DiscoverLa cueva del TopoAutobiografía de Charles Darwin – Parte 2
Autobiografía de Charles Darwin – Parte 2

Autobiografía de Charles Darwin – Parte 2

Update: 2024-02-26
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El genio que para muchos representa la figura de Charles Darwin no emergió como la genialidad de otros personajes universales, esto pues usualmente la mayoría de aquellos deslumbraron siendo muy jóvenes, como por ejemplo Isaac Newton, que con solo 24 años, creó las bases del cálculo diferencial e integral y de la teoría de la gravitación universal; de Werner Heisenberg, que a la misma edad creó la mecánica cuántica; también está la figura de Wofgang Pauli, quien a los 18 años ya atraía la atención y la admiración de físicos consumados. No, Darwin no fue este tipo de persona, y sin embargo es un gigante de la ciencia de todos los tiempos. A través de su biografía precisamente se muestra cómo fue floreciendo y desarrollándose su talento. Este último y sus aportes a la ciencia, fueron siendo construidos poco a poco, de forma laboriosa, al principio casi inadvertidamente; más
tarde, concienzuda y metódicamente. Según pasaban los años se iba ampliando el escenario de sus intereses, los elementos que deseaba insertar en una gigantesca y abarcadora explicación de la naturaleza viva.

Su obra científica, haciendo notar todo el conjunto y no solo El origen, así como los mensajes que esta transmite se ajustan perfectamente al espíritu que ha animado a lo largo de su existencia a la Institución Libre de Enseñanza; un espíritu en el que destacan la búsqueda de la verdad mediante la indagación racional y experimental, el amor a la naturaleza y el respeto a la vida; todo ello, además, dentro de un ánimo discreto y laico. Como vimos en el capítulo anterior, fue un mal, poco dedicado estudiante. Debía haber sido médico, como quería su padre, pero, aunque pasó dos años en la Universidad de Edimburgo iniciándose en esa profesión, aunque no le agradaba. No obstante, sí que comenzó a manifestarse entonces su interés por la naturaleza. Fue también entonces cuando empezó a relacionarse con naturalistas y a recibir estímulos de ellos.

Una vez que quedó claro que no deseaba continuar con los estudios de Medicina, su padre le propuso, para evitar que se «volviera un señorito ocioso», que se hiciera clérigo, una idea que no le desagradó. Para prepararse, logrando una cierta cultura general, se matriculó hacia a principios de 1828 en la Universidad de Cambridge, donde no fue precisamente un estudiante sobresaliente: le gustaba más divertirse con los amigos y continuar con sus actividades campestres. Y de nuevo encontró a quienes le ayudaron a profundizar en sus intereses. Los principales fueron el reverendo John Stevens Henslow, catedrático de Mineralogía y de Botánica; Adam Sedgwick, catedrático de Geología, y William Darwin Fox primo segundo suyo, quien lo introdujo en la entomología.

Fue precisamente gracias a Henslow como le surgió la gran oportunidad de su vida, sin la que es muy posible que sus logros científicos, aunque probablemente habrían existido, hubieran sido mucho menores y diferentes: embarcarse como naturalista y acompañante del capitán, Robert FitzRoy en el ahora famoso Beagle. Hasta aquí llego nuestro relato en nuestro capítulo anterior, antes de que a Darwin se le presentara la oportunidad de oro, y en esta segunda parte del viaje, acompañaremos a Darwin en el viaje de su vida, descrito por sus propias palabras, en las cuales nos deja ver lo más profundo de su ser, tanto sus mayores logros, como sus fracasos, y el en ocasiones penoso camino que tuvo que recorrer, para convertirse en una de las figuras más importantes de la historia.

Charles Darwin no era un hombre de ciencia que viviese del sueldo que le reportaba su trabajo en alguna institución, como en el caso de sus principales influencias Lyell, Hooker o Henslow; Darwin era un «aficionado» a las ciencias, como fue en su tiempo su abuelo Erasmus, médico de profesión. Darwin, era en realidad un extraño caso de vocación malograda, una especie de mezcla entre sport man y cazador, su padre, le advertía: No te importa nada más que la caza, los perros y la recolección de bichos, y serás una desgracia para ti y para toda la familia. Sin embargo, por uno de esos giros sorprendentes que origina la vida, fraguó en una obra inesperada. El coleccionista de escarabajos trascendió, y del coleccionismo, la caza y el amor al campo, surgió un pensador, un filósofo de la naturaleza, uno de los más grandes de la historia.

Una vez que, en octubre de 1836, Darwin desembarcó del Beagle, habiendo finalizado el famoso viaje que durante casi cinco años le había permitido dar la vuelta al mundo,comenzó a estudiar lo que en sus cuadernos de notas había consignado y a publicar lo que más tarde, tras cuarenta y seis años de producción científica, completaría una amplísima y formidable obra científica en la que pueden encontrarse aportaciones relevantes a la geología, la botánica, el comportamiento animal, el origen de las especies, entre otras. Una producción que tendría como hitos fundamentales tres libros: El Viaje del Beagle, publicado en 1839; El Origen de las Especies, aparecido en 1859, y El origen del hombre, de 1871.

En nuestro viaje de hoy acompañaremos a Darwin en su viaje personal, un viaje que empezó con una vuelta al mundo que le permitió transformarse casi que de un señorito ocioso, a uno de los más influyentes hombres de ciencia, gracias a su legado intelectual

Enlaces

Darwin C. 1887. Autobiografía. Editorial Alianza. Madrid, España. P95. Disponible en:
https://api.repositorios.cihac.fcs.ucr.ac.cr/cmelendez/api/core/bitstreams/df22e0ed-451a-4c76-b441-fa3b51df0c29/content

Martínez Martínez, Jorge. 2009. Legado y trascendencia de las ideas evolutivas de Charles Darwin. Investigación y Ciencia, vol. 17, núm. 45, pp. 30-33
Disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/674/67412188005.pdf

Zavala Núñez A. 2009. Darwin y su importancia en la consolidación del pensamiento científico. Entrevista con la Dra. Ana Barahona Echeverría Investigadora y profesora del departamento de biología evolutiva de la facultad de ciencias de la UNAM. Revista Digital Universitaria. Volumen 10 Número 6. Disponible en: https://www.revista.unam.mx/vol.10/num6/art36/art36.pdf

Música del capítulo

MiguelJohnson - Good Day To Die [Epic]
Savfk - All The King's Horses
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Kraftwerk – The Robots
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