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Reflejos de su gloria

Reflejos de su gloria
Author: David y Maribel
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© Copyright David y Maribel
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Reflejos de su gloria es un programa que tiene como objetivo compartir las enseñanzas de las Escrituras, celebrando la gloria de Dios, con el deseo de reflejar su carácter con cada enseñanza.
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Prometí que veríamos la práctica de la gratitud y la práctica de la alabanza. ¿Cómo podemos practicar la alabanza en nuestro día a día? La alabanza es la verbalización de la gratitud. El salmista dice en Salmo 28:7 “El SEÑOR es mi fortaleza y mi escudo; en él esperó mi corazón, y fui ayudado; por tanto se gozó mi corazón, y con mi canción le alabaré.”La alabanza comienza con la gratitud de corazón. Primeramente el salmista reconoce que Dios es fuerte y protector y que en su necesidad Dios le ayudó. Esto produjo gozo en su corazón, y alabó al Señor con canción.Si vamos a practicar la alabanza, en primer lugar debemos reconocer las bendiciones de Dios en nuestra vida. Esto es lo que estamos ejercitando cuando practicamos la gratitud. Podemos decir que la alabanza comienza con la gratitud de espíritu. Al hablar con Dios de todas las cosas buenas que vemos a nuestro alrededor, estamos alabando a Dios, ya sea con o sin canción. Algunos piensan que la alabanza tiene lugar cuando nos reunimos en la iglesia a cantar. Sin duda, debemos alabar a Dios en la congregación, pero la alabanza comienza el domingo por la noche, y debe continuar el lunes por la mañana y hasta el siguiente domingo. Dad gracias en todo, orad sin cesar, y estaréis siempre gozosos, ¿recuerdas? Si seguimos esta rutina, el gozo del Señor se mostrará constantemente en nuestras vidas. El libro de los salmos está repleto de alabanza. El salmista, incluso en los salmos de plegaria, cuando echa toda su ansiedad sobre el Señor, siempre acaba dando gracias a Dios por Dios. Esta es la alabanza de corazón por fe. ¿A qué me refiero? Volvamos al salmo 28. David comienza clamando a Dios, rogándole que por favor no lo deje, o desfallecerá como los que descienden al sepulcro. David reconoce su condición y su necesidad. Continúa hablando con Dios de lo dura que es su situación, rogándole que lo libere de aquellos impíos que desean su mal. Y a mitad del salmo reafirma que el Señor sin duda actuará. Por fe, el resto del salmo David se dedica a alabar a Dios por Dios. Hablaré más de esta práctica en otra ocasión, pero en resumen, David enumera incomparables características de Dios. “Bendito sea Jehová, que oyó la voz de mis ruegos” ¿Cómo sabía David que Dios lo había oído? Porque Dios siempre oye. Jeremías 29:12 “me invocaréis, y vendréis a mí, y yo os oiré”; Y David continúa alabando a Dios en su oración: Dios es mi fortaleza. mi escudo, la fortaleza de su pueblo, el refugio salvador de su ungido. ¿Ves cómo David alaba aquello que conoce de Dios? Y cuando acaba el salmo con petición, todavía lo alaba, porque al venir a Dios en oración reconoce que sólo Dios puede hacer lo que le está pidiendo: “Salva a tu pueblo, y bendice a tu heredad; Y pastoréales y susténtales para siempre.” Vemos que David alaba a Dios, reconociéndolo como su Salvador y su Pastor, el que puede bendecirlo y sustentarlo para siempre. ¿Quieres ver el gozo de Dios en tu vida? Practica la alabanza personal. Reconoce a Dios en tu vida y dale gracias por lo que Él es. Exprésale tu gratitud por lo que ha hecho, y por lo que está haciendo ya, y por fe, dale gracias por aquello que le estás pidiendo. Reconoce al Señor en tu vida, porque esa es la mejor alabanza.
Una madre cuyo hijo acababa de tener un accidente de motocicleta muy grave me decía tras una difícil operación y mientras su hijo estaba en cuidados intensivos que estaba muy agradecida a Dios por todo lo que estaba haciendo en su familia. No importaba que su hijo estuviera con los órganos internos dañados, que su esposo enfermo estaba postrado en cama mientras ella iba de un lado para otro atendiendo a su familia. Su gratitud genuina en medio de la prueba me tocó, porque ese mismo día, cuando mi batidora parecía fallarme, mi gozo había desfallecido. Y pensé...mi calabacera… .Si conoces la historia de Jonás, puede que hayas notado que el profeta no era un hombre muy agradecido, al menos en el periodo que nos revela el libro. Lo que vemos a primera vista es su crítica y juicio hacia los ninivitas a los que Dios le había enviado a evangelizar. Jonás había intentado incluso huir para no tener que tratar con ellos. Puede que recuerdes que después de que Dios le tuviera que devolver a la costa por medio del gran pez, Jonás, arrepentido, reconoció la bondad de Dios hacia él y obedeció. Mas después de predicar, se fué a observar el juicio de Dios que él esperaba sobre la gente de Nínive. Nos dice el texto que se preparó un pequeño refugio con las plantas que encontró alrededor, y se echó a reposar. Y Dios hizo que brotara una calabacera que le daba sombra durante el día. Jonás se alegró, pero cuando al día siguiente Dios le quitó la calabacera, este se enojó de tal modo que Dios le tuvo que llamar la atención. No pudo decir como Job: el Señor dió, el Señor quitó, bendito el nombre del Señor.” Job 1:21He de confesar que a veces yo soy como Jonás. Pongo mi gozo en uno de los regalos de Dios, y cuando esta cosa me falla, mi corazón desfallece. Al meditar en mi vida y mi rutina de gratitud, me doy cuenta de la falta de agradecimiento en mi vida. Si eres como yo, disfrutas de los regalos que Dios te da, pero no das gracias por ello de forma específica, y solo los notas si estos te fallan. Es como si diéramos por hecho lo que Dios nos regala cada día. ¿Qué pasaría si diéramos fin a este hábito de notar lo negativo en nuestra vida y comenzáramos a anotar todo lo bueno del día?Esto es lo que pide Filipenses 4:8: “todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” Si te examinas unos días, y ves que lo que es bueno, digno de alabanza pasa desapercibido en tu vida y piensas más en todo lo que es injusto e irritante, quizás debas desarrollar una rutina de gratitud. Podemos comenzar por dar gracias detalladamente por las bondades de Dios, intentando ver todo lo que Dios nos ha dado e intentando no pensar en todo aquello que nos pueda irritar. Cuando hagas esto, puede que descubras que como Jonás, tienes más quejas que agradecimientos. Puede que encuentres que tienes más de una calabacera en tu vida, la cual ni plantaste tú ni la trabajaste, pero te beneficias de ella, y no has dado gracias. Y cuando alguien te toca tu calabacera, lo que brota de tu interior es enojo en lugar de agradecimiento. Pídele a Dios que te muestre tus calabaceras, y una por una, comienza a dar gracias por todo lo que Dios te da. Y cuando estas cosas te fallen, no olvides dar gracias porque te ha permitido disfrutarlas en Su voluntad. En todo dad gracias.
