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Meditando en la Palabra
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«He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo.» (Santiago 5:11).Santiago aquí nos habla de una bienaventuranza para los que sufren. No es nuestra reacción normal ante el sufrimiento. Al ver a una persona sufrir, nadie dice, mira que suerte que tiene que puede sufrir. Pero es curioso notar que el texto dice que tenemos por bienaventurados. O sea, Santiago parece decir que debemos envidiar a los que sufren. El contexto de la epístola nos ayuda a entender mejor este texto. La idea del texto original nos lleva a la bienaventuranza de los que se mantienen firmes en la prueba y no ceden ante la tentación. Debemos enlazar el pensamiento aquí con el del capítulo uno: «Bienaventurado el varón que soporta la tentación» (12). Debemos mirar con admiración a los que sufren pero se mantienen firmes en la prueba. Y es justo en este contexto Santiago invoca el ejemplo de Job. Ninguno querríamos intercambiar lugar con Job, pero todos vemos cómo no cedió en la prueba y salió incluso mejor, habiendo conocido a Dios más de cerca.Nuestra meta debe ser mantenernos firmes en las tentaciones y pruebas que experimentamos en el día a día. Dios nos dará las fuerzas que necesitamos para mantenernos firmes en Él si estamos dispuestos a confiar en Él. (David Bell)
«Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.» (Santiago 4:8)Después de decir que si buscamos la amistad del mundo nos pone en enemistad contra Dios (4:4), Santiago empieza una serie de 9 mandamientos: someteos, resistid, acercaos, limpiad, purificad, afligíos, lamentad, llorad y humillaos. Si queremos buscar la amistad con Dios, es imprescindible que nos sometamos y nos acerquemos a Él. Pero el mayor impedimento para acercarnos a Dios es nuestro pecado. ¿Cómo podemos acercarnos a un Dios santo y puro si nuestras manos están manchadas de pecado? Si somos honestos con nosotros mismos, no tenemos los recursos suficientes para encontrar limpieza por nuestra cuenta. Si bien es verdad que podemos a lo mejor dejar de pecar, no hay nada que podamos hacer para purificar nuestras manos de pecados pasados. No obstante, el texto nos anima a acercarnos a Dios. La solución se encuentra en Cristo. Sólo en Él puede limpiar el pecador las manos manchadas y purificar el corazón hipócrita. En otras palabras, podemos acercarnos a Dios sólo porque Dios se acercó a nosotros primero. Puesto que Dios nos ha alcanzado en Cristo, podemos ahora acerarnos limpios. Y lo más bonito es que cuando nos acercamos a Él, encontramos que Él sigue acercándose más a nosotros.Busquemos hoy acercarnos aún más a Dios confesando nuestros pecados y siendo cada vez más transformados por el Espíritu Santo en la imagen de nuestro Salvador. (David Bell)
«Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad» (Santiago 3:14).En esta epístola, encontramos varios errores que existían entre los creyentes del primer siglo. Desafortunadamente, en algunas congregaciones existía un favoritismo que llevaba a algunos a dar preferencia a los ricos e influyentes de su cultura mientras menospreciaban a los demás (2:1-13). En otros casos, había guerras y pleitos impulsados por la codicia y los malos deseos (4:1-4). Todos estos problemas están resumidos aquí como celos amargos y contención. Todavía hoy en día, existen estos mismos problemas entre cristianos, pero uno de nuestros mayores problemas es que todos tenemos la tendencia de intentar ignorar o excusar el pecado. Santiago aquí nos advierte de la tendencia humana de jactar. Nos es fácil llegar a convencernos a nosotros mismos de que no somos como las demás personas. Podemos llegar a ser como el fariseo en la parábola de Jesús que daba gracias a Dios que no era como aquel despreciable publicano a su lado. El otro error que comenta Santiago es el de mentir contra la verdad, o sea, negar la realidad. La única manera de derrotar la sabiduría terrenal, animal y diabólica es mediante el arrepentimiento. Cuando reconocemos nuestro pecado por lo que es, estamos en la posición de pedir la sabiduría que es de lo alto.Evitemos hoy la jactancia y la mentira; sólo nos llevarán al conflicto y a la amargura que caracterizan la sabiduría de abajo. Pero en humildad, pidamos que Dios nos llene con su sabiduría para que vivamos en paz con Él y en la medida posible, también con los que nos rodean. (David Bell)
«Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.» (Santiago 2:26)Tres veces en este corto capítulo, leemos de lo que Santiago describe como una fe muerta (2:17, 20, 26). Para explicar lo que significa una fe muerta, nos da dos ejemplos y después dos ejemplos de una fe viva. El primer ejemplo es una persona que se encuentra con alguien que tiene grandes necesidades físicas, pero sin levantar un dedo para ayudarlo, simplemente le desea el bien. Esa hipocresía ciega es completamente incompatible con la verdadera fe, que actúa con compasión para suplir la necesidad física del momento y también la necesidad espiritual. El siguiente ejemplo es la creencia de los demonios: creen y tiemblan ante Dios. Durante el ministerio terrenal de Jesús, los demonios en varias ocasiones dieron testimonio de su conocimiento de la persona y el propósito del Hijo de Dios. Pero esa creencia no los llevó a dejar su obra maléfica, arrepentidos, para buscar a Dios. En contraste con esa fe muerta o estéril vemos dos ejemplos de una fe viva. Abraham demostró su fe en las promesas de Dios cuando puso a su hijo amado sobre el altar en obediencia a Dios, convencido que Dios lo podría incluso resucitar de entre los muertos. También leemos de Rahab que demostró su fe en Dios al recibir a los espías en su casa. Esa es la fe viva que existe en cada persona que ha experimentado el nuevo nacimiento en Cristo.Dejemos que el Espíritu Santo manifieste esa vida en nosotros hoy, llenando nuestra vida con la evidencia innegable de una fe viva. (David Bell)
«Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.» (Santiago 1:18)Santiago aquí nos dice que cuando Dios nos hizo nacer de su voluntad por la Palabra de verdad, hemos llegado a ser primicias de la creación. En otras palabras, nuestra salvación es una parte del gran plan de Dios para la redención de su creación. Este mismo pensamiento del nuevo nacimiento aparece también en la introducción del Evangelio de Juan dónde nos dice que los hijos de Dios son los que han sido engendrados por la voluntad de Dios, y es además el pensamiento detrás de la conversación entre Jesús y Nicodemo en el capítulo tres. Jesús le dijo al líder de los fariseos que debía nacer de nuevo. Lo interesante es que Santiago aquí incluye el papel de la Palabra en este nacimiento espiritual. Nos recuerda que el nuevo nacimiento es la voluntad de Dios, pero que Dios usa su Palabra para producir esta nueva vida en nosotros. En las palabras de Romanos 10:17, «La fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios». No sólo es que el nuevo nacimiento viene por la Palabra de verdad, sino que la nueva vida espiritual se alimenta de la Palabra de verdad. Si queremos seguir creciendo en nuestra vida espiritual, debemos seguir en la Palabra de verdad.Dejemos que Dios siga usando su Palabra de verdad para hacer crecer nuestra fe y llevarnos hacia la madurez espiritual. (David Bell)
