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Grandes Reportajes de RFI

Author: RFI Español

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"Grandes reportajes de RFI", un programa que permite, detrás de las noticias, explorar un tema, un lugar, una problemática. Con nuestros reporteros en el mundo entero.

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Con el auge de Instagram y Tiktok, las islas Lofoten en Noruega, han cobrado una notoriedad inesperada, atraen anualmente a más de un millón de turistas pese a tener una población de 25 mil habitantes. Este sobreturismo empieza ya a tener efectos nocivos, la degradación de áreas naturales, el excremento de humanos en jardines y cementerios, pero también la pérdida de identidad. El rorbur, la típica casita roja de los pescadores se ha convertido en el símbolo máximo del airbnb ocultando poco a poco siglos de tradición pesquera. Reportaje elaborado con la colaboración de Edoardo Malvenuti A principios del siglo XIX, cuando el invierno llegaba a Noruega, los pescadores del extremo norte del país sabían que había llegado la hora de dejar las labores de la tierra para dirigirse a Lofoten y, a punta de remo, empezar la temporada del bacalao. La travesía duraba días en los que, envueltos en pieles y alumbrados por las auroras boreales y las pocas horas de luz que el invierno nórdico les permitía, ellos remaban y remaban hasta tocar puerto. Exhaustos, volteaban sus botes y se protegían allí de los vientos invernales; otros, los más afortunados entraban en unas casitas rojas, el color más barato de la época y cerraban los ojos a la espera del inicio del día de pesca. Hoy, dos siglos después, las mismas islas que antes hervían de comercios, de vida y de pescadores, han ido vaciándose poco a poco, las fábricas pesqueras desapareciendo y los residentes locales han visto llegar a nuevos pescadores: turistas pescadores de instantes y repetidores de experiencias. Hoy, capturar lo bello con una ráfaga de fotos, congelar y maximizar con filtros el instante de un lugar remoto para soltarlo luego en el mar de las publicaciones de Instagram o de la red social de preferencia, se ha vuelto la norma. Publicar, consumir y ser consumido, parece ser el lema de hoy y del turismo de masa que inunda hasta los lugares más remotos del mundo como las islas Lofoten, pese a encontrarse a 150 kilómetros del círculo polar ártico.  Tal vez, la maldición de Lofoten empezó hacia el 2005 cuando la National Geographic catalogó la playa de Uttakleiv como el lugar más romántico del mundo. Desde entonces, todo fue cuesta arriba - o cuesta abajo-  y solo se acentuó con la masificación de las redes sociales y el auge las compañías lowcost.  Esta playa que antes solo recibía a sus 12 residentes y a algunos visitantes esporádicos, de pronto llegó a recibir, en un solo verano, hasta 250 mil personas. Un caso similar es el de la montaña de Reinebringen, pese a no ser de las más altas de Noruega es muy famosa por las vistas espectaculares desde sus cimas. Ella recibía en 2020 a unos 50 mil turistas, en 2024, la cifra aumentó drásticamente a 250 mil visitantes.  Sin embargo, en Lofoten el sobreturismo no golpea visualmente como en las grandes ciudades. Al ser un territorio vasto con una población pequeña y diseminada, su presencia se percibe en detalles, al principio sutiles,  para luego imponerse con toda su fuerza sin dejar espacio a dudas. En Stamsund, una ciudad de mil habitantes perteneciente a la isla de Vestvagoy, donde ni siquiera existe una farmacia, la imposición del airbnb como modelo de negocio se revela a través de pequeñas cajas negras de seguridad colocadas sistemáticamente al lado de las puertas de los rørburs, las casas típicas de los pescadores que hoy se han convertido en el hotel de moda de los turistas de todo el mundo. Los rørburs, sobrevivientes del pasado y símbolo del airbnb Estas casitas que son hoy la foto postal más conocida de Lofoten dan cuenta en realidad de la historia de las islas y de una identidad que parece tambalearse a medida que el turismo de masa se impone. Jack, un carpintero y residente de Stamsund, observa los cambios en las islas sin mayor apego, sabe que en las condiciones económicas actuales, el turismo es necesario para la población, pero lo que sí parece conmoverlo es la madera y las construcciones actuales que utilizan el nombre de "rørbur" Llaman rorbur, a todas estas casas nuevas que están cerca del mar. Pero no es un rorbur en lo absoluto. Tienen azulejos en el baño y calefacción en el piso y tienen ventanas ventanas. Así que ni siquiera es una copia. Solo tienen el mismo color. Son pequeños hoteles. Es solo un nombre Actualmente, Jack tiene un proyecto importante, renovar un rorbur de unos 100 años de antiguedad y que se encuentra en la bahía de Steine. Amante de la madera y del trabajo delicado de las antiguos carpinteros, Jack observa que cada pieza de ese antiguo rørbur fue elegida y unida con cuidado. Un cuidado y un tiempo de trabajo que casi parecen incompatibles con el ritmo vertiginoso de hoy.  Creo que este (rørbur) es bastante especial porque es de madera y está muy bien hecho … La madera ha sido trasladada desde el sur en barcos. Las trajeron aquí desde Trondelag y Helgeland, porque aquí en esta isla no tenemos madera ni bosques como estos (...)  Soy carpintero de profesión. Y me encantan estas cosas antiguas. Yo podría utilizar mi motosierra y hacer lo que tengo que hacer, Pero veo que lo han hecho todo a mano y apenas hay espacio entre las vigas. Y han trabajado mucho para que quede tan bonito. Así que, por ejemplo, ahora que voy a hacer esta puerta, tengo que usar mi motosierra y quitar la pared de madera, y ay, me duele tener que matar esta pared. Pero quedará bonito       Silent Steine: revivir una bahía y revivir a los rørburs El trabajo de Jack se enmarca en un proyecto más grande, forma parte del ambicioso deseo de repoblar una antigua bahía de pescadores que hoy se encuentra deshabitada. Repoblar es, tal vez, una palabra muy grande, por lo pronto, el proyecto de Evan, amigo de Jack, implica restaurar y renovar los rørburs que han sobrevivido los embates del tiempo. El objetivo, dice, Evan, no es turístico, él como otros residentes advierte que con la llegada del turismo de masa, lugares como Steine pueden convertirse rápidamente en estaciones turísticas y enterrar la memoria de la isla. Es particular, pero tanto la memoria de los pescadores y de la época del bacalao como otros eventos que marcaron la vida de los habitantes de entonces, siguen presentes en el discurso de hoy. Una de las primeras cosas que recibe al foráneo al llegar a Steine es una inmensa placa conmemorativa en honor a personas que fallecieron en 1906. Escrito en Noruego es difícil obtener más detalles, sin embargo, al poco tiempo de conversar con Jack y sin que se lo hubiésemos pedido, la explicación aparece.  La montaña se derrumbó. Fue una avalancha. Nieve, rocas y todo eso cayó sobre Steine. ¿Ves esa piedra? Esa roca enorme cayó en esa época. Fallecieron diecinueve personas que tenían entre 16 y 60 años. La tormenta se llevó la iglesia y también el hospital se quemó o se volcó. La carretera estaba antes en la costa, en el mar. Esa era la carretera. Mi viejo amigo venía desde lejos en su bote trayendo la leche a Steine. Dos veces al día venía. Hoy, todo eso ha quedado atrás, los rørburs de hoy - que no lo son - incluso tienen su propia televisión con cable y todo.   Frente al temor de que una nueva avalancha de turistas se lleve definitivamente lo que queda de Antigua Steine, Evan ha ido comprando los rørburs de la zona con un solo objetivo:  Preservar la memoria. Sí, eso es lo que estoy tratando de hacer. Renovar algunas de las cabañas y, tal vez más adelante, alojar a algunas personas y decirles que pueden vivir como pescadores durante unos días, pero no como turistas. Quiero renovarlo tal y como era antes, pero hacerlo de la manera correcta y no poner una televisión ni todas esas cosas.   Robert Capa también pasó por Stamsund Hoy en Stamsund solo existen dos supermercados para los mil habitantes permanentes. No existe ni farmacia ni hospital ni un bar. El único que cumple esas funciones el hotel del pueblo que es también el único y donde los precios no necesariamente invitan a multiplicar la clientela. Existe también un salón de té con un carrot cake buenísimo que es, probablemente, el único punto de encuentro social en Stamsund.  ¿Ves ese salón de té? Ningún lugar ha sido tantas cosas como ese salón de té. Al principio fue un prostíbulo, luego fue una farmacia, luego ni me acuerdo qué fue, pero ahora es un salón de té, dice Berit una residente de Steine, a unos 10 minutos en auto de Stamsund. Berit creció con los pescadores y los rørburs, ella recuerda los tiempos previos a 1980, cuando el mar de Noruega aún hervía de bacalao y cómo eso atraía a miles de pescadores. La bonanza de las islas y de Stamsund era tal que la tía de Berit logró que el famosísimo reportero de guerra y fotógrafo Robert Capa desvíe su trayectoria y vaya a Stamsund a observar la pesca del bacalao  No sé si él trabajaba para la revista Life o para quién. Era 1952, los Juegos Olímpicos se celebraban en Oslo y él ya estaba aburrido, quería volver a casa, pero le dijeron que no, que tenía que ir a cubrir la pesca del bacalao en las islas, y en realidad se suponía que debía ir a Svolvaer, porque es la capital de Lofoten. Siempre ha habido rivalidad entre Svolvaer y Stamsund... Cuando iba de camino, conoció a mi tía en el barco. Probablemente ella era tan habladora como yo. Así que ella le dijo: «No, no vas a ir a Svolvaer, vas a ir a Stamsund y te vas a quedar con mi familia», y así lo hizo. Se quedó aquí y tomó muchas fotos (...) se quedó con mi familia durante mucho tiempo. Como forma de retribución, invitó a mis padres y a mi tío y tía a París. Les dijo: «Cuando vayan a París, búsquenme». Así que fueron a París para reunirse con él, pero a él lo habían enviado a una reunión o algo así y les dejó un mensaje para que fueran a la agencia de fotografía Magnum y tomaran todas las fotos que quisieran. Escogieron algunas y Robert Capa también les dijo que podían ir a un restaurante y que pusieran todo en la cuenta de él. Así fue como estas fotos llegaron a Lofoten. El teatro y la cultura para preservar la memoria La memoria en St
A medida que la violencia se ha intensificado en los últimos años en Colombia con la creación de varios grupos disidentes de las FARC, algunos intentan consolidar la paz firmada en 2016. Un grupo de una decena de ex-combatientes de la guerrilla de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) se ha lanzado en el sector de la moda, creando una red de confección de prendas de vestir junto con las víctimas del conflicto armado y ciudadanos voluntarios. Hoy, emplea a cientos de ex-guerrilleros y víctimas del conflicto. Esto a pesar del dolor, el miedo, las amenazas de muerte, la estigmatización y la falta de financiación. Escuche el reportaje completo de nuestra corresponsal en Bogotá, Najet Benrabaa En una pequeña casa de dos pisos en el barrio de Bosa, en el sur de Bogotá. Una decena de mujeres están sentadas frente a sus máquinas de coser. Estamos en el taller colectivo Las Soberanas por la Paz. “Tenemos cinco máquinas planas, una botonadora, una máquina collarín, tenemos dos fileteadoras, una mesa de corte, una troqueladora…”, menciona Patricia Piedrahita Carvajal, directora de este taller desde su creación en 2017.  Mientras algunas costureras están delante de las máquinas de coser, otras están escogiendo la ropa del día que van a terminar con la impresión de un dibujo directamente en la camisa o en el jersey. Son dibujos de cómic o de dibujos animados como Snoopy, Los Simpson o Mafalda, el personaje argentino que dice “aquí nadie se rinde” o Bart Simpson diciendo “todo este maldito sistema está mal”. También hay mensajes feministas como “No somos competencia juntas, somos resistencia”.  “Hace cuatro años creamos la Asociación Asocunt que es una asociación agroecológica donde hay cuatro emprendimientos: Soberanas por la Paz, Aromaticas Kinde, la tienda Suma + Paz, y la Granja Agroecológica. A mí me dijeron que pues que liderara el proyecto textil. Ahí ya nos entregaron las máquinas y empezamos a recibir capacitaciones”, recuerda Patricia.  Para entender un poco tu historia, ella cuenta cuales son las razones por las que ingresó a la guerrilla. “A mí lo que me motivó fue que el Estado colombiano, los paramilitares, asesinaron a mi mamá cuando yo tenía cinco años. Entonces no es como el pueblo a veces juzga a los excombatientes que dicen que nosotros fuimos asesinos, fuimos secuestradores, no, nosotros para ingresar a la guerrilla, primero fuimos víctimas. Nosotros fuimos víctimas porque nos asesinaron a mi mamá, a toda nuestra familia, nos quemaron la casa, nos sacaron de la casa corriendo después de estar con una y otra familia viviendo. Ya cuando llegamos a cierta edad nos tocó ingresar a las FARC porque no tuvimos otra oportunidad ni nos dejaron otro camino. Sí, Entonces por donde nosotros íbamos con el solo apellido ya sabían que éramos hijas de un guerrillero. Entonces, ¿qué nos pasó? Nos tocó ingresar a la guerrilla para luchar por nuestros derechos. Yo creo que tenía como unos 16 años”, rememora.  La hermana de Patricia, Rosa Amalia Piedrahita, también formó parte de las FARC. Renunció a su pasado de combatiente para construir una paz sin armas. Ahora está terminando el montaje de una sudadera. “Esta máquina es una fileteadora. Con ella se hacen bordes para que la tela no se despegue, no se descosa y para que la prenda quede confeccionada de la mejor manera. O sea, para que le dé estética a la prenda que se va a confeccionar”, detalla Rosa.  Para las hermanas Piedrahita se acabaron los uniformes militares, las armas y los campamentos en la selva. Ahora son costureras y trabajan junto a civiles. Muchos de sus compañeros son víctimas del conflicto armado y como ellas desean consolidar la paz.  Como Luz Amparo Gaitán Cruz. Ella se unió al taller para capacitar a las mujeres de la organización, supervisa el trabajo del taller y pasa de mesa en mesa durante todo el día para dar sus instrucciones de cómo confeccionar chaquetas, sudaderas con capucha, blusas, polos y ropa deportiva.  “Yo soy del Líbano, Tolima, vengo del campo. También fui nacida y criada en una finca de mis padres. Desde muy pequeñita me ha gustado la confesión. A los siete años me decían en la finca que era una abuelita porque ya sabía tejer a mano”, se rememora Luz Amparo. Durante su niñez, en su pueblo existía la guerrilla del M19 y asegura que les tocaba pagarle a ese grupo armado, lo que localmente se le llama una vacuna. “¿Una vacuna para que? Pues para vivir uno tranquilo, en paz. Eso sí, salía uno de la casa, nada se le perdía”, justifica.  Para ella trabajar con antiguas guerrilleras, firmantes de la paz no ha sido difícil. “Yo no las discrimino por eso ni nada, porque todos somos seres humanos, todos tenemos una vida cotidiana. Entre más las pueda apoyar, pues de mí lo que necesiten, estoy ahí firme”, aduce la experta textil.  Así como el grupo Soberanas se activa en el taller para mantener su compromiso por la paz, muchos exguerrilleros han vuelto a tomar las armas. Ahora conforman los llamados grupos de “disidentes FARC” y, según un informe del 2021 del Instituto de estudios para el desarrollo y la paz (Indepaz), el número de miembros de esta guerrilla disidente rondaría los 5.500 combatientes.  A pesar de todo, Patricia y sus colegas aseguran que no se rendirán. Se concentran en su proyecto y en la venta de sus productos. Una parte la encontramos en el centro de la ciudad de Bogotá, en un centro comercial llamado Mercado Concordia. Allí hay una tienda dedicada a lo que producen los ex-guerrilleros y víctimas del conflicto armado. También se pueden comprar otros productos como el biche, una bebida ancestral de los afrodescendientes en el pacífico colombiano, hecha de caña de azúcar. También se destacan productos locales como la cerveza La trocha así como cafés de varias regiones del país.   La tienda se llama SUM+PAZ y su responsable es Béatrice Arenas. Ella vende lo que fabrican los excombatientes y víctimas del conflicto que forman parte del llamado proceso de reintegración a la vida civil.  “Siempre el objetivo es ayudarles a vender sus productos para el proceso de reincorporación de ellos y de sus familias”, explica Beatriz. “Esta tienda la frecuentan más los extranjeros por ser esto turístico. Entonces acá es muy poco el mismo nativo de acá que la conoce porque no se atreven ni tan siquiera a subir por acá. No conocen ni la historia de de esta plaza como está remodelada, pues hay muchos todavía con ese resentimientos, porque al uno decirles a muchos a estos son proyectos de excombatientes que fueron de las FARC, pues ahí hay muchos, dicen no, pues ellos le hicieron mucho daño al país y enseguida ahorita vienen a vender. Entonces eso es falta de que también las personas aprendan a perdonar desde el corazón”, puntualiza la vendedora.  La RENA-C no es la única red que propone esta construcción de la paz a través de la producción textil. Hay muchas marcas, muchos proyectos que se iniciaron justo después de la firma de los acuerdos de paz en 2016 y son completamente independientes. Uno de ellos se llama “Manifiesta” y se encuentra también en Bogotá. Por su parte, la red RENA-C se ha extendido a varias ciudades del país. Y su sede abrirá pronto en Medellín. La red está financiada por organismos internacionales y suma alrededor de 300 exguerrilleros distribuidos en 32 talleres, y más de 1.200 civiles.  Su principal desafío ahora es abrir más tiendas, vender más para perennizar el proyecto. Un desafío a la altura del haber logrado reunir en un mismo taller, cara a cara, a exguerrilleros y a sus víctimas.  