Como he comentado anteriormente, observo que el gozo y la paz parecen ser dependientes del resto del fruto del Espíritu, como si se trataran de frutos que brotan cuando el amor, la bondad, la mansedumbre o la templanza están en flor en nuestra vida. Y es que todo el fruto del Espíritu crece de forma simultánea.Comenté en el episodio anterior que Dios, a través de la historia ha llenado a individuos de gozo, pero veremos también que Dios llena a cada uno de todo lo necesario para realizar la tarea que tiene para nosotros. Ahora quisiera que meditáramos en aquellas prácticas diarias que sirven dos propósitos muy importantes. En primer lugar, nos ayudarán a que el gozo que el Señor nos da se manifieste en nuestras vidas, y en segundo lugar, nos ayudarán también a que el gozo que nos es dado se multiplique. Estas prácticas son la gratitud y la alabanza. Meditemos hoy sobre la gratitud. En 1 Tesalonicenses 5 nos exhorta Pablo no solo a estar gozosos, sino que continúa diciendo, “orad sin cesar, dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.Pablo presenta tres imperativos: estar gozosos, orad, y dad gracias. Si le das la vuelta a estos tres imperativos, comenzarás dando gracias. Esto te llevará a hablar con Dios, expresando tu gratitud en forma de alabanza, y al hacer esto, descubrirás cómo el gozo del Señor crece en tu vida. Da gracias en todo, ora sin cesar, y estarás siempre gozosa. En medio de lo cotidiano, si miramos nuestra estancia aquí en la Tierra de la manera en que Dios la ha previsto, podemos ver miles de cosas por las que estar agradecidas. ¿Respiras? Da gracias. ¿Puedes ver u oler o escuchar la bella creación de Dios? Da gracias por los sentidos. Algunos no los tienen todos, mas todos tenemos alguno. Gracias a Dios por lo que podemos disfrutar. ¿Quieres saber cuál es la voluntad de Dios para tu vida? 1 Tesalonicenses 5 dice “Da gracias en todo''. Empieza por dar gracias a Dios en todo. Cuando comiences a notar todas las cosas por las que puedes dar gracias en lugar de las cosas que podrían ser distintas, comenzarás el hábito de darle gracias a Dios en oración, por lo que te vas a encontrar orando sin cesar, en cualquier momento del día, conforme vives tu día a día. Y entonces tú misma te sorprenderás del gozo que estarás experimentando, así, como el que no quiere la cosa. Y otros lo verán, y verán el gozo del Señor manifestado en ti y alabarán al Señor. Te invito al reto de la gratitud. Dejemos que el Señor nos llene de gozo y practiquemos la gratitud, para que este abunde en nosotras.
El gozo del Señor “Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” 1 Tesalonicenses 5: 16-18En algún momento del día, en algún día de tu semana o en algunos días del mes, puede que sientas que es difícil tener gozo. No necesariamente porque las circunstancias en sí sean malas. La verdad es que de manera milagrosa, en las circunstancias difíciles, Dios hace brotar un gozo inexplicable, quizá porque nos damos cuenta, más que nunca, de nuestra dependencia de Dios. Cuando vemos cómo Dios obra en nuestra vida, podemos sonreír, de dentro para fuera, porque Dios nos llena de regocijo. Y cuando no vemos a Dios obrar, no es que no esté obrando, es simplemente que no somos capaces de verlo, o que estamos mirando en la dirección errónea. Cuando miramos horizontalmente, a lo que tenemos alrededor, es fácil desanimarse. Después de todo, somos personas caídas en un mundo caído. Mas Dios quiere llenarnos de su gozo. Vemos en las Escrituras que cuando el pueblo de Dios perdía el gozo, eran fortalecidos en el gozo del Señor cuando iban a la ley de Dios. En Nehemías leemos de uno de estos instantes. Una vez edificado el muro de la ciudad, Nehemías juntó a los dirigentes y al pueblo, y pidió al profeta Esdras que leyera la ley de Dios. El pueblo lloraba oyendo las palabras de la ley, quizás por todo lo que habían perdido debido a su rebeldía, quizás por todo lo que les quedaba por hacer para que Jerusalem volviera a su antigua gloria, mas Nehemías le dice al pueblo que dejen de lamentarse y empiecen a regocijarse. Dice el versículo 10 del capítulo 8: “no os entristezcáis, porque en el gozo del Señor está vuestra fortaleza.” Y continúa hasta el versículo 12 contándonos que “ todo el pueblo se fue a comer y a beber, ..., y a gozar de grande alegría, porque habían entendido las palabras que les habían enseñado.” Entonces Esdras, confesando el pecado del pueblo, hizo un repaso de todo lo que Dios había hecho por ellos. Eclesiastés 3:13 dice que “es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.” Dios es el que nos llena de gozo y nos da la capacidad de disfrutar de todos los regalos de Dios. Nosotras, como el pueblo de Dios, podemos olvidar las bondades de Dios y perder el gozo, pero como vemos en Crónicas, Esdras, y los Salmos entre otros que Dios personalmente los llenaba de gozo, (Esdras 6:22) así quiere llenarnos a nosotras hoy del gozo del Señor, en el cual podemos encontrar nuestra fortaleza cada día. Cristiana, cuando no sientas gozo en tu vida, ve a su Palabra, confiesa tus pecados y presta atención a todo lo que Dios ha hecho y está haciendo en tu vida, y el Señor mismo te llenará de gozo, como lo ha hecho con su pueblo a través de la historia. “En tu presencia hay plenitud de gozo; (dice el salmista) “Delicias a tu diestra para siempre.” (Salmo 16:11)
El adversario de la templanza En cuarto lugar vemos el contraste entre las borracheras, orgías y cosas semejantes, que se oponen a la templanza que presenta la Biblia.¿Y qué está a la raiz de estos adversarios de la templanza? ¿Y si te dijera que el adversario de la templanza es en realidad el control? A primera vista parece que no tenga sentido. Hemos definido la templanza como dominio propio, o también llamado autocontrol. ¿Cómo puede ser el control el enemigo del autocontrol? Después de todo, las borracheras, orgías y cosas semejantes son resultado del descontrol. ¿Verdad?Pues es más bien una cuestión de quién tiene el control de tu vida a cada instante. Desde el principio de la humanidad el ser humano desea tener control sobre todas las cosas. Por este motivo, nos resistimos a dejar que sea Dios el que tome las riendas de nuestra vida. Cuando uno se entrega a Cristo, le entrega su voluntad propia, sus opiniones, sus deseos, sus sueños, sus planes. Sabemos que en manos de Dios estamos a salvo, y sin embargo luchamos contra la idea de dejar que Él controle nuestra vida. Aquí es donde comienza el problema; cuando decidimos tomar el control.Unas más y unas menos, todas tendemos a ser controladoras. Queremos controlar lo que pasa en nuestras vidas y lo que pasa en las vidas de nuestros prójimos. Si somos algo organizadas, controlamos nuestra dieta, nuestro horario, la forma de hacer las cosas, e incluso la forma en que los demás deben hacerlas. Tomamos la responsabilidad de llevarlo todo y llegamos a querer controlar a nuestros maridos, a nuestros hijos, y a cualquiera que se sitúe en nuestra esfera de influencia. Pero eso no es el dominio propio del que habla la Biblia. Porque la realidad es que no fuimos creados para controlarlo todo. Y por eso, hay tanta frustración en esta sociedad de controladores ambulantes. En Eclesiastés 8:8, el hombre más sabio de la historia nos dice que “No hay hombre que tenga potestad para refrenar el viento con el viento, ni potestad sobre el día de la muerte.” No podemos controlarlo todo. No somos capaces de controlar el universo y ni siquiera nuestra propia vida, pero Dios sí. Sin Dios, tarde o temprano dejamos de controlar y llegamos a los excesos. Fácilmente pasamos de estar en control a ser controlados por cualquier cosa. Podemos experimentar exceso de control, causando trastornos emocionales y mentales, excesos en el tiempo de ocio, causando problemas de adicción a actividades lúdicas (lícitas o ilícitas) o al sedentarismo; sufrimos exceso de consumo de alimentos no saludables, que nos llevan a la glotonería y el malestar físico; o el exceso a sustancias tóxicas como el alcohol u otras drogas, que llevan a la destrucción. Hay una gran variedad de excesos. Cada uno de estos son ejemplos de una vida donde el Espíritu Santo no tiene el control. Efesios 5:18 nos ofrece las dos opciones posibles: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu.En la primera situación, el vino, o ahí puedes poner cualquier exceso con el que batallas, está controlando algún aspecto de tu vida, y por lo tanto, no puedes vivir una vida plena en Cristo. Mas tienes una segunda opción, ser llena del Espíritu. Cuando tu vida está llena del fruto que da el Espíritu, podrás descansar, confiando en que Él tiene el control de tu vida, y estarás libre para vivir una vida de dominio propio, en el Espíritu.