«Hazme oír por la mañana tu misericordia, Porque en ti he confiado; Hazme saber el camino por donde ande, Porque a ti he elevado mi alma.» (Salmo 143:8)Este salmo de súplica empieza como otras oraciones en los salmos. David pide misericordia y protección de Dios. Pero lo que destaca de esta oración es la petición de dirección que encontramos al final de la oración. David pide que Dios le guíe en base de dos hechos. En primer lugar, David ha confiado en Dios y en segundo lugar, David ha elevado su alma a Dios —es un lenguaje del sacrificio que habla de entrega y dedicación. En base de su fe y su entrega, David pide que Dios le haga saber el camino por donde debe andar. En primer lugar, David pide que Dios le haga reconocer la voluntad de Dios en su vida. Dos versículos más tarde, David añade dos peticiones más: Enséñame a hacer tu voluntad … Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud (10). La progresión del pensamiento es importante: reconocer, enseñar y guiar. Hacemos bien en apropiar esta petición de David. Si hemos puesto nuestra fe en lo que Cristo ha hecho por nosotros en la cruz y nos hemos entregado a Dios para hacer su voluntad, necesitamos que Dios nos haga reconocer y que nos enseñe el camino correcto. Pero lo bonito es que Dios no nos deja con información solamente. Más bien Dios ha puesto su Espíritu en nosotros para guiarnos en hacer su voluntad. Oremos hoy como oraba David para que Dios sea glorificado en nosotros. (David Bell)
"Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad." (Hebreos 12:10)La figura de un padre está vinculada a la disciplina y la educación de su hijo. Aquí el apóstol compara un padre terrenal con nuestro Padre celestial. Ahora bien, la comparación es complicada porque ningún padre terrenal es perfecto; puede tener las mejores intenciones pero se equivocará en más de una ocasión. Pero Dios es un Padre perfecto; siempre hace lo que realmente necesitamos. Su disciplina o enseñanza nos guía en medio de todas las situaciones difíciles de la vida para que "participemos de su santidad". La meta de nuestro Padre celestial no es nuestra comodidad sino nuestra santidad.¿En qué situación te encuentras ahora mismo que si pudieras la cambiarías? Cambiemos la pregunta. ¿Qué es lo que tu Padre celestial quiere enseñarte por medio de esa situación difícil? Nuestra meta ha de ser aprender todo lo que podamos en estas situaciones en vez de quejarnos y buscar librarnos lo más rápido posible. Admito que es más fácil hablar de esta verdad que vivirla, pero si podemos recordar el amor y el propósito de nuestro Padre celestial, nos ayudará a seguir confiando y dejar que Él siga adelante con su obra.
«Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.» (Salmo 139:23-24)Solemos guardar nuestra intimidad. Tenemos cuidado con lo que contamos a un extraño, ya que no sabemos si podemos fiar de él. En este salmo, encontramos que el salmista se abre de par en par ante Dios, pidiendo el escrutinio del Omnisciente. Ruega que Dios examine y conozca su corazón, que pruebe sus pensamientos, que busque cualquier camino de perversidad en él. Puede que nuestra primera reacción es de retraernos, buscando guardar nuestra intimidad, pero seamos honestos: ¿por qué intentaríamos esconder algo del Dios que todo lo ve? Si Dios ya sabe todo lo que hay en nuestros corazones y en nuestros pensamientos, lo mejor que podemos hacer es invitarle a mostrarnos todo lo que no debe estar en nuestro corazón. Sería como ir al médico y pedir que nos haga un examen físico completo. Después de todo, si hay una enfermedad en nosotros, que nos lo diga el médico para que se pueda tratar. Esta petición va acompañada de la petición para la dirección divina. Ya que nos abrimos en honestidad ante Dios, pidamos que Dios sea nuestro guía en los caminos eternos.En Cristo no debemos tener ningún miedo de orar como oraba el salmista. Esta honestidad ante Dios traerá gran bendición cuando Dios en amor encamine nuestros pasos para su gloria. (David Bell)
«Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.» (Hebreos 10:23)Este versículo de Hebreos nos advierte de un peligro real. Podemos fluctuar en la profesión de nuestra fe, llegando incluso a abandonar nuestra esperanza. Nuestra tendencia es pensar que jamás podríamos nosotros hacer tal cosa, pero debemos ser honestos y reconocer que hay momentos en esta vida en que nos cuesta mucho confiar. Hay dificultades que no entendemos e incluso nos preguntamos como podemos aguantar en esa situación. En estos momentos, nos es muy fácil dejarnos distraer por la circunstancias y así empezar a fluctuar de nuestra profesión. Por eso nos llega este mandamiento de mantener firme la profesión de nuestra esperanza. Pero lo mejor es la base de esta firmeza. No es sencillamente un acto de la voluntad que busca ignorar la realidad. Más bien se base en una realidad más alta: la fidelidad del que prometió. Nuestra esperanza no se basa en las circunstancias de nuestra vida sino en la fidelidad o fiabilidad de Cristo. Si mantenemos nuestros ojos puestos en Jesús, el Autor y el Consumador de nuestra fe, la profesión de nuestra fe será siempre firme sin fluctuar.Meditemos hoy en todas las promesas de Cristo y recordemos que todo lo que nos ha prometido es 100% fiable. Y así ¡mantengamos firme, sin fluctuar la profesión de nuestra esperanza! (David Bell)
«Jehová cumplirá su propósito en mí; Tu misericordia, oh Jehová, es para siempre; No desampares la obra de tus manos.» (Salmo 138:8)Encuentro mucho consuelo en las palabras finales de este salmo. Lo primero que me anima es el pensamiento que Dios tiene un propósito para mí. Que el Dios del cielo tenga planes para mi vida es una demostración de su amor y de su gracia. Lo segundo que me anima es la afirmación que Dios cumplirá ese propósito en mí. El Dios todopoderoso cumplirá su plan. No hay nada ni nadie que pueda impedir o deshacer los planes que Dios tiene para mi vida. Incluso, mis errores y tropiezos no pueden anular la misericordia de Dios. Y finalmente, me anima el pensamiento que Dios jamás abandonará lo que llama aquí la obra de sus manos. La tentación del enemigo de Dios es hacerme pensar que Dios podría desampararme, perder la paciencia y abandonar su misericordia, cambiando su plan de tal forma que ya no quiera usarme. Pero estas son mentiras que provienen del padre de la mentira. Pero es el Dios de la verdad que nos asegura de sus propósitos y de su fidelidad hacia nosotros. Resistamos la tentación de creer las mentiras y confiemos en la verdad. Pero estas palabras no sólo me dan consuelo, sino también veo en ellas una gran responsibilidad. Ese propósito de Dios demanda un compromiso de mi parte. He de entregarme para cumplir los propósitos de Dios.Busquemos hoy ser útiles dentro del plan de Dios para nuestras vidas. (David Bell)
«Porque todo sumo sacerdote está constituido para presentar ofrendas y sacrificios; por lo cual es necesario que también éste tenga algo que ofrecer.» (Hebreos 8:3)Bajo el sistema del antiguo pacto, la función principal del sumo-sacerdote era presentar ofrendas y sacrificios a favor del pueblo. Especialmente importante era su ministerio en el día de expiación cuando entraba en el lugar santísimo. Por lo tanto, como se nos dice aquí, para ser un sumo sacerdote, era necesario tener algo que ofrecer. Jamás podría entrar en la presencia de Dios con las manos vacías. Ahora bien, el punto de Hebreos es que Cristo es nuestro Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec. Como tal, ¿qué sacrificio tiene? La respuesta sencilla es que tiene el mejor sacrificio posible. En vez de ofrecer la sangre de animales, Cristo se presentó ante el Padre con su propia sangre, ¡el sacrificio para terminar con todos los sacrificios! Cristo se ofreció una vez para siempre en la cruz para producir un perdón verdadero y una limpieza real para su pueblo. Por fe en el perfecto sacrificio de Cristo, recibimos perdón y limpieza de Dios y así gozamos de paz con Dios. Tengamos cuidado de no presumir de este Sacrificio, de no olvidarnos del gran precio de rescate que se pagó en nuestro lugar. Gozemos hoy de este rescate en gratitud y compartámoslo con los necesitados que nos rodean. (David Bell)
«Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios.» (Hebreos 7:18-19)La ley era el centro de la religión judía. Sus vidas enteras giraban en torno de la ella. La aprendían, interpretaban e intentaban poner en práctica. Pero según el punto de vista del evangelio, esa Ley era débil e ineficaz (18). La ley no podía salvar a un pecador no por culpa de la Ley sino por culpa de los pecadores: ninguno de nosotros somos capaces de alcanzar el grado de perfección que demanda la Ley de Dios. Al final de cuentas, la ley solo ha servido para nuestra condenación. Pero Hebreos nos dice que la ley introduce una mejor esperanza. La ley revela la perfección de Cristo y es por medio de su sacrificio profetizado por la Ley que recibimos la esperanza de poder acercarnos a Dios. Es triste pensar que hay millones de personas sometidas a las leyes de las religiones humanas, creyendo que se están acercando a Dios, cuando realmente sus religiones son débiles e ineficaces. Pero nosotros confiamos en Cristo y Él es fuerte y eficaz. Cristo es esta mejor esperanza del creyente y es sólo por Él que nos acercamos a Dios.Dejemos que Cristo hoy siga transformando nuestras vidas por su Espíritu para que podamos acercándonos más a Dios. A la vez, busquemos oportunidades de compartir nuestra mejor esperanza con los que siguen confiando en lo débil e ineficaz. (David Bell)
«La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo,» (Hebreos 6:19)Esta imagen en Hebreos 6 es una de mis favoritas en toda la Biblia. El texto describe la esperanza del creyente como un ancla que está plantado firmemente en la misma presencia de Dios. El ancla en sí no tiene fuerza para fijar al barco. Es un trozo de metal pesado, pero su peso no es suficiente en sí para inmovilizar el barco. El áncla tiene que engancharse en algo firme e inamovible, en una roca. Sólo así puede estar seguro el capitán del barco de que las olas y las corrientes no arrastrarán al barco. Aquí el texto dice que la fe del creyente es como un ancla, pero lo importante es notar dónde está fijado este áncla, dentro del velo en la misma presencia de Dios. Si no queremos que las pruebas y las dificultades de esta vida nos arrastren, tenemos que fijar nuestra confianza en Dios como segura y firme ancla del alma. Pero hay algo más en esta imagen. El áncla no sólo guarda el barco de ser arrastrado, sino también permite que se acerque más a dónde está anclado. Si el capitán recoge la cadena del ancla, sirve para acercarse a la roca dónde está enganchado. Así que nuestra fe no nos deja estáticos. Mäs bien nos permite siempre acercarnos más a Dios.Acerquémonos más a Dios con confianza, firmes en nuestra fe en Cristo. (David Bell)
"pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal." (Hebreos 5:14)El autor de la espístola a los Hebreos aquí habla de la madurez espiritual. He conocido a cristianos que miden la madurez espiritual por la libertad que sienten en hacer lo que otro cristiano llama pecado. Pero aquí vemos que la madurez espiritual está basada en el entrenamiento de la conciencia para discernir lo que es correcto y lo que no lo es. O sea, la prueba de que un cristiano está creciendo en madurez es el desarrollo de su capacidad de escuchar y obedecer la voz del Espíritu Santo. El crecimiento espiritual no es una forma de compararnos entre nosotros para ver si somos superiores a nuestros hermanos sino nuestra capacidad de andar en comunión diariamente con el Señor.No sé de vosotros pero yo deseo seguir creciendo espiritualmente. Quiero discernir la dirección del Espíritu en mi vida día tras día para evitar el pecado y estar lleno de su fruto. (db)
«Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios.» (Hebreos 4:9)Hay momentos en que estamos tan cansados que solo podemos pensar en descansar. Hebreos 4 nos habla de un reposo o descanso que Dios ofrece para su pueblo. Este reposo realmente tiene dos aspectos. El primer aspecto de este reposo viene cuando dejamos de esforzarnos por impresionar a Dios con nuestras buenas obras y descansamos o confiamos exclusivamente en lo que Cristo hizo por nosotros cuando sufrió el castigo de nuestro pecado sobre la cruz. En este reposo, descansamos de nuestros esfuerzos inútiles de ganar favor con Dios por nuestros propios méritos y recibimos el derecho de ser llamados hijos de Dios. ¡Bendito descanso y alivio! El segundo aspecto de este descanso vendrá cuando reposemos un día en la presencia de Dios; toda lágrima será quitada y no habrá más dolor y sufrimiento. Es un reposo eterno y perfecto. ¿Has entrado en el reposo de Dios en el primer sentido? Según Hebreos 4:2, la fórmula es sencilla: el oír + fe = reposo. Este reposo trae la promesa y las garantías del segundo sentido del reposo. O sea, no habrá nadie que entre en el segundo aspecto del reposo de Dios que no haya experimentado el reposo de su fe en Cristo. Este segundo sentido de reposo debe darnos fuerzas para continuar en el día a día aquí en este mundo, sabiendo que todavía queda un reposo para el pueblo de Dios. (David Bell)
«Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo;» (Hebreos 3:12)La epístola a los Hebreos está repleta de advertencias y, como suele ocurrir con una advertencia, a veces creemos que las advertencias están para los demás pero no para nosotros. Cuando leamos esta, debemos reconocer que el peligro de que nos advierte es real. Igual nos gustaría pensar que jamás nos podría ocurrir, pero es precisamente el contexto del argumento del pasaje. Si creemos que jamás podríamos llegar a apartarnos de nuestro Dios, nos ponemos en un lugar muy peligroso. Una actitud incrédula es suficiente para apartarnos de nuestro andar con Dios. Pero el pasaje va más allá de la advertencia para darnos una defensa en el versículo siguiente: «antes exhortaos los unos a los otros cada día ... para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.» (3:13). El propósito de Dios es que cada creyente tenga una congregación dónde puede pertenecer y ministrar. Debemos exhortar y animar a nuestros hermanos en la fe para ayudarles a no caer en la trampa del pecado engañoso y a la vez, recibir el mismo ministerio de ellos para nuestro beneficio. Esta familia espiritual de hermanos que se exhortan y se animan unos a otros es parte del plan de Dios para evitar un corazón malo de incredulidad.Guardemos nuestro corazón contra la incredulidad y luego ayudemos a nuestros hermanos a hacer lo mismo también. (David Bell)
«Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,» (Hebreos 2:14)El argumento de la Epístola a los Hebreos establece la superioridad de Cristo. Primero presenta a Jesús como Dios y luego continúa para mostrarnos que era también hombre. Jesús es único en que en Él están unidas la naturaleza divina junto con la humana. Y ¿por qué era tan importante que Dios se encarnara? Este versículo enfatiza uno de los propósitos de la encarnación. Jesús participó de carne y sangre para poder morir. Parece extraño a primera vista, pero el argumento es precioso. Dios el Verbo se hizo hombre para poder morir, y así destruir el imperio de la muerte. La cruz parecía una derrota para los que estaban presentes —los dos discípulos de camino a Emaús la vieron así. Pero en realidad era un triunfo porque sellaba la victoria sobre el diablo, el pecado y la muerte. Allí Jesús condenó el poder de la muerte sobre el creyente, derrotando al diablo. El dominio de la maldad es vencido porque el pecado ya no reina sobre los que estamos en Cristo y nos ha librado del temor de la muerte por medio el Espíritu de Dios que mora en nuestros corazones y nos trae convicción y edificación.Vivamos hoy en esta victoria, comprada con la muerte de nuestro Salvador. (David Bell)
«¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?»(Hebreos 1:14)Este versículo forma parte del argumento principal de la primera parte de la epístola a los Hebreos. El apóstol establece la superioridad de Cristo. En el contexto inmediato es la comparación entre Cristo y un ser angelical. El argumento establece que Cristo es superior a cualquier ángel y el punto principal del argumento se basa en el propósito de cada uno. Dios ha dispuesto a los ángeles como espíritus ministradores que Dios envía a favor de sus hijos, los herederos de la salvación. En el libro de Daniel, Dios corre la cortina y nos permite un vistazo de este mundo espíritual. Vemos a Miguel, el príncipe de las huestes celestiales, enviado a servir a Daniel. Pero volviendo al argumento, Cristo, en contraste con los ángeles, no es nuestro siervo. Él no existe para nosotros. Más bien, nosotros existimos para Él. Su razón de ser no es nuestro bien; más bien somos nosotros los que hemos sido salvados para servir. No obstante, el gran misterio del evangelio es que nuestro Salvador se despojó a sí mismo y tomó la forma de un siervo para salvarnos.Es fácil olvidar quien es nuestro Salvador y volvernos orgullosos, como si fuésemos el centro del universo. Pero necesitamos volver a ponernos en nuestro lugar. Como decía Juan, debemos recordar que es necesario que Él crezca y yo mengüe. (David Bell)
«En verdad que me he comportado y he acallado mi alma Como un niño destetado de su madre; Como un niño destetado está mi alma.» (Salmo 131:2)Este versículo es digno de meditación. El salmista describe su alma como quieta, reposada (lit. “verdaderamente he tranquilizado y acallado mi alma”). Podemos deducir que habla de un contexto que naturalmente le provocaría preocupación y miedo, pero su reacción ha sido buscar a Dios y confiar. Luego lo ilustra con una imagen muy interesante. Nos habla de un niño destetado al lado de su madre (en la traducción simplemente dice “de su madre” pero la idea es que el niño está al lado de su madre). En la primera etapa de la vida un niño recibe su alimento de su madre pero aquí el salmista especifica que esta etapa ya ha pasado y este niño no se acerca a su madre para recibir alimento sino en confianza bajo su abrazo. No es el bebé llorando porque tiene hambre sino un niño esperando pacientemente para que su madre le prepare comida. Es una imagen preciosa de amor puro, consuelo y confianza. El salmista habla de su relación con Dios. Nos es fácil acercarnos a Dios impacientes para recibir de Él. Muchas veces venimos cuando tenemos problemas y esperamos que Dios solucione todo, ya. Pero aquí el salmista describe una actitud más madura. Ve a sí mismo como un hijo tranquilo en comunión con su Dios. Y así nos anima de vivir “desde ahora y para siempre”.Acerquémonos a Dios hoy para gozar de su comunión y confiar en Él. (David Bell)
«Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres.» (Tito 3:2)En su instrucción a Tito, Pablo le recuerda sobre el comportamiento que es digno del evangelio. Como es común en Pablo, vemos primero el tema en negativo y luego en positivo. El comportamiento común del cristiano no debe incluir la difamación ni las peleas. Nos es tan fácil hablar de otros y causar peleas por nuestras palabras, pero jamás debemos usar nuestra lengua de esta manera. Más bien debemos ser conocidos por nuestra amabilidad y mansedumbre. Estas dos palabras hablan de una persona bajo el control del Espíritu Santo, una persona llena de virtud. La palabra traducida amable significa una disposición enfocada en otros que en vez de demandar sus propios derechos busca ayudar a los demás. Y la palabra mansedumbre habla de una sumisión de nuestras fuerzas al control de Dios. O sea, como lo resumía Pablo en Romanos, debemos andar en el Espíritu para no satisfacer los deseos de la carne.¿Cómo somos conocidos? Los que nos conocen deben notar nuestra amabilidad y nuestra mansedumbre. Debe ser evidente que nuestras vidas están bajo el control del Espíritu Santo, porque su fruto debe llenar nuestras vidas. Pidamos hoy que el Espíritu nos controle y luego obedezcamos lo que está revelado en la Palabra. (David Bell)




