La guerra comercial desatada por el presidente estadounidense, Donald Trump, tiene sus raíces en desequilibrios macroeconómicos que, según los expertos, no serán solucionados por los aranceles. Donald Trump ha vuelto a sacudir el tablero político internacional. El fin de la Segunda Guerra Mundial trajo un consenso internacional para reducir progresivamente las barreras comerciales. Ocho décadas más tarde, las decisiones tomadas avanzan en la dirección contraria. El 7 de agosto entraron en vigor aranceles de entre el 10 y el 50% en decenas de países. Con algunos de ellos se han firmado acuerdos que reducen la tarifa a cambio de un compromiso de adquirir más productos y a invertir en los Estados Unidos. En el Programa Especial de RFI nos hemos preguntado cómo la mayor economía del mundo ha llegado a un déficit comercial con el conjunto del comercio exterior y cómo ha pagado por ello. ¿Ha salido ganando Trump con su estrategia desde su retorno a la Casa Blanca? No es el comercio, es la macroeconomía El déficit de la balanza comercial estadounidense no es un problema comercial, sino macroeconómico: en la base del desequilibrio hay una relación inadecuada entre ahorro y consumo. Esta es la idea principal que defiende el economista italiano Paolo Guerrieri, autor del libro Sovereign Europe (2024) y profesor visitante en Sciences Po París. “Hace casi tres décadas que Estados Unidos registra un déficit en su balanza comercial. Los estadounidenses producen mucho menos de lo que gastan y han podido financiar este déficit de largo plazo gracias al dólar como moneda internacional: otros países invierten en activos denominados en dólares, en negocios estadounidenses o compran su deuda”, explica Guerrieri. Mientras tanto, China se encuentra en una posición diametralmente opuesta. “El mercado chino produce mucho más de lo que puede consumir, con una demanda interna muy débil”, continúa el economista. Es decir, Pekín necesita exportar sus productos al exterior para sostener su crecimiento y reforzar el poder de su moneda. También Europa —y en particular las potencias exportadoras del centro y el norte del continente— se encuentra en una situación similar, con un consumo doméstico europeo insuficiente. Su modelo de crecimiento se ha basado en la exportación industrial, que se beneficiaba de un dólar fuerte que encarecía los productos estadounidenses —mucho menos competitivos—, y que ahora se enfrenta a la amenaza del cierre de mercados. El déficit en bienes se compensa en servicios y con el dólar “Esta es la peor manera de solucionar el déficit comercial”, afirma Fernando Guirao, profesor de historia económica y catedrático Jean Monnet en la Universitat Pompeu Fabra. Guirao explica que Trump podría haber mantenido la apuesta estadounidense por los servicios de alto valor añadido y las nuevas tecnologías, sectores en los que sus empresas siguen siendo más innovadoras y permiten que el país registre una balanza comercial en servicios mucho más favorable. “El déficit comercial se compensa con un superávit en la balanza de pagos”, afirma. “¿Prefieres fabricar zapatillas deportivas o dominar el mundo tecnológico?”. Además, el dólar mantiene su poder omnipresente, lo que permite seguir financiando un déficit que crece año tras año. “El dólar es una moneda con la que puedes endeudarte prácticamente de manera indefinida. Es la divisa de confianza generalizada del sistema”, concluye el profesor. Trump cumple los objetivos estratégicos Ante la pregunta de si Trump ya ha ganado la guerra comercial, la respuesta de nuestros invitados coincide. Ha conseguido condicionar la política comercial a sus intereses geopolíticos, pero solo hemos visto el primer asalto. La cuestión es si los consumidores norteamericanos podrán sostener el incremento de precios que prevén que traigan los aranceles. “Que está consiguiendo lo que él quiere conseguir es posible, pero eso no es una victoria, es el fracaso más grande para los norteamericanos”, dice Guirao, que cree que Washington se sabotea a sí mismo. “La principal economía del mundo tendría que garantizarse el acceso a los mercados y no hacer lo contrario, como está haciendo.” “No hay duda de que los elevados aranceles de Trump se reflejarán parcialmente en el precio de los productos estadounidenses y, por lo tanto, en el bolsillo del consumidor estadounidense. Es sólo cuestión de tiempo”, dice Guerrieri. Si bien es cierto que Trump ha conseguido firmar acuerdos aparentemente beneficiosos con la Unión Europea, Reino Unido, Corea del Sur y Japón, que le prometen inversiones y la compra de determinados productos, la duda permanece en su ejecución. De momento, en Europa el centro de estudios Institute for Energy Economics and Financial Analysis (IEEFA) ya ha levantado la sospecha del compromiso europeo de gastar 750.000 millones de dólares en energía estadounidense, lo que consideran “poco realista” e “improbable”. Europa, incapaz de liderar El problema fundamental es que el resto del mundo ha cedido ante las débiles relaciones bilaterales propuestas por Trump, defiende el profesor Guirao. “Aquí es donde la Unión Europea tenía una responsabilidad, que lleva mucho tiempo arrastrando los pies y debería haber anticipado este fenómeno”. “El mercado europeo debería ser el mecanismo de compensación frente a la arbitrariedad norteamericana. El acuerdo con Mercosur ya debería estar ratificado, pero no es así. Este es el gran fracaso europeo”, añade. Por su parte, Guerrieri coincide en señalar la necesidad de mantener los mercados abiertos para evitar una recesión global. “El superávit comercial de China representará un desafío para muchos otros países. Es evidente que Pekín ya no encontrará una forma fácil de acceder al mercado estadounidense. Por lo tanto, buscará nuevos mercados en Latinoamérica, Asia y Europa, lo que podría ser la fuente de la expansión de políticas proteccionistas fuera de Estados Unidos”, afirma el economista italiano. El multilateralismo está roto Si algo queda claro es que no existen mecanismos de cooperación para afrontar las amenazas que llegan desde Washington. Un imponente edificio delante del lago Leman, en Ginebra, representa mejor que ningún otro sitio ese fin de época del que nos hablan Guirao y Guerrieri. Con 1.300 ventanas y más de 2 kilómetros de pasillos, esta es –desde hace treinta años– la sede de la Organización Mundial del Comercio. En esta fortaleza del comercio internacional trabajan 600 personas de 90 estados distintos. Su principal misión es mediar disputas comerciales entre países de acuerdo al derecho internacional. Sin embargo, en el año 2019 la primera administración Trump bloqueó la renovación del Órgano de Apelación, responsable de emitir fallos vinculantes y decidir sanciones en caso de incumplimientos del derecho comercial. Desde entonces, la organización no puede resolver la decena de disputas que le llegan cada año de los países miembros. El gobierno de Estados Unidos acusa a la organización -ya desde la época Obama- de favorecer a los países en desarrollo, a quienes el acuerdo alcanzado hace treinta años daba un trato preferencial. Pero nunca se había ido tan lejos. Biden mantuvo el bloqueo de la primera administración Trump y, en su segundo mandato, el actual presidente ha desatado de nuevo una guerra comercial contraria a los acuerdos de los que aún son parte, sin apelar a unas condiciones de excepcionalidad ni proporcionar excusas a Ginebra. La complejidad de la reforma El embajador de Noruega ante la OMC, Petter Ølberg, es uno de los hombres responsables de la reforma de esta entidad. Ølberg reconoce ante los micrófonos de RFI la dificultad de cambiar el rumbo en Ginebra. “Dos tercios de nuestros miembros son países en desarrollo, pero los más grandes en términos comerciales son países desarrollados. Lograr el consenso no es fácil. Nos hemos embarcado en este proceso porque la gente está comprendiendo que la forma en que la organización ha estado trabajando no funciona”, afirma quien fuera presidente del Consejo General de este organismo hasta el pasado febrero. “No hemos podido tomar decisiones importantes en los últimos años. Siendo honestos, muy pocas en los últimos 20 años”, continúa Ølberg. Una situación crítica desde el fracaso de las negociaciones de Doha, pero que ahora se agrava. “Desde que Trump asumió el cargo, ha cambiado las reglas del juego. Ahora dicen que el sistema que teníamos, la OMC y las normas multilaterales, ya no funciona. Los aranceles contradicen la idea misma de la OMC”. Conclusiones del “primer asalto” Los expertos consultados para este reportaje coinciden en señalar que las consecuencias serán negativas para la economía estadounidense y la global. Según ellos es aún poco claro si los aranceles permanecerán en el tiempo o la Casa Blanca hará marcha atrás y volverá a la política exterior que ha defendido en los últimos ochenta años. Lo cierto es que -sin embargo- Trump ya ha dado un vuelco a los ingresos ante un déficit en el presupuesto de los Estados Unidos que no para de crecer. Mientras ha aprobado una reducción histórica de impuestos, los ingresos arancelarios del Gobierno estadounidense se han disparado. En junio de este año ascendieron a 28.000 millones de dólares, el triple que en el mismo periodo del 2024, según datos oficiales del Tesoro estadounidense. Una de las preguntas que quedan para responder es si el nuevo orden presupuestario será adicto a esos ingresos para rebajar la deuda. También si los compromisos alcanzados con la Unión Europea llegarán a buen puerto y si los consumidores estadounidenses asumirán el incremento de precios que predicen los economistas. Los expertos coinciden. De permanecer en el tiempo, los aranceles podrían implicar un cambio de época definitivo en el sistema económico internacional. El orden multilateral que ha reinado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial se tambalea una vez más. Ahora, en la Casa Blanca, se hacen negocios país a país.
El estrecho más emblemático de Turquía es también escenario de un colapso ecológico que confronta a la industria con la tradición y que amenaza el futuro de la seguridad alimentaria de Estambul. Este reportaje radiofónico fue realizado por María José Ballén de la Universidad Externado de Colombia, y obtuvo la mención especial de la décima edición del Premio Reportaje de RFI en Español. Escuche el reportaje de la colombiana María José Ballén, estudiante de la Universidad de Externado de Colombia, mención especial de la undécima edición del Premio Reportaje de RFI en Español. Si Estambul, en Turquía, tuviera un alma, esa de seguro sería el Bósforo, el estrecho que la atraviesa por la mitad y es la única conexión del Mar Negro con el mundo. En 2024, solo en los primeros nueve meses del año, 41.363 barcos cruzaron sus aguas según el Ministerio de Transporte e Infraestructura de Turquía. De esos, 15 mil fueron buques de carga, 32 de guerra y 8 mil graneleros, entre otros. Sin embargo, el trafico que se registra en su superficie no tiene comparación alguna con el proceso que ocurre en sus profundidades. Uno del que nadie se ufana, pero del que todos se benefician: la migración reproductiva de peces en invierno desde el Mar Negro al Mar de Mármara, el Egeo y el Mediterráneo en ese orden. Es un éxodo inadvertido ese al que se arrojan millones de peces pelágicos—aquellos que viven en cardúmenes cerca de la superficie—, por las aguas medias del estrecho. Como todas las otras contiendas por los recursos naturales, es igual de silenciosa la sobrepesca indiscriminada que lideran los barcos arrastreros y cerqueros, la cual empuja a las reservas de peces de la región, año tras año, un paso más cerca de un abismo irreversible. Ozman, un pescador artesanal más de la ciudad que presencia la agonía de una tradición sobre la que se han alzado poblaciones enteras en la provincia de Estambul, como Sariyer—un distrito que representa el 40% de la pesca en la ciudad con los 10 mil ciudadanos que solo allí se ganan la vida pescando—, relata: “… va peor con los años, la pesca industrial se lleva todo. Cada vez las maquinas son más grandes y quieren más”. Lo que lo hace una matanza no es que sea masiva, es dónde se lleva a cabo. El Bósforo no es una cuenca abierta, es más estrecho y menos profundo de lo parece. Atravesar este corredor biológico para desovar, y así asegurar sus futuras generaciones en las temporadas de migración, se ha convertido en toda una cuesta para los peces.   A pesar del consejo de los especialistas y las solicitudes de la Unión Regional de Cooperativas Pesqueras de Estambul de prohibir de tajo el uso de métodos industriales nocivos en el Bósforo y el Mar del Mármara, porque las regulaciones actuales hacen poco o nada para paliar los efectos de la caída en picada de este ecosistema, los barcos cerqueros siguen siendo los protagonistas de un retrato: el desabastecimiento anunciado. Las voces que integran la red de esfuerzos congregados alrededor de la defensa del futuro alimentario de Estambul y sus alrededores se encuentran en este reportaje para plasmar el panorama de una crisis que no da espera. Leer tambiénLlegando a home: El béisbol como refugio para migrantes venezolanos en Bogotá En RFI, llevamos una década apostando por el reportaje radiofónico para conocer más de cerca lo que ocurre en el mundo. Por eso lanzamos una nueva edición del "Premio Reportaje de RFI en español”, dirigido a estudiantes de periodismo, a nivel de pregrado o postgrado, menores de 30 años e inscritos en una universidad del continente américano.
En el corazón de Sudamérica, una lengua ancestral se reinventa al ritmo del beat. El guaraní, hablado por millones y cargado de historia, hoy también suena en clave de rap. Desde las aldeas de Misiones hasta los barrios de Asunción, jóvenes raperos lo convierten en poesía, resistencia y futuro. En Europa, todavía hay quienes piensan que los pueblos indígenas de América fueron exterminados durante la colonización. Pero la verdad es completamente diferente: millones sobreviven. Luchando. Resistiendo.  Y con ellos, sus culturas. Sus lenguas. Una de esas lenguas es el guaraní. Tan importante para América del Sur -y para la ciencia- como lo fueron el latín o el griego. De hecho, después de estos, el guaraní es el idioma más utilizado en la nomenclatura científica internacional para referirse a animales y plantas. Se habla a diario en millones de hogares de Paraguay, en el sur de Brasil, en Bolivia y en el norte de Argentina. Pero es en Paraguay donde su fuerza es mayor. Allí, lo hablan seis millones y medio de personas y se escucha tanto —o más— que el castellano. Palabras como mburucuyá, yaguareté o tucán vienen del guaraní. En este país tanto el español como el guaraní son lenguas oficiales. Se usan en el Senado, en los supermercados, en los medios, en los memes. En la tele, en la calle y en casa. Tiene literatura escrita desde hace siglos. Y sí, también tiene rap. ¿Cómo suena el guaraní cuando se sube a una base de trap? ¿Cómo se convierte en arma de identidad? ¿En denuncia? ¿En poesía? Durante siglos, el guaraní y su antecesor cercano -el tupí-guaraní- recorrieron el continente de norte a sur, como los grandes ríos de Sudamérica. Del Caribe a la Amazonía. Del norte de Brasil al corazón del sur: Paraguay. Del corazón al beat Ananá. Caracú. Maraká. Urubú. Palabras que suenan familiares, que muchos usamos sin saber que son guaraníes.  En Brasil, urubú es el buitre. En Argentina, ananá es la piña. Caracú es el centro o el tuétano del hueso. Y es justamente en Argentina, en la aldea Mbororé, del pueblo mbya guaraní, donde comienza esta historia. Luis y Fabián tienen 24 y 26 años. Escucharon rap por primera vez en sus celulares. Veían a Porta, el rapero español, en YouTube o a los Bro MCs, raperos indígenas de Brasil. Así empezaron a rimar. En guaraní. El grupo se llama Hae kuera, ñande kuera. Ellos. Nosotros. “En realidad, nosotros decimos cosas verdaderas. Todo lo que está pasando nomás. La historia. Antes teníamos muchos más monte... Desde hace un tiempo entró gente de afuera, de la sociedad blanca. Entraron e invadieron nuestra selva. Con la motosierra, inclusive ahora mismo estamos escuchando la motosierra. Creo que está haciendo los tablones y eso porque venden todas las cosas y todas las movidas”, explica Luis a RFI. Están en la provincia de Misiones, muy cerca de la triple frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay, donde resisten a la deforestación ilegal cuidando sus bosques como los galos Asterix y Obelix resistían a los romanos. El guaraní es una lengua aglutinante, polisintética, como el alemán. Puede expresar ideas complejas en una sola palabra. Tiene sonidos guturales, nasales, glotales… que no existen en español. Como 'y', que significa 'agua'; 'y guasu', 'agua gigante'. Así se llaman las cataratas del Iguazú. Las mismas que casi se escuchan desde la aldea de Luis y Fabián. Desde allí rapean su rabia, su dignidad. Mientras le visita RFI hace una humedad fresca, huele a selva y a tierra mojada. Ellos escriben junto a un arroyo, mientras su madre les prepara reviro: harina frita sobre leña. “Algunos dicen que los mbya solo quieren ayuda. Que no trabajan. Los políticos sobre todo dicen que nosotros siempre estamos pidiendo. Pero en realidad, no. Si no trabajáramos, no existiríamos hoy. Nosotros estamos en esa resistencia todos todavía. Estamos resistiendo todavía", prosigue Luis.  “La gente de la sociedad blanca a nosotros no les importamos. Al revés, les damos asco por nuestra piel. Porque somos mbya. Que sé yo, hay mucho prejuicio. No podemos salir y caminar tranquilos en la ciudad. Hay mucho odio. Mucha rabia. Mucho prejuicio”, prosigue.  Vivir la vida buscando plenitud Del otro lado del Paraná, a las afueras de Asunción, Paraguay, una calle de piedras y un caminito de tierra roja nos lleva lleva hasta la bella casa de Conan y Miguel, artistas del colectivo Tekovete. Ella pinta murales. Él escribe y rapea. Juntos hacen poesía en guaraní. Y como ellos, muchos jóvenes encuentran en su lengua materna una llave. Una que abre otras puertas. Así lo cuenta Miguel: “'Tekovete' sería desenfocar la palabra hacia la vida en plenitud. Es ser uno mismo, vivir en plenitud. 'Tekove' es 'vida'. 'Teko' es la 'forma de vivir'. Y 'ete' viene de 'verdadero'. Lo que es real, lo que es auténtico. Entonces 'Tekovete' es 'vivir la vida en esa búsqueda de plenitud siendo uno mismo'”. “De eso se trata la plenitud, el poder de contemplación, de estar en un sitio, de compartir, de sentarse en una ronda, tomar un tereré, estar en una ronda del brasero contando en nuestras vivencias, nuestras historias Conan continua: “De eso se trata la plenitud, el poder de contemplación, de estar en un sitio, de compartir, de sentarse en una ronda, tomar un tereré, estar en una ronda del brasero contando en nuestras vivencias, nuestras historias. Antes, por ejemplo, las familias paraguayas se reunían y contaban el famoso caso ñemonbeú, que es como anécdotas de su vida y  veces también con un poco de fábula, como para darle también emoción al cuento. Yo creo que todo eso ese 'Tekovete' tiene mucho que ver con eso con el trovador, el que te cuenta las historias”.  Tekovete hace rap urbano, nacido en la periferia, con historias que hablan de su barrio, de su generación. Sin parar de mutar. Como el propio guaraní, que en Paraguay muchas veces se habla mezclado con el español. Esa fusión se llama jopara. “Vos sabes que antes de hacer rap yo no me sentía representado con lo que escuchaba, con lo que decía, la manera que decían -explica Miguel-. Entonces yo le decía a Conan, yo voy a rapear en guaraní. Voy a hacer temas de que hablen justamente de esos momentos, de nuestro entorno, de cómo vemos nuestra realidad. Tekovete como proyecto es eso, es comentar esos pequeños detalles, que muchas veces no vemos. Es narrar la realidad de nuestras propias vivencias, siendo parte de eso". Hay que cuidar mucho la palabra, porque para los guaraníes originarios la palabra es sagrada "Gracias a esa necesidad de reivindicar, no reivindicar, fortalecer el guaraní,  porque sí, todavía hasta ahora está entre nosotros, pero representarlo de una manera bien estudiada también. Porque hay que cuidar mucho la palabra, porque para los guaraníes originarios la palabra es sagrada. Entonces también Tekovete trata de mantener ese respeto y cuidado hacia la palabra”, aclara.  En la inmensa mayoría de las familias y escuelas son las mujeres -abuelas, madres- quienes transmiten el guaraní. “Sabiendo que hay un poder en la palabra que es el guaraní, que los paraguayos tenemos esa grandiosa herencia maternal y llevamos con nosotros, entonces esa necesidad de poder mostrarle al mundo lo que se puede hacer con el guaraní, que el rap en guaraní puede sonar tan bueno y con tanto estilo y con tanto flow como pueden sonar un rap en Estados Unidos, en Chile, en Perú, en Alemania, sea el idioma que sea", zanja Miguel. Hoy, jóvenes paraguayos y guaraní-hablantes como Miguel y Conan están llevando ese legado a las redes. como TikTok, Instagram o YouTube. Ahí enseñan guaraní, hacen chistes, doblajes, sketches bilingües. Creatividad pura, en dos lenguas que a veces son una. Hay más. Mucho más. El guaraní se canta desde hace mucho en forma de guarania y jahe’o, músicas nacidas en Paraguay y que pocos conocen fuera. Hay hasta blues y hevy metal en guaraní. Incluso Mafalda ha sido traducida a esta lengua. Os invitamos a no dejar de escucharla. A veces está más cerca de lo que crees. En el subte en Buenos Aires, en la Sorbona de París o en un mercado de Madrid, ahí se escucha guaraní.