Adversarios del bien hacerEntre la fruta variada del Espíritu encontramos cuatro que están conectadas entre sí por el propósito que estas cumplen. La paciencia, la benignidad, la bondad y la mansedumbre son elementos necesarios a la hora de vivir nuestra fe con los que nos rodean. Santiago, en su epístola, reta a los oyentes diciendo, “Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.” Podemos tener mucha fe, pero la forma en que esta fe se manifiesta, dice Santiago, es en tu manera de vivirla con otros. Pablo, en Efesios 2:10 dice que hemos sido “creados en Cristo Jesús para buenas obras.” Y Pedro en su primera carta lo dice así en el 2:15 “Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos”.Cuando conocemos a Cristo como nuestro Salvador, no nos lleva al cielo de inmediato. Nos deja aquí con el propósito de mostrar esta fe salvadora, para que quizás otros quieran también ir a Cristo para salvación. Es por esto que no nos podemos cansar de hacer el bien. Y Gálatas 6:19 nos anima diciendo: “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.”Las obras de la carne impiden que hagamos este bien que queremos y debemos hacer. Pablo describe esta lucha en Romanos 7:19 “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.” Mas continua diciendo que gracias al Señor Jesucristo podemos vivir en el Espíritu, donde no hay condenación. Leemos en el 8:1 “ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.”¿Cuáles son estas obras de la carne que quieren destrozar el fruto del Espíritu? Pablo menciona enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, envidias y homicidios. Al leer esta lista, podemos observar una escalera, y a medida en que los sentimientos de odio aumentan, las consecuencias llegan a ser mayores. Los celos, las iras, las envidias llevan a enemistades, disensiones, pleitos y contiendas, y en una situación desenfrenada, estos pueden llegar a provocar incluso delitos de homicidio. Como contraste vemos la paciencia, la benignidad, la bondad, la mansedumbre. Esos dos grupos, nos dice Pablo, se oponen entre sí. El deseo de hacer el bien, la capacidad de esperar y muchas veces aguantar, soportando oprobio, la respuesta suave de la mansedumbre, nos dice la Biblia apacigua queel espíritu airado. (Prov. 15:1)Cuando Jesús pidió amar al prójimo como a nosotros mismos, estaba pidiendo la humildad de Cristo descrita en Filipenses 2. Podríamos resumir la lucha entre estas obras de la carne y el fruto del Espíritu como una lucha entre el orgullo y la humildad. El orgullo nos llevará a defender siempre nuestra propia opinión, a pelear por que nuestra voluntad sea hecha, mientras que la humildad nos llevará a estimar al prójimo, y desear hacer el bien, porque esta es la voluntad de Dios. Reconociendo que el orgullo es nuestro por la naturaleza pecaminosa, y que la paciencia, la benignidad, la bondad y la mansedumbre son regalos de Dios para nosotros, Romanos 12:21 nos deja un buen reto para hacer morir la carne y vivir poniendo en práctica el fruto del Espíritu: “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.”
Adversarios de la verdadera feHoy veremos cómo la idolatría y la hechicería se oponen a la fe. Si dudas a qué fe me refiero, te invito a buscar el episodio sobre la fe entre los dones del Espíritu. La fe nos lleva a confiar plenamente, por lo que quiero insistir en la importancia de que nuestra fe esté en la persona correcta. Dios se ha mostrado fiel desde el principio, por lo cual, cuando pide que pongamos nuestra fe en Él, podemos hacerlo confiadamente. En Hebreos 12 somos llamados a correr la carrera de la fe, “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe.” Él diseñó la fe, y él es el que perfecciona esta fe en nosotros. Pero si la fe no está puesta en Jesús el Mesías, será una fe vana. En 1 Corintios 15:14 Pablo, alertando sobre aquellos que no creían en la resurrección para vida eterna, dijo que si Cristo no hubiera resucitado, vana sería entonces nuestra fe. La fe solo es válida si aquello en lo que creemos es fiel y verdadero. Y sabemos que fiel es el que nos ha llamado a la salvación, el cual también nos santifica y nos guarda, según leemos en 1 Tesalonicenses 5.Cuando Dios dio 10 mandamientos a su pueblo, el primero de ellos fue que debían adorar solo a Dios. Dice Deuteronomio 20:3-4 “No tendrás dioses ajenos delante de mí.” Dice además “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, … “ Dios claramente prohibió que se honraran imágenes, y sin embargo, a lo largo de la historia, personas que dicen tener fe en Dios se postran y veneran imágenes, e incluso, en vez de hablar con Dios, dirigen sus plegarias a estos ídolos que roban la honra a Dios mismo. Esto es lo que prohibe el primer mandamiento. Sé que muchos justifican el rezar a imágenes de santos y vírgenes con el argumento de que estos están más cerca a Dios, y sus oraciones llegan al Padre. Démonos cuenta, sin embargo, lo ofensivo que es pensar que Dios, el cual ha dicho que está atento a nuestras oraciones, no pueda atendernos, y por eso debamos ir a través de personas que ya están muertas, y que por muy piadosamente que vivieran, no pueden realizar la labor mediadora entre los hombres y Dios. La Bíblia deja muy claro en 1 Timoteo 2:5 que “hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”. Dale a Dios toda la honra, confiando en Él, para que tu fe no sea vana. En las obras de la carne, junto a la idolatría encontramos la hechicería, y es que son muy parecidas. El mundo de lo oculto y el más allá no es cosa del pasado. A día de hoy está teniendo mucha influencia en nuestra sociedad. Uno puede libremente consultar las cartas de tarot, visitar curanderos que ejerzan algún poder sanador, apelar a personas muertas y otras prácticas oscuras como la meditación oriental donde te invitan a vaciar tu mente. Pero Dios condena la hechicería; lo vemos a través de toda la Biblia. Volvamos al primer mandamiento; nuestra fe y lealtad debe ser para el único y sabio Dios. Cuando intercambiamos el plan de Dios por planes humanos, estamos siendo herejes, creando otra fe que no es la fe verdadera. Es cosa seria, porque Apocalipsis 21:8 nos dice que los idólatras y los hechiceros tendrán su parte en el lago de fuego. Mas en el fruto del Espíritu no hay condenación. Si ponemos nuestra fe en Dios, él es fiel para guardarnos hasta el fin, y su paz y su gozo llenarán nuestros corazones.
