Para muchos habitantes de Montevideo, el Banco de Previsión Social (BPS) es simplemente un lugar de trámites papeles, sellos y colas interminables. Sin embargo, hay quienes dicen que también pertenece al universo mágico, ya que es escenario de una popular leyenda urbana. La misma tiene que ver con uno de los ascensores de este edificio público, el cual en ocasiones suele comportarse de una manera muy extraña.
Desde tiempos inmemoriales, muchas leyendas, fábulas y mitos de todas las latitudes hablan de árboles mágicos, que se mueven solos, crecen hasta el infinito o están dotados de habla. En Montevideo hay un árbol de este tipo, ubicado en pleno corazón del Prado. Se trata de un árbol diferente a todos los demás y dicen que si uno se acerca a él, puede escuchar una historia de amor que muchos en el barrio recuerdan de una manera muy especial.
Quizás ninguna presencia se tan significativa para los montevideanos como la del mar. El mar representa para nosotros ese horizonte abierto que nos salva del encierro urbano y para muchas culturas que al igual que la nuestra, han crecido junto al rumor de las olas, el mar es escenario de historias, mitos y leyendas. Aunque algunas veces el mar puede ser muy peligroso, al menos eso es lo que cuentan algunos pescadores que decidieron salir a pescar una noche de eclipse de luna.
Muchos años atrás, tres empresarios argentinos llegaron a nuestras tierras para construir un pequeño hotel. la zona en que lo construyeron actualmente se conoce como barrio Bonomi, el lugar hoy sigue en pie pero no de la manera en la que aquellos empresarios querían... Sean bienvenidos al "Chalet Bonomi".
A lo mejor usted no anda muy seguido por el barrio montevideano Flor de Maroñas, lo que es casi seguro es que ni siquiera imagina que este barrio esconde un secreto fascinante. No es raro que no lo sepa porque apenas flota de voz en voz entre la gente, un extraño secreto ligado a una casona abandonada y a mil historias que señalan a un Águila de Piedra.
Hace quizás varias décadas andaba por las calles de Melilla, un hombre mayor con su carreta buscando su sustento en los tachos de basura. Seguramente en su barrio haya personas como esta, de manera que le invito a escuchar con atención lo que el barrio de Melilla aprendió sobre "El Viejo de la Bolsa" y sobre lo que quiso dejar grabado para siempre en las entrelineas de una leyenda popular.
Los animales ocupan un lugar muy importante en la vida del hombre. Muchas personas los adoran y algunas incluso han llegado a considerarlos parte de sus propias familias. Por eso no es nada raro encontrar historias protagonizadas por animales. En el barrio La Teja de Montevideo, por citar un caso, cuentan una muy inquietante sobre un misterioso perro que aún hoy deambula por los alrededores de la plaza Lafone durante las noches de luna llena, dejando escuchar de fondo su aullido lastimero.
“La tumba del negro” es el nombre de un paraje casi desconocido de la geografía del Uruguay. Está ubicado en un recodo del arroyo Toledo, muy cerca del límite imaginario que separa los departamentos de Canelones y Montevideo. Se trata de un lugar maravilloso y se relaciona con una historia que refiere sobre ese miserable comercio con personas que es la esclavitud y un hombre que por su valor y determinación todavía agita las cadenas de la memoria colectiva de los habitantes del país.
Corría el otoño de 1951 cuando una mujer italiana, radicada desde hacía muchos años en los EEUU junto a su hermana, desembarcó en el puerto de la ciudad de Montevideo (Uruguay). Su nombre era Clara Masilotti, una señora morocha, de mediana estatura, de rasgos duros, recia, discreta, tendiendo a callada. Una comitiva de periodistas y curiosos la esperaba a su llegada, pues todos sabían que venía a dar cumplimiento con una misión de características tan inusuales que sacudirían la opinión pública del momento. Nadie, sin embargo, podría sospechar que durante veinte años aquella mujer sería la protagonista principal de una de las aventuras más intrigantes que se registran en la memoria colectiva del país.
Los juegos siempre han sido una forma de romper la rutina y aprovechar el tiempo libre. Se conocen infinidad de juegos a lo largo y ancho del planeta, los hay de los más tranquilos a los más arriesgados y ciertos juegos a veces... es mejor que no sean jugados.
Sin lugar a dudas, don Francisco Piria (1847-1933) fue uno de los personajes más importantes de la historia pública del Uruguay. Diversamente reconocido como empresario, publicista, rematador, donante de espacios públicos, fundador de barrios, comerciante, agente inmobiliario, escritor y promotor turístico, posee sin embargo un rostro secreto que es el que las voces anónimas prefieren recordar: la personificación de una especie de mago, que logró ver más allá de lo inmediato y uno de los únicos maestros de Alquimia verdaderamente reconocidos en América Latina. Pues bien, es precisamente la faceta esotérica de ese hombre la que asocia indisolublemente su nombre a uno de los más importantes monumentos históricos y uno de los más bellos ornatos del paisaje público del país. Hablamos de la fuente de la Plaza Matriz, un fascinante complejo escultural ubicado en el centro mismo de la Ciudad Vieja de Montevideo y que es también, a su manera, un "Mutus Liber" –libro mudo- en forma de piedra que quiere comunicar un enigmático mensaje sobre el fin de los tiempos y la posible salvación de unos pocos uruguayos por obra de la sabiduría y del espíritu.
