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Las hijas de Felipe
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Las hijas de Felipe

Author: Podium Podcast

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Description

Cotilleos históricos, dramas barrocos, vidas olvidadas. Monjas, demonios, embustes, alquimia, recetarios, oro. Y recuerda que, todo lo que te pasa a ti, ya le pasó a una monja en los siglos XVI y XVII.


Un podcast de Carmen Urbita y Ana Garriga. Producido por Podium Podcast.

57 Episodes
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Cuando el presente se ensombrece hasta encapotarnos el espíritu sin remedio, existe un recoveco diminuto, derrochón y estrafalario del barroco al que acudimos con desconsolado afán escapista: el Potosí en cantimploras, el Aranjuez en flores, el Oriente en olores y la gran magnirrotura que fue la visita a Madrid del príncipe de Gales en 1623. Acompáñanos en este episodio en el que intentamos aliviarte la zozobra llevándote de la mano por un Madrid más iluminado que las navidades de Vigo, invadido por hooligans diplomáticos, poblado por elefantes, linces y avestruces: un fracaso político de dimensiones inigualables, pero también un absoluto triunfo estético, un delirio festivo. Del outfit check de pipiolos del primer encuentro entre Felipe IV y el príncipe de Gales al affaire entre la mujer del Conde-duque de Olivares y el duque de Buckingham, te contamos hasta el último detalle (y hasta el último ducado) del Tomorrowland madrileño de 1623 hasta llegar, por fin, a las celosías del convento para recuperar los calculados mimbres estratégicos del inigualable “complot de las Descalzas” y del chantaje lacrimógeno de Mariana de San José desde el convento de la Encarnación. Si no puedes vivir un día más sin saber cómo un puñado de monjas logró desbaratar el enlace entre la infanta María Ana de Austria y el protestante mohoso del príncipe de Gales, y si te va la vida en descubrir y almacenar en tu cabeza para siempre el número exacto de platos que el conde de Monterrey sirvió en el banquete que ofreció en su palacio el 2 de abril de 1623, dale corriendo a play.
Futuros barrocos

Futuros barrocos

2024-10-2859:00

Pocas cosas desencadenan más ansiedad que elucubrar sobre el futuro. Por eso, cuando nos invitaron a participar en la edición de este año de la Biennal de Pensament de Barcelona, concebida bajo el marbete de “el mañana de todo”, corrimos temerosas a buscar refugio terapéutico en los delirios proféticos, en el desasosiego cronofóbico y en la temporalidad escatológica de nuestros siglos más favoritos. Acompañadas (contra todo pronóstico) por Francis Bacon y sus desiderata, de la mano de un (hasta este instante) desconocídisimo fray Juan del Pozo y su minuciosa manía por textualizar deseos tan necesarios como la multiplicación de anguilas en cualquier estanque y arropadas por Lucrecia de León, la veinteañera más embaucadora del Madrid del siglo XVI, en este episodio rebobinamos hasta los futuros barrocos para aplacar las ansiedades de nuestro propio porvenir. Si las personitas del barroco sabían que lo único que merecía la pena era la búsqueda incansable de lugares utópicos alejados de la tiranía de la productividad, si encontraron en una preciosísima ética del capricho el asidero necesario para combatir el pánico ante esa inminencia llamada futuro, nosotras (y vosotras) no vamos a dejarnos consumir por la nebulosa de lo que está por llegar. Si no puedes seguir viviendo sin saber por qué Lucrecia de León mandó construir unos bunkers en Villarubia de Ocaña, si te va la vida en descubrir por qué Robert Boyle hubiera sido más feliz en el Berghain que en la Royal Society, dale corriendo a play.
Siendo como somos (y lo sabéis) las pepenadas más consentidas, vuestras repipis predilectas, gusanillas patológicamente complacientes y ultimísima trinchera del recato, en este episodio nos atrevemos sin embargo a dejar atrás las celosías y la molicie aterciopelada de la intimidad doméstica para echarnos a las calles, como corsarias de cuantos puertos hay desde Atocha a Palacio, a seguir los pasos de las auténticas potaxies del barroco. De la mano de María de Navas y Teresa de Robles, dos actrices de todo menos discretas y ajenas a la polémica, os contamos cómo la élite de la interpretación y el estrellato barroco intervino con su propio desacato en las costumbres domésticas y urbanas; de cómo actrices como Navas y Robles fueron referentes imprescindibles para convertir a todas las madrileñas en un atajo de “deshonestas, las más dudosas y ninguna casta”; de desafíos a la autoridad y arrestos domiciliarios y sobre todo de GESTOS, muchos gestos y muchísima sassiness. Porque, amiga, da igual en qué siglo escuches esto: como los moralistas del barroco, todas sabemos que una gesticulación, un aspaviento exagerado y un meneo desmedido pueden siempre convertirse en la ventana abierta a un divorcio, a un escándalo amoroso o a una fuga de la justicia. Si no puedes vivir ni un día más sin enterarte de quién era la persona que más afters madrileños pisaba en el siglo XVII, y si te va la vida en descubrir cuántos segundos tardaban las clarisas de las Descalzas Reales en poner en marcha su U-Haul conventual para socorrer a una amiga, dale corriendo a play. 
TOTA PULCHRA

