Encontrando a Jesús

El Evangelio y las epístolas de Juan cuentan la historia de un Dios que es amor y que "tanto amó al mundo" que envió a su Hijo unigénito, para que "no perezcamos, sino que tengamos vida eterna" (Jn 3:16). Este Hijo, Jesús, "se hizo carne y vivió entre nosotros" (Jn 1:14) para revelarnos este Dios de amor (Jn 1:18), para darnos su vida por nosotros en amor (Jn 10:11), y para reunirnos en una comunidad de amor (1 Jn 4:9-11) que compartirá el amor de Dios con el mundo entero (1 Jn 3:16-18).
El Evangelio de Juan nos invita no sólo a aprender acerca de Dios, sino también a entrar en una relación amorosa e íntima con Dios, en la que Dios permanece en nosotros y nosotros permanecemos en Dios. En el Evangelio de Juan se nos asegura que somos hijos predilectos de Dios: "Miren qué amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios; y eso es lo que somos" (1 Jn 3:1). Ya no los llamo siervos, dice Jesús a sus discípulos en el Evangelio de Juan, sino que los he llamado amigos, porque les he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre" (Jn 15:15). La conexión íntima que Jesús disfruta con el que él llama "Padre" es la misma conexión íntima que se nos ofrece cuando permanecemos en él. Así como el Padre me ha amado a mí, así también yo los he amado a uste-des; permanezcan en mi amor" (Jn 15:9). Habiendo recibido este amor y permi-tido que nos cambie, encontramos que somos más capaces de amar a los demás: "Le amamos porque él nos amó primero" (1 Jn 4:19).
Nuestra esperanza es que a través de esta ofrenda de reflexiones y lecturas diarias tú te acerques más a Dios y te conviertas en canal del amor de Dios en el mundo.