Actualmente unas 400 personas analizan los datos que recolectó Gaia, la misión de la Agencia Espacial Europea que durante más de una década estuvo en el espacio para crear el mapa de la galaxia más preciso jamás visto hasta ahora. La misión seguirá arrojando descubrimientos hasta 2030. ¿Qué se imaginan cuando pensamos en la vía láctea? ¿Agujeros negros? ¿Colores en medio de la oscuridad? Las imágenes que tenemos actualmente nos dan una idea de un espacio poco conocido por la humanidad, pero Gaia quiere cambiar esto. El principal objetivo de esta misión de la Agencia Espacial Europea, (que está cumpliendo medio siglo de existencia) es diseñar un mapa de la vía láctea en 3D, el más preciso jamás visto hasta ahora y para ello dedicó casi 11 años a observar cerca de 2 billones de estrellas.  Con Gaia la humanidad da un paso histórico en el conocimiento de los enigmáticos luceros, afirma Pedro García Lario, astrónomo de la Agencia Espacial Europea, uno de los encargados de la misión. “Digamos que lo que hace Gaia es básicamente una especie de Google Maps, pero de nuestra galaxia. Lo que nos interesa es saber la posición con la mayor precisión posible del mayor número de estrellas de la vecindad de nuestro sistema solar. Para ello tenemos un telescopio en órbita y ha estado tomando datos durante casi 11 años. Ahora ya tenemos todos los datos disponibles para procesarlos y obtener este mapa tan preciso de la galaxia”, asegura. García cuenta que este telescopio espacial utiliza la técnica de astrometría, que consiste en medir las estrellas basándose en su órbita, que es una órbita situada a 1,5 millones de kilómetros de la tierra en dirección opuesta al sol. “Gaia, en su movimiento orbital, realiza el movimiento de traslación alrededor del sol conjuntamente con la tierra, y eso quiere decir que de un extremo a otro de la órbita la posición de Gaia difiere en el doble de la distancia de la tierra al sol, unos 300 millones de kilómetros. Entonces tiene dos puntos de observación. Uno en un extremo de esta órbita y otro 300 millones de kilómetros aparte, y desde esos dos puntos de observación toma la medida de las posiciones de las estrellas, según van pasando por los detectores en un movimiento giratorio del propio satélite”, indicó. Transmisión de datos a través de tres antenas del planeta ¿Pero cómo llegan los datos de un satélite como Gaia, a la Agencia Espacial Europea? Jorge Fauste, el subdirector de la estación de Cebreros, una antena ubicada a unos 77 km de Madrid, indica que los datos llegan vía la antena: “Se comprimen, se transforman, para llevarlos hacia el control de operaciones en Alemania, donde se interpretan para el mantenimiento y operación de las misiones”.  La estación de Cebreros, es una de las tres antenas que se dedican a apoyar misiones en el espacio profundo y son tres puntos diferentes del planeta porque deben garantizar la recepción de ondas a medida que la tierra gira alrededor del sol.  “Para el seguimiento de sondas en el espacio profundo necesitamos tres estaciones que den cobertura a todo el planeta, localizando estas estaciones a unos 120° de longitud geográfica, de tal manera que la primera estación que la ESA construyó de espacio profundo fue la de Australia y la siguiente tenía que estar a unos 120° de longitud geográfica respecto a Australia. Entonces esa localización geográfica es justamente donde estamos aproximadamente aquí, en Cebreros, en España, y la tercera pues es a unos 120° entre cebreros y New Norcia, que cae más o menos en Argentina”, indica, agregando que con esas tres estaciones casi cubren completamente el planeta. “Los descubrimientos de Gaia son aún inesperados” Gaia ha tenido como principal misión crear un mapa, pero según el astrónomo Pedro García, sus descubrimientos van más allá y ya han mejorado la astronomía en todas las áreas, por ejemplo en la arqueología galáctica: la disciplina que estudia el pasado de las estrellas, que incluyen hasta las que ya murieron.   “Gracias a Gaia, podemos utilizarla como una máquina del tiempo, podemos avanzar en el tiempo y ver dónde van a estar las estrellas dentro de 100.000 millones de años y también retroceder en el tiempo para saber dónde estaban esas estrellas hace miles o millones de años y eso nos permite hacer lo que podríamos denominar arqueología galáctica”, apunta García, agregando que si miramos hacia atrás, hemos visto que el pasado de nuestra galaxia ha sido un pasado muy convulso con canibalismo galáctico. “Es decir, nos hemos tragado otras galaxias menores, aunque han colisionado con la Vía Láctea y ahora reconocemos el efecto de estas colisiones porque nos sorprendemos observando cómo el flujo común de todas las estrellas está perturbado en algunas direcciones”, señala. Además de estas colisiones de galaxia, Gaia también ha encontrado otros descubrimientos que no se esperaban, “Gaia también ha sido capaz de de detectar nuevos exoplanetas y, muy interesante, recientemente también hemos podido detectar un nuevo tipo de agujeros negros que tienen masas intermedias comprendidas entre unas 10 veces la masa del sol y unas 40 o 50 veces la masa del Sol”, añade García, aclarando que este descubrimiento es uno de los últimos que estaban en la lista de lo que no nos esperábamos encontrar”. El big data ha impulsado nuevas misiones espaciales Gaia es considerada una de las primeras misiones de la Agencia Espacial Europea donde se ha hecho uso del Big Data, a tal punto que, cuando fue lanzada, en 2013, sus científicos no tenían muy claro cómo iban hacer posible esta misión tan exigente en volumen de información. Pues, hoy en día, analizan 3 millones de líneas de datos, 142 terabytes y el conocimiento de 263.000 millones de tránsitos de estrellas detectados por Gaia, cuenta David Teyssier, científico de operación de la Agencia Espacial Europea. “Hay que tomar en cuenta que, cuando se desarrolló, obviamente a nivel tecnológico, estábamos muy lejos de lo que permiten hoy en día las computadoras típicamente, pero ya se sabía las cantidades de datos que iba a generar, aunque Gaia ha vivido dos veces más de lo que estaba previsto inicialmente, 10 años en vez de de 5”, cuenta Teyssier.La siguiente publicación de Gaia se espera para 2026 y la última no antes de 2030. Los astrónomos esperan recolectar medidas precisas que les permitan crear ese ambicioso mapa en 3D de la vía láctea, aunque saben muy bien que en esa data hay una infinidad de descubrimientos posibles aún inesperados. 
En una ciudad donde el fútbol es el deporte más popular, cientos de migrantes venezolanos han encontrado espacio en un diamante de tierra roja al occidente de Bogotá. Allí el béisbol no solo se juega, también es un refugio ante lo difícil  que es migrar por necesidad. Esta es la historia de Osiel Morales, un joven receptor que lucha por llegar a las grandes ligas, aunque el mundo aún no sepa que en Bogotá también se juega a la pelota caliente. Escuche el reportaje del mexicano Isaac Vargas, estudiante de la Universidad de los Andes de Bogotá, ganador de la undécima edición del Premio Reportaje de RFI en Español. Al occidente de Bogotá, escondido entre bloques de concreto y avenidas extensas, está el estadio Hermes Barros Cabas. Un campo de béisbol que, más que un escenario deportivo, se ha convertido en territorio simbólico para cientos de venezolanos que han migrado a la capital colombiana. Aquí se habla con acento carabobeño, se celebra con gritos maracuchos y se sueña en voz alta con llegar a las grandes ligas. Uno de esos soñadores es Osiel Morales. Tiene 17 años y migró desde Venezuela hace tres. “Cuando llegué a Bogotá me sentía muy solo, pero el béisbol me ayudó a sentirme en casa”, dice. Cada fin de semana se pone el uniforme del equipo Leones, entrena bajo el sol de la capital colombiana y atrapa pelotas a más de 70 millas por hora como receptor titular. Osiel no está solo. Más del 85% de los jugadores en la Liga de Béisbol de Bogotá son venezolanos, igual que la mayoría de los entrenadores y árbitros. El béisbol se volvió no solo un pasatiempo, sino una forma de preservar la identidad y reconstruir comunidad. Para Osiel, es también una promesa: “Juego para ayudar a mi familia, para que mi hermano no tenga que pasar por lo mismo que yo”. Pero llegar a ser profesional no es fácil. En Bogotá casi no llegan cazatalentos, y las reglas de la Federación Colombiana de Béisbol limitan la presencia de extranjeros en las selecciones departamentales. Osiel sabe que, aunque sueña con representar a Colombia, solo cuatro de los 20 cupos pueden ser para jugadores migrantes. “Es complicado, pero entiendo que este también es su país”, dice. Quien lo entrena lo sabe bien. Yilfran García, exjugador profesional, migró también desde Venezuela y ahora es una figura clave para jóvenes como Osiel. “Si estuviéramos en la costa o en Venezuela, tendría más posibilidades de firmar. Aquí casi no llegan scouts”, explica. Pese a las barreras, Osiel no se detiene. Ha sido preseleccionado por un scout de Cincinnati y sigue entrenando cada semana. Mientras tanto, el estadio Hermes Barros Cabas sigue siendo ese pequeño rincón de Venezuela en Bogotá. Allí donde el béisbol no es sólo deporte, sino también familia, pertenencia y resistencia. En RFI, llevamos una década apostando por el reportaje radiofónico para conocer más de cerca lo que ocurre en el mundo. Por eso lanzamos una nueva edición del "Premio Reportaje de RFI en español”, dirigido a estudiantes de periodismo, a nivel de pregrado o postgrado, menores de 30 años e inscritos en una universidad del continente américano. 
Desde que inició la guerra, Ucrania hizo un llamado a combatientes voluntarios para apoyarlos en el conflicto. Algunos les llaman mercenarios, pero los expertos explican que históricamente las guerras han evolucionado y que no todos los combatientes extranjeros se denominan de ese modo. Sin embargo, organismos como la ONU reconocen que los Estados carecen de leyes robustas al respecto, por lo que impera un riesgo latente de violación a los derechos humanos tanto a la sociedad civil, como a los mismos combatientes.     El Árabe y Jack llenaron el formulario de voluntarios para luchar con Ucrania en la guerra contra Rusia, así se llaman entre ellos por seguridad. Aunque muchos les llaman mercenarios, a ellos no les gusta. Aseguran que viajaron por vocación militar y que se quedaron allí por el pueblo ucraniano. “Lo hacen sentir a uno como en casa” dice el Árabe, quien lamenta el sufrimiento del pueblo ucraniano y lleva más de un año combatiendo con sus fuerzas militares, país que según él, le ha permitido continuar su carrera militar, pues en su natal Colombia no cumplió las exigencias del Ejército. Aunque dice estar feliz por seguir su vocación, el precio ha sido alto. “Yo fui herido en combate, perdí una pierna en Donbás. Fue una situación al bordo de la muerte, perdí algunos compañeros, pero yo soy militar, estoy acostumbrado a todo eso”, cuenta el Árabe, quien defiende su posición de combatiente extranjero: “Cuando uno pisa el suelo del frente, se va da cuenta que la lucha y las motivaciones son distintas. No es lo mismo invadir un país que defenderlo. Yo no soy un mercenario”.  En el momento de la entrevista, este exsoldado colombiano se encontraba en la región de Sumy en el noreste de Ucrania, fronteriza con Rusia, que ha sido fuertemente bombardeada y es objetivo del mandatario ruso Vladimir Putin para anexionarla a su territorio, como ya lo ha hecho con un 20% del suelo ucraniano. Otra de esas provincias Donetsk donde Jack, un ex auxiliar de policía estuvo en combates en 2022. “Yo entré varias veces y salí herido de zona de combate. Allá las batallas son muy diferentes a Colombia. Desde que usted se embarca en el carro y está en zona de combate, eso ya es artillería, drones kamikazes, minas antitanques, minas antipersonas, salen emboscadas”, relató.  Cuenta que empezó a luchar con el ejército ucraniano junto a unos 140 colombianos. De ellos solo 20 quedaron vivos. Corrió con suerte durante ese año y medio que estuvo en Ucrania, regresó a Colombia para recuperarse de sus heridas, pero dice que quiere volver, “yo luchaba porque me nacía defender un país que realmente necesitaba y estaba siendo invadido, haciendo cosas que no debían hacer, porque yo miraba cómo mataban niños, abuelitos, muchachos”. Jack cuenta que la población les pedía que los apoyaran y el volvía a entrar en combates. “Es una guerra, van a ganar o a morir” Los mortíferos bombardeos que a veces se difunden por la red social TikTok donde los mismos combatientes extranjeros hacen llamados a sus connacionales a unirse al ejército de Kiev, no desaniman a los cientos de exsoldados, exvigilantes y expolicías que emprenden su viaje a la guerra en busca de un salario en dólares. “Allá nos pagaban 3.000 dólares, a veces 2.000, 2.500, depende de la línea. Entre más peligro, más pagaban”, explica Jack. Entre más alta es la suma de dinero, más riesgo corren sus vidas, aunque cuentan también que esa suma se puede ver disminuida por casos de corrupción entre los mismos compañeros. El expolicía asegura que todos los que se inscriben en el conflicto conocen los riesgos. “Porque es una guerra, saben que van a ganar o van a morir. No es un juego y si van ansiosos a ganar mucha plata o van para eso, ténganlo por seguro que no van a volver o más de uno vuelve sin extremidades". Según él, un 90% lo hacen por dinero.  Sin embargo, el sargento retirado Héctor Bernal, que asesora a empresas privadas de seguridad y fuerza pública en asistencia médica en combate y reside en Colombia, señala que no todos son conscientes de lo que implica esta guerra.    “Algunos son conscientes, otros no entienden la magnitud del conflicto. Yo siempre les digo: una cosa es el conflicto armado en Colombia, Ucrania es otro nivel, allá no hay soldados y el índice de mortalidad es muy alto porque en este momento se está desarrollando la guerra de los drones, y los explosivos, por eso el índice de muerte en el campo de batalla es muy alto”, señaló Bernal. También se interroga por el objetivo de quienes luchan en Ucrania, “Todos los que han regresado acá a Colombia, han regresado enfermos y sin dinero. Hay unos muchachos que llegaron con problemas psicológicos, estrés postraumático de la guerra”, lamentó. De Ucrania a una prisión rusa A veces también son sus familias las que lamentan esta decisión. Es el caso de Lizeth, la esposa de Miguel Ángel Montilla quién fue capturado por las fuerzas rusas y condenado por mercenariato a 9 años de prisión el pasado abril. Él trabajaba como vigilante en un centro comercial de la ciudad de Cali y su compañera recuerda los planes que hacía al regresar a casa en su bicicleta. “Él empezó a escuchar que necesitan voluntarios para ir a Ucrania y que les pagaban muy bien, que lo que se hacían aquí en Colombia en un año, allá se lo hacían en 15 días, le iluminaron los ojos”, indicó. El viaje de Montilla para mejorar sus condiciones económicas terminó en una prisión rusa y no es el único, pues Moscú castiga con entre siete y 15 años de cárcel el mercenariato. Según la prensa independiente, el Kremlin también utiliza a miles de extranjeros de países como Kirguistán, India o Cuba en su guerra. Para Ulrich Petersohn, profesor de políticas internacionales en la Universidad de Liverpool que investiga el impacto de empresas de seguridad privada y mercenariato en guerras civiles, es una muestra de doble rasero. “A menudo, el término mercenario se usa simplemente para describir a personas que no te agradan o que no te gusta lo que hacen. Por ejemplo, Rusia arrestó a combatientes extranjeros que vestían uniforme ucraniano y los etiquetó como mercenarios. Es un caso donde se aplica una doble moral. En primer lugar, si vestían uniformes ucranianos y eran miembros de las fuerzas armadas ucranianas, merecían el estatus de prisioneros de guerra y no eran mercenarios. Por otro lado, si los rusos se miraran, ellos básicamente hacen lo mismo. Están en el extranjero y emplean, por ejemplo, a sirios en sus fuerzas armadas, pero no los etiquetan como mercenarios”, señaló Petersohn. Un marco legal casi inexistente El marco regulatorio internacional para quienes participan en conflictos en países extranjeros es casi inexistente. Solo unas 37 naciones, entre las que se encuentra Ucrania han ratificado el convenio de la ONU contra el mercenariato que criminaliza esta actividad, pero aceptan la existencia de las llamadas empresas de seguridad privada que en ocasiones proveen servicios de mercenarios y carecen de regulación estatal. Jovana Jezdimirovic Ranito, presidenta del grupo de trabajo de Naciones Unidas sobre mercenarios, reconoce que el caso de Ucrania es difícil de clasificar. “Claro que se trata de un conflicto entre Estados, pero hay diferentes tipos de actores involucrados. Tenemos empresas militares privadas, actores relacionados con mercenarios, y también observamos mucho reclutamiento predatorio, que se refiere a las prácticas en las que un actor recluta en lugares donde la gente se encuentra en una situación económica o social difícil, ofreciéndoles condiciones que no pueden obtener en sus propios países, especialmente en lugares históricamente afectados por conflictos”. Colombia con más de 60 años de conflicto armado tiene cientos de exveteranos y expolicías con experiencia militar, aunque no solo ellos van a Ucrania, pues según los testimonios, el único requisito es comprar el tiquete de avión. Una de las razones para este reclutamiento masivo que también tiene voluntarios de Georgia, Perú, Chile y otras tantas nacionalidades es que los Estados no cuentan con recursos para prepararse para un conflicto eterno, explica Jezdimirovic: “Los Estados no tienen recursos para financiar el conflicto indefinidamente, por lo que usualmente en algún momento van a necesitar cierto apoyo por diferentes medios y si eso no es posible conseguirlo a nivel nacional, necesitan buscarlo a nivel internacional”.   La RAE define a un mercenario como todo aquel que participa en un conflicto extranjero a cambio de dinero. Es una actividad muy criticada por los riesgos a la violación de derechos humanos, pero los expertos coinciden en que hay matices y no necesariamente un combatiente extranjero se convierte en mercenario. Se estudian factores como si el combatiente obtuvo residencia o no, si lo hace solo por dinero, si ha tenido entrenamiento calificado previo, si están vinculados directamente con el gobierno y guiados por las fuerzas militares o si son contratados por empresas privadas. El debate es amplio y aún difuso.  “No existe ningún organismo específico a nivel internacional encargado de vigilar esta actividad” dice la convención de Naciones Unidas. A nivel nacional, los marcos regulatorios de los gobiernos son también contradictorios. En tiempos de guerra, los límites pueden volverse inexistentes.