TOTA PULCHRA

2024-09-3001:00:251

Da igual en qué siglo escuches esto: mientras tú pochas una cebolla, te grabas un Get Ready With Me o rezas una súplica ante el Santo Sagrario, no hay duda de que, en algún lugar no muy lejano, un grupo de hombres discute sobre si una mujer está o no está libre de pecado. En este episodio profundamente sevillano e inesperadamente bético (con un fugaz pero primoroso cameo de Héctor Bellerín) por fin damos rienda suelta al que quizá sea nuestro capricho más longevo: charlar largo y tendido sobre la polémica teológica en torno al dogma de la Inmaculada Concepción. Un sermón de 1613 capaz de cambiarlo todo, una Sevilla aterrorizada por los dominicos, esos fifes de la contrarreforma, chifladas hipótesis teológicas en torno al útero y los arrumacos de la pobre Santa Ana que nada tienen que envidiar a la rumiación conspiranoica de un buen hilo de forocoches, el abc de la geopolítica inmaculista y, sobre todo, el fervor concepcionista que no sabías que necesitabas. Si no puedes vivir ni un día más sin descubrir qué hizo Beatriz da Silva después de ser encerrada en un arcón durante tres días por un ataque de celos y recibir la aparición de la Purísima Concepción, y si te urge saber por qué tu próximo tatuaje debería ser TOTA PULCHRA, dale corriendo a play.
VUELVE TU SOSIEGO. VUELVE EL BARROCO. Arrebatadas y felices por volver a este rinconcito terapéutico nuestro, no podemos sin embargo evitar que la mano se nos escape nerviosa a toquetear las nuevas arrugas con que inauguramos la temporada, ni somos capaces de esconder bajo nuestro compromiso con la sonrisa perpetua el manojito de desarreglos intestinales, altibajos hormonales y demás achaques que nos atosigan en esta incipiente caduca edad cansada. Tras saciar la curiosidad de todas con un noticiario conventual en el que por fin nos pronunciamos sobre la rabiosa actualidad de las monjas cismáticas de Belorado y la apertura del sepulcro de santa Teresa, pasamos por fin a intentar encontrar el inesperado sosiego que se esconde en las peripecias de envejecer y el sobresalto de aterrizar en la categoría señoras. Baltasar Castiglione y las fantasías de perpetua juventud en su manual de perfecta pluma heterosexual para cortesanos, el secreto de la longevidad de las monjas de San Jacopo di Ripoli y Santa María Annunziata delle Murate y el tiernísimo declive de Juana Esperanza de San Alberto. Porque todo lo que te esté pasando a ti, ya le pasó a alguien en los siglos XVI y XVII. También los desasosiegos ante las primeras patas de gallo, el abrazo entusiasta de una cabellera totalmente canosa y el regocijo fantasioso ante promesas de longevidad. Si llevas toda una vida esperando a saber quién huele a cisco y alcrebite o cómo una monja de noventa y un años puede ayudarte a combatir el alzhéimer, dale a play.
Presas del terrible desamparo que nos consume ante un trance que jamás quisimos afrontar, Las hijas de Felipe recurrimos a un rosario de despedidas barrocas, desgarros amistosos y separaciones cortesanas y conventuales para enjugar las lágrimas que empapan nuestros tristísimos ojos. Este episodio, amigas, es un pequeño repaso por el repertorio sentimental de las despedidas barrocas: un intento de buscar en nuestros siglos más favoritos un poquito de aliento para daros una noticia seguramente dolorosa pero también muy necesaria. Pero, por favor, que nadie se hunda en la pesadumbre, que como siempre, al final del recorrido, y del viaje, hay jolgorio y regocijo, sonrisa perpetua y entusiasmo carmelita. Partimos, pero no sin el amparo de nuestro escuadrón angelical de ilustrísimas oyentes. 
Fieramente humanas