Adversarios del amor Entre los adversarios que se oponen al fruto del espíritu vemos en primer lugar el adulterio y la fornicación, junto con la inmundicia y la lascivia. Podemos decir que el adulterio y la fornicación son pecados que revelan esa inmundicia y lascivia que mora en el interior. El adulterio se define como relaciones, sexuales o sensuales con alguien que no es tu marido. La Biblia deja claro que su plan de matrimonio es entre un hombre y una mujer, para toda la vida. Ya sé que esto ya ha sido cuestionado y desechado por nuestra sociedad, pero no deja de ser el plan sagrado y exclusivo de Dios.Cuando una mujer casada, porque este devocional está dirigido a mujeres, tiene deseo de tener una relación, ya sea emocional, sensual o sexual con cualquier hombre que no es su marido, Dios lo considera adulterio. Existe una relación exclusiva y especial que Dios ha diseñado para el matrimonio. Para Dios es muy importante, porque esta es la relación que Dios usa para hacernos ver la relación íntima entre Cristo y su Iglesia. La fornicación, a diferencia del adulterio, es una relación sensual o sexual inadecuada entre dos personas que no están casadas. Es decir, estás fornicando si tienes una relación sexual, o deseos sexuales hacia alguien con quien no estás casada, aunque no tengas un compromiso matrimonial con nadie más. Una vez más, aunque esto sea algo normal en el mundo en que vives, no deja de ser rebeldía declarada en contra del plan de Dios. La Palabra de Dios nos enseña que el pecado nace en el corazón, y podemos decir que las prácticas de la fornicación o el adulterio son el resultado de inmundicia y lascivia en el interior. La inmundicia es sinónimo de impureza o indecencia. Estas dos están claramente de moda, nos dice proverbios, los simples caen, mas los avisados lo evitan (Proverbios 22:3). Cuando permitimos inmundicia en nuestra vida, estamos abriendo el camino a la fornicación y el adulterio. La lascivia va más allá de la inmundicia; la lascivia es un deseo sexual desenfrenado. Nuestros líderes quieren alimentar la impureza y al mismo tiempo controlar la lascivia, pero es una realidad incuestionable que la impureza lleva a la lascivia, dando como resultado actos que van siempre en contra de la ley de Dios, y en algunas ocasiones en contra de las leyes establecidas. Mas los que son guiados por el Espíritu no tienen que sucumbir a las obras de la carne; recuerda, ya fueron crucificadas con Cristo. En el plan de Dios no hay lugar para la inmundicia o la lascivia. Un Dios santo ha diseñado un plan bueno para satisfacer nuestros deseos de una manera pura.El Cantar de los Cantares nos presenta la relación exclusiva del matrimonio, donde hay amor mutuo. “Venga mi amado a su huerto, Y coma de su dulce fruta.” (Cantares 4:16)“Yo soy de mi amado, y mi amado es mío; (6:3)“Yo soy de mi amado, Y conmigo tiene su contentamiento.” (7:10)El fruto del Espíritu es amor, un amor puro que se demuestra en relaciones puras, y además trae consigo gozo y paz, como una fruta deliciosa, para disfrutar en libertad de espíritu.
Y estos se oponen entre sí “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.” Gal. 5:17Quisiera resumir este contraste entre las obras de la carne y el fruto del Espíritu que Pablo presenta en mostrando cómo se oponen entre sí. Si puedes imaginar una tabla, pondríamos a un lado las obras de la carne, y al otro lado el fruto del Espíritu.Tenemos una lista de obras naturales a la que la carne tiende, deseos y pasiones que, según el versículo 24, los que son de Cristo ya las han crucificado. Es decir, si tú has puesto tu fe en Cristo Jesús, tu viejo hombre, con sus deseos y pasiones, fue crucificado con él en la cruz. Leemos en Romanos 6:6-7 “sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado.”Si hemos sido justificado del pecado y librados de su esclavitud, ¿cómo viviremos aún en él? pregunta el apóstol en el versículo 3.La respuesta se sobreentiende, pero Pablo sigue explicando para que entendamos que no podemos servir a Dios en las obras de la carne. Dice en Romanos 6:16 “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?”Aquello que servimos es lo que nos domina. Los que practican las obras de la carne, dice en Gálatas 5:21 “no heredarán el reino de Dios” porque no son hijos de Dios. Veamos el contraste que Pablo nos presenta entre las obras de la carne y el fruto del Espíritu. Hablamos del fruto del Espíritu como una unidad porque así lo presenta Pablo en Gálatas. Entendemos que no viene uno sin el otro, sino que si el árbol es sano, se evidenciarán todos los aspectos mencionados.Quizá ayude a pensar en el fruto del Espíritu como un racimo, con diferente fruta. En primer lugar el adulterio, la fornicación, la injusticia y la lascivia, que se oponen al amor puro que Cristo ofrece. En segundo lugar vemos la idolatría y la hechicería, y también podemos incluir la herejía, las cuales contrastan con la fe verdadera que salva y preserva. En tercer lugar leemos de enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, envidias y homicidios, que destrozan relaciones, oponiéndose a la paciencia, la benignidad, la bondad y la mansedumbre necesarias para tener relaciones duraderas y edificantes.En cuarto lugar vemos el contraste entre las borracheras, orgías y cosas semejantes, que nada tienen que ver con la templanza que presenta la Biblia.El gozo y la paz, fruto también del Espíritu, están presentes en los diferentes grupos, y se oponen a la falsa satisfacción que las obras de la carne traen y la culpabilidad que estas dejan. Estudiarem en los próximos episodios estos cuatro grupos, orando que nuestro espíritu anhele ese fruto que Cristo ofrece, para la gloria de Su nombre.
