Meditación del tercer Misterio Luminoso: El anuncio del Reino de Dios. "El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en el Evangelio". (Mc 1, 15)
Meditación del segundo Misterio Luminoso: Las bodas de Caná. «Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: "No tienen vino". Jesús le responde: "¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora". Dice su madre a los sirvientes: "Haced lo que él os diga"». (Jn 2, 1-5). «En el umbral de su vida pública, Jesús realiza su primer signo -a petición de su Madre- con ocasión de un banquete de boda. La Iglesia concede una gran importancia a la presencia de Jesús en las bodas de Caná. Ve en ella la confirmación de la bondad del matrimonio y el anuncio de que en adelante el matrimonio será un signo eficaz de la presencia de Cristo» (CIC, 1.613).
Meditación del primer Misterio Luminoso: El Bautismo en el Jordán. «Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que salía de los cielos decía: "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco"». (Mt 3,16-17) «El comienzo de la vida pública de Jesús es su bautismo por Juan en el Jordán. Juan proclamaba "un bautismo de conversión para el perdón de los pecados" (Lc 3, 3)» (CIC, 535).
Meditación del quinto Misterio Gozoso: El Niño Jesús perdido y hallado en el Templo. «Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres... Y sucedió que al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas» (Lc 2, 41-47) «El hallazgo de Jesús en el Templo es el único suceso que rompe el silencio de los Evangelios sobre los años ocultos de Jesús. Jesús deja entrever en ello el misterio de su consagración total a una misión derivada de su filiación divina: "¿No sabíais que me debo a los asuntos de mi Padre?" » (CIC, 534).
Meditación del cuarto Misterio Gozoso: La presentación de Jesús en el Templo. «Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, como lo había llamado el ángel antes de ser concebido en el seno. Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor» (Lc 2, 21-24). «La circuncisión de Jesús, al octavo día de su nacimiento, es señal de su inserción en la descendencia de Abraham, en el pueblo de la Alianza, de su sometimiento a la Ley» (CIC, 527).
Meditación del tercer Misterio Gozoso: El Nacimiento del Hijo de Dios en el portal de Belén.
Meditación del segundo Misterio Gozoso: La Visitación de Nuestra Señora a su prima Santa Isabel.
Primer Misterio Gozoso: La Encarnación del Hijo de Dios «Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; el nombre de la virgen era María» (Lc 1,26-27).
Estos tres Arcángeles, Miguel, Gabriel y Rafael juegan un papel importante en nuestra vida de hoy en día.
«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de heridas, y con ganas de saciarse de las migajas que caía de la mesa del rico. Y hasta los perros venían y le lamían las llagas. Es lógico que ante estas dos figuras de la parábola, también nosotros nos posicionemos. Por una parte podemos preguntarnos cómo puede llegarse a esa «insensibilidad» por parte del rico, que no se da cuenta de la persona que tiene al lado. ¿Es fácil que esto ocurra?
La contemplación diaria de la vida de Jesús para comprender nuestra vida.
Jesús nos habla de la importancia de ser prudentes, estar siempre en vela. Porque en esta tierra comienza ya la vida perdurable y nos preparamos para nuestra situación definitiva en la eternidad.
Recibimos de Dios luces, como si sembrara en nuestro corazón semillas…
En la vida de María había momentos en los que no entendía. Para eso tenía la oración, para recibir luz para entender.
La pregunta fundamental se la formulan a Jesús: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?» (10,25).
Somos hijos de nuestro tiempo, respiramos un mismo ambiente y no podemos vivir de espalda a él. Es muy humano adaptarse a las opiniones generalizadas del entorno en el que vivimos. Lo queramos o no estamos influenciados por lo que oímos y experimentamos. Nuestra persona se compone indudablemente de nuestro yo, pero también de las relaciones que tenemos con los otros y con el medio en el que vivimos. Somos hijos de nuestros padres y también de nuestro tiempo, de nuestro país, de la cultura occidental u oriental.
Hablar con Dios siempre sirve porque nos hace mejores aunque no nos resuelva los problemas inmediatos. Dios no quiere hijos caprichosos, a los que hay que darles gusto en todo aunque sea malo lo que pidan.
Cierto que tenemos libertad para descaminarnos, aunque también lo es que el Señor nos busca, y emplea los lazos de su amor para que volvamos, como si tuviese un hilo invisible por el que estamos unidos. Y si queremos alejarnos, nos los permite, pero cuando llega el tiempo propicio –y nosotros le dejamos actuar, va enrollando el carrete de su enorme caña de pescar y poco a poco nos atrae hacia sí.