Fieramente humanas

2024-02-0501:07:51

Las hijas de Felipe es el refugio sonoro del ahistoricismo deliberado, un espacio donde los rincones más remotos de los siglos XVI y XVII y los resquicios más impenetrables del presente se solapan en un anacronismo estratégico para, con suerte, sugerir cavilaciones y conexiones insospechadas. En este episodio en directo desde el Museo Thyssen de Málaga, dialogarán con la exposición Fieramente humanos para pensar los procesos de canonización desde la construcción contemporánea de la fama y la celebridad. Desde los rasgos exactos de Santo Domingo revelados por el demonio a las dominicas de San Plácido hasta las implicaciones del lip combo de Rosalía: un suculento y trepidante recorrido por los vericuetos de la santidad y el estrellato.
Casuística amorosa

Casuística amorosa

2024-01-2201:11:03

Felicísimas de poder aliviar al fin la quemazón que nos carcomía ante la falta de invitaciones para participar en actividades ontológicamente lésbicas, en este episodio grabado en el Festival Visibles de Barcelona, nos entregamos con desenfreno a una apología de lo que más nos encandila y atormenta a las lesbianas: la casuística amorosa. Ayudadas por las enrevesadas herramientas casuísticas de los jesuitas, os enseñaremos todo lo que necesitáis saber para navegar con éxito las pantanosas aguas de la incondicionalidad amorosa; arropadas por Madame de Scudéry y su ramillete de amigas précieuses, militantes de la agamia barroca, os guiaremos por una liosísima cartografía de los afectos para desembocar en el desenfreno lujurioso de Inés de Santa Cruz y Catalina de Ledesma, Las Cañitas, nuestras Tukus barrocas, y desmentir de una vez por todas el mito de la lesbian death bed. Si te urge saber quiénes eran la Holland Taylor y la Sarah Paulson del barroco, si no puedes vivir ni un minuto más sin averiguar cómo acaba el estropicio poliamoroso de Las Cañitas, dale corriendo a play. 
Arulladas por el gusaneo y la desidia que acompaña siempre el comienzo de un nuevo año, en este episodio os traemos la tercera y, prometemos, última versión del remotísimo episodio piloto con el que nacieron Las hijas de Felipe. Angustiadas de reencontrarnos con las Ana y Carmen de hace cuatro años, perplejas ante nuestra perpetua capacidad de ralentización, empezamos el año recuperando el único placer culpable que compartimos con nuestro padre: el aplazamiento. Entre el soleado halo marbellí de Julio Iglesias y la palidez escurialense de Felipe II existe un puñadito inesperado de correspondencias que ya hiló muy juiciosamente Patricia Esquivias. Continuando con su malabárico ejercicio de anacronía estratégica, encontramos en las plácidas sobremesas de Julio en su mansión de Indian Creek el reflejo invertido de las "tardes dulces y apelusadas como un melocotón" vividas por Felipe II en su Escorial. Si Julio es la ociosidad tostada por el sol dorado del desarrollismo, nuestro padre es el cansancio perpetuo de un trabajo improductivo, perdido en laberintos interminables de pliegos y papeles, "holgándose en menudencias" y aplazando el sinfín de urgencias que requería un reino en ebullición. Con razón protestaba Diego de Silva en 1589: "la menudencia con que Su Magestad trata los negocios más menudos es materia de lástima, porque perder el tiempo para no ocuparle, esso es lo que los hombres llaman pasatiempo, mas ocuparle para perderle cosa es a que no se puede poner nombre". Pero Las hijas, estudiantes perpetuas y aplazadoras natas, sabemos que sí hay un nombre para su incesante pero infructífera labor: se trata de nuestra amiga LA PROCRASTINACIÓN. En este episodio os llevamos de la mano por los sudores de la microgestión obsesiva, os abrimos una rendijita a la intimidad sonrojante de nuestra escritura y os desvelamos la infalible técnica de los 5 minutos para vencer el síndrome de la procrastinación.
