En esta reflexión la Virgen nos dice que demos gracias a Dios por todos los dones que hemos recibido, incluso por los más pequeños. Nos recuerda que nada es casualidad, que todo es regalo de Dios y que cuando agradecemos, el alma se abre a su amor y a su presencia. La Virgen desea que descubramos el gozo de agradecer y que, viviendo desde la gratitud, podamos crecer cada día en el camino de la santidad.
En esta reflexión, la Virgen nos enseña que todo lo que tenemos es don y gracia. Nos invita a entregarlo todo a Dios, a confiar sin miedo y a vivir desde la alegría profunda que nace cuando reconocemos que nada nos pertenece, sino que todo es regalo de Su amor.
En esta reflexión la Virgen nos invita a agradecer con ella al Altísimo por su presencia entre nosotros. Nos recuerda que su estar aquí es un don inmenso del amor del Padre y que su corazón se regocija cuando vivimos sus mensajes. Nos llama a despertar del sueño de la incredulidad y a acercarnos a su Corazón Inmaculado, para que pueda conducirnos hacia la eternidad.
En esta reflexión, la Virgen nos enseña a agradecer al amor de Dios, porque solo por ese amor ella puede amarnos, cuidarnos y guiarnos a través de su Corazón Inmaculado. Nos invita a abrir el corazón, a orar sin cansarnos y a decidirnos por la santidad, para que nazca la alegría verdadera en nuestra alma. Ella está con nosotros, intercede por cada uno personalmente y no nos dejará hasta que nuestra alegría en Dios sea plena.
En esta reflexión, la Virgen nos recuerda que Dios desea acercarnos a Él y nos exhorta a darle gloria y alabanza. Nos invita a agradecer desde el corazón por todas las gracias recibidas, a descubrir su amor en la belleza de la creación y a vivir en un estado permanente de gratitud y alabanza.
En esta reflexión la Virgen nos recuerda que fuimos creados de manera maravillosa por el amor del Padre. Nos invita a regocijarnos en Él, a orar desde una gozosa acción de gracias, y a bendecir la vida en cada detalle para que la alegría del cielo descienda sobre nosotros. La gratitud transforma el alma y abre la puerta a la bendición.
En esta reflexión la Virgen nos recuerda que el Altísimo, en Su infinita bondad y amor, la ha enviado como un don para guiarnos por el camino de la paz. Nos invita a vivir la gratitud, a orar y a amar con el corazón, para descubrir la ternura del Padre y dejar que Su amor transforme nuestra vida.
En esta reflexión, la Virgen nos recuerda que somos elegidos porque hemos puesto en práctica sus indicaciones. Nos invita a orar, ayunar y amar por amor a Dios, para que podamos ser sus manos extendidas hacia un mundo que aún no conoce al Dios del amor.
En esta reflexión, la Virgen nos recuerda que somos elegidos porque hemos puesto en práctica sus indicaciones. Nos invita a orar, ayunar y amar por amor a Dios, para que podamos ser sus manos extendidas hacia un mundo que aún no conoce al Dios del amor.
En esta reflexión , la Virgen nos recuerda que no estamos solos. Ella está con nosotros y ora por nuestra conversión, porque desea acercarnos cada día más a Dios. Nos invita a entregar el corazón entero, a volver al amor del Padre y a descubrir en esa conversión la paz, la alegría y la felicidad que solo Él puede dar.
En esta reflexión , la Virgen nos enseña que los grupos de oración son refugios del alma, donde el Espíritu Santo renueva los corazones y nos recuerda que no estamos solos. Nos invita a animarnos al bien, compartir la fe y crecer en la alegría, porque cuando oramos juntos, María está en medio de nosotros y el amor de Dios comienza a transformar el mundo, un corazón a la vez.
En esta reflexión , la Virgen nos recuerda que la verdad no se busca lejos, porque la Verdad es su Hijo Jesús. Nos llama a vivirlo, a hacerlo amado y visible con nuestras obras y con nuestro amor. Así, cuando lo vivimos de verdad, su luz ilumina el alma y nos concede la paz.
En esta reflexión, la Virgen nos muestra su ternura al ver nuestros esfuerzos, pero también su dolor al ver que muchos se han extraviado del camino del amor. Nos llama a volver al corazón, a orar con sinceridad y amar con profundidad, para conocer con todo el alma al Dios del amor que nos espera y nos salva.
En esta reflexión, la Virgen nos enseña que la paz nace del amor verdadero, donde la oración y el amor se hacen uno solo. Nos invita a orar amando y amar orando, para que el Espíritu Santo respire en nosotros y Cristo actúe a través de nuestros gestos. Así, nuestra vida entera se vuelve una oración viva que lleva al mundo la luz y la paz de Dios.
En esta reflexión, la Virgen nos recuerda que la fe, la oración y el amor abren el alma a la presencia de Dios. Cuando creemos, oramos y amamos, el cielo se acerca a la tierra y el corazón encuentra la paz que tanto busca. María, don del Padre para nosotros, nos enseña que solo en la oración viva y en el amor sincero se construye el camino de la paz.
En esta reflexión la Virgen nos recuerda que este es un tiempo de grandes gracias, pero también de grandes pruebas para quienes desean seguir el camino de la paz. Nos invita a orar con el corazón, a vivir sus mensajes y a ser conscientes del don inmenso de su presencia entre nosotros.
En esta reflexión la Virgen nos recuerda que vivimos un tiempo de gracia. Dios, en su bondad, nos ha confiado a la Madre de su Hijo para guiarnos y mostrarnos el camino de la paz. Ella nos invita a no correr tras nuevas palabras, sino a vivir con el corazón las que ya nos ha dado, porque en cada una de ellas hay amor, ternura y una caricia del cielo que nos conduce al corazón de Jesús.
En esta reflexión, la Virgen nos recuerda que este tiempo es un don del Cielo. Vivamos sus palabras con el corazón, antes de que llegue el día en que muchos añoren su presencia. ✨
En esta reflexión, la Virgen nos recuerda que Dios nos ama con un amor tan grande que no nos deja solos. Por eso, en su bondad, nos confía a la Madre de su Hijo para que nos guíe por el camino de la paz. Ella nos enseña que la oración y el abandono total a Dios son el camino seguro para descubrir ese amor y vivir en la paz verdadera que solo viene de Él.
En esta reflexión, la Virgen nos recuerda que estamos viviendo un tiempo de gracia inmenso, pero muchos corazones siguen cerrados y sin respuesta. Ella misma es esa gran gracia del Cielo que se nos ha dado: viene a guiarnos, a traernos paz y a conducirnos a su Hijo Jesús. Nos llama a despertar del adormecimiento espiritual y a entregarle por completo el corazón, para que su Hijo habite en nosotros y nos conduzca por el camino de la salvación.