Elegir la paz como camino
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El Papa León XIV se ha despedido del Líbano con una jornada intensa en la que se ha encontrado con los enfermos, ha rezado por las víctimas de la explosión del puerto de Beirut y ha celebrado una multitudinaria Misa en Beirut. Antes de emprender el regreso a Roma, el Papa ha dirigido a las autoridades un discurso de despedida en el que ha puesto el acento en la reconciliación nacional y en la necesidad de optar por la paz y de abandonar la violencia. El Líbano, en sí mismo, es un mensaje elocuente, capaz de resistir como los cedros y de dar fruto como los olivos. Invocando las célebres palabras de san Juan Pablo II, el Líbano, más que un país, es un mensaje, con una probada vocación histórica por la convivencia. Su historia y su belleza natural se ven oscurecidas por la pobreza, por la inestabilidad, por la crisis económica y por las heridas del pasado. Es todo un desafío, especialmente para los cristianos, llamados a ser levadura en medio de la masa, reconocer las pequeñas, pero muy reales, luces en la oscuridad, que permiten mantener viva la esperanza.
Este compromiso cristiano se vuelve especialmente urgente para los jóvenes que, como les ha recordado el Papa en este viaje. Ellos tienen el entusiasmo de cambiar el curso de la historia, porque la verdadera resistencia al mal es un amor capaz de sanar las propias heridas y las de los demás. Ojalá, como ha pedido el Papa, que callen las armas, cesen los ataques y todo tipo de hostilidad. Las armas matan, el diálogo edifica, y es el momento de ser valientes y de elegir la paz, no solo como meta, sino sobre todo como camino.