Si de algo sabemos las lesbianas es de fantasía: de reconstruir inmensidades a partir de señales casi imperceptibles, de aferrarnos todo lo posible a un mosquetón, un pantaloncito de chándal, una mirada furtiva, un comer con las manos, un encenderse un cigarro con gracia. Ahora y hace 500 años. En honor a esa fe transhistórica en la fantasía del deseo lésbico, rastreamos para el Festival de Literatura Queer en Español en Londres atrevidas menciones y veladas alusiones al deseo lésbico en la literatura de nuestros siglos más favoritos. Un tesoro para sométicas, baldreseras y fricatrices: el regalo navideño más suculento que vais a recibir estas navidades. Las fugaces esperanzas del travestismo escénico, la to-do-list pastoril para tener la mejor primera cita de tu vida y la literatura devocional de exaltación mariana convertida en inesperado pero certero acicate de la polución con una misma. Todo para concluir, como el personaje de Flora en la novela de María de Zayas, que “donde las veo y más tan bellas…se me van los ojos tras ellas”.
Las hijas de Felipe es el refugio sonoro del ahistoricismo deliberado, un espacio donde los rincones más remotos de los siglos XVI y XVII y los resquicios más impenetrables del presente se solapan en un anacronismo estratégico para, con suerte, sugerir cavilaciones y conexiones insospechadas. Este episodio-performance se integra en Clima Fitness con el mismo ánimo: trenzar coincidencias y desencuentros en el gesto transhistórico de los rituales de adaptabilidad. Para ello, ejerceremos de extrañas ventrílocuas de la caterva de predicadores que, desde púlpitos y tratados, asediaron a los religiosos que llegaban a Nueva España con estrictos mandatos de adaptabilidad al nuevo entorno. Pero también veremos que, a su vez, estos fabricadores de sermones se instan unos a otros, desde sus manuales de predicación, a ejercitar un rigurosísimo entrenamiento somático. Son textos que articulan toda una poética del cuerpo del predicador (el sudor, la saliva, los mocos) para eliminar cualquier atisbo de fuga o contaminación ambiental. Y, en un último gesto, ponemos a prueba,  en nuestros propios cuerpos, los mandatos del sermón. Un surtido de rituales de adaptabilidad barrocos, una hibridación de exigencias y saberes y un felicísimo encuentro en el púlpito-gimnasio-dispositivo de Clima Fitness.
Tanta dicha como Sofonisba

Tanta dicha como Sofonisba

2023-11-2001:20:28

Entre la abundancia de reliquias, bordados, cartas, cuadros y tesoritos con los que podemos deleitarnos al visitar el Monasterio de la Encarnación de Ávila, las monjas han preservado una pintura que, por sus trazos gruesos, su precariedad técnica y su remota ubicación, no suele retener la atención de visitantes y estudiosas. Las vigas de madera que sostienen el techo de una de las diminutas celdas conservan el peregrino autorretrato que alguna carmelita de las muchas que circularon por este convento (en el que nuestra santa Teresa vivió entre 1535 y 1562) se animó a pintar justo donde caía su mirada al tumbarse boca arriba sobre el jergón de la cama. Deshechas en ternura, admiración y sorpresa ante las pinceladas rápidas y toscas de la carmelita, en este episodio nos adentramos en claustros de clarisas y de agustinas recoletas, de jerónimas y de benedictinas, para recordar que las monjas de nuestros siglos más favoritos de la historia no solo se entregaron a meticulosas labores de manos y rentables elaboraciones de objetos suntuarios, sino que también sucumbieron a la pintura, el dibujo y la escultura. Entre la célebre clarisa de Lerma Sor Estefanía de la Encarnación, que aseguraba que “todos los que entraban a verme pintar” juzgaban que tenía “tanta dicha como Sofonisba” y aquella anónima carmelita, de la que solo sabemos que un día se atrevió a mojar un pincel en pintura negra para bosquejar su autorretrato, descubrimos una larga genealogía de monjas que, espoleadas por un ansia de pertenencia cívica y cultural, decididas a ostentar una marca diferencial de devoción, necesitadas de patronazgo o, simplemente, deseosas de adornar las paredes de los conventos con sus propios trabajos, pasaron no pocas horas de la clausura entre lienzos y cinceles. 
La leche polifónica

