entender que no tiene un título habilitante para pisotear nuestro ordenamiento constitucional. Esperaba que el resultado de las elecciones europeas en España y el resto de la UE le hicieran reflexionar para regresar a la centralidad, pero ha sucedido todo lo contrario. Es posible que le apoyen los comunistas, los antisistema, algunos independentistas y los antiguos dirigentes del aparato político y militar de ETA, pero es un mensaje de autoritarismo brutal apoyado por todos los que son enemigos declarados de la España constitucional.
Este martes se ha publicado la ley de Amnistía en el BOE. Es la mayor indignidad política perpetrada por un presidente del Gobierno desde la Transición. Por ello, su mandato será recordado por haber comprado el cargo como sucedía con algunos oficios públicos en el Antiguo Régimen. Se ha tomado su tiempo en mandarla al BOE para demostrar tanto su poder ante Puigdemont como que no le urgía. Es bueno recordar que en otras ocasiones lo ha hecho al día siguiente de su aprobación por las Cortes.
dirigentes socialistas y las voluntariosas interpretaciones de los medios sanchistas tras el fracaso de Sánchez y sus aliados en las elecciones. Es posible que piensen que los españoles somos tontos y que compramos la basurilla propagandística monclovita. Hay una serie de datos objetivos que ponen de manifiesto que el sanchismo es un barco que navega a la deriva y que hace aguas por todos lados. Por una parte, Sumar se ha hundido y Podemos ha reaparecido con nueva fuerza.
El sanchismo ha intentado sin éxito minimizar o esconder la clara derrota que sufrió Sánchez. Les preocupaba que hubiera sido mayor y que provocara el fin de la legislatura y, por supuesto, de sus cargos y sus chollos. Los análisis de la izquierda mediática fueron excéntricos, aunque no voy a negar que resultaban voluntariosos e imaginativos dentro de la desesperación ante un escenario desfavorable. Hay que recordar que es una derrota muy importante del gobierno de coalición. Entre los aliados, es bueno recordar que ERC paga, una vez más, su papel como monaguillo de La Moncloa. En breve lo serán de Illa. Al PSC le ha ido bien, como era previsible, con un 30% de los votos, aunque también al PP, dentro de sus expectativas, con casi un 14%. Este dato es muy importante para que Feijóo no olvide que su enemigo es Sánchez y el PSOE.
El romanista español más prestigioso, Antonio Fernández de Buján, me recordaba el otro día que Cicerón definió con gran acierto los tres elementos que necesita una democracia para funcionar: que los políticos sean honrados, que el pueblo sea culto y que las leyes sean justas. Los clásicos siempre son una buena fuente de inspiración. La izquierda radical y populista no quiere que se cumplan estas tres premisas. No es algo que afecte solo a España, sino que existe un hilo conductor en todo el mundo. Cualquier duda sobre esta afirmación queda resuelta con un somero conocimiento de la Historia y la política internacional. Es algo que hemos visto y seguimos viendo en la izquierda extremista iberoamericana que está sirviendo de inspiración al sanchismo. El castrismo, el kirchnerismo y el sandinismo, por citar algunas de las terribles enfermedades que afectan a la izquierda, se caracterizan por su corrupción, el desprecio por la educación libre de la población y la injusticia en sus normas legales. España sigue siendo una gran democracia en el marco de la Unión Europea. Nunca agradeceremos bastante formar parte de ese club de democracias que tiene mucho camino por recorrer y que vigila que no se produzcan desvíos en la defensa del Estado de Derecho y la separación de poderes.
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