Aunque aseguraba que París era la ciudad donde había sido feliz, el escritor peruano Mario Vargas Llosa, fallecido el 13 de abril pasado, vivió buena parte de su vida en Londres, ciudad donde escribió 'Conversación en La Catedral', uno de sus obras maestras. Recorrido por el Londres íntimo de Vargas Llosa con un reportaje de Luisa Pulido, corresponsal de RFI en Reino Unido. "Conversación en La Catedral" es el único libro que Mario Vargas Llosa "salvaría del fuego", según dijo en alguna ocasión el Nobel de Literatura peruano. Esa novela fue escrita en la entonces Biblioteca Británica, en Londres, en los años 60. Fue la misma biblioteca donde, en medio de miles de libros, se sentaron Marx y Lenin.Hoy ese lugar se ha convertido en una sala de lectura del Museo Británico, imponente edificio cilíndrico, color mármol, de casi 43 metros de diámetro y ubicado a pocos pasos de la entrada del museo. Ahí entrevistamos al profesor Stephen Hart, especialista en literatura Latinoamericana en la University College London (UCL), sobre ese periodo en la vida del autor peruano."Cuando Vargas Llosa venía aquí para estudiar, creo que se sentía como un miembro más de la comunidad de los escritores más importantes de la historia, entre otros, Marx. Sentía la importancia de la escritura y la literatura, pero también de la ciencia, pues aquí también venían los científicos", dice Hart.'Conversación en La Catedral', obra perfectaStephen Hart, quien fue alumno de Vargas Llosa en los años 70 en la Universidad de Cambridge, es un gran admirador de "Conversación en La Catedral"."Lo más importante en esa novela es la exploración técnica, el sentido de la técnica que desarrolla en ella Vargas Llosa. Es una obra perfecta. La manera en que utiliza la técnica de los vasos comunicantes, la idea que uno tiene un espacio por aquí y luego otro espacio, otro tiempo, y hay luego una fusión de todo ello", apunta.  Mario Vargas Llosa llegó en 1967 a Londres, procedente de París, para ser profesor de literatura en dos universidades. Medio siglo después, una foto de Vargas Llosa maduro, canoso y serio, adorna una de las enormes ventanas del centro de idiomas del King’s College. Ahí se resalta, con orgullo, que el escritor y político, laureado con el Nobel de Literatura en 2010, fue profesor de esa universidad entre 1967 y 1970.El escritor Enrique Zattara relata esos primeros años del Nobel en Londres."Vargas Llosa estaba viviendo en París desde hacía unos años gracias a una beca. Ahí había viajado con la mujer. Ahí tuvo su primer hijo. Pero aparentemente su situación legal no le permitía quedarse. Entonces comenzó a buscar otras alternativas", explica Zattara.Para el autor peruano fue claro desde joven que “se iba a preocupar toda su vida por trabajar de algo que tuviera que ver con la escritura, que su trabajo iba a ser escritor”, explica Zattara y precisa: “Era muy ambicioso, en el buen sentido”, apunta Zattara."El Nobel obtiene un contrato en Saint Mary's College, al oeste de Londres. Ahí se instala con su mujer y su primer hijo, en un barrio relativamente popular cuya población es mayoritariamente de origen irlandés. Luego, al año siguiente, pasa a ser profesor de Siglo de Oro en el Departamento de Idiomas en el Kingrs College, en el centro de la ciudad", recuerda también el escritor Enrique Zattara.Vida austera"A los 31 años, su vida era muy sencilla", cuenta también Zattara. "Él mismo contaba que su vida era muy austera. Cuando no trabajaba, se iba a la Biblioteca Nacional, que en ese momento estaba en el Museo Británico. Iba a leer los fines de semana. Como pagarle a una niñera por ocuparse de los niños salía muy caro, lo que hacía era salir una vez al teatro por semana con Patricia [su mujer]", cuenta Zattara.  Esa vida también estuvo marcada por la academia, el periodismo y la familia. Transcurría en el hoy exclusivo sector de Earl’s Court, en el oeste de Londres. Las cartas que recibía de sus amigos y compadres escritores del "Boom Latinoamericano", fueron enviadas a la calle Philbeach, número 7, código postal SW5. Era una mansión blanca con puertas negras. No se tienen más detalles.La magia de LondresLo que sí es indudable para el director del Instituto Cervantes en Londres, Víctor Ugarte, es que "la constante oferta cultural de Londres para un creador como Vargas Llosa, o para cualquier persona amante de la cultura, es increíble. Pocas ciudades en el mundo pueden competir con esa oferta tan enorme, tanto pública, como los grandes museos, como privada, las pequeñas galerías".Aunque Londres no se destaca en su obra, la ciudad sí fue importante para Vargas Llosa intelectualmente y de crecimiento como escritor, estima Ugarte.Ir a teatro, correr en el parque"Claro, le gustaba mucho ir a conciertos, asistir a conferencias, visitar museos, pero también practicar deporte, por ejemplo, correr en el parque. Estaba en un ambiente no latino, con lo cual podía concentrarse en su trabajo de una forma más, digamos, individual. Eso, según dice, le ayudó mucho para su creatividad. Vargas Llosa tenía un proceso muy disciplinado. Se levantaba temprano, escribía por la mañana para que no le molestaran los ruidos", relata Ugarte.Carlos Fuentes y su familia vivieron en la misma zona casi 20 años después. La amistad entre el escritor mexicano y el escritor peruano fue siempre entrañable. La periodista Silvia Lemus, viuda de Carlos Fuentes, se confió sobre esta amistad a RFI."Mario era muy, muy terrenal, pero también muy estimulante, no solo en la literatura, sino también, como usted sabe, en la política", dice.  Enrique Zattara, que hace caminatas que recorren los lugares frecuentados por escritores como Vargas Llosa, afirma que Earls Cour fue un barrio que fascinó al peruano."El Earls Court de Vargas Llosa no es como el barrio de ahora. El que él conoció era un barrio, digamos, ‘jiposo’, [de ‘hippie’, figura contestataria de los setenta], lleno de gente rara. A él le gustaba mucho todo eso. Incluso hay una parte de una novela suya que transcurre en Londres, Travesuras de la niña mala. El personaje vive en un apartamento que es, realmente, donde él vivía. Vargas Llosa cuenta muchas cosas del barrio que aún hoy se pueden ver", dice Zattara.Londres fue una experiencia formativa en la vida y carrera literaria del autor, nos explica el escritor peruano, Gunter Silva. "Era la época del apogeo de la contracultura, los hippies, las protestas estudiantiles, la juventud rebelde, la libertad sexual, el rechazo a toda forma de autoridad, las drogas psicodélicas, el rock and roll, las minifaldas. Londres era pura efervescencia. La ciudad tenía algo de carnaval libertario sin necesidad de censura ni comisarios", dice Silva.Evolución política hacia la derechaEn ese momento Vargas Llosa vive una evolución política. Según sus palabras, ahí "dejó de ser socialista para convertirse en liberal y gran admirador de Margaret Thatcher", la Dama de Hierro, la primera mujer primera ministra, famosa por sus políticas de recortes y transformación económica en la década de los 80.Él mismo quiso convertirse en presidente del Perú y lanzó su candidatura en 1990. Si bien pasó a la segunda vuelta, fue derrotado por Alberto Fujimori.Gunter Silva recuerda que por esos años el Nobel afianzó su visión política."En Londres, Mario Vargas Llosa leyó por primera vez a Popper, a Hayek. Esas ideas sobre la sociedad abierta, el individuo como centro, la protección de las libertades individuales, el rechazo al totalitarismo, influyeron profundamente en su visión política. Londres fue, en ese sentido, más que un lugar físico, fue una ciudad mental, un laboratorio moral", sostiene Silva.De socialista a admirador de ThatcherNo solo Popper y Hayek lo inspiraron. El profesor Stephen Hart estima que Margaret Thatcher también fue una fuente de inspiración política para el escritor. Inclusive recurriría a ella para su campaña a la presidencia."Sabemos que era un gran admirador de Margaret Thatcher porque le escribió una carta. Yo he visto esta carta. Esta carta fue vendida por [la casa de subastas] Sotherby’s. En ella Vargas Llosa habla de su admiración por Thatcher. También expresa su apoyo a la democracia popular en todo el mundo, el rechazo de las nacionalizaciones, así como el énfasis en las privatizaciones", apunta Hart.Ahora bien, ¿el Nobel peruano llegó a extrañar Londres?"Me dijo que sí, que la extrañaba; extrañaba ese orden con alma que tenía Londres", responde su compatriota y escritor Gunter Silva, quien le planteó la pregunta hace varios años."Extrañaba lo estimulante que podía ser la ciudad. Me habló de los tés con scones, de los tandooris, de la cantidad de obras de teatro que se exhibían cada noche. Pero también me confesó que donde verdaderamente había sido feliz era en París".
Los pequeños productores guatemaltecos de café sufren una serie de amenazas que les impide seguir cultivando y teniendo ganancias favorables para su comunidad con la siembra y venta de este codiciado oro negro. En la última década todo ha sido cuesta arriba para poder seguir exportando y trasladando el conocimiento a nuevas generaciones de cafetaleros porque los jóvenes prefieren emigrar a Estados Unidos. “Yo preferiría tener un negocio porque la agricultura te salva la vida, te da de comer y todo eso, pero a veces necesitamos dinero también”, explica el joven Pedro Guzmán desde Nebaj, Quiché, en el noroccidente de Guatemala, a seis horas de ruta de la capital. El camino nos lleva a un lugar prestigiado por su ubicación y microclima ideal para la siembra del café, una región de cafetaleros desde hace décadas. Los pequeños productores en esta región han sabido aprovechar y producir algunas de las variedades más destacadas y populares del mundo. Según la Organización Internacional del Café, Guatemala está entre los más destacados de América Central y ocupa el décimo puesto a nivel mundial, además de Costa Rica y Honduras. Pedro Guzmán considera que las oportunidades siguen siendo escasas en su pueblo y aunque no lo tiene muy claro, se plantea emigrar a Estados Unidos, como muchos jóvenes de la región, incluyendo sus primos. ‘Yo sí me alegro de que mis primos que están en Estados Unidos ahora ya tengan sus casas, nosotros aquí vamos superando la situación poco a poco, pero al menos estamos en nuestro país”, reconoce Pedro, que a sus 17 años tiene una peluquería en Nebaj pero le genera pocos ingresos y las exigencias generacionales con sus padres y sociedad son muy fuertes, nos dice. Sin relevo generacional La emigración masiva de jóvenes hacia el norte está provocando un nuevo problema en el campo guatemalteco: no hay relevo generacional y esto pone en peligro la exportación del café. Este producto, tan codiciado, intenta sobrevivir a esta crisis que nunca antes había vivido. ”Algunos ya tienen hijos en Estados Unidos, así que los productores prefieren recibir las remesas fáciles y abandonan el café. Actualmente, de los 977 productores que tenemos, el rango de edad supera los 50 años”, asegura Romualdo Pérez, gerente de la Asociación Chajulense, del noroccidente del país, en Chajul, Quiché, a 45 minutos de Nebaj, una de las zonas más afectadas por este fenómeno de deserción. Los compradores de café guatemalteco están presionando a los productores para que promuevan el relevo generacional y así mantener la producción, pero según los pequeños productores, la mayoría prefiere irse a EE.UU. que seguir cultivando café con su familia. “Lo que nos está afectando a nosotros es que no tenemos gente para cortar el café desde hace cinco o seis años, hay muchas personas que se están movilizando”, explica Pedro Caba de 52 años, cultivador de café y presidente de la Junta directiva Chajulense. Considera que el alza del precio del café no es culpa de los productores, ni del comprador, sino de la migración. Desde el 31 de enero hasta diciembre del 2024, 54.056 mil jóvenes en edades comprendidas entre los 19 y los 35 años han sido retornados procedentes de Estados Unidos y México. De enero a febrero del 2025, casi 3.000 jóvenes han regresado engrilletados de manos y pies, según información del Instituto Guatemalteco de Migración. Estados Unidos endurece las leyes, pero los jóvenes no se resignan a a quedarse Aunque las leyes estadounidenses sean cada vez más rigurosas contra los inmigrantes, los jóvenes sin opciones siguen arriesgando su vida para llegar a Estados Unidos. Abandonan el país, como lo hicieron sus padres. Consideran que ahora es su turno de irse y mandar dinero a sus padres o familias. Leer tambiénColombia: la paz con aroma de café “Yo creo que a la mayoría de la gente ya no le interesa la agricultura. En esta área creo que más del 70% han emigrado a diferentes países y lo único que ha traído es la construcción de enormes casas y la agricultura ya se está quedando abandonada”, denuncia Genaro Simalaj, agricultor de Sololá que empezó a trabajar la tierra a los cinco años sembrando maíz y frijol.  Romualdo Pérez, de la Asociación Chajulense, cuenta que los jóvenes que consiguen llega a Estados Unidos logran obtener algunas cosas materiales, pero si su estadía fue muy rápida y son deportados, regresan endeudados y sin terrenos para sembrar, así que de igual forma tienen que seguir trabajando para subsistir en Guatemala. El fenómeno también afecta a menores. El Instituto Guatemalteco de Migración (IGM) asegura que desde enero del 2024 hasta octubre del mismo año retornaron a Guatemala vía aérea y terrestre 21.757 mil menores en edades de 14 a 18 años, provenientes de Estados Unidos y México. Una crisis que se compara a la de la roya Los problemas financieros y crisis de la organización se comparan con la que se vivió en el 2012 y la llegada de la roya, una enfermedad fúngica que se caracteriza por la aparición de hinchazones rojizas o naranjas en las hojas y tallos de las plantas. Una especie de hongos parásitos que necesitan plantas vivas para sobrevivir. “Cuando vino el problema de la roya, los productores perdieron casi el 100% de la cosecha durante dos o tres años. En el 2011, logramos exportar 48 contenedores de café, pero ya en el 2012, cuando empezó la roya, de 48 bajamos a 28 contenedores, al tercer año después de la roya, bajamos a 11 contenedores”, recuerda Romualdo Pérez de la Asociación Chajulense. “Cuando la gente vio estas bajas en la producción, su única opción fue emigrar”, agrega. Actualmente, la Asociación Chajulense está pagando 1.300 quetzales (unos 170 dólares) por un quintal 100 Kg de café, pero eso no compensa a los agricultores para mantener a sus familias y la producción anual porque la mayoría son muy pequeños, algunos generan cinco quintales, otros diez y otros 20. La experiencia estadounidense puede convertirse en una pesadilla En los últimos años existen grupos de estafadores que engañan a los agricultores ofreciéndoles visas de trabajo para hacer mayores ganancias y pagos mucho más atractivos si van a trabajar la tierra a Estados Unidos, pero al llegar al lugar se encuentran en fincas, hacinados, con poca alimentación, en climas extremos y al final no les pagan lo prometido, lo cual les obliga regresar sin dinero con muchos traumas por la forma en que son explotados. “Todo el mundo debe enterarse de cómo los jóvenes viven en estas fincas, maltratados y engañados. Yo fui por necesidad, pero estoy arrepentido, sufrí. Al ver que no pagaban, decidí organizar a los jóvenes para que nos dieran nuestro dinero y al final nos regresamos con deudas”, no explica Edgar Ixcaya, un agricultor del occidente de San Marcos la Laguna, Atitlán. Los departamentos desde donde viaja la mayor cantidad de menores no acompañados, en su mayoría indígenas, son de Huehuetenango, San Marcos y Quiché, según el Instituto Guatemalteco de Migración. Leer tambiénTomar café puede ralentizar la aparición del Alzheimer Sin embargo, existen miembros de la asociación Chajulense que promueven e incentivan a sus hijos a seguir con la compra de terreno en Guatemala para sembrar café, es el caso de Daniel Carrillo de 56 años, es de los socios más antiguos. “Yo les enseñé a sembrar café y cardamomo, ahora ya tienen su plantación, ya les di sus herencias y siguen sembrando”, explica. Carrillo que motiva a otros jóvenes, a pesar de las dificultades, a que trabajen sus tierras y sigan comprando más terrenos. “Este muchacho lleva como tres años trabajando conmigo, quiso emigrar también, pero yo le he dicho que no, que trabaje aquí, porque allá no es fácil, y aquí nos quedamos sin gente”, deplora. La importancia de invertir en tierras desde EE.UU. En su aldea los jóvenes siguen viajando a Estados Unidos. En ese caso, los incentiva para que aprovechen el tiempo y que realicen el viaje con metas claras. Y si vuelven, tendrán un pedazo de tierra para sembrar para sobrevivir.  “Yo siempre les he dicho que, si se van a ir, pues no tirarse a los vicios, sino que compren terrenos y luego regresen a trabajarlos”, aconseja Carrillo. Daniel cuenta que muchos jóvenes no regresan porque logran adaptarse a un sistema bastante difícil, pero prefieren eso a volver a su tierra y dedicarse a la agricultura. Incluso él mismo intentó viajar cuando era joven, pero fue deportado. Su hijo, sin embargo, logró irse, a pesar de que Daniel intentó impedírselo. “Le dije que era muy duro el camino, que ahí lo tratan como se le dé la gana a uno y ¿qué tal si no llegas? “, le preguntó. Pero su hijo no tiró la toalla. “Gracias a Dios pues a él sí le fue bien, a los diez días que él salió de aquí ya estaba en migración, él tenía 23 años, pero lo bajamos a 17.  Gracias a Dios la migración no se dio cuenta”, confiesa. Su hijo ya lleva tres años viviendo en Estados Unidos y no quiere regresar, pero Carillo no pierde la esperanza de que su hijo regrese algún día para seguir cultivando café.
