Las posibilidades de un amor que jamás se concretó: “Y pensar que pudimos / enlazar nuestras manos / y apurar en un beso / la comunión de fértiles veranos...” Lectura: Alejandro Aura.
Peculiar descripción poética de aquello que compone la sonrisa del ser amado: los dientes. Cuida tus dientes, cónclave de granizos, cortejo de espumas, sempiterna bonanza de una mina...” Lectura: Alejandro Aura.
Ramón López Velarde reflexiona acerca de la mítica edad de la plenitud humana, los 33 años. Curiosamente, y como si lo predijera, el poeta fallece durante ese año de su vida. Lectura: Alejandro Aura.
Poema amoroso que alude al misterio y al horror como elementos eróticos: la sangre, los huesos, la palidez, el ataúd. Lectura: Alejandro Aura.
El poeta desearía volver a la niñez para provocar la ternura en la mujer que ama: "¿Por qué en la tarde inválida, cuando los niños pasan por tu reja, yo no soy una casta pequeñez en tus manos adictas y junto a la eficacia de tu boca?" Lectura: Alejandro Aura.
Reflexión poética acerca del perder y ganar en una relación amorosa, llena de símbolos cargados de erotismo. Lectura: Alejandro Aura.
La confesión del tedio como un lazo que une a dos vidas y les permite oscilar, paralelas, aunque distantes. Lectura: Alejandro Aura.
Atmósfera de bruma y trenes, muchacha con ojos de sulfato de cobre. Una disculpa a la novia abandonada, que entregó su corazón a sabiendas que el amado no era muy de fiar. Lectura: Alejandro Aura.
El autor imagina qué habría sido de su vida de haberse quedado a vivir para siempre en su villa: “Quizá tuviera dos hijos, y los tendría / sin un remordimiento ni una cobardía.” Lectura: Alejandro Aura.
La intensidad de un corazón en el que bulle la poesía: “Yo lo sacara al día, como lengua de fuego que se saca de un ínfimo purgatorio a la luz; y al oírlo batir su cárcel, yo me anego y me hundo en la ternura remordida de un padre que siente, entre sus brazos, latir un hijo ciego.” Lectura: Alejandro Aura.
Poema que enumera las prohibiciones cotidianas de una pasión intensa: “¿Imaginas acaso la amargura que hay en no convivir los episodios de tu vida pura?” Lectura: Alejandro Aura.
Un color deslumbrante que hace inevitable la atracción y la adoración; así es la amada para López Velarde: una mancha de púrpura. Lectura: Alejandro Aura.
Día lúgubre para de los amantes: la fragilidad del cuerpo, el temor a la muerte y la veneración mutua les acechan en este día, más que en ningún otro. Lectura: Alejandro Aura.
"Insectos laboriosos como símbolo de la vida que corre por las venas: Antes de que mis labios mueran, para mi luto, dámelos en el crítico umbral del cementerio como perfume y pan y tósigo y cauterio". Lectura: Alejandro Aura.
Poema místico que, a modo de súplica, pide que al poeta se le le libere del dolor, la enfermedad y la penuria de los males físicos. Lectura: Alejandro Aura.
Entre el candor de la niñez y de la fe en las vírgenes y los santos, el sueño revela el deseo de volver a esa ingenuidad perdida. Lectura: Alejandro Aura.
La canción que conforman los latidos en nuestro pecho suena, para López Velarde, a “son moderno, a son de selva, a son de orgía y a son marino”... Lectura: Alejandro Aura.
Reflexión en torno a lo que implica regresar al lugar de origen: "Hasta los fresnos mancos, los dignatarios de cúpula oronda, han de rodar las quejas de la torre acribillada en los vientos de fronda”... Lectura: Alejandro Aura.
Una metáfora acerca de la contemplación y la vida: “Mi voluntad es labio y mi beso es el rito... ¡Oh, Rabí, si te dignas, bien está que me encauces; como el can de San Roque, ha estado mi apetito con la vista en el cielo y la antorcha en las fauces!”. Lectura: Alejandro Aura.
El mítico personaje que anuncia con el tañido del bronce los ciclos de la vida: los nacimientos, las bodas, la enfermedad y la muerte, es el protagonista de este poema. Lectura: Alejandro Aura.