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Author: Radio Intereconomía

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PULSO GEOPOLÍTICO | CONFLICTOS GLOBALES, GEOPOLÍTICA Y PODER EN EL SIGLO XXI

El programa diario que ofrece un análisis exhaustivo y actualizado de los principales conflictos internacionales, estrategias geopolíticas y su impacto en la economía y la política global. En cada episodio, hablamos con reconocidos expertos en geopolítica, relaciones internacionales y economía global, quienes desglosan cómo los eventos mundiales influyen en la estabilidad política, económica y en la seguridad global. Desde tensiones diplomáticas hasta maniobras geoestratégicas que redefinen el poder global, Pulso Geopolítico te mantiene informado sobre las dinámicas que están moldeando el mundo actual.

Dirigido a quienes buscan comprender las fuerzas que configuran el panorama global y cómo las decisiones estratégicas en diferentes regiones impactan nuestro mundo, este programa es una herramienta clave para mantenerse al día con los cambios que afectan la estabilidad global. Con la participación de los mejores analistas y geoestrategas, Pulso Geopolítico ofrece un análisis claro y fundamentado sobre los temas más relevantes del Siglo XXI.

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La percepción estadounidense en España se tambalea. Según el IV Informe Anual del Instituto Franklin de la Universidad de Alcalá, publicado el 3 de noviembre, la nota media que los españoles otorgan a Estados Unidos es de 5,3 sobre 10, un aprobado muy justo. Un 64 % de los encuestados afirma que su imagen de EE.UU. ha empeorado en los últimos cinco años, citando como principales motivos las políticas migratoria, arancelaria e internacional de la Administración Trump. Además, el 67 % desaprueba la presidencia de Trump, señalando su estrategia comercial y su postura en el conflicto de Oriente Medio como grandes puntos de fricción. La mayoría de los españoles (un 60 %) predice un empeoramiento de las relaciones bilaterales, y actualmente un 39 % las califica de malas, frente al 14 % que ve una evolución positiva. Por si fuera poco, el estudio revela un desinterés notable por el legado histórico: solo un 30 % reconoce la contribución de España a la independencia de los Estados Unidos.
España parece dar un paso decidido hacia un papel más activo en la escena internacional, especialmente como mediador entre la Unión Europea y China. Su estrategia apunta a suavizar tensiones comerciales, encauzar el diálogo político y ofrecerse como puente fiable en un momento marcado por disputas tecnológicas y económicas. Este “despertar” diplomático refuerza la idea de una España que busca mayor influencia en la configuración del orden global. Mientras tanto, Europa observa con creciente inquietud la evolución de Bielorrusia, que se perfila como un foco de tensión nuclear. Su alineamiento estrecho con Rusia y la presencia de armamento estratégico en su territorio elevan el riesgo geopolítico en la región, reabriendo debates sobre disuasión, seguridad y vulnerabilidad en el flanco oriental europeo. Ambos escenarios —la apuesta diplomática española y la amenaza nuclear bielorrusa— reflejan una Europa en transformación, donde las oportunidades de mediación conviven con riesgos que exigen respuestas coordinadas.
Montenegro se consolida como el candidato más avanzado para acceder a la Unión Europea, según la última evaluación de la Comisión Europea. Su estabilidad institucional y su alineación con las políticas comunitarias podrían permitir su adhesión en torno a 2028, convirtiéndolo en un referente para otros países de los Balcanes occidentales. Este progreso refuerza la estrategia de ampliación del bloque, en un momento de creciente tensión geopolítica en el continente. Mientras tanto, el Sáhara Occidental conmemora el 50.º aniversario de la Marcha Verde, que marcó el inicio de la ocupación marroquí y el surgimiento del Frente Polisario. Cinco décadas después, el movimiento mantiene su reivindicación del derecho a la autodeterminación ante la pasividad internacional y el legado colonial español. Ambos escenarios —la integración europea y la lucha saharaui— reflejan los retos pendientes de Europa: reconciliar su pasado con un futuro de cohesión, justicia y estabilidad regional.