La leche polifónica

2023-11-0601:00:02

¿Piensas por ventura que la naturaleza dio de balde tetas a las mujeres y que puso allí aquellos dos pezoncitos como dos berruguitas no por más de por una cierta gentileza o hermosura de los pechos? Buenos estábamos por cierto. No lo hizo sino a fin de que la madre habiendo parido tuviese con que poder criar a su hijo, según hacen todas las otras alimañas.” Que esta espantosa sentencia de Juan Luis Vives, carísimas oyentes, no os abisme en el desasosiego, porque con este episodio verdaderamente espectacular venimos a demostrar que también en todo lo que concierne a la leche y a la lactancia, lo que los humanistas te quitan, las monjas barrocas te lo devuelven, y los sinsabores que los tratados médicos te dan, ellas te los quitan. Sobrecogidas y colmadas de regocijo lácteo os presentamos uno de nuestros episodios más favoritos hasta la fecha, un delicioso recorrido por vírgenes lactantes, reliquias de leche en polvo, nodrizas a precios desorbitados, hombres amamantadores, la cripta láctea de Belén, humanistas desquiciados con disciplinar la leche materna, pezones milagrosos, lactancias mercenarias, Cristos lactantes y, como siempre, un manojito espléndido de místicas, dominicas y clarisas para demostrar que, como siempre, fueron las monjas las que supieron como nadie dar empaque semiótico a los fluidos corporales y resignificar hábilmente la obsesión láctea del siglo para hacerse un huequito en el mundo más allá de las celosías.
Arte de bien morir

Arte de bien morir

2023-10-2352:47

El 31 de marzo de 1614 El Greco empuñaba la pluma para firmar, agotado y tembloroso, un último documento: Sepan cuantos esta carta de poder para testamento vieren cómo yo Dominico Teotocopuli pintor vecino de esta ciudad de Toledo estando echado en una cama enfermo de enfermedad que dios nuestro señor fue servido de me dar…digo que por cuanto por la gravedad por cualquier causa e razón que sea dejo e nombro en todos ellos por mi universal heredero a el dicho Jorge Manuel mi hijo y de la dicha Jerónima de las Cuevas para que todos ellos los haya y herede e goce y disponga dellos como cosa suya con la bendición de Dios y mía. Debilitado por las dolencias que le llevarían a la muerte el 7 de abril de ese mismo año, El Greco otorgaba a su único hijo una carta de poder para que hiciera testamento en su nombre. Además de un buen puñado de deudas, Jorge Manuel recibió de su padre minuciosas indicaciones sobre cuántas misas y novenarios debían seguir a su entierro, cuántos frailes franciscanos debían velar su cuerpo, quiénes eran los clérigos que seguirían su cadáver hasta el convento de Santo Domingo donde sería enterrado.  Pasmadas ante una pormenorización tan exhaustiva de los protocolos que debían seguirse a su muerte, en este episodio grabado en el Museo de El Greco de Toledo venceremos el desasosiego a que tan fúnebres pensamientos nos asoman para desembrollar el mortuorio decálogo de reglas, métodos y rituales que pautaban el delicado arte del morir barroco. Aunque algunos, como el jesuita Juan Bautista Poza en su Práctica de ayudar al buen morir (1619), quisieran zanjar el más misterioso de los trances con una áspera enumeración — “El cuerpo a la tierra, las deudas a los acreedores, la hazienda a los herederos, la limosna a los necesitados”—, Las hijas de Felipe perseveramos hasta desempolvar todo lo que las artes moriendi encierran de autorretrato inusitado, ritual de desasimiento y escabrosa autoficción. 
La Monja Alférez

