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Voces de la SER
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Ahora pienso que la mejor Nochebuena sería esa. Escribir sobre la rutina anual. Sin víctimas, sin verdugos, con los niños asesinados en toda Palestina devueltos a la vida, a un país libre y a una existencia digna. Eso sería el mejor milagro hasta para los no creyentes. Festejemos con quienes aún poseen conciencia y memoria. Y deseemos que aparezca en el horizonte el destello de una Nochebuena que no duela ni albergue incertidumbre.
Nochebuena de 2025. Esta noche, nos juntaremos para celebrar que seguimos por aquí un año más, que seguimos juntos y que seguimos cerca. Quizá sea una buena noche para dejar de lado todo el ruido que nos envuelve en estos últimos años. Una noche de descanso, un ejercicio casi contracultural, sin buenos ni malos. Sin muros ni extremos, sin nosotros y sin ellos. Una noche de paz en la que no haga falta tener la razón.
Joaquín Estefanía reflexiona sobre la mala percepción de la población sobre la sanidad pública.
Xavier Vidal-Folch reflexiona sobre las declaraciones del alcalde de Badalona, Xavier García Albiol, tras desalojar a cientos de personas inmigrantes de un antiguo instituto
Acostumbrado a los bulos de mala intención, estas fiestas se han acercado a mí con una noticia simpática. Leo un artículo en el que habla de los hombres que luchan contra el tiempo y las canas, y me pone a mí de ejemplo en el uso del tinte. Empezaré 2026 bajo el deseo de cuidarme el físico en cuerpo y alma con la ayuda de Machado. Y prometo dejar de meterme tanto con la degradación de la prensa. Hay mentiras piadosas que no hacen daño, sino que miran con ojos simpáticos las facturas de la realidad.
Abascal presume, Sánchez pasa de puntillas tras ver cómo una parte significativa de los suyos le abandona y Feijóo corre a pedir clemencia a Vox rogando para que se llegue a un acuerdo con proporcionalidad. La normalización de la extrema derecha está en marcha. Es decir, que la vida sigue sin novedad en el empeño en llegar al final de la legislatura. En el fondo, el éxito de Abascal da al Presidente una coartada para intentar reactivar a su frustrado electorado con la amenaza de la extrema derecha como bandera.
Xavier Vidal-Folch reflexiona sobre la renuncia del hasta ahora líder del PSOE en Extremadura tras el batacazo en las elecciones
Es sabido que el caganer es la gran aportación de Cataluña a la Navidad, y quién sabe si a la civilización occidental. ¿Quién sería ese primer catalán aficionado a modelar figuritas en arcilla que decidió colocar junto al pesebre a un paisano en cuclillas, atrapado en el momento innoble de la evacuación, en compañía de un artístico zurullo de dimensiones notables?
El Partido Popular ha ganado en Extremadura con un 43% de los votos. El PSOE se ha hundido con el peor resultado de su historia. En un país normal de los de antes, esto dejaría bien claro quién ha ganado y quién ha perdido, pero no es verdad, porque la subida espectacular de Vox hace que la victoria del PP sea políticamente inútil. ¿Cuánto de esto es exportable al resto de España? ¿Lo veremos en Aragón? ¿Podrá el PP pagar el peaje que le pidan los ultras?
Quién haría una lista con las cosas más corrientes, con eso de lo que casi es imposible acordarse porque se impregnó de un anodino y tristemente célebre color gris. Lo modesto no se deja atrapar, rehúye la precisión. Pero si lo pensamos, ese millón de cosas que no sabríamos destacar, que no merecen un recuento, que caen a martes, a jueves, a domingo.
Es una delicia esa combinación obsesiva de lucecitas y villancicos, siempre que uno no sea propenso a los brotes epilépticos. Y qué decir del calor humano de las multitudes. Ánimo, en esos famosos grandes almacenes aún cabe una persona más, si es flaca y va de perfil.
Xavier Vidal-Folch reflexiona sobre la cumbre europea para decidir la financiación de Ucrania
El presidente del FC Barcelona acusa al Real Madrid de intentar intoxicar el colectivo arbitral
¿Cómo han de afectar las elecciones de Extremadura a la política nacional? Para saberlo bien habrá que esperar a que pasen las autonómicas en Aragón, Castilla y León y Andalucía. Será entonces cuando haya que echar cuentas y ver dónde llegan las abolladuras de Sánchez y la aureola de Feijóo. Pero eso es ya en junio y ahí no alcanza ni la mirada profética del mago de Logrosán.
Lleva razón María Guardiola cuando sostiene que hay que evitar que nos roben la democracia, como aseguró en su cuenta de X tras el robo de 124 votos en una oficina de Correos de Extremadura. Pero robar la democracia también es lanzar sospechas sin fundamento alguno. La democracia y el voto son el acto supremo, son algo tan importante y serio que no hay que frivolizar con ellos en aras de arañar unos pocos votos. Una estrategia que no es nueva ni en España ni en el mundo.
Xavier Vidal-Folch reflexiona sobre el desalojo del mayor asentamiento de inmigrantes de Cataluña sin ofrecer alternativas
Joaquín Estefanía reflexiona sobre el racismo económico y cómo las situaciones económicas de los países pueden invertirse
Si matar a un ser humano es absurdo, hacerlo en nombre de un Dios cuya existencia ni siquiera está demostrada me parece una de las peores atrocidades que se pueden cometer. Qué visión tan distinta deben de tener los terroristas de una religión que se supone que es la misma que practicaba mi abuela. No entenderé nunca a los terroristas, lo sean en nombre de Alá o de cualquier idea. Si necesita que todo el mundo sea como él y practique la misma religión es porque en el fondo no puede tolerar la diferencia.
Hablar de las cloacas del Estado suena ya muy viejuno. Ahora lo que se lleva es hablar del Estado profundo. Santos Cerdán fue de las pocas cosas que dejó meridianamente claro. Él se siente inocente y va a defenderse. Y sí, toda su desgracia política y judicial es obra del Estado profundo. El Estado profundo va camino de convertirse en la frase de moda capaz de justificar la mayor barrabasada o de explicar en forma de meme cualquier irrelevancia.
Soledad Gallego-Díaz reflexiona sobre el estado actual de la Italia de Meloni.














