¿Con qué estás llenando los vacíos de tu vida? Todos tenemos espacios que, si no son ocupados por la presencia de Dios, terminan siendo terreno fértil para el miedo, el pecado o incluso la destrucción. La Biblia nos recuerda que Cristo lo llena todo en todo. Él es quien completa lo que está incompleto, quien ordena lo que está en caos y quien ocupa con su Espíritu lo que de otra forma quedaría expuesto al enemigo. Así como David no dejó que Goliat llenara su campamento de miedo, también nosotros podemos decidir qué voz dejamos entrar a nuestra vida. La verdadera plenitud llega cuando dejamos que sea Dios quien llene cada espacio.
En esta prédica se presenta una enseñanza clara sobre la realidad espiritual de la opresión demoníaca y la importancia de permanecer firmes en la fe: Jesús advirtió que cuando un espíritu maligno es expulsado, puede regresar con otros peores si la “casa” queda vacía (Mateo 12:43-45). La liberación debe ir acompañada de transformación y perseverancia. Los demonios se caracterizan por ser mentirosos, engañosos y pacientes. Pueden disfrazarse como algo atractivo o incluso “bueno”, con el propósito de controlar y destruir la vida de las personas. Existen prácticas que abren puertas al mundo espiritual negativo: ocultismo, brujería, consulta a muertos, yoga, horóscopos, objetos de superstición, música o películas que exaltan el pecado, entre otros. Estas prácticas otorgan derecho legal a los demonios para regresar. La mente es el campo de batalla principal. Pensamientos de duda, temor, obsesiones, resentimiento o incredulidad pueden convertirse en fortalezas que el enemigo utiliza para debilitarnos. Los pecados sexuales, el derramamiento de sangre, las palabras de autodestrucción y las ataduras emocionales también se convierten en puertas abiertas. La manera de levantar defensas es mantener hábitos espirituales sólidos: oración, lectura de la Palabra, adoración, congregarse y vivir sometidos a un proceso de formación cristiana. Este mensaje advierte sobre la estrategia del enemigo, pero también muestra cómo Dios nos da armas para vivir en libertad y permanecer firmes.
En esta prédica reflexionamos sobre cómo Dios confronta nuestras inseguridades para llevarnos a sanidad y libertad: Jesús confrontó las inseguridades de Pedro porque necesitaba que fuera un líder sano y estable. Sus celos hacia Juan, su temor al rechazo y su necesidad de ser reconocido lo llevaron a situaciones de debilidad, como negar a Jesús. Muchas de nuestras batallas espirituales nacen de inseguridades profundas: heridas de la niñez, comparaciones constantes, temores al fracaso o a no ser aceptados. El mensaje muestra que la timidez, el miedo a hablar en público, los celos y la baja autoestima son expresiones de inseguridades que Dios quiere sanar. La Palabra afirma que no hemos recibido un espíritu de temor, sino de poder, amor y dominio propio (2 Timoteo 1:7). Dios utiliza personas y situaciones que despiertan en nosotros enojo, celos o frustraciones como un “cincel” para moldear nuestro carácter. No se trata de huir, sino de reconocer y permitir que esas experiencias nos transformen. El perdón es central en el proceso: soltar heridas, renunciar a la venganza y entregar el dolor a Cristo trae sanidad interior y restaura la identidad. Este mensaje invita a examinar los temores ocultos y a permitir que Dios sane lo más profundo del corazón.