TEMPLANZA“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.”Este último aspecto del fruto del Espíritu es la templanza. Curiosamente, este término solo aparece en la traducción de Reina y Valera una vez, y es en esta lista. Pero para referirse a esta misma virtud encontramos el término dominio propio o continencia entre otros. La templanza es la moderación o el autocontrol, la antítesis a cualquier exceso. Efesios 5:18 dice: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu,” Un cristiano no debería estar controlado por ninguna sustancia en ningún momento, sino que deberíamos estar controlados contínuamente por el Espíritu Santo. Pero este autocontrol se ha de mostrar también en otros aspectos de nuestra vida. Proverbios habla del que no puede controlar su genio. Dice el 29:11” El necio da rienda suelta a toda su ira, Mas el sabio al fin la sosiega.” Esta rienda suelta es la falta de control de sus emociones. Y el 16:32 enseña: “Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.” Este que se enseñorea de su espíritu es el que tiene control sobre sus reacciones. Y así encontramos a través de la Palabra enseñanza sobre esta virtud que cada cristiano debería exhibir. 2 Pedro 1:5-8 enseña que como Dios nos ha dado tanto debemos, “poniendo toda diligencia…, añadir a nuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Y dice: “si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.”Estos son fruto del Espíritu Santo que mora en el cristiano, y entre ellos está el dominio propio. Si estos abundan en nosotros, no estaremos ociosos. El ocio es un ídolo en nuestra sociedad. Los lugares de ocio abundan, y los excesos, ya sea en bebida, comida o experiencias son señal de diversión. Es más, el mundo no sabe qué pensar de los cristianos genuinos, porque no vivimos en los mismos excesos, y eso les incomoda. Me parece curioso y triste lo que encontramos en Hechos 24 , Pablo estaba hablándole de su fe a Félix el gobernador de Judea. Este escuchaba aténtamente, pero dice que “al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó.”Félix se sintió incomodado ante la llamada al dominio propio. Roma era conocida por los excesos, y pensar que un día podría ser juzgado por estos no le pareció un mensaje agradable. Si nos llamamos cristianos, debemos mostrar al mundo la templanza, no sólo en los excesos que parecen más obvios, sino en cada aspecto de nuestra vida. Que Dios nos ayude a no abusar de la televisión, de las redes sociales, del ocio o de cualquier cosa que nos distraiga del llamado de Dios a nuestra vida. Pablo lo expresó así: ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible” (1 Corintios 9:24-25) Abstengámonos de cualquier cosa que nos impida correr la carrera de la fe, y andemos en el Espíritu. “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2 Timoteo 1:7)
LA MANSEDUMBRESi las obras de la carne son enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas y disensiones entre otras, el fruto del Espíritu que las puede eliminar es la mansedumbre. Un espíritu manso no es dado a la ira. Hay un dicho que dice “si uno no quiere, dos no se pelean” y podríamos decir que una persona mansa trae paz a una situación tensa. Proverbios destaca la bendición de un espíritu manso y lo contrasta a uno iracundo. Y nos recuerda el 15:1 que “La blanda respuesta quita la ira.El Señor Jesús predicó en el monte diciendo “Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. (Mateo 5:5) Y dijo más tarde:“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.” Mateo 11:29 La mansedumbre no muestra debilidad, como muchos pensarían. Sino que es fuerza y poder bajo control. Nuestro Señor Todopoderoso era manso y humilde. En los evangelios lo vemos dando ejemplo de su enseñanza, lavando los pies de sus discípulos, y soportando el sufrimiento de la cruz sin pensar en sí mismo. Como profetizaba Isaías 53:(4-7) “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores;...herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él,... Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.”“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”, pide Pablo en Filipenses 2.Esta mansedumbre debe brillar en nuestro trato con otros, para que la iglesia de Cristo sea edificada. Debe estar presente ya sea cuando nos reprendan, o cuando tengamos que reprender. Santiago 1 dice que “todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.” Santiago está pidiendo mansedumbre a la hora de recibir la Palabra de Dios. Y dice: “Desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.”Esta Palabra implantada en nuestras almas, recibida con la mansedumbre de su Espíritu, puede producir en nosotros la fe para la salvación y las buenas obras que la evidencien, enseña Santiago 3:13. El apóstol Pablo, cuando tiene que reprender a los corintios les habla en “La mansedumbre y ternura de Cristo” (2 Corintios 10:1), queriendo él comunicar la misma actitud de Cristo, y de igual modo enseña en Gálatas 6:1 “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.”Cuando ejercemos nuestra obligación cristiana de reprendernos y exhortarnos unos a otros, debemos echar mano de la mansedumbre de nuestro Señor, para no pecar, haciéndonos a nosotros mismos más de lo que realmente somos, pecadores justificados por mera gracia, capaces de pecar como cualquier otro, y dependientes de Dios, con deseo de darle gloria. La mansedumbre es muy importante a la hora de tratar con otros y al compartir el evangelio. Por eso vemos en Tito y Timoteo que el siervo de Dios ha de mostrar mansedumbre. (Tito 3:2; 1 Timoteo 6:11; 2 Timoteo 2:25) Y en 1 Pedro 3:15 leemos “Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros;” “Aprendamos de Cristo, manso y humilde de corazón; y dice nuetro Señor que hallaremos descanso para nuestras almas”
LA FE“Yo soy una persona de fe” o “Ella tiene mucha fe.” ¿Qué significan exactamente estas afirmaciones? ¿A qué concepto de fe se refieren estas situaciones? Quizás sea que cree que hay algo más allá, quizás lo llamen Dios, o quizá algún santo o vírgen a los que acuden cuando las cosas no andan como esperaban. Se habla mucho de fe, cuando en realidad, en nuestra sociedad, no hay una demostración de fe verdadera de la que Dios habla en Su Palabra. Lo cierto es que, como hemos estado haciendo con cada aspecto del fruto del Espíritu, es importante definir el concepto del que habla la Biblia. En el caso de la fe tenemos una definición explícita en Hebreos 11:1 “Es, pues, la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” La fe es la certeza, la convicción. No es una esperanza abstracta que desea que todo vaya bien. Es una seguridad de que algo que ahora no se ve llegará a ser porque alguien en quien podemos confiar lo ha prometido. Estos dos aspectos, el algo y el alguien son clave a la hora de entender la fe bíblica. En primer lugar examinemos el objeto de nuestra fe, es decir, en quién tenemos fe de que algo será.El objeto de la fe cristiana es Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Por la fe aceptamos que estos tres son una esencia, Dios. Cuando intentamos explicarlo la lógica humana se nos queda corta, mas por fe, comprendemos la deidad de Cristo, reflejada a través de las Escrituras. 1 Timoteo 3:16 nos dice: “indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu, Visto de los ángeles, Predicado a los gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en gloria.”¿Y qué es lo que creemos? ¿Qué es aquello que esperamos? Es por fe en Cristo que recibimos salvación. Efesios 2:8 dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;”Por fe somos salvos y por fe vivimos la vida confiando en el Dios Fiel: Nos dice Hebreos 11:3 que por fe entendemos la creación: “habiendo sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.”Por la fe podemos resistir la tentación, porque vemos más allá de lo que está delante. Efesios 6:16 nos exhorta a “Tomar el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno”. Por la fe podemos obedecer a Dios. Conocemos el capítulo de la fe, Hebreos 11, donde leemos de la nube de testigos que escogieron vivir con fe en Dios, soportando dificultades y obedeciendo a Dios cuando no veían el cumplimiento de la promesa , y de igual modo podemos nosotros andar como dice Hebreos 12:1-2 despojándonos “de todo peso y del pecado que nos asedia, y correr con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”La fe, fruto del Espíritu, es para salvación y preservación del alma hasta el día del Señor, como leemos en Hebreos 10:37-38. “Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará.Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma.” dice Dios. “Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.” Cuando el Espíritu te convenza de pecado, no retrocedas, acude a Cristo. Pon tu fe en Él, y vive por fe. Porque el que en él confía, no será avergonzado. “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” Hebreos 11:6Esperamos ese día glorioso en que alcanzaremos el galardón, Cristo mismo. Con esta certeza, corramos con paciencia la carrera de la vida, viviendo día a día el fruto de la fe en Cristo.
BONDADLa bondad es definida como una inclinación a hacer el bien, o también como un comportamiento virtuoso. En ocasiones es sinónimo de benignidad, de modo que dependiendo de la versión de la Biblia que leas, puede que se use indistintamente la palabra benignidad o la palabra bondad. Ambas palabras hablan de un deseo o inclinación hacia el bien. La Palabra de Dios dice que Dios es benigno (Salmo 135) y que Dios os bueno (Salmo 145:9) En el mismo salmo leemos que él es justo. Estos conceptos, en diferentes versiones se intercambian entre sí, y todos describen una característica de Dios, y es que Él es el bien y todo lo bueno desciende de Él. Con esta realidad en mente, y después de haber visto lo que el término benignidad conlleva en la Biblia, podemos dar un paso más y ver todo aquello que refleja bondad en la Palabra de Dios. La bondad es el sustantivo que corresponde al adjetivo bueno. El tenemos un verbo correspondiente en castellano, por lo que usamos el verbo hacer para acompañarlo. Hacer lo bueno o bien hacer, podríamos decir. Me viene a la mente varios textos del Nuevo Testamento: En 2 Timoteo 3:17 leemos que la Palabra de Dios nos prepara para “toda buena obra”. La oración de Hebreos 13:21 es que Dios “os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.”Dios ha mostrado su bondad para con nosotros y como resultado nos hace aptos para toda buena obra. Esta es su voluntad. Efesios 2 nos recuerda que Dios nos salvó por su bondad para que mostremos su bondad. Dice “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”La salvación es un acto de bondad hacia el pecador. Es el regalo de Dios, nos dice el texto. Y todo esto lo hizo, ”para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad”. ¿Has experimentado Su bondad? Entonces tienes todo lo que necesitas para extender esta bondad a otros. 2 Corintios 9:8 nos dice: “poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra.”