En una semana marcada por dos escenarios internacionales de gran relevancia, España refuerza su proyección global mientras el mundo vuelve a mirar al océano Índico con preocupación. Los Reyes Felipe VI y Letizia emprendieron una histórica visita de Estado a China, destinada a estrechar la cooperación económica, tecnológica y cultural con el gigante asiático. La agenda incluye reuniones con Xi Jinping y foros empresariales que buscan atraer inversiones en sectores estratégicos como la automoción eléctrica y la transición verde. Esta visita simboliza la voluntad de España de consolidarse como puente entre Europa y China, en un contexto geopolítico cada vez más competitivo. Al mismo tiempo, el secuestro de un buque con bandera maltesa, tripulación griega y carga de Shell frente a las costas de Somalia ha reavivado el temor a la piratería en el Índico. El incidente evidencia la vulnerabilidad del comercio marítimo y la necesidad de reforzar la cooperación internacional para garantizar la seguridad de las rutas globales.
Las relaciones entre Afganistán y Pakistán atraviesan un nuevo momento de tensión luego del colapso de las recientes conversaciones bilaterales destinadas a resolver disputas fronterizas históricas. El desacuerdo sobre la Línea Durand —una frontera impuesta en la era colonial— continúa siendo el principal foco de conflicto. Islamabad acusa a Kabul de permitir la presencia de militantes del Tehrik-i-Taliban Pakistan (TTP) en su territorio, mientras que el gobierno talibán denuncia incursiones militares paquistaníes y ataques aéreos en provincias afganas. Analistas advierten que el fracaso de los diálogos podría reactivar choques armados en zonas sensibles, especialmente en Khost y Kunar, donde comunidades tribales viven divididas entre ambos países. Aunque ambos gobiernos aseguran preferir la vía diplomática, la falta de mecanismos efectivos de cooperación y la creciente presión interna en Pakistán incrementan el riesgo de una nueva escalada fronteriza que pondría en peligro la estabilidad regional. Ambos fenómenos reflejan un mismo desafío: cómo alcanzar la paz y la seguridad sin erosionar la legitimidad y el respeto al derecho internacional.
El anuncio de que Turquía y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) avanzan hacia el fin de un conflicto armado de más de cuarenta años abre una etapa de esperanza cautelosa. Ankara aspira a consolidar la estabilidad interna y regional, mientras el PKK exige garantías políticas y reconocimiento de los derechos kurdos. Este proceso, aún frágil, podría redefinir la seguridad en Oriente Medio, según análisis del Instituto Español de Estudios Estratégicos. Paralelamente, el panorama bélico global evidencia una tendencia inquietante: el creciente protagonismo de mercenarios y empresas militares privadas. Su uso ofrece ventajas tácticas a los Estados, pero plantea serios dilemas legales y éticos. A pesar de la prohibición internacional del reclutamiento de mercenarios, su presencia en conflictos recientes evidencia vacíos normativos y violaciones sistemáticas de derechos humanos. Ambos fenómenos reflejan un mismo desafío: cómo alcanzar la paz y la seguridad sin erosionar la legitimidad y el respeto al derecho internacional.
Rusia consolida su papel como potencia nuclear con una doctrina renovada que combina modernización tecnológica y disuasión estratégica. Según el Instituto Español de Estudios Estratégicos, Moscú dispone de más de 5.500 ojivas, incluidas armas hipersónicas como el Sarmat y el Kinzhal, diseñadas para garantizar una capacidad de respuesta inmediata ante cualquier amenaza. Esta actualización, unida a la suspensión de acuerdos internacionales de control armamentístico, reabre el debate sobre la estabilidad nuclear global y el equilibrio de poder frente a Occidente. En paralelo, Marruecos ha recibido el aval de la ONU a su plan de autonomía para el Sáhara Occidental, considerado por Rabat como una victoria diplomática. El respaldo internacional refuerza su liderazgo regional y alimenta la discusión sobre sus aspiraciones territoriales hacia Ceuta, Melilla e incluso Canarias. España y la Unión Europea observan con cautela un escenario que podría redefinir el mapa político y estratégico del norte de África.