La Ciudad de México se convirtió en el refugio de miles de haitianos que encontraron una segunda oportunidad en esta desmesurada capital de 20 millones de habitantes. Descubrieron que aquí sería posible cumplir el sueño americano sin tener que llegar a Estados Unidos. Lo llaman “el sueño mexicano”.  “No necesitan llegar a Estados Unidos para cumplir su sueño”, dice con tono de seguridad Don Peter refiriéndose a sus compatriotas haitianos. Él llegó a México en 2023 y un año y medio después ya festejaba el primer aniversario de su negocio. “Empezar siempre no es fácil, pero después de un año se va a acostumbrar a la cultura y se va pa’ lante”, afirma.Su nombre completo es Peterson Dattus, pero sus clientes y amigos le dicen Don Peter, además de que sus negocios lucen este nombre. La apacible atmósfera de su tienda tapizada de trenzas afro, licores de coco y animada por una clientela haitiana que habla en creole (el principal idioma de Haití) contrasta con el caótico y estridente ambiente de la alcaldía donde nos encontramos, Tláhuac, al sur de Ciudad de México. Y como suena una pegajosa canción haitiana que invita a bailar al visitante, es fácil imaginarse que así es la vida en el Caribe haitiano. Mientras nos muestra sus diversos y coloridos productos, Don Peter nos explica que muchos de sus compatriotas decidieron quedarse en México porque consideraban que hay muchas oportunidades, desde la escuela gratuita para los niños hasta la posibilidad de estudiar la universidad y, por supuesto, trabajo. Él, por ejemplo, se siente muy orgulloso por lo que ha logrado en tan poco tiempo, pues a finales de 2024 ya estaba abriendo un segundo negocio, un restaurante de comida haitiana justo a la vuelta del primero. “Todo va bien gracias a Dios, y gracias a México por las oportunidades que me da”, comenta.La invención del sueño mexicanoLas autoridades mexicanas se vieron sorprendidas cuando México se convirtió en el destino de miles de migrantes porque hasta antes de la pandemia se le consideraba un país de origen y de tránsito hacia Estados Unidos. La diplomacia mexicana informó a finales de 2024 que la comunidad haitiana es una de las más numerosas con cerca de 100.000 haitianos instalados en el país y la mayoría viviría en Ciudad de México, cerca de 45.000, según la prensa local.“¡Fue un choque!”, cuenta Michel Cortés al recordar el día en que vio por primera vez a un grupo de haitianos a las afueras del centro cultural donde les brinda clases gratuitas de español. “Yo creo que ellos nos veían como raro y nosotros a ellos”, agrega.Los capitalinos ya se habían familiarizado con las caravanas de migrantes iniciadas en 2018, que eran pasajeras, pero nunca habían visto tantos improvisados y prolongados campamentos como los que acapararon sus banquetas, plazas y parques en los tiempos de Covid. Llegó un momento en que los albergues ya no podían atender a tanta necesidad, y los migrantes encontraron refugio al sur de la capital, donde la vida es más económica. Con lonas de viejas campañas electorales alzaron tiendas que apenas los protegían de las frías noches del altísimo altiplano mexicano, que se encuentra a 2.240 metros sobre el nivel del mar, y de los ardientes rayos de sol del mediodía, y para bañarse asistían a regaderas que los locales les rentaban en sus domicilios. En estos campamentos vivían médicos, cargadores, taxistas, profesoras, estilistas… haitianas y haitianos de todos los horizontes que en un principio sólo estaban de paso, pero que años después México se convertiría en su segundo hogar.Su presencia causaba malestar para muchos lugareños que se quejaban de que no podían caminar por las banquetas, de que las autoridades no les brindaban sanitarios y de que se sentían inseguros con estos nuevos vecinos. Tiempo después muchos comprenderían que habían sido injustos tratándolos de delincuentes como algunos estadounidenses lo hacen con los mexicanos en Estados Unidos. Con su llegada, los mexicanos aprendieron de golpe que Haití era el país más pobre del continente americano y que huían de su isla porque había sido azotada por varias tragedias. Primero por el terremoto del 12 de enero de 2010 que le quitó la vida a más de 280 000 personas, y luego por la ola de violencia desatada tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse, el 7 de julio de 2021, incontrolable hasta nuestros días y que obligó a más de un millón de haitianos a dejar su domicilio (la población de Haití es de poco más de 11,5 millones).“Todo el mundo quiere huir del país porque está cansado. Todos los días hay balazos p’arriba, p’abajo… Todo el mundo si sale de Haití no piensa regresar”, cuenta Don Peter, triste y enfurecido. Además de la violencia que reina en aquel país caribeño, los mexicanos supieron de la espinosa relación entre Haití y Francia cuando el presidente galo, Emanuel Macron, insultó a los dirigentes haitianos llamándolos "idiotas" por haber destituido a un exministro, Garry Conille, que él apoyaba. Aquella frase le dio la vuelta al mundo el 21 de noviembre de 2024. Varios especialistas reaccionaron recordándole a Macron que parte de la desgracia de los haitianos se explica por la injusta deuda que los excolonos franceses les impusieron tras su independencia, en 1804. El famoso economista francés, Thomas Piketty, explica en su libro Capital e ideología que en 1825 Haití aceptó un préstamo de 150 millones de francos de oro (que equivaldrían a unos 40 billones de euros hoy en día) de la Caja de Depósitos y Consignaciones (Caisse des dépôts et consignations), una institución francesa existente hasta nuestros días. Sabiendo que ese monto sería imposible de pagar, pero con tal de que no los invadieran nuevamente, los haitianos se resignaron a pagar cada año, y de manera indefinida, un monto que cubría únicamente los intereses y que equivaldría al 15% de su producción anual. Aunque fue renegociada y saldada en 1950, los 125 años de deuda habrían impedido el desarrollo de Haití y por lo cual, dice Piketty, Francia debería reconocer su responsabilidad y pagar una indemnización. El conjunto de tragedias, pobreza y violencia empujó a los haitianos a un éxodo que nadie sabe cuándo ni cómo terminará. La pandemia de Covid los había detenido en México, pero en 2023 banquetas, plazas y parques recobraron su imagen original, ya olvidada por algunos. Las condiciones habían cambiado para seguir hacia Estados Unidos.Unos lo hacían de manera legal, con la cita de la extinta aplicación CBP One creada por Joe Biden para controlar el ingreso de migrantes, otros continuaban arriesgando sus vidas en las peligrosas rutas del Río Bravo y del desierto, y muchos otros, miles, comenzaron a rentar cuartos, departamentos y hasta casas porque durante estos años habían encontrado que aquí era posible cumplir el sueño americano.El plan B“La situación en Haití sigue muy inestable, y aunque México también tiene sus dificultades es un país mucho más seguro, mucho más estable que Haití”, explica el encargado de la Organización para Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Thomas Liebig.Nos recibió en sus oficinas en París para comprender por qué en su reporte sobre migraciones de 2024 la OCDE posiciona a México en el sexto lugar de los países con más solicitudes de asilo, detrás de Estados Unidos, Alemania, España, Canadá y Francia en respectivo orden. “¡Es sorprendente la dinámica migratoria de México! Vemos cifras de más del doble [que en tiempos] de la pandemia”, resalta.En 2022 el Gobierno mexicano registró 118.756 solicitudes de asilo (17 mil eran de haitianos); en 2023 fueron 140.980 solicitudes (44 mil eran de haitianos), y en 2024 disminuyeron a 78.975 peticiones (10.853 eran de haitianos). En estos años la comunidad haitiana aparece en los primeros lugares junto con la cubana, la venezolana y la hondureña. “Lo importante es decir que México se ha convertido en un país acogedor de migrantes. No solamente es un país emisor de migrantes, sigue siendo un país de tránsito, pero también un país acogedor de flujos migratorios como se ven en esas cifras”, asegura Liebig. La institución mexicana encargada de atender las solicitudes de asilo es la Comisión Mexicana para Ayudas a Refugiados y a la que los migrantes llaman por sus siglas, la COMAR. Tiene oficinas en diferentes partes del país, incluidas ciudades cercanas a las fronteras como Tijuana y Ciudad Juárez en el norte, y Tapachula y Tuxtla Gutiérrez en el sur. Nosotros visitamos las oficinas de Ciudad de México que se encuentran en la sureña Alcaldía de Iztapalapa, conocida por concentrar barrios de haitianos. Al salir de la estación de metro Escuadrón 201, la más cercana a la COMAR, nos encontramos con Andy, un joven haitiano quien nos permite conversar con él a pesar de que lo agarramos en la hora sagrada de los alimentos.“Aquí estamos tratando de acostumbrarnos con la comida. Nuestra comida es diferente y es mejor”, nos dice soltando una risa e invitándonos a sentarnos en su mesa en un puesto de comida de tacos y hamburguesas. Le preguntamos si tiene algún inconveniente con el picante mexicano. “El de nosotros es un poquito más fuerte, pero es casi lo mismo”, responde.“¿Vinieron a la COMAR a hacer algún trámite?”: “Sí”, contesta. “Estamos en trámite porque como usted sabe lo primero que uno debe de hacer es legalizarse en un país donde piense que tiene un futuro, porque nuestro futuro es vivir en México”; detalla. Andy nos explica que la solicitud de asilo puede durar medio año, y mientras tanto debe venir cada 10 días a firmar un documento para comprobar su presencia en México. Lleva tres meses en este procedimiento. “En máximo seis meses nos van a dar una respuesta, sea negativa o positiva, sé que máximo son seis meses”, afirma. “¿Usted consideraría que México es el país de las segundas oportunidades?”, preguntamos. “Para nosotros… para mí…bueno… para mí sí, porque mi sueño era vivir y llegar aquí en México. Ahora estamos aquí y esperamos lo que Dios diga. Creo que para Dios no hay nada imposible. Creo que
Por primera vez en 20 años, Alemania tuvo dos años consecutivos de crecimiento negativo. Pasando de ser una potencia industrial altamente competitiva a una economía en recesión, el país intenta responder a la pregunta: ¿cómo reformar su modelo? La empresa de automoción Witte produce partes de plástico para varios modelos de Volkswagen. Ahora están recortando sus gastos. “Ya no tenemos nuestra capacidad completa, tenemos que vivir con la caída de la demanda, podemos reducir los turnos, pero los altos costos fijos por supuesto se mantienen”, afirma su directivo Kersten Janik.Volkswagen al igual que todos los otros consorcios de automóviles alemanes, sólo produce un 20 % del total de los autos que vende. El resto, un 80 % lo proveen pequeñas y medianas empresas como ésta.Algunos se quisieron orientar al futuro, como Carsten Baumeister, fabricante de baterías de sal Cenergy, en Brandemburgo, pero debieron aceptar que la competencia era imposible.“Tratar de competir contra un productor chino, con sus capacidades, con el apoyo financiero estatal que tienen de trasfondo, es hoy en día casi imposible”, dice el empresario.Volkswagen anunció a fines de 2024 el inminente cierre de tres de sus diez plantas en Alemania y el despido de decenas de miles de empleados.Poco le sirvió al consorcio alemán tratar de adaptarse al nuevo mercado chino con su prestigio. Las ganancias de Volkswagen cayeron un 20% entre el año 2023 y 2024, principalmente por la baja de la promisoria demanda china. Esa fue la primera gran alarma.Volkswagen es un espejo de toda la economía de exportación alemana, de la prestigiosa etiqueta Made in Germany, y su sello de identidad: la producción industrial con calidad artesanal.Fukushima y gas rusoHace una década, Alemania ocupaba el sexto lugar entre los países más competitivos del mundo, ahora ocupa el lugar 26. Dos años de crecimiento negativo han creado la primera recesión en Alemania desde hace 20 años y la primera, dicen algunos economistas, no directamente causada por una coyuntura internacional.El estallido de la planta nuclear de Fukushima en 2011 en Japón provocó enormes protestas en Alemania contra la energía atómica. Desde hacía décadas, el Partido Verde luchaba contra la energía atómica y la protesta de la población empujó al gobierno alemán a cerrar finalmente todos los reactores nucleares.La energía producida por los reactores fue reemplazada con un gas extraordinariamente barato procedente de Rusia. Muchos le advirtieron al gobierno del peligro de depender de Rusia, pero la tentación de energía barata fue más grande.Y pasó lo que muchos temían: hace tres años Rusia atacó a Ucrania, el gobierno alemán se vio obligado a no recibir más gas ruso, pero todas las alternativas posibles eran y son aún muchísimo más caras.El gas aumentó hasta un 200% de precio, la electricidad industrial llegó a ser un 400 % más cara. Para muchos sectores industriales, los precios de la energía son una parte central en sus costos y estos precios los hacen muy poco competitivos.“Somos los únicos en el mundo que hemos abandonado la energía atómica, tenemos los mayores costes de energía eléctrica del planeta, por lo menos en nuestra liga”, explica a RFI uno de los economistas más influyentes de Alemania, Hans Werner Sinn.“La solución es terminar con esta tontería y volver a los reactores, es lo más rápido, simple y barato que podemos hacer y sabemos cómo se hace”, asegura.Reformas“Si seguimos como estamos ahora, el veinte por ciento de las industrias alemanas estará en un gran peligro de desaparecer”, alerta por su parte Siegfried Russwurm, quien fue hasta el año pasado presidente de la Unión de la Industria alemana.“Tenemos costos energéticos enormes, tampoco sabemos cómo evolucionarán, tenemos la mayor maquinaria burocrática que se pueda pensar, un tercio más de impuestos a las empresas que el resto de Europa, pero igual tenemos oportunidades de crecimiento que consideramos poco, por ejemplo, crear más tratados comerciales, que no cuestan nada”, detalla.Todos parecen estar de acuerdo que Alemania necesita de reformas estructurales, un cambio radical, una nueva agenda que permita salir al país de los viejos problemas que nadie parece haber afrontado directamente en las últimas décadas.Joe Kaeser fue gerente del consorcio Siemens por muchos años y ahora es uno de los hombres de negocios más reconocidos del país. Para él, hay cinco grandes temas que reformar en Alemania.  “Primer punto: formación, investigación, innovación, incluyendo inteligencia artificial; Segundo, una energía e infraestructura sostenible, asequible y fiable. Tercero, apoyar la economía, que es la fuente para una economía de mercado social y ecológica. Cuarto, el difícil tema de las pensiones. Quinto: una reducción de la burocracia. En nuestro país necesitamos una reforma del estado”, resume.“Yo comenzaría por el tema de la formación profesional”, apunta Mark Hienzel, economista de la Cámara de la Industria y el Comercio de Alemania. “Por nuestra situación demográfica tenemos pocos jóvenes, entonces menor mano de obra calificada. Eso requiere medidas como permitir migración de gente que pueda trabajar en Alemania. Además, necesitamos calificar a los jóvenes que tenemos en nuestro país”, opina.Modelo socialUn problema central es: ¿qué tan seria es esta crisis alemana? ¿Es sólo un traspié que puede solucionarse como se ha hecho ya en el pasado o es el fin de un modelo?“No vamos a volver a tener nuestra antigua fortaleza. Eso ya no es posible por razones simplemente demográficas. Los niños que sacaron adelante este país tienen ahora 60 años y quieren dejar de trabajar pronto. Eso ya terminó, pero antes que se vuelva una catástrofe podemos de alguna manera acomodarnos si lo hacemos razonablemente”, asegura Hans Werner Sinn.Lo que está en juego es el futuro de una de las grandes invenciones alemanas del siglo pasado, la economía social de mercado. El más probable próximo canciller alemán Friedrich Merz quiere darle al país un giro liberal.“Soy un liberal en economía, un conservador en cuanto a los valores y una persona comprometida política y socialmente, pero siempre he sido de la opinión de que un estado de bienestar sólo puede gastar lo que una nación económica o una economía nacional es capaz de ganar”, ha dicho.Mark Hienzel sin embargo cree que el modelo alemán tiene futuro. “El sistema es sostenible y es una condición necesaria para que Alemania continue de crecer. El país tiene dos posibilidades: o recorta los gastos o mejora la productividad. La segunda opción en mejor”, opina.La economía social de mercado, que ha sido un éxito tan extraordinario para Alemania y que llevó al país de las ruinas de la Segunda Guerra Mundial a ser la tercera economía del planeta en pocas décadas, está librando sus batallas decisivas en estos días.
Siria está viviendo un periodo de transición inédito tras la caída en diciembre pasado del régimen de Bachar Al Asad. Comunidades de todo el país se regocijan, incluida una muy peculiar ubicada en el sur de Siria. La ciudad de As-Suwayda, o Sweida, es apodada "La Pequeña Venezuela" y se cree que la mitad de la población tiene vínculos con el país latinoamericano. Carmelinda Rouslan expone con orgullo unas banderitas hechas en macramé. Tienen tres estrellas rojas y una banda verde. Bajo el régimen de Bachar Al Asad estaban prohibidas porque eran las de la Revolución. Ahora se ven en todas partes, como en su tienda de artesanías de la ciudad de As Suwayda.  “Es una nueva vida para nosotros. Tenemos mucha esperanza”, dice. Rouslan emplea en su tienda a varias mujeres. Tejen carteras, fabrican accesorios, y hasta muñecos con trajes típicos de los llaneros venezolanos. Según ella, es la mejor forma de sacarlas adelante dada la situación económica siria, muy golpeada por 14 años de guerra civil. “Todas estas mujeres están trabajando. No es simple porque la economía está en retroceso, con precios altos. Tienen mantener a su familia. Me parece muy valiente. Antes de reconstruir las casas y los edificios, hay debemos reconstruirnos a nosotros mismos”, dice a RFI.  Leer tambiénA un mes de la caída de Bashar el Asad, temores y esperanzas de una nueva era Carmelinda Rouslan nació en Caroca, Venezuela, pero vive en Siria, el país de sus padres, desde los 14 años. En una mezcla de español y árabe, cuenta que muchos de sus clientes son venezolanos, pues en esta ciudad a 100 kilómetros al sur de Damasco, residen decenas de miles de sirios venezolanos. “Venezuela sigue en nuestro corazón”, se exclama. "Hay harina pan pero es cara" En esta ciudad todo el mundo tiene alguna tía o algún primo en Venezuela. Un historiador local explicó a RFI que en los años 50 muchos habitantes de As Suwayda emigraron al país suramericano en busca de un futuro mejor, para trabajar en la agricultura y en las minas de oro. Otros se fueron tras el golpe de Estado de Hafez Al Asad, padre de Bachar, en la década de los 70,  y empezaron a trabajar el sector petrolero venezolano. Luego, regresaron a Siria. En el centro de la ciudad se encuentra el restaurante Enab – Uva en español-. Ahí se reúnen cada mes las integrantes del grupo de amistad Siria Venezuela. Las recibe Sawsan Almaaz, dueña del establecimiento y venezolana también.   “Cuando los clientes nos piden comida venezolana la podemos preparar pero de resto es comida árabe. Hacemos arepas si el cliente las pide. Hay harina pan pero es cara. La harina de maíz es importada. El Gobierno anterior ponía muchos impuestos y Los productos importados costaban tres veces. Ahora ya bajo un poco”, detalla Almaaz. El sabor cambió en este restaurante desde el 8 de diciembre de 2024, cuando grupos rebeldes derrocaron al gobierno de la dinastía Al Asad.  “Hay mucha alegría y paz”, asegura. “Tuvimos más de 14 años guerra y estuvimos 54 años bajo el mismo mando, bajo un régimen de mano fuerte. Mucha gente llevaba años sin volver. El hijo de una amiga se fue hace 14 años. El día que cayó el gobierno, al día siguiente ese joven volvió”. "Mucha gente se fue para Venezuela por la guerra" En los años 2000 el gobierno venezolano empezó a estrechar lazos con el gobierno de Al Asad. Entonces, la ciudad de As Suwayda ya no solo fue llamada La Negra –por el color del subsuelo- también la apodaron “La Peque­ña Venezuela”. “Cuando Chávez estaba vivo, él vino a As Suwayda”, recuerda Aida Hadefi, dueña de una farmacéutica. “Él mismo puso la primera piedra del club venezolano de la ciudad. La mitad de los habitantes son venezolanos por nacimiento o migración. Otros tienen hijos o nietos venezolanos. Por ejemplo, mi papá y mi mamá se fueron en barco a Venezuela. Yo nací en El Tigre. Luego estudié en Siria y volví a Venezuela. Tuve mis hijos allá y son venezolanos. Venezuela es nuestra tierra madre”. Un momento decisivo en esta historia de ires y venires entre Siria y América Latina fue la guerra civil de 2011 y la brutal represión del presidente Bachar Al Asad, que desató una ola sin precedentes de exiliados, y no solo de activistas políticos.  “Por culpa de él, mucha gente emigró”, dice Hadefi. “Mucha gente se fue para Venezuela, en su mayoría desde As Suwayda”. Más de un mes después de la caída del régimen, la fiesta no se acaba en Siria. Todas estas señoras guardan la esperanza de un mejor país para sus hijos.  “Nosotros ya somos mayores, pero ahora pienso en el futuro de mis hijos y de mis nietos: que Siria logre levantarse y sea mejor que antes”, ruega. As Suwayda resistió hasta el final de Al Asad. Fue de las pocas que continuó manifestando a diario contra el régimen, sin derramar sangre.  Los muros de sus calles exhiben los eslóganes de la libertad y por toda la ciudad se escucha el himno de la nueva Siria: “Levanta la cabeza, eres un sirio libre”.