Muchas veces escuchamos ruidos por las noches, o a veces entre penumbras podemos llegar a divisar sombras que se mueven sigilosamente. Para algunos esto no significa nada que la ciencia no pueda explicar, pero para otros, todas estas cosas nos están diciendo que no estamos solos. Y más allá de las sombras y ruidos, en alguna oportunidad podemos llegar a recibir visitas inesperadas, sobre todo al caer la medianoche...
Lamentablemente, y por un sinfín de razones que ahora se busca corregir, las rutas han sido, son y serán escenario de accidentes fatales. Miles de vidas quedaron por el camino por culpa de errores, distracciones, irresponsabilidades o mala suerte de los conductores. Y dice cierta sabiduría popular que, en ciertas ocasiones muy traumáticas, las almas de algunos de esos muertos continúan durante mucho tiempo deambulando el sitio en que se produjo el accidente que les costó la vida. Presos en este mundo de pesadilla, a veces se aparecen a los costados de las carreteras, no por mero capricho, sino con el propósito de advertir algo a los conductores que transitan por allí. Como si quisieran hacerles llegar, de alguna extraña manera, un importante mensaje.
La Rambla es uno de los lugares claves de nuestra ciudad, nos invita al descanso, al paseo, pero por sobre todas las cosas nos invita a admirar su belleza. Son cientos las parejas que se acercan a diario a este lugar a buscar refugio para sus momentos más íntimos, pero hay algo que ellos ignoran, es que en este mismo escenario, muchos años atrás, un hombre cometió una de las mayores injusticias de la historia uruguaya.
Sucedió hace más de treinta años en este lugar, el Sanatorio del Círculo Católico de Obreros de Montevideo. Desde entonces las voces anónimas de la ciudad han atesorado este relato que invita a volver nuestras miradas sobre la esencia misma de la salud humana. Una historia mágica popular que involucra a una joven pareja y que se atreve a cruzar los límites prohibidos entre la vida y la muerte.
El mito de "La Llorona" es uno de los más populares en el mundo entero. Posee antecedentes que se remontan a las más antiguas tradiciones y mitologías universales, y en Latinoamérica está tan extendido que casi no hay un sólo país de habla hispana, desde México a Tierra del Fuego, donde no se registre algún testimonio sobre este espanto femenino . En el Uruguay también es muy famoso, sobre todo en el interior. No obstante, es probable que en virtud de ciertas características sobresalientes, el ejemplo más destacado en el país sea uno que tiene como escenario uno de los paseos públicos más característicos de la ciudad de Montevideo: la Llorona del Parque Gral. Fructuoso Rivera. Según cuentan los vecinos del barrio, desde hace ya mucho tiempo el escalofriante fantasma de una desventurada mujer, bajo la forma de un alma en pena, se deja percibir deambulando entre los árboles del Parque Rivera o emergiendo de las aguas del lago.
Es aquí en este paisaje tañido por el sonido del mar donde hace al menos cinco décadas circulan por las esquinas del Buceo, el relato de una joven mujer que recorre este rincón de la rambla montevideana conocido por muchos como la Curva de la Muerte. Usted seguro a escuchado muchos de estos relatos que trasgreden como un suspiro el último límite de la existencia humana. Esa es una historia de amor, de esas que se cuentan y escuchan... con el corazón en la boca.
Muchos años atrás, en la esquina de Boulevard Artigas y Rodó, existió una casa majestuosa. Una noche en aquel lugar se realizó una fiesta que jamas sería olvidada y que aún permanece unida a un relato mágico. Allí en aquella fiesta memorable los invitados bailaron y celebraron toda la noche. Era una casa enorme, llena de pasillos y rincones. Quizás fue por eso que en determinado momento de la noche los invitados decidieron "jugar a la escondida".
Entre todas las dimensiones de la vida humana, ninguna nos preocupa tanto como el tiempo. Unidireccional, ineludible dictadura al reloj que nos acerca cada día al inevitable destino final. Pero hay una antigua historia montevideana que parece trasgredir la idea de un destino implacable. Un relato que protagoniza Ramón Artagaveytia y que acerca a este pequeño rincón del mundo a una de las más recordadas tragedias de la historia del Siglo XX.
Alguna vez escuchó una historia o leyenda en la que algún objeto cobrara vida? Es difícil de imaginar suena extraño, ilógico, que un objeto inanimado se mueva por si solo. Pero para Martín todo esto no es ninguna locura, ya que cuando su hermano se mudó a una antigua casa de Lezica, lo que vio con sus propios ojos iba mas allá de su imaginación, algo inexplicable y aterrador para la mayoría de las personas.