La llamada flota fantasma rusa, compuesta por buques que navegan con banderas de conveniencia y sin identificación clara, permite a Moscú eludir las sanciones internacionales transportando petróleo hacia Asia. Según Global Strategy, parte de estas rutas atraviesan zonas de influencia española, como Gibraltar o el Mediterráneo occidental, lo que plantea riesgos para la seguridad marítima, el medio ambiente y la supervisión energética del país. Paralelamente, en el Sahel, los grupos yihadistas intensifican su avance hacia Bamako, la capital de Malí, cercando al gobierno de transición y evidenciando el colapso del Estado tras la retirada de tropas internacionales. Este deterioro amenaza con desestabilizar toda la región y aumentar la presión migratoria hacia Europa. España, como frontera sur de la UE y actor clave en la seguridad mediterránea y africana, se enfrenta así a un doble desafío: contener las maniobras rusas en el mar y el auge del extremismo en el desierto.
Sudán vive una de las peores crisis humanitarias del siglo XXI. El enfrentamiento entre el ejército y las Fuerzas de Apoyo Rápido ha dejado millones de desplazados y miles de muertos, especialmente en Darfur Occidental, donde se denuncian masacres, violaciones y limpieza étnica. La ONU advierte de una guerra ignorada que amenaza con desestabilizar a Chad, Libia y Sudán del Sur. Organizaciones cristianas alertan también de una creciente persecución religiosa por parte de milicias paramilitares. Mientras tanto, Estados Unidos despliega el portaviones Gerald Ford en el Caribe, justificando la acción como parte de su guerra contra el narcotráfico. Sin embargo, analistas interpretan este movimiento como un gesto de control geoestratégico del presidente Donald Trump sobre países incómodos como Venezuela y Colombia. El giro militar podría redefinir el equilibrio de poder en Sudamérica, con posibles repercusiones para Perú y Ecuador, también marcados por el narcotráfico.
Entrevistamos a José Manuel Azcona Pastor, autor de El esplendor de la América española (Ed. Edaf), una obra que propone una mirada renovada sobre la herencia hispánica en el continente americano. “Mi objetivo —explica— fue rescatar del olvido la enorme aportación cultural, jurídica y social que España llevó a América. No se trata de negar los errores, sino de comprenderlos dentro de su contexto histórico”. El historiador insiste en la necesidad de superar visiones simplistas: “Juzgar el pasado con los ojos del presente es un error; debemos analizarlo con rigor académico”. En su libro, Azcona Pastor detalla cómo la Monarquía Hispánica impulsó instituciones, leyes y modelos de convivencia que aún perviven en muchas naciones americanas. “La colonización no fue solo conquista, también fue creación”, subraya. Con esta obra, el autor invita a repensar el diálogo entre España y América desde la verdad histórica y el respeto mutuo.
Puerto Rico llega a España con una agenda clara: fortalecer los lazos comerciales, atraer inversión extranjera y abrir nuevos canales de cooperación con el sector empresarial español. Al frente de la misión, la gobernadora Jennifer González y el secretario de Comercio Sebastián Negrón lideran una delegación de 18 empresarios que busca proyectar una imagen renovada del país: una isla dinámica, innovadora y lista para convertirse en puente entre Estados Unidos, América Latina y Europa. Pero el viaje trasciende lo económico. En un Caribe cada vez más relevante —marcado por tensiones geopolíticas, competencia global y desafíos energéticos—, Puerto Rico intenta redefinir su posición internacional mientras debate su propio futuro político. España surge así como un socio natural, unido por la historia y la lengua, pero también como un aliado estratégico para construir un nuevo modelo de desarrollo que combine autonomía, apertura y cooperación transatlántica.