BENIGNIDADA primera vista nos puede parecer que los próximos dos frutos del Espíritu, la benignidad y la bondad, son sinónimos o parecidos. Pero si Dios los ha enumerado separadamente es porque conviene distinguirlos y darles atención por separado. La benignidad es una virtud que describe una disposición hacia el bien. Una vez más, vemos que Dios está interesado en transformar nuestro espíritu y no meramente añadir una serie de ritos y costumbres a nuestra vida. La obra del Espíritu Santo en una vida produce un amor sacrificial, un gozo inalterable, una paz que sobrepasa todo entendimiento, una paciencia duradera, y una benignidad genuina.Un corazón que es benigno es un corazón que desea el bien para el prójimo. Dios es bueno, y nada de lo que permite en nuestra vida es maligno. En Jeremías 29:11 dice Dios a su pueblo que los pensamientos que tiene hacia ellos son de bien y no de mal. Romanos 8:28 nos dice que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien. Y Santiago nos tiene que recordar que toda buena dádiva desciende de lo alto, del Padre de las luces. Los regalos del Señor son buenos siempre, todos benignos. Si hemos sido salvos, es por la benignidad del Señor. 1 Pedro 2:3 habla expresamente de haber gustado la benignidad del Señor, refiriéndose a la salvación. Y es que como vemos en Romanos 2:4 “Su benignidad nos guía al arrepentimiento”. La salvación, desde el deseo de arrepentirnos hasta el perdón de pecados proviene enteramente de Dios. El amor de Dios es benigno, leemos en 1 Corintios 13:4. Su benigno amor hacia la humanidad es lo que le ha llevado a ofrecer un plan de salvación para los que lo habíamos rechazado. En su benignidad ha mostrado su amor, dando a su Hijo Unigénito. Y es él, a través de Su Espíritu, el que convence al pecador de su pecado, llevándolo al arrepentimiento. Es todo obra del Trino Dios, mostrando la benignidad del Señor. La benignidad bíblica está relacionada con la misericordia y el perdón, y Dios nos pide a nosotros que tratemos con nuestro prójimo como Él ha tratado con nosotros. Efesios 4:32: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” Vemos en Colosenses 3 que podemos y debemos mostrar benignidad porque Dios la ha mostrado hacia nosotros. Nos pide: “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros” Y Dios pide benignidad, no solo para los amables y agradecidos. Salmo 135:3 dice que Dios es benigno para con los ingratos y los malos, por lo que en Lucas 6: 35 nos pide: “Amad,… , a vuestros enemigos y prestad, no esperando de ello nada”. Una vez más, Dios nos pide algo que parece estar fuera de nuestra capacidad. Pero recuerda, lo que es imposible para nosotros, en Cristo es posible. Dios nos pide que seamos benignos, pero Él es el que nos da la benignidad por medio del Espíritu Santo. Este deseo de bien hacia aquellos que no lo merecen o no lo aprecian no proviene de nosotros, sino de Dios mismo. Deja que su fruto crezca en ti. Y si tienes falta de sabiduría, pídela a Dios, nos dice Santiago. La sabiduría de Dios es benigna (Santiago 3:17), y Dios la da abundantemente a todo aquel que pide.
PACIENCIA¡Señor, dame paciencia! Esta expresión, de la forma en que se suele decir, está muy lejos del deseo de Dios de producir paciencia en nuestro corazón. La paciencia se demuestra con nuestra actitud y nuestras acciones, pero debe brotar de nuestro interior. Esta es también fruto del Espíritu, un espíritu de poder, de amor, de dominio propio (nos dice 2 Timoteo 1:7) Podemos distinguir tres facetas del mismo término paciencia. La primera conlleva la idea de saber esperar; la segunda se refiere más bien a la capacidad de hacer algo con constancia hasta obtener el resultado deseado y una tercera describe la capacidad de soportar una carga. En primer lugar, la paciencia se manifiesta en una actitud correcta cuando vemos que todavía no se cumple algo que esperamos. La paciente espera aquí demuestra confianza en que lo prometido llegará.El salmista en el salmo 40 dice: “Pacientemente esperé” Y leemos que Dios escuchó su oración. El 37 dice “Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres …” Estos textos entre otros nos muestran una actitud correcta ante la espera. Cuando nuestros niños eran pequeños les dí una definición que ellos pudieran entender. La paciencia es esperar SIN QUEJARSE. Este matiz de la segunda parte es importante, porque cuando esperamos quejándonos todo el tiempo, no estamos demostrando paciencia, sino impaciencia. Proverbios 14:29 nos dice: “El que tarda en airarse es grande de entendimiento; Mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad.” Qué importante es pedirle a Dios que nos ayude a no desesperarnos. Dios es fiel en cumplir sus promesas, y nos dice 2 Pedro 3:9 que Él es también paciente. “El Señor no retarda su promesa (dice Pedro), según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. 10 Pero el día del Señor vendrá…” Dios espera pacientemente con el deseo de que un alma más llegue al arrepentimiento y fe en Cristo. El segundo aspecto de la paciencia es más activo. Lo vemos ejemplificado en Hebreos 12 como una carrera. Para correr una maratón necesitamos resistencia y perseverancia. Si nos impacientamos y aceleramos, no podremos resistir hasta llegar a la meta. Dios nos da también el ejemplo del que planta y riega con la esperanza de recibir la cosecha. Dios dice en Gálatas 6 8-9 “el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.” Hay situaciones en las que nosotros no debemos simplemente sentarnos a esperar en silencio, sino que podemos y debemos dar otro paso, seguir haciendo el bien, sin desmayar, sin abandonar, hasta la venida del Señor, dice Santiago 5. Existe un tercer aspecto de la paciencia y es el de soportar una carga pesada. Me viene a la mente la imagen de uno que levanta pesas. Dios nos dice que su carga no es pesada porque Él la lleva con nosotros. (Mateo 11:30). Una señora anciana, cuando se le pidió que diera una palabra clave para su largo matrimonio dijo “Aguantar.” Es una pena, porque todas esperábamos palabras más positivas, y Dios ha diseñado el matrimonio para bendición nuestra y gloria suya. Pero sí que hay un aspecto de este concepto de aguantar o soportar en cada relación humana. Dios nos pide “soportaos unos a otros en amor” En 1 Corintios 13 vemos que el amor es sufrido En este texto Dios presenta el amor como paciente. El versículo 7 dice que el amor: “Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” He aquí estos tres conceptos de la paciencia. La esperanza en confianza, la firmeza en la dificultad, la persistencia en el bien hacer. Romanos 12:12 también lo expresa así “gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración;”Dejemos que Dios produzca en nosotros su paciencia, perfeccionándola hasta el día del Señor.
