Alguien se baña en el piso de arriba, generando este poema de purificación dedicado a Fabio Morábito.
El regusto que dejan los placeres ya vividos hace un tiempo, enumerados por logradas imágenes poéticas.
Sobre las sorpresas que nos reservan las cajas, pues todas parecieran ser la caja de Pandora.
Dedicado a la hija del autor, este poema habla del cambio, del saber mudarse y también modularse.
Cuarteto poético formado por objetos cotidianos, personajes y reflexiones que anuncian las vicisitudes de una mudanza.
Poema en el que se suceden imágenes frenéticas que ralentizan ese momento de la caída sobre la lona: “la plancha que fractura el fulgor en mil astillas”.
Súplica a esta ave que anuncia la llegada de la mañana, la luz del sol y otros enfrentamientos.
Las calaveritas de azúcar son un pretexto para recordar a las abuelas y esas memorias cotidianas que las envuelven, ya en la lejanía.
Como para un caballo en el derby, el día se sucede con prisas y atropellos.
El escenario de aquel famoso balazo descrito en la época contemporánea con desencanto y humor.
Los turistas observan el vaivén de los personajes del puerto: los que piden monedas, los que las lanzan, colas obscuras que se hunden entre las olas, una sirena que se abre paso para restablecer la esperanza.
En el desfile de las emociones, sólo los niños son capaces de reconocer a la felicidad.
El poeta, editor y narrador nos habla de sus obras y comenta las lecturas que seguirán a continuación.