Confrontando mis inseguridades - Andrés Corson
Update: 2025-09-10
Description
En esta prédica reflexionamos sobre cómo Dios confronta nuestras inseguridades para llevarnos a sanidad y libertad:
Jesús confrontó las inseguridades de Pedro porque necesitaba que fuera un líder sano y estable. Sus celos hacia Juan, su temor al rechazo y su necesidad de ser reconocido lo llevaron a situaciones de debilidad, como negar a Jesús.
Muchas de nuestras batallas espirituales nacen de inseguridades profundas: heridas de la niñez, comparaciones constantes, temores al fracaso o a no ser aceptados.
El mensaje muestra que la timidez, el miedo a hablar en público, los celos y la baja autoestima son expresiones de inseguridades que Dios quiere sanar. La Palabra afirma que no hemos recibido un espíritu de temor, sino de poder, amor y dominio propio (2 Timoteo 1:7).
Dios utiliza personas y situaciones que despiertan en nosotros enojo, celos o frustraciones como un “cincel” para moldear nuestro carácter. No se trata de huir, sino de reconocer y permitir que esas experiencias nos transformen.
El perdón es central en el proceso: soltar heridas, renunciar a la venganza y entregar el dolor a Cristo trae sanidad interior y restaura la identidad.
Este mensaje invita a examinar los temores ocultos y a permitir que Dios sane lo más profundo del corazón.
Jesús confrontó las inseguridades de Pedro porque necesitaba que fuera un líder sano y estable. Sus celos hacia Juan, su temor al rechazo y su necesidad de ser reconocido lo llevaron a situaciones de debilidad, como negar a Jesús.
Muchas de nuestras batallas espirituales nacen de inseguridades profundas: heridas de la niñez, comparaciones constantes, temores al fracaso o a no ser aceptados.
El mensaje muestra que la timidez, el miedo a hablar en público, los celos y la baja autoestima son expresiones de inseguridades que Dios quiere sanar. La Palabra afirma que no hemos recibido un espíritu de temor, sino de poder, amor y dominio propio (2 Timoteo 1:7).
Dios utiliza personas y situaciones que despiertan en nosotros enojo, celos o frustraciones como un “cincel” para moldear nuestro carácter. No se trata de huir, sino de reconocer y permitir que esas experiencias nos transformen.
El perdón es central en el proceso: soltar heridas, renunciar a la venganza y entregar el dolor a Cristo trae sanidad interior y restaura la identidad.
Este mensaje invita a examinar los temores ocultos y a permitir que Dios sane lo más profundo del corazón.
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