LA PAZ“Y el mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda circunstancia.” 2 Tesalonicenses 3:16 Dios se presenta en este texto como el Señor de la paz. Él es paz, posee la paz y es el que da la paz. En Juan 14:27 leemos: “La paz os dejo, mi paz os doy; El versículo continúa diciendo: “yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” Da a entender que la paz que el mundo da no puede erradicar el miedo y la turbación. ¿Puede el mundo experimentar paz fuera de Dios? ¿Cómo es la paz que el mundo ofrece? En Miqueas 3:5 Dios habla de los que “claman: Paz, cuando tienen algo que comer, y al que no les da de comer, proclaman guerra contra él” La paz del mundo es variable y condicionada por las circunstancias. Si tengo de todo, puedo estar en paz. Si mi vecino se porta como debe, tendremos paz. Es posible incluso tener una paz falsa. En 1 Tesalonicenses 5 leemos sobre los últimos días: “Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba. Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán.” Expresiones bien intencionadas como “no pasa nada”, “todo irá bien” anuncian paz y seguridad cuando en realidad no es ese el caso necesariamente. La paz de Dios no es así. La paz que Dios da está basada en su propio carácter. Él puede darnos la seguridad que nos permite tener paz verdadera, porque Él es poderoso para guardarnos. Podemos confiar en Él. La paz del mundo no es necesariamente mala. Más bien es la paz que viene cuando todo funciona sobre ruedas, cuando no hay conflicto. Pero esa paz es muy muy frágil, porque incluso cuando todo a nuestro alrededor parece ir bien, lo cierto es que tenemos una tendencia a perder la paz. La paz natural del ser humano está, como todo lo creado, afectada por el pecado; es inestable, porque somos capaces de perder la paz por situaciones que ni siquiera son reales. Perdemos la paz pensando en el “Y SI”. Y si esto sale mal?, ¿Y si no llega? ¿Y si no lo puedo pagar? ¿Y si no funciona según los planes? Esos “ysis” que aún no son, nos roban la paz. Mas Dios ofrece una paz que va más haya del entendimiento humano. Dios dice Filipenses 4: 6-7, justo después de exhortarnos a estar gozosos: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”La paz de Dios es una paz que quita el miedo y la turbación. Quizá podamos decir que cuando nos sentimos turbadas o sentimos temor, es una clara señal de que algo nos está robando la paz. ¿Qué podemos hacer en estas situaciones? Dios nos dice que la paz es un fruto que produce el Espíritu Santo. Si nos sentimos así, quizás no estemos ocupándonos en Espíritu, sino en los afanes de la carne. Si llevamos al Señor nuestras cargas, nosotras nos liberamos de ellas y él cuidará de nosotros (1 Pedro 5:7). Cuando hacemos esto, Dios a cambio nos da su paz, que guarda nuestros pensamientos y nuestros corazones. Este intercambio es precioso, y refleja lo que desde un principio Dios hace con nosotros. Él llevó nuestros trapos sucios y nos dio a cambio su manto de justicia, y sigue llevándose todo lo que nos afana para darnos a cambio paz y gratitud. No dejemos de intercambiar con Dios todo aquello que nos ata para recibir la paz y el gozo que solo Él puede dar. Jésus animó a sus discípulos y nos sigue animando con estas realistas palabras en Juan 16:33“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.”Que “la paz de Dios gobierne en vuestros corazones.” Colosenses 3:15
EL GOZOLa segunda característica del fruto del Espíritu es el gozo. Una vez más, como hablamos sobre el amor, es importante definir el gozo correctamente. El gozo no es vivir a risas o carcajadas, ir de fiesta en fiesta, tomarse la vida a la ligera o ignorar cualquier responsabilidad. Podriamos decir que el gozo es un sentimiento de bienestar que en realidad no tiene por qué depender de las circunstancias. Hebreos 12:2 dice que Jesús, por el gozo puesto delante de Él pudo soportar el sufrimiento de la cruz. ¿Qué peor circunstancia que ser clavado en una cruz por el pecado de otro? ¿En qué consistía ese gozo? Cristo había venido al mundo con el propósito principal de proveer la salvación para la humanidad, y ahí en la cruz, su objetivo estaba siendo cumplido. Consumado es, exclamó, y el mayor gozo, el gozo de la salvación, se hizo posible para cada persona que confiara en el sacrificio de la cruz. Isaías 53 ya lo había proclamado cuando hablaba del Mesías diciendo: ”Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades.” La aflicción de Su alma trajo el fruto de la salvación. Su gozo se había cumplido. Dios desea que nuestro gozo se cumpla en Él también. Filipenses 4:4 nos manda “Gozaos en el Señor.” Y en Juan 15:11 dice: “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.” ¿Qué cosas les había hablado? Les había dicho que Jesús moriría, que resucitaría y que iría al Padre, pero vendría a ellos el Espíritu Santo. Jesús advierte a sus discípulos que para experimentar el gozo completo del que él hablaba, debían permanecer en su amor, porque separados de Él, no podrían llevar fruto. El gozo en los días buenos no tiene mérito; es natural, espontáneo. Mas el gozo que es fruto del Espíritu es el que nos permite ver más allá de las circunstancias que por sí solas no producen alegría o satisfacción. Es un gozo anclado en la Roca que es Cristo. David canta el Salmo 28:7 en medio de la aflicción y exalta a su Roca por fe de que su ayuda vendrá, y lo expresa como si ya hubiera ocurrido porque Dios es siempre fiel para atender a nuestras súplicas: “Jehová es mi fortaleza y mi escudo; En él confió mi corazón, y fui ayudado, Por lo que se gozó mi corazón, Y con mi cántico le alabaré.” “Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación.” El Salmo 95, así como Colosenses 3:16 y 17 nos exhorta a recitar y cantar la Palabra de Dios, dando gracias a Dios en nuestros corazones.La gratitud es una parte esencial del gozo del cristiano. Podemos estar agradecidos porque a pesar de la tristeza momentánea que podamos experimentar, nos asegura Juan 16 que “Nuestra tristeza se convertirá en gozo”. En Santiago 1:2 leemos “Tened por sumo gozo cuando os hayáis en diversas pruebas”. Esto lo podemos hacer porque confiamos en que el fruto de la aflicción es bueno, agradable y perfecto, si andamos en la voluntad de Dios. Dios es el que convierte nuestro lamento en baile, dice Salmo 31, y cambia nuestra tristeza por un gozo que el mundo nunca podría dar. ¿Has experimentado este gozo del que habla la Biblia? Te invito a buscarlo en Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Porque fuera de Él no hay gozo, mas como leemos en el Salmo 16, “en su presencia hay plenitud de gozo”. ¡Gozaos en el Señor siempre! Otra vez os digo; ¡Regocijaos!