La Monja Alférez

2023-10-0959:44

“Ella es de estatura grande y abultada para mujer, bien que por ella no parezca no ser hombre. No tiene pechos: que desde muy muchacha me dijo haber hecho no sé qué remedio para secarlos y quedar llanos, como le quedaron”. Con esta sintaxis movediza e inestable describía en 1626 Pietro della Valle, amigo del Papa Urbano VIII, la escurridiza identidad de Catalina / Antonio de Erauso. De novicia huida a alférez pendenciero, de dominica conflictiva a intrépido mulero-mercader, Erauso se convirtió en uno de los personajes más diseccionados, aclamados y ficcionalizados  del siglo XVII. En este episodio, desgranamos cada detallito de su ajetreada biografía para acabar confesandoos, amigas, nuestra animadversión hacia este colaborador con el genocidio colonial, y para finalmente cobijarnos en su transformación en icono mítico y así trazar, acomopañadas de reconocidas voces de artistas y teóricas, un atiborrado ramillete de genealogías disidentes: precedente trans, precursora butch, travestida pre-drag king y poliédrica virgen-guerrero. Si no podéis vivir ni un minuto más sin saber con qué manual de esgrima se preparó la actriz Luisa Robles su arrojado papel para convertirse en monja alférez en 1626, y si necesitáis averiguar qué une a Juana de Arco, Mulán y Santa Tecla, dadle corriendo a play.  Consigue tu entrada para el live show de Las hijas de Felipe en Pamplona el 21 de octubre https://teatrogayarre.com/las-hijas-de-felipe/
“Dar es señorío, recibir esclavitud”. Incapaces de hacer nuestro el lema de los Mendoza que amparó a la marquesa del Cenete en su delirante fiebre del regalo y en su labor de sugar mami intelectual, y ansiosas por disfrutar de nuestro espíritu más regalado y regalón, en este episodio desmenuzamos para nuestras dadivosísimas oyentes las múltiples tesituras del gesto transhistórico del obsequio. Con un elenco de personajes insoportablemente VIPs y algún inevitable devaneo por ese reducto feudal que es la reviste Hola, recuperamos el circuito de reciprocidad de la economía del regalo, nos regodeamos en el anciano acercamiento discursivo a emblemas y memes, recuperamos el costoso adiestramiento en coleccionismo de Mencía de Mendoza, la Blue Ivy del barroco, advertimos contra souvenirs embarazosos y molestas aduanas y, en un insospechado recorrido que enlaza mejillas de santas y demás reliquias de las Descalzas Reales con injertos de pelo y otros sobornos de la Gürtel, os invitamos a lagrimear con nosotras por el descalabrado declive en la coacción del agasajo diplomático. Si no podéis vivir ni un minuto más sin descubrir qué amistad de nuestra santa Teresa sufrió ciertas marejadillas por la latosa jerarquía del agasajo o si necesitáis saber inmediatamente con qué primoroso intercambio de regalos echamos la lazada final a este episodio, dadle corriendo a play.
Carísimas oyentes, siervitas nuestras del barroco, rebañito humilde del anacronismo estratégico: Las hijas de Felipe volvemos hoy en una nueva temporada, porque bien sabemos que no existe remedio mejor para las borrascas de este siglo que el refugio de un amistoso rinconcito terapéutico. Después de un verano aciago, volvemos dispuestísimas a trazar en este episodio una genealogía de alegrías, sosiegos, turbulencias y erupciones de la amistad. Porque, ya lo sabéis, cada nuevo episodio de este podcast es la secuela de un flechazo amistoso, el nuestro, casi tan arrebatado como el que en 1608 llevó a la carmelita Ana de Jesús a escribirle a su adorada Beatriz de la Concepción “que estamos hechizadas la una con la otra, porque el día que no hablo con vuestra reverencia no puedo vivir”. Y también porque es la urgencia de ubicar las coordenadas históricas de las redes de amistad femenina y el deseo de trazar y compartir genealogías celebratorias en las que reconocernos todas lo que sigue alentando nuestro extrañísimo empeño de sostener un podcast ceñido a la cultura de los remotos y manoseados siglos XVI y XVII. “Todo lo que te pasa a ti ya le pasó a alguien en los siglos XVI y XVII”, decimos siempre. También la euforia, los desvelos, las turbulencias, los cuidados, el rigor y la devoción de las amigas.
