Igor El Ruso

En diciembre de 2017 tres personas fueron asesinadas en una fría noche en un pueblo de la provincia de Teruel.  Finales de enero de 2020. Igor el Ruso sale de prisión para afrontar el primero de sus dos juicios en España. Es la primera vez que le veo desde que empecé a seguir su historia. Su frialdad pone los pelos de punta. La Audiencia Provincial de Teruel ha construido específicamente para este juicio una jaula de cristal. Desde dentro busca a las cámaras, hace la señal de la victoria, sonríe. Me cuentan que minutos antes ha pedido con altivez que la vista vaya rápido porque tiene cosas que hacer. La actitud del criminal no deja a nadie indiferente.

Budrio, en la provincia italiana de Bolonia, es un pueblo pequeño, de unos 18.000 habitantes. Un lugar tranquilo que rara vez aparece en los periódicos. La noche del 1 de abril de 2017 está tranquila. Davide Fabri está en una mesa con unos clientes cuando entra un hombre con la cara tapada y un fusil en las manos. Es Norbert Feher, Igor el Ruso. Está a punto de matar por primera vez.

Italia vive uno de los mayores despliegues policiales de su historia.Sobre las seis de la tarde, el policía local Marco Ravaglia y el guarda forestal voluntario Valerio Verri vuelven a casa, cerca de Portomaggiore. Está a unos 40 kilómetros de Budrio, el lugar donde se cometió el homicidio de Fabri. Estos dos hombres no participan en el operativo de búsqueda del asesino. Para ellos es un día normal. Durante su turno, han atendido una denuncia por pesca ilegal.

el 28 de enero de 2020. Igor El Ruso sale por primera vez de la cárcel para enfrentarse a la justicia. Va a responder por el intento de homicidio a sus dos primeras víctimas en Teruel: Manuel Marcuello y Manuel Andreu. Las medidas de seguridad se extreman. La noche anterior se le ha trasladado desde la prisión de Teixeiro en un furgón. Lo que no ha cambiado es su mirada fría y su gesto desafiante. Está tranquilo y lo mira todo con atención, como si no quisiera perder detalle de nada de lo que pasa a su alrededor. Sonríe a las cámaras. 

Uno de los que permanece más alerta es José Luis Iranzo, un andorrano muy conocido. José Luis es agricultor y ganadero, cabeza visible del sindicato agrario de la provincia y nieto de un cantante de jota que en su juventud rechazó giras internacionales por permanecer en Andorra, al lado de los suyos. Era José Iranzo, el pastor de Andorra.