En este episodio de “Alianzas Peligrosas”, continuamos explorando la importancia de escoger bien con quién caminamos en nuestra vida espiritual. La Biblia enseña que no se puede arar con un buey y un asno juntos (Deut. 22:10), porque no van en la misma dirección. Así también, nuestras alianzas pueden impulsarnos hacia el propósito de Dios o desviarnos hacia la ruina. Hoy descubrimos dos tipos de alianzas que debemos evitar: Alianza con los enemigos de Dios: Aprendemos del rey Josafat, quien a pesar de tener prosperidad y favor, se unió con Acab, uno de los peores reyes de Israel. Sus malas decisiones lo llevaron a alianzas familiares, militares y comerciales que Dios desaprobó, trayendo consecuencias dolorosas. La enseñanza es clara: no se puede ser amigo de Dios y al mismo tiempo aliado de quienes lo rechazan. Alianza con malos consejeros: Vemos cómo personajes como Jonadab, Ahitofel y Siba influyeron con consejos engañosos que terminaron en tragedias, traición y destrucción. Un mal consejo puede parecer sabio, pero si no proviene de Dios, llevará al error. Debemos cuidar a quién escuchamos, discernir intenciones y recordar que no todo lo que parece bueno lo es. Este mensaje nos desafía a evaluar nuestras relaciones y decisiones: ¿con quién estamos caminando?, ¿a quién estamos escuchando? Dios quiere que vivamos en fidelidad, sin mezclar lo sagrado con lo profano, y con discernimiento para evitar alianzas que comprometan nuestro llamado.
¿Qué está compitiendo por tu corazón? La Biblia habla de tres grandes rivales que buscan apartarnos de Dios: los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la soberbia de la vida. Parecen inofensivos, pero pueden robar lo más valioso: nuestra intimidad con Él. Desde la codicia y la lujuria, hasta la vanidad, el orgullo y la búsqueda insaciable de reconocimiento, estas trampas del mundo son atractivas, seducen… pero terminan vacías. Dios nos recuerda que lo que el mundo ofrece es pasajero, pero el que hace su voluntad permanece para siempre.
¿Dónde estás poniendo tu tesoro? Muchos lo buscan en lo material, en el éxito o en lo que otros llaman seguridad. Pero la Biblia dice que hay un tesoro más grande y eterno: el temor del Señor. No se trata de un miedo que aleja, sino de reverencia, respeto y asombro que nos llevan a intimidad con Dios. Cuando hacemos del temor del Señor nuestro tesoro, recibimos protección, salud, sabiduría, bienestar y hasta éxito verdadero, porque nuestra vida queda fundada en Él.
La Biblia recuerda una promesa poderosa: “Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan”. No se trata de buscar venganza, sino de confiar en que Dios es quien pelea las batallas y defiende a su pueblo. Esta promesa dada a Abraham también alcanza hoy a la iglesia. No debemos maldecir a quienes Dios ha bendecido, y existe una clave espiritual que puede romper una maldición: la oración del acusado por el acusador.
¿Y si lo que más necesita cambiar en tu vida no es lo que otros ven… sino lo que escondes en tu corazón? Dios, en su amor, permite que seamos confrontados para revelar pecados ocultos, actitudes y deseos que pueden destruirnos si no los reconocemos. Desde el orgullo y la inseguridad, hasta el egoísmo, el amor por el dinero o la inmoralidad, cada área de lucha es una oportunidad para dejar que Él forme nuestro carácter.
¿Y si el miedo te está frenando más que cualquier enemigo externo? El espíritu de temor no siempre se nota de frente. A veces se esconde detrás del perfeccionismo, la necesidad de aprobación, el control o la ansiedad. Parece algo normal… pero termina esclavizándonos. A través de una historia real e inspiradora y verdades bíblicas, este episodio es una invitación a identificar esos miedos camuflados y volver a lo que Dios dice: “No te he dado un espíritu de temor, sino de poder, amor y dominio propio.”
¿Alguna vez has sentido que no tienes nada… cuando en realidad eres más rico de lo que crees? En este episodio exploramos dos mensajes poderosos del libro de Apocalipsis: el que Jesús dirige a la iglesia de Esmirna y el que dirige a Laodicea. Dos realidades opuestas que nos invitan a cuestionarnos cómo estamos viviendo nuestra fe. Esmirna sufría, pero Jesús la llamó rica. Laodicea lo tenía todo, pero era pobre a los ojos de Dios. ¿Qué ve Él en ti que tú no estás viendo?
Cuando todo parece moverse, necesitamos ser columnas firmes. Dios sigue levantando personas que sostienen con su fidelidad, su permanencia y su obediencia. Las columnas no siempre son visibles, pero son esenciales: llevan peso, resisten pruebas y se mantienen de pie. Este es un llamado a revisar nuestras bases y permitir que la presencia de Dios sea el soporte que nos sostenga en casa, en la iglesia y en el Reino.