Las maniobras Atlas 25 han marcado un hito en la cooperación entre el Ejército de Tierra, el Ejército del Aire y del Espacio, la Armada, la Guardia Civil y la Policía Nacional. Por primera vez, todas estas fuerzas se han coordinado para responder de forma conjunta a una amenaza emergente: el uso de drones y misiles en escenarios de seguridad real. El ejercicio, descrito como “complejo, exigente y realista”, simuló ataques simultáneos con vehículos aéreos no tripulados, misiles de crucero y aeronaves convencionales, poniendo a prueba los sistemas de mando, control e interoperabilidad nacionales. El protagonismo de los drones evidencia un cambio profundo en la defensa moderna. Estas aeronaves no tripuladas ya no son solo herramientas de vigilancia, sino potenciales armas ofensivas capaces de alterar la seguridad nacional. La noticia subraya la urgencia de adaptar tecnología, estrategias y entrenamiento a una nueva era en la que la guerra se libra también desde el aire digital.
En esta edición de Pulso Geopolítico, exploramos los acontecimientos más recientes que redefinen el equilibrio mundial. Las tensiones entre potencias, los nuevos acuerdos energéticos y los desafíos en torno a la seguridad global marcan la agenda internacional. En nuestro Especial BCE, analizamos las decisiones del Banco Central Europeo frente a la inflación persistente y el impacto en los mercados financieros. Expertos evalúan las perspectivas de crecimiento, las políticas monetarias y su influencia en la economía global. Pulso Geopolítico te ofrece una visión clara y profunda de los movimientos que modelan el presente y el futuro económico.
El Indo-Pacífico se ha convertido en el epicentro de la geopolítica del siglo XXI. Desde la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos mantiene una presencia militar estratégica mediante bases en la región, asegurando el control de rutas marítimas, la disuasión frente a potencias emergentes y el fortalecimiento de alianzas como la AUKUS y la Quad. La competencia entre China, India, Japón y Australia está reconfigurando las dinámicas tradicionales de poder, donde los recursos naturales y la tecnología marcan el tablero de futuras tensiones globales. Simultáneamente, el mundo presencia un auge de protestas lideradas por jóvenes en Nepal, Marruecos, Perú, Madagascar e Indonesia, capaces de derribar gobiernos o generar cambios profundos. La generación Z expresa frustración frente a desigualdades económicas, corrupción y sistemas que no los escuchan, organizándose a través de redes sociales. Aunque cada país presenta contextos distintos, el fenómeno refleja un desafío global: el poder establecido debe adaptarse a una juventud cada vez más movilizada y consciente.
En una entrevista exclusiva con representantes diplomáticos, Irlanda se consolida como un socio esencial para España dentro del marco europeo. Las relaciones bilaterales atraviesan un momento de gran dinamismo, impulsadas por la cooperación económica, cultural y política. España figura entre los principales inversores en sectores irlandeses como las energías renovables, la tecnología y la educación, mientras que Irlanda ofrece un entorno empresarial competitivo, con una fiscalidad atractiva y una posición geoestratégica que la convierte en puerta de entrada a los mercados internacionales. En el ámbito cultural, los intercambios académicos, artísticos y turísticos se multiplican, reforzando el conocimiento mutuo entre ambas sociedades. Los expertos destacan que esta colaboración no solo fortalece los lazos bilaterales, sino que sitúa a Irlanda como un destino preferente para la inversión española y como un punto clave en la red de cooperación europea.
Hungría consolida su papel como potencia regional en Europa Central bajo el liderazgo de Viktor Orbán, cuya postura desafiante hacia Bruselas redefine los equilibrios internos de la Unión Europea. Su política soberanista y sus vínculos con Rusia y China contrastan con las directrices comunitarias, generando fricciones que podrían reconfigurar la influencia de Budapest en la región. Orbán busca fortalecer su autonomía energética y económica, desafiando el consenso europeo en materia de sanciones y migración. En paralelo, la disputa arancelaria entre Estados Unidos y China sigue tensionando los mercados de tierras raras, minerales esenciales para la tecnología global. Washington busca reducir su dependencia de Pekín mediante nuevas alianzas estratégicas, mientras China mantiene su liderazgo en producción. La próxima cumbre de la APEC en Corea del Sur podría ofrecer una oportunidad de distensión, aunque los intereses tecnológicos y geopolíticos siguen marcando la rivalidad entre ambas potencias.