Mientras la comunidad internacional decide si levanta o no las sanciones a Siria, la población se organiza en estos primeros días sin una dictadura que duró más de 50 años. La reconstrucción de la economía, la búsqueda de los desaparecidos y la esperanza de las minorías, son los temas que más preocupan. Poco más de 30 días después de la caída de Bashar el Asad, RFI ha estado en Damasco, Alepo e Idlib recogiendo los testimonios de la transición siria. Desde Damasco con nuestro enviado especial Joan Cabasés VegaLa mañana del 8 de diciembre de 2024, el dictador sirio Bashar al Asad decidió que era el momento de huir de Siria. Y lo hizo tal y como se había mantenido en el poder durante 14 años de guerra civil: de espaldas a su propia población y con la ayuda de sus aliados.Un Mercedes negro y blindado en una base militar rusa suponía el último rastro del presidente sirio en su país natal.Los hombres de Hayat Tahrir al Sham habían completado una ofensiva fugaz y sorprendente. En menos de dos semanas, habían salido del enclave que gobiernan en el noroeste del país y se habían hecho sucesivamente con Alepo, Hama y Homs, algunas de las principales ciudades en Siria. Cuando alcanzaron el Palacio Presidencial, miles de sirios -tanto dentro como fuera del territorio- estaban preparados para celebrarlo.El mismo día que al Asad partió de Siria, multitud de sirios refugiados en el vecino Líbano se acercaron a la frontera. Sentían curiosidad y entusiasmo y, como a Fadi, Khaled, o Adham, les brillaban los ojos cuando hablaban de regresar a casa.“Es la primera vez que voy a ver a mis familiares, a mis amigos, a mi hogar. Voy a ver la tierra de mi país. Voy a ver mi aldea, a la que me han prohibido acceder durante 13 años de vida”, indicaba Fadi, quien había estado refugiado en Líbano al igual que Khaled, que decía con emoción: “¡por supuesto! Todos los sirios estamos contentos porque ahora somos libres de nuestro Gobierno”.“La verdad es que nosotros como individuos de una sociedad, estamos todos igualmente felices. La felicidad de la victoria por supuesto”, aseguraba Adham, que se encontraba con ellos.La búsqueda en SednayaEn el interior de Siria, la caída de 54 años de dictadura supuso un cataclismo. Miles de familias se dirigieron a las cárceles del país para buscar sus seres queridos desaparecidos durante la guerra civil.Más de 100.000 sirios están en paradero desconocido desde hace años, y se cree que el Gobierno desapareció a muchos de ellos. La huida de al Asad y de sus funcionarios permitió a los nuevos líderes la apertura de las celdas y civiles de todo el país acudieron en busca de respuestas a la cárcel de Sednaya, la más temida de Siria.Ahmed Burkani, de unos 45 años, buscaba a su hermano pequeño. Burkani habló con RFI a las puertas de Sednaya solo tres días después de la fuga de al Asad.“Lo sometieron a torturas y se lo llevaron aquí, a Sednaya. Han pasado ya 11 años. En ese momento era solo un niño de 14 años de edad y nunca supimos nada más de él. Hemos venido aquí a preguntar, pero no hemos conseguido nada”, indicó.Civiles sin constancia de que sus familiares hubieran sido jamás detenidos en Sednaya se desplazaban a la prisión. Como Raja Abdelrahouf, quien también echa en falta a su hermano. “He venido aquí a buscar a mi hermano. Lo he estado buscando sin parar durante tres días. Lo he buscado en todos los hospitales y no lo he encontrado. 10 días atrás oímos su nombre. Alguien dijo que mi hermano estaba vivo. Pero hemos venido aquí a buscarlo y no lo hemos encontrado”.Se cree que en Sednaya había miles de presos, pero cuando abrieron las puertas, los islamistas solo se encontraron con 300 detenidos. Ello ha dado lugar a conjeturas sobre posibles ejecuciones masivas y traslado de cuerpos justo antes de la caída del Gobierno.Abdelrahouf ya no sabe dónde buscar a su hermano y, entre lágrimas, pide ayuda al mundo. “Juro por Dios que no he dejado ningún hospital sin supervisar. Llevo tres días sin parar. Lo pido a todos los Gobiernos. Somos un pueblo al que ha sufrido muchas injusticias. Nos han tratado muy mal. Nos han tratado muy, muy mal. Pido a todos los Gobiernos que nos ayudan a buscar a nuestros niños”.Grupos como Amnistía Internacional calificaron la cárcel de Sednaya como un “matadero humano”. Fuentes médicas locales aseguran a RFI que sus celdas de 5 x 5 solían encerrar más de 100 presos al mismo tiempo. La cárcel, ubicada en medio de la nada a media hora de Damasco, es todo hodor y oscuridad.Su apertura también ha liberado los archivos del centro penitenciario. Familias enteras, con personas mayores y niños pequeños, se arrodillan por los rincones mugrientos de la prisión para leer estos documentos y buscar cualquier dato sobre sus desaparecidos.Algunos de estos registros recogen los nombres de los presos muertos o ejecutados en la cárcel de Sednaya. Multitudes escuchan con inquietud la lectura en alto de estas listas negras.Más de 300 kms al norte de Sednaya, los residentes de Alepo aún tratan de hacerse a la idea que Bashar al Asad forma parte de la historia. La mayor ciudad de Siria ha sido el escenario de algunos de los peores episodios de la guerra civil. Como en 2016, cuando la alianza entre al Asad y la Rusia de Vladimir Putin bombardeó Alepo para arrebatar la ciudad de fuerzas hostiles al Gobierno. Human Rights Watch llegó a denunciar crímenes de guerra y el sitio contra varios distritos del municipio.Hoy, el zoco que se extiende a los pies de la ciudadela presenta una enorme destrucción y barrios enteros resultan indistinguibles. En los callejones que siguen en pie, algunos mercaderes abren sus pequeños negocios. Aseguran que la llegada de las fuerzas rebeldes a Alepo -al comienzo de diciembre- les hizo temer el retorno de las bombas de al Asad y de Putin.“Cuando entraron en Alepo, y teniendo en cuenta los bombardeos que han ocurrido aquí en el pasado, nos asustamos muchísimo. Dos días después, cuando supimos que Hayat Tahrir al Sham y el resto de fuerzas rebeldes se habían desplazado a Hama, nos sentimos aliviados porque supimos que no habría bombardeos en Alepo. Pero al comienzo estábamos aterrados por el recuerdo de los que nos pasó al comienzo de la guerra” señaló Hadi, un vendedor en Alepo.El Gobierno de al Asad metió el miedo en el cuerpo de la sociedad civil mediante la mano de hierro. Algunos de los comerciantes con quienes Hadi comparte esquina en el zoco de Alepo han sido torturados. Es el propio Abu Jihad, de unos 55 años, el que se acerca a los micrófonos de RFI para denunciar su paso por las celdas. “Nos dieron una cálida bienvenida con palizas e insultos. Me pusieron en una celda de 3x3 en la que estábamos 25 personas. Lo juro”.Abu Jihad asegura que estuvo 90 días encarcelado, que le hicieron pasar frías madrugadas de invierno al raso completamente desnudo. Y que a veces, le negaban el acceso al baño durante días, haciendo que se tuviera que orinar sobre sí mismo.Historias de vejación como la que sufrió Abu Jihad no son difíciles de encontrar en Siria.La incertidumbre de la transiciónLa transición desde un poder hacia otro con lleva incertidumbre. Durante los primeros días tras la fuga del presidente, la alegría general por la caída del Gobierno supera con creces las dudas sobre lo que está por venir.Pero existe un territorio que supone una posible mirada al futuro a lo que le espera a Siria. Se trata de Idlib, el enclave contrario a al Asad -en el noroeste del país- donde los islamistas de Hayat Tahrir el Sham gobiernan desde 2017. Lo hacen mediante un Gobierno de Salvación que ahora extienden al resto del país. El reto es mayúsculo: Idlib es una sociedad más conservadora y menos diversa que otros territorios en Siria. Hamza Kidah, residente de Idlib, ha sido parte del Gobierno local y confía que el proyecto triunfe ahora a nivel nacional. “El experimento político en Idlib ha sido exitoso. Quienes pudieron llevar a cabo este proyecto empezando desde la nada, podrán, si Dios quiere, aplicar el Gobierno de Salvación sobre todo Siria. Eso es lo que esperamos”.Hamza Kidah también indicó que “tras la formación de este Gobierno en Idlib en 2017, se pudieron implementar ahí servicios básicos a pesar de las débiles capacidades de la administración local. Todo ello se hizo a pesar de que Idlib estaba sitiado por los enemigos, de que era atacado por el régimen de al Asad y de estar económicamente boicoteado”.En las calles de Idlib, donde cuesta ver mujeres con los cabellos al viento, es fácil encontrar vecinos, como Abdelrahman, que lamentan las condiciones que sufría la población civil bajo el Gobierno de al Asad. “Nosotros sabemos cómo la población que vivía bajo el régimen de al Asad sufría una vida miserable. Han ido a la carcel, han sufrido injusticia, han sufrido la falta de libertad de expresión. Aquí, nosotros hemos vivido cómodamente en libertad”, indicó.Con los pies descalzos sobre la alfombra del interior de la mezquita, Omar reconoce que Idlib no es el cielo. Pero asegura que el territorio, de mayoría musulmana suní como todo Siria, disfruta de convivencia entre distintos grupos religiosos. “Durante los tiempos del régimen, había opresión y humillación. Había mucha humillación. Ahora, en Idlib, no te digo que no se cometen errores, pero lo más importante ahora es que gracias a Dios tenemos seguridad, tenemos justicia, y todo el mundo tiene sus derechos. Nosotros somos musulmanes suníes, pero aquí vivimos todos juntos los cristianos, los armenios, los alauitas, y convivimos todas las nacionalidades. No sabemos nada de racismo ni de divisiones. Esto no los quiso imponer el cerdo de al Asad”, señaló.Lejos de consideraciones sectarias, uno de los objetivos del Gobierno interino -liderado por Ahmed al Sharaa- es el impulso económico. Las nuevas autoridades en Siria se esfuerzan en decir y hacer aquello que suene bien en los oídos occidentales. El levantamiento de las sanciones internacionales que pesan sobre el país aligeraría la gestión de Gobierno.“Lo más difícil es la economía. El
Reportaje desde El Alto sobre los 'cholets', un término que fusiona 'cholo' (mestizo) y la palabra francesa 'chalet' (casa de campo). Estas edificaciones destacan por sus coloridas fachadas y figuras tridimensionales, que incluyen robots, superhéroes como Iron Man, la Estatua de la Libertad y, próximamente, la Torre Eiffel. De nuestra corresponsal en Bolivia, Gabriela Orozco. La fiesta de 15 años de Candy se celebra en el salón Dubai, ubicado en el "Crucero de los Andes", un edificio de 12 pisos en la ciudad de El Alto. "El ambiente de este cholet es excelente", comenta Giovanna, una de las invitadas. A ella le parece "extravagante" el lugar, pero al mismo tiempo reconoce que "es algo nuevo y es bonito probar lo nuevo".Las fiestas que se realizan en los cholets pueden prolongarse durante cuatro días, por ejemplo las de matrimonio, cuenta el dueño de este edificio, Víctor Choque. "El primer día, el viernes, es el tema de la preparación y la logística; el segundo, el sábado, la boda como tal; el domingo, el conteo de los regalos, y el lunes, el cuarto día, la entrega del salón", explica Choque.En estas fiestas también se baila una mezcla de música folclórica con tecno, tradición con modernidad, igual que la decoración interior y exterior del "cholet"’, término que junta la palabra "cholo", que quiere decir mestizo, y "chalet", casa familiar montañesa en francés.Cholet robot, Iron Man, Messi, Estatua de la Libertad…Las fachadas de estas construcciones, además de coloridas, pueden llegar a ser excéntricas con figuras tridimensionales como robots, Transformers o superhéroes modernos como Iron Man. También las hay con monumentos famosos como la Estatua de la Libertad e incluso hay un cholet que tiene en su frontis un platillo volador. Uno de estos cholets, llamado "Messi", exhibe en su fachada una enorme camiseta del "10" argentino. Estas edificaciones, algunas de hasta más de diez pisos, contrastan con las modestas viviendas de El Alto, mayormente construidas de ladrillo, sin pintar, para pagar menos impuestos.El cholet Crucero de los Andes, también conocido como el Titanic Andino y que pronto también será un hotel, tiene en la cúspide un barco que funciona como restaurante. Su propietario, Víctor Choque, dice que inicialmente iba a hacer construir un avión en la parte más alta, pero confiesa que tuvo "algunos inconvenientes, entre otros, que invadimos espacio aéreo de los vecinos con las alas".Víctor Choque asegura además que optaron por el barco porque éste evoca al mar que Bolivia no tiene. "Nosotros decimos que estamos en un mar de ladrillos en el día y en un mar de estrellas o luces en la noche, porque es impresionante ver el atardecer hacia las 6:30 p.m. Es impresionante cómo las luciérnagas comienzan a encenderse. Es un momento maravilloso", afirma.Cholet París inspirado en las Olimpiadas Otra novedad, aunque con algunas diferencias de estilo y forma, es el proyectado Cholet París, una construcción que llevará en su fachada y en toda la estructura nada menos que a la Torre Eiffel. El arquitecto Erwin Chura es el líder de este proyecto encomendado por una próspera madre y su hijo, que tuvieron la idea de construirlo antes de las Olimpiadas de París, idea que se afianzó con la fastuosidad y diversidad mostrada en los Juegos Olímpicos.Además de la emblemática torre, los dueños quieren que el ambiente parisino se refleje en el interior del edificio, mostrando el lujo y la elegancia de las galerías comerciales en la planta baja con la presencia de tiendas de productos exclusivos.El arquitecto Freddy Mamani, impulsor de los cholets en El Alto desde hace más de 20 años, dice que se hace un rescate de la milenaria cultura andina en la modernidad. "Esta arquitectura tiene una filosofía, un espíritu, es vida, es movimiento. Yo llevo los colores para rescatar la cosmovisión andina", dice.En su opinión, sus cholets tienen el sello de la arquitectura que se conoce como "neoandina", su marca registrada, y que ha cruzado fronteras porque sus palacios andinos han sido construidos en Perú, Brasil e incluso hubo una exposición con una réplica del ambiente interior del cholet en un salón de la Fundación Cartier en París en 2018.¿Son auténticamente andinos los cholets?Sin embargo, para el arquitecto Daniel Contreras este estilo no representa al mundo andino y obedece más bien a una mezcla de nociones antiguas con modernas, por ejemplo, las molduras en las paredes. Esta es una línea muy europea que a comienzos del siglo XX representaba estatus en Bolivia y que ahora comparten escena con elementos nuevos de la cultura occidental.Son una serie de nuevos conceptos que aparecen vía internet, la televisión, la televisión por cable y un deseo de diferenciarse del otro con el objeto más rimbombante. Por eso algunos pondrán la Estatua de la Libertad y otros, la Torre Eiffel.Habrían ya más de 300 cholets en El Alto. La construcción de uno de estos edificios de diez pisos o más se estima entre medio y 1 millón de dólares, aunque los más grandes podrían superar estas sumas.Según el analista social Carlos Toranzo, uno de los principales estudiosos de las burguesías cholas en Bolivia, los propietarios son empresarios populares del sector del transporte interdepartamental e internacional, pero también del comercio que importan productos como electrodomésticos, telas y otros bienes de consumo desde China y Estados Unidos y que compiten entre sí para demostrar quién tiene más poder económico.En pocas palabras, los cholets responderían a las necesidades de la sociedad de El Alto. Sin embargo, algunos arquitectos como Daniel Contreras también se cuestionan su falta de funcionalidad."Los cholets no están prestando mucha atención a lo funcional. La excusa es decir: 'Así lo pidió el cliente'. En esencia, se trata de ganar altura. Es decir, el cholet es un chalet puesto en el último piso del edificio. Esa es la denominación cholet. Y después vino la idea de forrar el edificio para que tú levantes la vista y termines viendo el chalet de arriba. Así fue que empezó a tomar mucha fuerza todo el revestimiento de la forma de la torre".Prioridad a la apariencia, no a la funcionalidadPara el creador de los cholets, Freddy Mamani, la funcionalidad sí existe, pero está acorde con las características de la población alteña."Es funcional de acuerdo con su sociedad. Creo que la gente que viene de la Academia no ha entendido esto. Pienso que esta arquitectura se ha adaptado a esta cultura. Se ajusta perfectamente a sus necesidades y al día a día de esta sociedad", precisa.Los cholets son tanto casas particulares como negocios de sus dueños. Puede haber críticas a su funcionalidad, su estética de colores llamativos y formas geométricas diversas, la disposición de los pisos —que incluyen la vivienda de los propietarios en el último nivel o en medio de la construcción—, o la concentración de múltiples actividades comerciales en un solo edificio.En resumen, pueden decirse muchas cosas. Lo que sí es evidente es que los cholets son un fiel reflejo de lo que son sus propietarios: monarcas de pequeños palacios y mini-emporios brillantes de El Alto. Esta ciudad, fundada hace apenas 39 años, pasó de ser un conglomerado de migrantes indígenas aymaras provenientes del campo a una urbe pujante.¿El resultado? El surgimiento de una burguesía chola emergente e imparable. 