Dios sigue pasando cerca… pero no todos hacen espacio para Él. Esta es una invitación a construir una habitación de milagros: un lugar elevado en tu vida donde haya oración, adoración y fe. Porque cuando haces lugar para su presencia, su poder entra. Y lo que no se puede comprar, ni resolver, ni entender… Él lo puede resucitar.
Jesús dejó claro que solo hay un pecado que no será perdonado: blasfemar contra el Espíritu Santo. Atribuirle al diablo lo que en realidad es obra de Dios es peligroso. Hablar sin discernimiento, burlarse de las manifestaciones del Espíritu o negarlas por prejuicio puede llevarnos por un camino de juicio. Este es un llamado a cuidar nuestras palabras, abrir el corazón y recordar que la sabiduría no juzga lo que no conoce.
Una transición de liderazgo no se trata solo de entregar el batón, se trata de caminar juntos. En la Biblia vemos ejemplos buenos y malos de sucesión. El éxito no está en el relevo, sino en el acompañamiento, la formación, la obediencia y la visión compartida. Jesús formó discípulos caminando con ellos, y nos dejó el mejor modelo: elegir, enseñar, empoderar y seguir presente. Porque el liderazgo que no se multiplica, se apaga.
No toda conexión es buena. Hay relaciones que te acercan a Dios y otras que te desvían de su propósito. El yugo desigual no es solo con incrédulos, también ocurre cuando te unes a personas con miedos, desobediencia o corazones divididos. Aprender a rodearte bien no es orgullo, es obediencia. Porque una mala alianza no solo estanca tu camino… puede costarte tu llamado.
Con el tiempo, lo que antes hacías por amor puede volverse rutina. Pero Jesús nos recordó qué es lo más importante: amar a Dios con todo el corazón, el alma, la mente y las fuerzas. No se trata de hacer más… se trata de recordar por qué lo hacemos. Porque cuando el amor es el motor, todo cobra sentido otra vez.
Hemos creído muchas cosas que suenan bíblicas… pero no lo son. En tiempos donde abundan las voces y escasea el discernimiento, necesitamos volver a la Palabra, examinar lo que escuchamos y sostenernos en la verdad. La sana doctrina no es opcional: es la base de una fe sólida, viva y sin engaños. No tragues entero. Revisa, compara y quédate con lo que viene de Dios.
La honra no es orgullo, apariencia ni imposición: es un acto de amor, gratitud y obediencia. Honramos a Dios cuando obedecemos su Palabra, y honramos a otros cuando reconocemos su valor, autoridad y legado. Así como en una carrera de relevos, la honra se da al que va delante, al que corre contigo y al que viene detrás. No se exige… se siembra, se modela y se celebra.
Jesús no solo tuvo discípulos hombres; también fue seguido por mujeres valientes, generosas y transformadas. Mujeres como María Magdalena y Juana, que fueron sanadas, liberadas y luego se convirtieron en testigos, sostenedoras y portadoras del mensaje más grande: la resurrección. Dios sigue usando mujeres para predicar, profetizar, enseñar y discipular, no para competir, sino para complementar su obra con gracia, poder y amor.
Amar no siempre es fácil, pero es el mandamiento más claro de Jesús. El amor que Él nos enseñó no se basa en emociones, se basa en obediencia, en rendición y en madurez. Amar es aprender a callar, a perdonar, a rendirse en lo privado y a ser consistente en lo cotidiano. No se trata solo de sentir, sino de suplir lo que el otro necesita, incluso cuando no nos nace. Porque el verdadero arte de amar se revela cuando elegimos glorificar a Dios en medio del dolor, la tentación y la contradicción.
David Arroyo
siempre te escucho pastor Andrés es una bendición seguirte y escucharte
Sergio Bustamante
este audio me bendijo y ministro mi vida de una manera increíble. Gracias por compartirlo
Jorge Luis Pérez Sierra
que triste. este predicador es más conocido por engañar a los creyentes. que pena que le den espacio para que siga engañando.
Magna Magnolia Bravo Acosta
Dios los bendiga por compartir estas hermosas predicas ..muchas gracias
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No sirve por favor arreglen