Incapaces de frenar nuestros instintos más escabrosos, en este episodio no nos resistimos a revivir la fascinación con la que nuestras personitas del barroco se empeñaron en desvelar qué escondían las “repugnantes interioridades” corporales. Entre conocidísimos armatostes anatómicos como el tratado De humani corporis fabrica (1543) de Andrés Vesalio y sonadas descripciones disectivas como la que tuvo lugar en Santo Domingo en 1548 de “unas mellizas unidas por el cordón umbilical”, venimos a descubriros una práctica feminizada, y a menudo olvidada, de la disección. Despegándonos del academicismo médico masculino, abandonamos momentáneamente el barroco para viajar entre susurros conventuales hasta la Italia del siglo XIV para asistir, acompañadas de las majísimas Margherita, Lucia, Caterina y Francesa al cuidadoso descuartizamiento y escrutinio del cuerpo incorrupto de su compañera de religión —veremos cómo “la dicha Francesa lo abrió por la espalda por su propia mano, como habían acordado”, porque “las monjas no podían descansar ni sosegar hasta saber qué cosas” había ahí dentro—, para acabar, de vuelta en el barroco, celebrando el minucioso conocimiento anatómico y disectivo de nuestra adorada Sor Juana Inés de la Cruz.
Decididas a convertirnos por un ratito en mediums transhistóricas, hábiles orquestadoras de solapamientos biográ cos, nos aventuramos a enhebrar, en nuestro episodio más arriesgado hasta la fecha, las vivencias adolescentes de dos joyas chilenas: a una de ellas, Úrsula Suárez, la invocamos a través de la larguísima Relación autobiográfica que escribió entre 1708 y 1732 en el convento de clarisas de Santa Clara de la Victoria de Santiago; a la otra, Javiera Mena, la tenemos junto a nosotras de cuerpo presente en el caluroso Madrid de 2023. Guiadas por la mano díscola de Úrsula, la monja con la adolescencia más con ictiva y caprichosa del barroco, indagamos en esquemas juveniles y educaciones sentimentales, aborrecimientos matrimoniales y fantasías voyeurísticas, jerarquías familiares y culpa católica. Si queréis saberlo todo sobre las fantasías y ansiedades de estas dos mujeres “invencioneras y ardilosas”, “presuntuosas y fantásticas”, “comediantas y alegres”, dadle corriendo a play.
De entre las muchísimas formas que el vidrio tomó en la industria manufacturera de la Venecia del barroco existió una particularmente licenciosa y sonrojante. Los calurosos hornos de Murano, entregados sin pausa a la confección de sofisticados artilugios que pudieran saciar un mercado europeo sediento de lujos, también se entregaron al delirio erótico con la elaboración de dildos de cristal. Deshechas en mareos por la resaca barroca del Sarao, y en sonrojos, por el impúdico tono al que este asunto nos arrastra, en este episodio recuperamos y aumentamos nuestro material más indecoroso hasta la fecha, antes solo al alcance de las más fidelísimas oyentes y, a partir de hoy, disponible para ruborizar los oídos de todas las devotas. Os descubrimos los entresijos de una transgresora cultura pornográfica que, gestada entre los canales de Venecia, llegaría a penetrar los porosos límites de la clausura. Las escabrosas posturas de los Sonetos lujuriosos de Aretino, las monjas revoltosas de sus Ragionamenti y el torbellino de acusaciones, persecuciones e intentos de asesinato nos abrirán una rendija a los deliciosos mecanismos —entre el escándalo y los vicios compartidos— que orquestaron los rincones más lujuriosos de nuestros siglos más favoritos de la historia. Pero, manteniéndonos fieles al modestísimo recato que nos caracteriza, frente a estas fantasías masculinas de orgías, intercambios de poluciones y encuentros furtivos, Las hijas indagamos en los anhelos de domestichezza matrimonial que verdaderamente condicionaron el celibato en la clausura veneciana.   
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