La noche del 29 de octubre de 2024, una riada de fuerza descomunal, producto del fenómeno meteorológico conocido como DANA o Gota Fría, arrasó con una decena de municipios de la región de Valencia, España. Los invitamos a escuchar el reportaje de nuestra enviada especial a cubrir la catástrofe, Angélica Pérez (con la colaboración de Pauline Gleize de la redacción Medio Ambiente de RFI y Luis Velasco del diario El País).  Esta es la historia de un tsunami a tres bandas. Primero, la riada o crecida de los ríos que el 29 de octubre de 2024 arrastró consigo pueblos enteros al sur de la ciudad de Valencia. Enseguida, la marea humana solidaria que inundó a las comunidades devastadas paliando la ausencia oficial. Y, finalmente, el terremoto social y político desatado por la caótica gestión del gobierno regional para hacer frente a la catástrofe.La riada“Nadie nos avisó”. "Las alertas telefónicas sonaron cuando ya teníamos el agua al cuello”. “Nos han dejado solos”. Dolor e ira se desprenden de los testimonios de cada sobreviviente y damnificado de la riada.  La primera vez que escuchamos estas frases fue un día después de la catástrofe dentro de los albergues que se improvisaron en Valencia para recibir a cientos de siniestrados. Estaban en chock. Muchos habían pasado más de diez horas, en plena noche, trepados en las plantas altas de sus casas, los tejados o en cualquier artefacto que les permitiera escapar a la inundación.Agradecían estar vivos. Pero tenían la sombra de la muerte pegada a su memoria.“Casi morimos ahogados. Un vecino murió delante de nosotros. Nuestros animalitos también murieron. No pudimos salvarlos. Ver cómo lo pierdes todo en segundos. Y ver que tienes la muerte a tus pies...”, la voz de Mari Carmen Rodríguez se ahoga entre las lágrimas. Ella y su marido Pepe son dos pensionados pobres del municipio de Manises. Escuche el reportaje en versión audio:José Stiwart Camacho, otro sobreviviente, también recuerda que “en cosa de segundos el agua subió un metro y medio de altura”. Este obrero de la construcción pasó 16 horas trepado a unas plataformas en el municipio de Sedaví antes de ser rescatado. Durante toda la noche vio pasar bajos sus pies innumerables vehículos, muebles y electrodomésticos arrastrados por la furia del rio desbordado por efecto de una Dana descomunal.      Todos afirman que las alertas sonaron cuando ya tenían el agua al cuello – y no se trata de una figura literaria-. Un recuerdo que martilla el relato de los habitantes de los municipios devastados, algunos a menos de diez minutos en tren de la capital valenciana, pero cortados del mundo con la riada. La marea humana Jueves 31 de octubre. Alfafar. Para llegar desde Valencia a este municipio, uno de los más devastados, hay que caminar cerca de una hora sobre la carrilera del tren, suspendido por las inundaciones. Y, sin embargo, Alfafar está a apenas a cinco kilómetros de la ciudad capital. Algunas personas que van a pie cargan agua y víveres. Son amigos, familiares y espontáneos que, por iniciativa propia, aprovisionan a los damnificados de este municipio.Al llegar a Alfafar, el paisaje es apocalíptico. Se diría que un tsunami al revés sepultó a su gente entre el barro, el caos y el olvido.“Llevo dos días limpiando solo. Nadie ha venido a ayudarme”, se lamenta con resignación enfurecida Francis Frau mientras barre kilos de lodo. El agua arrancó ventanas y puertas de su casa y destruyó completamente la planta baja. Lo mismo ocurrió con los primeros pisos del casco histórico, muchos eran comercios.Sólo los relatos macabros, dantescos y desgarradores de los habitantes dan una dimensión a esta tragedia que no fue anunciada a la población, aunque los expertos habían lanzado la alerta con suficiente antelación.“En la calle la gente se agarraba a los árboles. Se oían gritos de auxilio. Con los vecinos tratábamos de ayudarlos con cuerdas, pero estaban muy lejos. No pudimos. Hay personas que no sabemos dónde están. Y no llegó la ayuda sino hasta las cinco de la madrugada. Llevamos dos días sin luz ni agua”, relata Natalia Morinelli. Lleva horas esperando en la fila la llegada de la ayuda humanitaria     La cólera y el sentimiento de abandono de la población tienen la magnitud de la destrucción. Parada en su balcón, Irene Romero observa con enojo la larga cola de siniestrados: “Nos han dejado solos, completamente. Y ha habido muchos muertos. Aun anoche había una chica tirada en la calle, cubierta con una sábana, muerta. ¡¿Tú crees que esto puede ser?!”.Las autoridades municipales también denuncian la desidia del gobierno de la región presidido por el conservador Carlos Mazón. “No hay ninguna acción de parte del gobierno autónomo regional. No nos ha facilitado nada”, asegura Marián Pérez.La coordinadora del servicio social del Ayuntamiento de Alfalfar se indigna: “Hemos perdido alimentos, agua, camas para la gente que perdió su casa, generadores de luz. Nada de eso ha llegado. Todo lo está gestionando la municipalidad”.Luego confiesa que, para contener las necesidades de la gente, los empleados de la municipalidad han debido entrar al hipermercado Mercadona –cerrado por la inundación- y sacar a la fuerza elementos de limpieza.Desesperado, el alcalde de Alfafar, Juan Ramón Adsuara, pide a gritos el auxilio del ejército. No ha dormido las últimas 48 horas y está solo haciendo lo que puede con los vecinos, afirma. “Tiene que venir el ejército porque tenemos 8 mil habitantes todavía aislados con un metro de barro y hay gente en los coches muerta. Tenemos que entrar allí”. Cae la noche. Un grupo de jovencitos universitarios de Valencia emprende la larga caminata de regreso a la ciudad tras una jornada en la que abandonaron las aulas y las terrazas para venir a ayudar a sus vecinos de Alfafar.Al día siguiente, esos voluntarios se multiplicarían por miles. Armado de palas y escobas, un ejército ciudadano venido de todos los rincones de la región valenciana avanza a pie rumbo a los municipios siniestrados.En la subida del puente San Marcelino que une a la ciudad capital con los municipios hay un ‘peaje solidario’. No se paga, se recibe. Un grupo de ciudadanos entrega a cada persona que pasa agua y víveres para que los lleve a los damnificados.En la ruta a Paiporta, la llamada Zona Cero de la tragedia ocasionada por la Dana, Olaz Ramírez marcha con sus tres hijitos “Ellos quisieron venir a ayudar y valorar lo que tenemos”, dice la madre.En Paiporta, nuevamente las huellas de un tsunami. Pilas de autos destruidos por todas partes, calles intransitables por las montañas de enseres rotos que la gente ha ido acumulando afuera de sus viviendas y toneladas de lodo que todo lo invade, las vías, las casas, las manos. “Hemos ayudado a sacar barro, ahora son los camiones los que tienen que entrar a quitar todo lo que hay. Ya toda la marea humana es poco lo que puede hacer”, indica Yasmina Gómez, una voluntaria venida de Valencia. “Hasta que no vengan las máquinas aquí, es poco lo que la gente puede hacer”, confirma Mauricio Torres, otro limpiador espontáneo.Vicente Cascales vive en un edificio cuyos parqueaderos subterráneos y primera planta quedaron anegados en cosas de minutos. “Gracias a otro vecino que también estaba sacando el coche, logramos entre tres personas salvarnos la vida. Esto va a costar mucho. Aquí ha habido una ayuda solidaria que no vamos a poder agradecer ni con palabras, ni con dinero, ni con gestos”, dice con el sabor amargo del abandono estatal.Antonio Maroto es otro sobreviviente de Paiporta. Su mujer lo arrancó de las aguas por el brazo cuando él bajó al garaje a rescatar su bicicleta. “Hoy han pasado por aquí 40, 50 chicos con palas. Todo lo que ves es en función de voluntarios, de jóvenes españoles que dijeron ‘vamos a ayudar’. El único que ha fallado aquí es el gobierno en sus previsiones meteorológicas y de aviso a la gente", lamenta el pensionado. Sólo la marea ciudadana que inundó el pueblo con sus escobas solidarias, unos pocos bomberos y un par de grúas contratadas por el municipio, asisten a los siniestrados. La ira reina en Paiporta.“Estaba la gente en la calle volviendo de sus trabajos. Nos avisaron tarde. Y nos hemos ahogado”, denuncia María, una de las habitantes del número 17 de la calle Países Bajos en Paiporta. Desde hace cuatro días, su abuela se encuentra atrapada dentro del apartamento en el que vive porque la calle sigue atestada de trastos y barro que bloquean la puerta del edificio. “Tiene 90 años. ¡Y sus vecinas han muerto todas porque no podían trepar!”, vocifera fuerte como si pretendiera que su incriminación retumbe en el número 16 del Paseo de la Alameda, la sede de la Generalitat en Valencia.El terremoto social y políticoDomingo 3 de noviembre. Paiporta.  Al grito de asesinos, la turba enfurecida recibe a los reyes Felipe VI y Leticia, el jefe del gobierno español, Pedro Sánchez, y el presidente de la región de Valencia, Carlos Mazón.La gente echa del pueblo a la comitiva oficial. Les lanza barro, el mismo que ha sepultado sus vidas. Y golpea con sus emblemáticas escobas los automóviles de las autoridadesDurante cuatro días, el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, evadió la ayuda del gobierno socialista de Madrid so pretexto de que Valencia podría gestionar sola la catástrofe. Apenas la noche del viernes 1 de noviembre, Mazón dio su brazo a torcer.“Celebro mucho que el presidente Mazón haya decidido elevar a cinco mil su petición de efectivos militares. El gobierno central está listo para ayudar. Si necesita más recursos, que los pida”, respondió Pedro Sánchez y anunció el mayor despliegue de las Fuerzas Armadas de España en tiempos de paz. Y otras ayudas.Pero Mazón, apoyado por la dirigencia de su partido, el conservador Partido Popular, PP, insistió en responsabilizar al ejército de las fallas en las operaciones.   En respuesta, el general en jefe de la Unidad Militar de Emergencias, la UME, Javier Marcos, desmintió públicamente al presidente regional y le recordó que la Unidad es soberana para mo
El café se ha convertido en uno de los símbolos de la reincorporación de los ex guerrilleros de las FARC que le cumplieron a la paz. En el octavo aniversario de la histórica firma del Acuerdo final entre el gobierno colombiano de Juan Manuel Santos y la otrora guerrilla más vieja del continente, sellado el 26 de noviembre de 2016, les invitamos a descubrir la historia de ex combatientes que han encontrado en el café una forma de volver a la vida civil.  La Federación Mesa Nacional del Café, con apoyo de entidades estatales aliadas, es el proyecto bandera de los ex combatientes que han buscado la ruta cafetera para reincorporarse a la vida civil. Su marca insignia es Trópicos, Frutos de esperanza.  El proyecto agrupa a 1300 familias de excombatientes que trabajan con las comunidades, los militares y las víctimas.El 24 de noviembre de 2016, 13 mil guerrilleros de las FARC firmaron la paz y, en consecuencia, depusieron las armas. De esos firmantes hacían parte Lizette Melo y Antonio Pardos, dos jóvenes que pasaron, cada uno, tres lustros en las filas del grupo insurgente. Desde entonces, ambos caminan por la ruta cafetera para sembrar la paz en los territorios. Ella como barista internacional de café y él como representante legal de la Federación Mesa Nacional del Café.Leer tambiénVíctima y victimario, juntos en la ruta de la paz a ocho años de la firma del Acuerdo con las FARCAcompañados de sus familias, de víctimas de la guerrilla y de líderes de las extintas FARC, Lizette y Antonio vinieron a París el pasado 12 de noviembre a contar la historia de paz y reconciliación que hay detrás de una taza de café colombiano.Lo hicieron durante el evento “Café Producto de la Reincorporación y la Reconciliación, Experiencias y buenas prácticas de la Justicia transicional en Colombia, (JEP)”, panel que tuvo lugar en el marco del Foro de París por la Paz, con apoyo del Consejo Nacional de Colegios de Abogados y la Asociación Nacional de juristas franco colombianos y organizado por la embajada de Colombia.Con la participación de:Alfonso Prada, actual embajador de Colombia en Francia y ex secretario de la Presidencia de Juan Manuel Santos.Carlos Ruiz Massieu, jefe de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia, creada en 2016 por el Consejo de Seguridad de naciones Unidas para verificar la implementación del Acuerdo. 
En un escenario electoral polarizado, los puertorriqueños de Pensilvania podrían ser la clave para obtener la llave de la Casa Blanca. Con cerca de 600,000 votos latinos en juego, demócratas y republicanos multiplican sus campañas para captar su apoyo. RFI en español habló con ellos en lo que se considera la "zona cero" del voto hispano del estado, la ciudad de Reading. La comunidad enfrenta desafíos económicos y un giro generacional hacia el partido de Donald Trump. “Kamala que mala eres, que mala eres Kamala…”A ritmo de salsa y emulando el clásico ‘Juliana’, pero cambiando el nombre por ‘Kamala’, Donald Trump hace campaña en Pensilvania y en Estados Unidos para atraer el votante latino y puertorriqueño. En una elección tan polarizada, demócratas y republicanos centran recursos en Pensilvania donde viven un millón de latinos que todavía no tienen una preferencia clara por un candidato. Este es el estado pendular que más votos electorales da al ganador con 19 en total y dado el estrecho margen en las encuestas, lograr el apoyo de los puertorriqueños y latinos podría definir la elección presidencial como coinciden encuestas y analistas políticos.Elizabeth Torres Laviena, es puertorriqueña y vive en Reading Pensilvania con su esposo, Mike Toledo. Semanalmente visitan un restaurante Colombiano donde se encuentran con la parte de la comunidad de esta ciudad de casi 100 mil habitantes que está en el corredor latino de Pensilvania, una región del centro del estado donde viven cerca de medio millón de puertorriqueños.“Mis padres son de Puerto Rico, mi papá vino acá primero porque estaba trabajando en las fincas, luego trajo a mi mamá. Primero comenzamos viviendo en Lancaster, Pensilvania y luego nos mudamos acá, a Reading. He estado casi 45 años”.Para Elizabeth ha habido un cambio generacional que ha impactado la inclinación política de los votantes: “Cuando yo llegué acá, éramos más demócratas, y ahora estoy viendo que los jóvenes están más inclinados del lado republicano. Mi hijo es republicano, yo soy demócrata, pero también los veo más indecisos”. Elizabeth trabaja en una escuela y dice que los altos costos de la guardería están excluyendo a las mujeres del mercado laboral. “Trabajo ayudando a las personas en la comunidad también y hay muchas madres que no pueden trabajar porque no tienen los fondos para pagar el ‘day care’ (guardería)”.Su esposo Mike Toledo, nació en Estados Unidos y es director del Centro Hispano, una organización sin ánimo de lucro que ayuda a los latinos en Pensilvania a romper las barreras de acceso a la salud, la educación y las finanzas. Según él, para los latinos lograr el sueño americano es cada vez más difícil dada la inflación y los altos costos de vida. “Las necesidades de la comunidad puertorriqueña en primer lugar es la economía, el costo de ir a la tienda y comprar huevos. El costo de la leche, por ejemplo. También la vivienda, el costo de los alquileres. Estamos viendo que cada vez más familias vienen al Centro Hispano porque sus contratos de alquiler terminan y los dueños de los inmuebles suben la renta en un 20 o 30%”. La calidad de la salud y la atención médica también son críticamente importantes”.Para Mike Toledo si los candidatos quieren ganar el voto latino, tienen que escuchar a la comunidad y visitar el barrio.  “Pensilvania es el epicentro de las elecciones generales. El condado de Berks y la ciudad de Reading son la zona cero. Nosotros ya sabemos cómo votarán en Filadelfia y Pittsburgh, pero el centro del estado es donde se decidirá quién gane en Pensilvania. En ese sentido, las campañas tienen que venir a nuestro barrio. Necesitan encontrarnos para entender y saber dónde estamos. Las campañas no pueden darnos por sentados. El bloque electoral puertorriqueño no es un bloque electoral homogéneo”, agregó.“Las minorías indecisas serán determinantes”En Estados Unidos hay cerca de 65 millones de latinos de los cuales casi 36 millones están habilitados para votar. Sin embargo, la plataforma Latino Data Hub proyecta que cerca de 17 millones ejercerán su derecho al voto. Para su director, Rodrigo Dominguez-Villegas, en un estado donde el ganador del voto popular se queda con la totalidad de los votos electorales, las minorías todavía indecisas serán determinantes.“Los latinos tienen mucho, mucho poder en Pensilvania. Recordemos que este año hay más o menos 580 o 600 mil posibles votantes latinos y la elección pasada, la elección en el 2020 se decidió por más o menos 81.000 votos. Entonces, si los votantes latinos salen a votar, claro que pueden ser los que determinan el resultado de la elección presidencial en el estado de Pensilvania, que es uno de los estados más clave más importantes, y se está viendo que la elección está muy cerrada según las encuestas”.Los datos de Latino Data Hub y del Latino Policy and Politics Institute muestran que habrá un aumento del 40% en la participación de los latinos en esta elección en comparación con el 2016. Sin embargo, los latinos son la minoría que menos participa en las elecciones.“Los votantes latinos son mucho más jóvenes que otros votantes en el estado. Y, ¿qué pasa con los votantes jóvenes? Sin importar raza, sin importar donde. Eso pasa en Latinoamérica, en todo el mundo: Los votantes jóvenes tienden a participar menos en elecciones. Entonces, al estar sobre concentrados en la población joven, los votantes latinos, no quiero decir que simplemente por ser jóvenes, pero eh, pues demográficamente son más jóvenes y los jóvenes tienden a votar menos”.Históricamente los latinos en Pensilvania han apoyado al Partido Demócrata. En el tramo final de esta campaña presidencial, el 57% de los votantes latinos registrados dicen que votarían por la vicepresidenta Kamala Harris y el 39% por el expresidente Donald Trump, según el Pew Research Center. Sin embargo, simpatizantes de Trump creen que la tendencia está cambiando.En Butler Pensilvania, donde Trump sufrió el atentado contra su vida y regresó para hacer un gran discurso, el puertorriqueño Gardner Mujica llevaba puesta con orgullo su camiseta de ‘Latinos por Trump’. Para él la única solución para los problemas de la comunidad es que vuelva Trump al poder. “Sé que puedo hablar por los latinos aquí en Estados Unidos: necesitamos a Trump. Necesitamos que Trump vuelva a ocupar el cargo. Necesitamos que Trump haga todo lo que ha dicho que hará para que podamos volver a donde estábamos: familias de clase media ganando dinero sin tener que trabajar en 2 o 3 trabajos para comprar una casa porque ahora hay una inflación excesiva en los automóviles, y una inflación excesiva en la vivienda”, indicó.Gardner Mojica nació en el Bronx, en Nueva York, pero hoy vive en el corredor latino de Pensilvania donde hace campaña para los republicanos. Según él, los demócratas solo hacen política para enriquecerse. “Mi ciudad en este momento está sufriendo por culpa de los demócratas, porque están tomando medidas políticas para sus bolsillos y no para la gente. Quieren quitarnos nuestros derechos religiosos. Quieren quitarnos tantas cosas y algunos de la comunidad latina ni siquiera lo saben. Algunas personas simplemente no quieren votar y eso nos perjudica mucho. Así que si tuviera algo que decirle a la comunidad latina sería que confíe en Trump, que tenga fe y que ponga a Dios primero y luego a Trump”, indicó.Rafaela Gomez, dominicana y simpatizante de Trump, viajó cinco horas para poder verlo en Butler, un pueblo cercano a Pittsburgh Pensilvania. A la salida del evento cuestionó que sea Trump el que ponga en riesgo los derechos de las mujeres, pese a que él nombró a los jueces que limitaron el derecho al aborto a nivel federal.“Son ellos los que acaban con los derechos de las mujeres, no Trump. ¿Quién fue la mujer del año? un hombre, ¿A quién se le permite participar en los deportes de mujeres? A los hombres. Me entiende ¿Quién puede entrar al baño de niños? los transgénero…Los demócratas pelean todo el tiempo por el aborto ¿por qué pelearse contra Trump al respecto? Él nunca dijo que iba a parar el aborto. Cuando fue presidente en 2016 nunca detuvo el aborto”.El efecto de la pandemia y la inflaciónDesde Filadelfia, Michael Jones-Correa, profesor de ciencias políticas y migración de la Universidad de Pensilvania, afirmó que los retos económicos de Estados Unidos derivados de la pandemia y la inflación han polarizado las posturas políticas de los latinos.“El efecto del covid creo que se sintió más en la comunidad latina. Hubo más muertes y efectos de la enfermedad, y también más efecto económico. Esto seguido por la inflación que tuvo más efecto en esta comunidad. Es un grupo que está un poco desanimado con los demócratas. Que han votado por los demócratas en el pasado pero hay una oportunidad ahí para un candidato como Trump”.Teniendo en cuenta la polarización y los estrechos márgenes de ventaja entre candidatos, el profesor Jones-Correa cree que la movilización de los votantes el día de la elección será clave. “En gran parte del país, la gente ya se ha definido. Ya saben para quién van a votar, sea demócrata o republicano. Entonces sí hay un grupo sustancial de gente que está tal vez pensando en votar por Trump, pero se van a quedar en casa. Igual para Harris, se van a quedar en casa. Entonces para las campañas lo importante es tratar de sacar ese voto” agregó.Para impulsar a la gente a votar, Ezra Feliciano, activista demócrata que trabaja para Pensilvania Stand Up, se prepara con su equipo para salir a tocar las puertas de las casas en Reading y otras ciudades del ‘corredor latino’ de Pensilvania.  “Al ir puerta a puerta en estas últimas semanas he escuchado una mezcla de historias por parte de los votantes. La gente ha perdido la esperanza y no sabe qué hacer. Quieren votar por Harris porque la otra opción no es viable en sus vidas. Solo salir y tener conversaciones con las personas y escucharlas ha sido impactante para ellas” relató.Para Feliciano, escuchar a esas personas que se sienten segregadas y tratar d