El siglo XXI está marcado por transformaciones demográficas globales, impulsadas principalmente por las migraciones y los cambios en las estructuras poblacionales. Las migraciones internacionales, ya sea por conflictos, crisis económicas o el cambio climático, han aumentado considerablemente, generando nuevos desafíos en los países receptores, como la integración social y la presión sobre los recursos. En paralelo, las regiones del sur global, como África y Asia, experimentan crecimientos demográficos vertiginosos, mientras que en Europa y Asia occidental, el envejecimiento poblacional y la baja natalidad crean un panorama de estancamiento económico y desafíos para la sostenibilidad del bienestar social. Estos fenómenos están reconfigurando la geopolítica mundial. En África, el reciente acuerdo de alto el fuego entre la República Democrática del Congo (RDC) y el grupo rebelde M23 es una señal de esperanza para la región. Firmado en octubre de 2025, este acuerdo busca poner fin a años de violencia en Kivu del Norte, aunque su implementación efectiva será crucial para garantizar una paz duradera. La comunidad internacional sigue de cerca los avances en la desmilitarización de las zonas afectadas, pues este proceso podría sentar un precedente para otros conflictos en el continente.
De toda la conmoción que Donald Trump ha provocado en el comercio internacional, ninguna disputa resulta tan trascendente como la que mantiene con China. Lo que comenzó con amenazas arancelarias y retórica grandilocuente ha derivado en un proceso de desacople económico con implicaciones globales. China, proveedor casi monopolístico de tierras raras y pieza clave en las cadenas tecnológicas, responde con firmeza a cada embate estadounidense, configurando un enfrentamiento que recuerda a una nueva Guerra Fría. El economista jefe de Carmignac, Raphaël Gallardo, analiza esta pugna entre las dos mayores potencias mundiales, marcada por tensiones financieras, tecnológicas y geopolíticas. Mientras Pekín intenta reducir su dependencia del dólar y reforzar su autosuficiencia, Washington busca limitar la influencia china en sectores estratégicos. Más que una guerra comercial, se trata de una disputa estructural por la supremacía global, cuyos efectos alcanzan ya a todo el sistema financiero internacional.
La Unión Europea enfrenta una encrucijada histórica. La creciente desafección ciudadana, el auge de los populismos, la fragmentación interna y la pérdida de liderazgo global amenazan su viabilidad como proyecto político. Expertos advierten que, sin una renovación institucional y una respuesta decidida a las desigualdades sociales, la UE podría entrar en una lenta desintegración, alejándose de su promesa fundacional de unidad y prosperidad. Mientras tanto, Madagascar sufre un grave retroceso democrático. Tras semanas de protestas por la crisis económica y la desconfianza hacia el presidente Andry Rajoelina, un grupo militar derrocó al gobierno, suspendió la Constitución y estableció una transición forzada. El golpe refleja no solo el descontento social, sino también las fragilidades institucionales heredadas de su pasado colonial. Ambos casos muestran cómo, desde Europa hasta África, el orden político se tambalea.
La guerra en Ucrania no solo define el destino del país, sino también el futuro de Europa. Según el analista Carlos de Antonio Alcázar, el continente debe reconocer que su prosperidad y seguridad dependen de transformar Ucrania en una región militar y políticamente sólida. Europa se enfrenta, por lo tanto, a una encrucijada estratégica que podría redefinir su rol global. En este contexto, la posibilidad de un plan de paz impulsado por Donald Trump ha generado expectación. Al igual que su reciente iniciativa para Gaza, un plan similar para Ucrania podría implicar un alto el fuego inmediato y la supervisión internacional. Sin embargo, las diferencias son notorias. Mientras que Gaza busca un acuerdo territorial bajo control internacional, Ucrania enfrenta complicaciones mayores, especialmente con la tensión sobre el Donbás y la presencia de la OTAN. Un acuerdo en Kiev podría implicar concesiones territoriales difíciles de aceptar para su soberanía.
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