EL AMOREn el fruto del Espíritu no hay condenación, porque no hay ley contra estos. Cuando vemos el primer aspecto del fruto del Espíritu, casi parece que esta afirmación no sea cierta. Después de todo, muchos han sufrido e incluso han muerto por amor o más bien, por desamor. La tragedia de Romeo y Julieta me viene a la mente, pero existen muchos otros ejemplos de obras e historias reales que nos muestran tragedias centradas en el tema del amor; y es que parece ser que el amor es el rey de los sentimientos, y por amor, uno sería capaz hasta de morir o matar.Todo el mundo cree saber del amor, pero ninguno parece entenderlo. Quizás sea porque buscamos una definición del amor en el lugar equivocado. Primeramente lo buscamos en nuestro interior, esperando un fuerte sentimiento que no nos deja respirar, dormir, comer, ni pensar correctamente. Eso no es amor. Algunos lo definen por las novelas románticas que les hacen palpitar a un ritmo desordenado o las películas que les produce un llanto incontrolado. Pero hay que decir que eso tampoco es amor. Para definir el amor verdadero debemos ir a la fuente del amor. Dios es amor, dice el capítulo 4, versículo 8 de primera de Juan. La única razón por la que nosotros podemos amar es porque Dios nos amó primero, y Dios nos pide que amemos al prójimo así como Él nos ha amado. Juan dice claramente:“Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros.”Dios nos ha amado (Jeremías 31:3) Y nos ha mostrado cómo amar. (Juan 15:13) Romanos 5:8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Cantares 8:6 nos dice que fuerte como la muerte es el amor, y Dios ha mostrado su amor dando a su hijo; un amor sacrificado hacia los que no merecíamos amor. Ha mostrado un amor que a menudo no es recíproco, porque vemos a través de la historia cómo Dios ha amado sin recibir amor a cambio. Hay sin duda situaciones en las que tememos que si amamos así, se aprovechen de nosotros. Es comprensible, porque vivimos en un mundo de pecado, pero pidamos a Dios su protección y no seamos insensatas; amemos sabiamente, y confiemos en el Señor, porque dice su Palabra que en el amor no hay temor, porque el amor echa fuera el temor, (1 Juan 4:18). Dios es nuestro protector, y el amor que Dios ha dado es tan fuerte y eterno que nada ni nadie puede separarnos de él, nos dice Romanos 8. El amor no es siempre bonito; a veces tendrás que reprender a alguien por amor. Proverbios 3:12 y Hebreos 12:6-7 Nos enseña que Dios, al que ama corrige y disciplina. Es posible que este concepto de amor te incomode, no nos gusta corregir ni que nos corrijan. Mas Proverbios 27 nos enseña que el verdadero amigo reprende abiertamente. Y es que el que ama busca siempre el bien del prójimo.Así que cuando hablemos del amor, no hablemos de este a la ligera. El amor no es gratis; el amor cuesta algo a alguien. El amor no es una flecha que te alcanza en el momento menos esperado. El amor es el fruto del Espíritu Santo en un corazón arrepentido. El amor es una decisión continua de sacrificar aquello que más puedas querer por tu prójimo, aquella persona que tienes a tu lado. Y todo, para la gloria de Dios.
EL ESPÍRITU ES VIDA“Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.” Nos dice Romanos 8:6Cuando intentamos vivir en el Espíritu, encontramos, como dice Pablo en Romanos 7, que luchamos con la incapacidad de hacer siempre el bien que deseamos. Nos sentimos incapaces de hacer morir las obras de la carne. Pero encontramos que por Cristo nuestro Señor tenemos libertad y poder . Romanos 8:11 nos anima con estas palabras : “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.”Somos vivificados por el mismo Espíritu que levantó a Cristo de la tumba. Gracias a la obra de salvación podemos ocuparnos en aquello que Dios ha preparado para nosotros. Podemos decir con el apóstol, “ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí.” Gálatas 2:20Cuando Cristo, ya resucitado, iba a ascender al cielo, dijo a sus discípulos: “Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.” (Juan 16:7-8)La obra del Espíritu Santo nos convence de pecado para arrepentimiento, nos muestra la justicia de Dios para santificación, y nos consuela con la esperanza de nuestra glorificación futura.Antes de conocer a Cristo, vivíamos para la carne, pero en Cristo recibimos el Espíritu de Dios, y como dice Romanos 8: 9, ya no estamos en la carne sino en el Espíritu, si en verdad el Espíritu de Dios habita en nosotros. “Pero si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de Él.”Sabemos que somos de Dios, si tenemos el Espíritu de Dios. ¿Y cómo sabemos que el Espíritu de Dios mora en nosotros? Dios nos dice que desde el momento de la salvación el Espíritu Santo mora en nosotros; somos templo del Espíritu Santo. Cuando vivimos en el Espíritu, somos guiados por el Espíritu, y su fruto se manifiesta en nuestra vida. En Gálatas 5:22-23, como contraste a las obras de la carne, encontramos una lista del fruto del Espíritu. “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.”La ley condena las obras de la carne, pero no hay condenación para los que están en Cristo; no hay condenación para el fruto del Espíritu. Por sus frutos los conoceréis, dijo Cristo. Vamos a estudiar cada una de las virtudes del fruto del Espíritu, a través de las cuales la gloria de Dios es manifestada en nuestras vidas. Oremos que su fruto sea evidente en nuestras vidas, Porque el ocuparnos del Espíritu no trae condenación, sino que produce en nosotras vida y paz, para la gloria de Dios.
Las obras de la carne“Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.”Romanos 8:12-14 nos recuerda que los que viven conforme a la carne van por camino de muerte mas los que hacen morir las obras de la carne, obtendrán vida. Esto parece extraño en la sociedad en la que vivimos, donde se nos anima a buscar siempre nuestro propio bien: ¡Hazlo tu manera! ¡Sigue tu corazón! ¡Tú lo vales! ¡Tu felicidad es lo que importa! ¡Hay que vivir! ¡Tengo que mirar por mí! ¿Has escuchado alguna de estas frases? Lo que se valora es buscar nuestro propio bien, mirar por nosotros mismos y disfrutar el momento. Mas Dios dice en Su Palabra, “Haz morir las obras de la carne y vivirás” Jesús dijo: “todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará.” (Lucas 9:24) Es una paradoja. Cuando vivimos para Dios, Él mira por nuestro bien. “Porque los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.”Si eres una hija de Dios, las obras de la carne no tienen cabida en tu andar diario. Pablo dice en Romanos que por el Espíritu Santo, podemos hacer morir las obras de la carne” Y en Gálatas 5:16-18 vemos cómo hacerlo: Dice “Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.” Cuando cortamos el suministro a la carne, esta se debilita y muere. Del mismo modo puede ocurrir al revés si descuidamos el Espíritu. Si tienes descuidado el Espíritu, examina tu corazón, porque, dice Dios, que el que no vive en el Espíritu no es su hijo. ¿Has nacido tú de nuevo?Nos dice en Gálatas: “ el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.”Pablo quiere decir, como leemos en Romanos 6, que una vez en Cristo, ya no somos esclavas del pecado. Ahora somos libres para no servir esos deseos carnales. ¿Y cuáles son las obras de la carne? En Gálatas 5 encontramos una lista que no es exclusiva ni exhaustiva. Hay sin duda muchas otras manifestaciones de la carne, pero aquí vemos unas cuantas: “manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia; hasta aquí puede que digas: estoy bien, no estoy metida en prácticas inmorales. Bien, sigue Pablo: “idolatría, hechicerías” Esto es, depender de otra cosa que no sea Dios. Buscar la felicidad en otro lugar, de otro modo, a tu manera, sin Dios. Continúa con la lista: “enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios.” Ah, homicidios no, dices, pero recuerda lo que dijo Cristo, que si insultas a tu prójimo, despreciándolo en tu corazón, ya eres culpable de homicidio. Que Dios nos ayude con nuestra relaciones y las actitudes que permitimos hacia otros. Y Pablo concluye con “borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” Ya lo había dicho antes. Los excesos, la inmoralidad, la falta de amor por Dios y el prójimo, la falta de la presencia del Espíritu Santo en el corazón son las obras de la carne que no nos permiten tener comunión con el Padre. Examínate ¿encuentras evidencias de las obras de la carne en tu vida? Clama a Dios, asegúrate que de verdad eres su hija. Y si tienes ya el Espíritu, no alimentes la carne. Corta el suministro. Deja que por el poder del Espíritu de Dios que mora en ti vayan muriendo las obras de la carne.