Las sobredosis de fentanilo generan más muertes que la violencia armada, los suicidios y los accidentes de tránsito juntos. Y, sin embargo, a dos semanas del voto, este tema sigue ausente en la campaña electoral entre Harris y Trump. Nuestro corresponsal en Washington, Cristóbal Vásquez, entrevistó a ex consumidores  y especialistas.  Desde la biblioteca pública de Shaw, en Washington, Daniel Gorski se reúne semanalmente con adictos y otros líderes comunitarios para conversar y acompañarlos en el proceso de desintoxicación. Daniel, un joven blanco de 30 años, lleva 4 meses sobrio después de sobrevivir a 12 años de adicción al fentanilo y otras drogas."Mis dos últimos periodos de adicción fueron exclusivamente de fentanilo. Cuando tenía suerte encontraba heroína, pero ya estaba agarrado al fentanilo. La heroína ya no me hacía efecto, no evitaba que me sintiera enfermo o deprimido. Mi experiencia con el fentanilo fue tan fuerte que, al cabo de escasamente tres o cuatro días de consumirlo, ya estaba completamente adicto a esa droga, físicamente adicto a ella", relata Daniel Gorski.Unos miligramos de fentanilo pueden ser letalesEl fentanilo es un opioide sintético creado para mitigar los dolores extremos de pacientes en cirugía o con cáncer. Es 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más fuerte que la morfina, según la DEA. En 2023, más de 107.000 personas murieron por sobredosis de fentanilo y drogas sintéticas en Estados Unidos. Esto es casi 300 personas al día, 5 decesos cada minuto, según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades."Es muy aterrador; solo unos miligramos, una pequeña cantidad de fentanilo, podrían matar a alguien que sea intolerante a esta droga", advierte Daniel Gorski.En estas jornadas de intercambio con miembros de la comunidad, Daniel Gorski reparte Narcan, un medicamento que revierte las sobredosis de fentanilo y otras drogas sintéticas. Para él, que empezó consumiendo opioides y heroína en los festivales de música que organizaba, cualquier persona puede caer en esta adicción."Algunas personas no saben lo adictivas que son estas drogas y se toman todo lo que sus médicos les recetan. Por eso, hay un alto porcentaje de personas que terminaron adictas al cruzarse con estos opioides. Pero también hay muchas personas que, como yo, buscamos deliberadamente esta droga para mitigar emociones incómodas y sobrellevar la salud mental", confía Gorski.La grave adicción a los opioides nació a principios de este siglo. Farmacéuticas como Purdue Pharma inundaron el mercado con pastillas para el dolor con opioides altamente adictivos. Solo entre 2006 y 2012, las farmacéuticas distribuyeron más de 76,000 millones de pastillas para el dolor, pagándole a numerosos médicos para que las recetaran, omitiendo sus consecuencias. Este hecho ha sido ampliamente reportado en Estados Unidos.La responsabilidad de las farmacéuticasPurdue Pharma se declaró culpable de cargos penales derivados de su papel en la crisis de opioides. El fabricante de Oxycontin admitió haber defraudado a los reguladores y pagado sobornos ilegales a los médicos. Purdue acordó pagar hasta 8.300 millones de dólares en su acuerdo con el Departamento de Justicia. Las sobredosis de opioides han contribuido a casi medio millón de muertes en Estados Unidos durante las últimas dos décadas.La crisis por sobredosis de fentanilo empeoró en 2016, cuando el gobierno de Obama restringió la prescripción de opioides para el dolor. Las nuevas regulaciones hicieron que millones de estadounidenses, ya enviciados, buscaran alternativas en el mercado negro; primero fue la heroína, después el fentanilo, así como la mezcla con otras drogas.Según John Walsh, director de Política de Drogas de la Oficina para América Latina de Washington, la crisis sanitaria por sobredosis de fentanilo es consecuencia de los carteles del narcotráfico mexicanos, los cuales inundaron el país con fentanilo y generaron la sobreoferta."Hace diez años, no existía una demanda a gran escala de fentanilo como droga ilícita de elección en los Estados Unidos. No es que los consumidores de drogas estadounidenses estuvieran demandando fentanilo ilícito. La adicción fue creada por los traficantes para su beneficio", afirma John Walsh y precisa que "las restricciones de consumo en 2016 de las pastillas contra el dolor con opioides contribuyeron directamente a la crisis actual"."La prohibición le dio a los proveedores, en este caso a los grupos criminales, el poder para moldear a su antojo el mercado ilícito de drogas. La razón por la que el fentanilo es tan útil para un narcotraficante es porque es muy barato de producir, muy rentable y muy fácil de traficar", subraya Walsh.Morir envenenado por una pastilla con fentaniloJaime Puerta es líder de la organización Víctimas de Drogas Ilícitas. Este colombiano viaja por Estados Unidos dando conferencias para alertar sobre el riesgo de consumir pastillas para el dolor u otras drogas adulteradas con fentanilo.Delante de la foto de su hijo, Daniel José, dice a los asistentes: "No se olviden de su rostro. Él es solo una gota en un océano de todos los niños que han muerto en esta nación a causa de envenenamiento por fentanilo".Su hijo, que nunca había consumido fentanilo, murió envenenado por una de esas pastillas."Daniel José se puso en contacto con un microtraficante a través de la red social Snapchat y compró lo que él pensaba que era una pastilla de oxicodona de 30 miligramos. En algún momento de la madrugada consumió la mitad de esa pastilla. Se estaba automedicando por una crisis emocional y pensó que la pastilla lo iba a ayudar. Pero, desafortunadamente, no era una pastilla farmacéutica de oxicodona, sino una pastilla falsificada de aglutinante y fentanilo", apunta.Jaime subraya la problemática de buscar refugio en las redes sociales para afrontar problemas psicológicos. "Esta generación de muchachos no saca la cabeza de esos teléfonos celulares, se la pasan todo el bendito día con sus pantallas. Hablan con gente que no conocen. Pero hay personas que están buscando activamente a esos niños con problemas para venderles drogas. Hoy conseguir una pastilla es tan fácil como pedir una pizza", dice. Una pastilla que se consigue en el mercado para el dolor, la depresión o la hiperactividad clonada con fentanilo puede venderse por menos de 3 dólares en las calles de ciudades como San Diego. Los carteles del narcotráfico las producen en laboratorios clandestinos en México usando precursores químicos chinos que también se usan para productos de uso cotidiano, como jabones. Luego las trafican fácilmente dado su tamaño.En la calle solo se consigue fentanilo"En San Diego, al menos según lo que reportan los usuarios, es que, aunque ellos quieren consumir heroína, lo único que encuentran en la calle es fentanilo", dice Cecilia Farfán, investigadora y experta en política de drogas y crimen organizado de la Universidad de California en San Diego. Ella explicó a RFI que la mayor parte del fentanilo entra por puertos legales y quienes lo trafican no son los inmigrantes."Según los datos de la Comisión de Sentencias de Estados Unidos sobre las personas que han sido sentenciadas por tráfico de fentanilo y sustancias análogas, el 92.4% son ciudadanos americanos. Ese dato subraya el elemento transnacional de este tráfico", sostiene Cecilia Farfán.Solo en 2023, las autoridades en Estados Unidos incautaron más de 115 millones de estas pastillas. A pesar de varias décadas de interdicción y criminalización en la guerra contra las drogas, así como la construcción del muro en la frontera con México, en la práctica es poco lo que se ha hecho para detener el auge de la producción, el tráfico y el consumo de drogas y fentanilo en ese país.Johnny Bailey es coordinador comunitario de Hips, una organización que presta servicios de prevención a drogadictos en las calles de Washington. Bailey, que interactúa con adictos diariamente, cree que hay que ser menos "políticamente correctos" si se quiere salvar vidas."La idea de lograr una América libre de drogas es, en el mejor de los casos, inocente y, en el peor, criminalmente ignorante. Lo primero que diría acerca de la legalización es que necesitamos una oferta de droga segura y controlada. A esta altura, esa es la única salida que le veo al problema", piensa.Una crisis con tinte racialJohnny Bailey superó su drogadicción hace 12 años. Hoy visita barrios en Washington ofreciendo gratuitamente medicina para prevenir las sobredosis de fentanilo y otras drogas. Según él, el problema tiene un claro tinte racial, pues no todos los adictos tienen el mismo acceso a la salud."Nuestra población en Washington es aproximadamente un 46% negra. El año pasado, el 82% de las sobredosis se produjeron entre afroamericanos, en su mayoría provenientes de los distritos 7 y 8, que son los más pobres. Sé que los blancos consumen drogas y no en menor cantidad. Todos los estudios muestran que los blancos consumimos lo mismo, o incluso más, también traficamos más drogas, pero no sufrimos las mismas consecuencias", precisa.El doctor Edwin Chapman, que tiene más de 40 años de experiencia atendiendo casos de drogadicción en Washington, también cree que la disparidad en la cobertura de la salud agrava aún más el problema. "Tenemos que reconocer que no tenemos seguro médico público. Entonces, de entrada, ciertas personas quedan excluidas y por lo general termina siendo gente pobre", agrega. Chapman concluye que el gobierno no puede seguir confiando en empresas privadas de salud para abordar un problema público de tal magnitud."Deberíamos tener un plan de acción universal, muy similar al Plan Marshall, el gobierno federal lo que debería hacer es, básicamente, encargarse de la situación y pagar directamente a los proveedores que sean expertos en cada comunidad, en lugar de tener que lidiar con compañías privadas de seguros que responden a intereses de accionistas y fondos de inversión de especulativos", sostiene. La crisis del fentanilo ataca a una población e
En pleno medio del océano Pacífico, la isla de Pascua, también llamada Rapa Nui, está invadida por el plástico. Ubicado en el Giro del Pacífico sur, una poderosa corriente marina, el pequeño territorio chileno recibe en sus costas más de 500 residuos por hora. Vienen del continente y también de los barcos industriales que pescan masivamente en la zona. También, conocida por sus Moái, la isla acoge miles de turistas al año, que generan además toneladas y toneladas de basura. Sus habitantes explican cómo hacen frente al flagelo. Por Naïla Derroisné, enviada especial de RFI a la Isla de Pascua“Cuando yo iba a la playa a recolectar mucha gente pasaba y me decía: ‘Oh, está colectando conchitas, está colectando piedritas’. Y yo les decía: ‘No, es plástico’. Y ahí abrían más el ojo y se daban más cuenta de que estaba súper sucio todo por el plástico”, explica a RFI Kina, de 22 años, nativa de Rapa Nui. Todos los fines de semana va a limpiar el borde costero y recoge plástico en la arena, y entre las rocas.“Uno empieza a escarbar, a escarbar y abajo hay más. Estoy viendo que hay mucho más abajo que arriba, y todo esto es plástico”, describe.Con las manos dentro de la arena y con un pequeño tamiz, Kina junta miles y miles de pequeños trozos de plástico de todos los colores.“Llegan a ser tan pequeños producto de la degradación en el mar. Llevan tanto tiempo viajando en el mar que producto del sol, de la sal, del desgaste por el choque, la fricción con otro, llegando a las costas, chocando con las piedras, es que se fracciona tan pequeño”, explica.Ese día está con su prima y dos amigas. Las cuatro mujeres eligieron ir a limpiar la bahía de Hanga Nui, en la costa sureste de la isla, cerca de los 15 moáis de Tongariki.“Generalmente nos llevamos 2 o 3 baldes llenos. Y eso ya son unos 20 – 30 kilos, fácil. Siento que al final no estoy haciendo ningún aporte. Porque sigue llegando tanto, y uno viene a recolectar, y al irse, uno sigue viendo plástico. No es que uno venga, recolecte y deje la playa limpia. Porque es imposible sacar todo lo que uno encuentra”, observa.Además del micro plástico que es muy difícil de recolectar, hay mucha más basura, explica María José, su prima.“Encontramos plásticos de grandes volúmenes: cajones, a veces llegan neumáticos gigantes, cajas, las redes también pueden ser muy grandes, a veces encontramos de 30 kilos, o sea hay de todo”, cuenta María José. Oye, yo estoy pasando horas de mi vida limpiando un residuo que no es mío’Las 4 mujeres acaban de pasar 3 horas, en cuclillas, tratando de recolectar la mayor cantidad de plástico posible.María José trata de no dejarse sobrepasar. “Es muy impactante ver la cantidad de residuos que uno viene a limpiar. Entonces, claro, baja la desesperanza de decir: ‘Oye, yo estoy pasando horas de mi vida limpiando un residuo que no es mío’, pero al mismo tiempo hay otros lugares del mundo en dónde esto no importa, y dónde se generan muchas más cantidades’. O la misma industria del plástico que sigue produciendo y produciendo. Entonces uno dice: ‘Es insignificante el aporte que estoy haciendo. ¿Cuál es el valor de tanto esfuerzo para algo que es tan pequeño o tan poco incidente?’ Pero, después, pienso que en verdad me deja más tranquila y más satisfecha conmigo misma el hacerlo”.“Cuando yo era chico no había tanto plástico como ahora. Ahora se ve mucha más el plástico. Sobre todo, cuando hay mucho viento, marejada, se viene toda la basura que se acumula afuera, se viene todo adentro de la orilla. Provoca rabia, enojo. No da gusto verlo”, dice Carlos en el pequeño puerto de Hanga Roa, mientras limpia atunes medianos que acaba de pescar. Todos los días sale al mar en su bote con motor.“Hasta los pescados ahora vienen con plásticos en la guata. A veces hasta las mismas tortugas vienen con un pedazo de plástico, tenemos que agarrarla y sacárselo. Mis papás, mis abuelos no veían plástico en los pescados. Nosotros somos los que estamos viendo plástico ahora en los pescados. Nosotros decimos que es de los barcos pesqueros factoría que están afuera que empiezan a botar su basura y se viene todo con la corriente hacia acá adentro”, alerta.La isla está efectivamente rodeada de embarcaciones que pescan en las aguas internacionales. Es lógico pues que grandes cantidades de materiales utilizados en la pesca terminen llegando a las costas de Rapa Nui.“El otro día encontramos una boya que tenía una placa con números, como una patente. Y esa patente yo la busqué en internet y era de un barco chino que estaba actualmente con su cuota disponible para la pesca”, relata a RFI Emilia, bióloga marina.Muchos de estos barcos vienen a pescar el atún, abundante en la zona. Algunas embarcaciones son japonesas, otras chinas, australianas y también europeas, comenta Pamela Averill, ingeniera civil oceánico.“Están llegando hasta cintas que son de los barcos pesqueros dónde sale en el embalaje de las cajas de atún de dónde provienen. Y la mayoría son desde España. La única alternativa es cerrar la llave del plástico y evitar que esto siga llegando. Y la industria pesquera, o sea, ¿cómo es posible que sigan los barcos contaminando de esta manera? ¿Qué organismo, qué identidad se hace responsable realmente?Un obstáculo natural que no ayudaLa ubicación de Rapa Nui en el océano tampoco ayuda, al contrario… en esta zona se produce como un efecto de imán para todo el plástico que flota en el mar… ya sea de la pesca industrial o basura que viene de Sudamérica. “La isla está justo en el centro del giro del Pacífico sur, entonces es un obstáculo natural a todos estos plásticos que vienen desde el continente hasta Rapa Nui. Podemos ver también que en algunos sectores de Rapa Nui se concentra más macro plástico, que son estas bandejas de pesca, grandes cuerdas. Y en otros sectores tenemos más micro plástico que por la misma circulación que tiene el plástico en la isla en sí. Por eso en las playas es común ver estos pequeños pedacitos de plástico. Y en otras costas como generalmente la costa sur podemos encontrar plásticos de mayor tamaño”, nota Pamela.“Nosotros vivimos en el medio del océano. Nuestra cultura, nuestras familias están totalmente relacionados al mar, a la tierra, y constantemente atentos de los impactos del cielo, de la lluvia, del sol, de la luna, de las estrellas, de todo… Es parte de nuestra idiosincrasia y de nuestra cultura”, apunta Ariki Tepano Martín, el presidente de la comunidad indígena Ma’u Henua, encargada de administrar el parque nacional de Rapa Nui, el cual cubre casi la mitad de la superficie de la isla, desde el interior hasta las costas.  “La mayor parte del plástico que tú ves no se produce aquí. Es el impacto de la pesca industrial. Hoy día tenemos por suerte el inicio de un proceso de área marina protegida. ¿Si lo va a reducir? No lo creo. Porque fuera de las 200 millas van a seguir las pesqueras industriales, pescando y tirando basura al mar, y eso es lo que llega hoy en día a nuestras costas. Como Ma’u Henua que tenemos la jurisdicción legal hasta el límite costero, nuestra parte es colaborar con las instituciones, organismos o grupos que se preocupan de ir limpiando. Y ojalá en algún momento, una consciencia global. La pesca industrial es una de las más millonarias después de la extracción de petróleo. Ojalá que no sea así, pero la única manera de parar es que depreden todo el mar. Y hasta este punto vamos a tener que vivir con eso”, agrega.Según un estudio chileno de la Universidad Católica del Norte, son más de 4 millones de residuos los que llegan a la isla de Pascua cada año. Los habitantes logran recoger una parte de estos desechos que luego termina en el centro de reciclaje de Rapa Nui."Pena, rabia, pena"“Todos estos maxi sacos están acopiados acá porque no tengo otro lugar, no hay manos para clasificar. Solo la recolectan y las acopio. Pero está aquí, no en el borde costero, no en la plaza, ni en la playa”, asegura Alexandra Tuki, quien gestiona el centro de reciclaje de Rapa Nui desde hace más de 20 años. Una parte del plástico que viene del océano se junta aquí con los desechos que producen los habitantes de la isla y los turistas…“Me da pena, me da rabia, me da rabia, me da pena. Me da pena porque yo no nací así en esta isla llena de basura, no. Había otros valores. Y lamentablemente tenemos una mente muy consumista”, denuncia.La treintena de empleados que trabajan en el centro alcanzan a reciclar un poco más del 5 % de los desechos de la isla. Después de haber sido recolectados, pasan por una prensa instalada debajo de un gran galpón.“Sube por esa boquilla, baja, de allá entra en una prensa que la aplasta y la tira por acá. Y aquí sale el fardo. Mira, puros embalajes, bolsas de plástico, latas de aluminio, cartón a granel… Y esto son los otros plásticos. Puedes ver las bandejas, bidones, manguera de regadío…”, enumera Alexandra. Cada semana son 10 toneladas de residuos que salen de la isla por avión hacia el continente. A Alexandra le gustaría hacer más, pero le falta de todo. “Hoy en día yo te cuento que operativamente estoy ineficiente. Porque le falta más personal, falta más maquinaría, falta infraestructura, falta equipamiento, y es cosa que no hay. Entonces ya han pasado más de 20 años, hemos dejado que se acumule, que se acumule, que se acumule, pero no hemos hecho nada. Lo único que hacemos es habilitar un vertedero y botar la basura allí, botar, botar y enterrar, botar y enterrar, botar y enterrar”, dice.Todo lo que el centro de reciclaje no logra procesar, es decir el 95 % de la basura, termina en el vertedero municipal de la isla que está casi saturado.“Estamos en el vertedero Vai a Ori, todo este bosque verde que tú ves acá, te están tapando una realidad que está abajo y es la basura domiciliaria. Si tú te das cuenta, todo lo que está viendo con tus ojos, el 90 % es reciclable, desde la caja plumavit [poliestireno], las bolsas, el embalaje, las tapas, las botellas, las latas, el cartón. Todo es reciclable pero claramente esto evidencia que nos falt
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