DiscoverMás de uno | Noticias, actualidad y opinión con Carlos AlsinaMonólogo de Alsina: "Se busca fiscal general. Razón: Moncloa"
Monólogo de Alsina: "Se busca fiscal general. Razón: Moncloa"

Monólogo de Alsina: "Se busca fiscal general. Razón: Moncloa"

Update: 2025-11-21
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Déjenme que les cuente una historia, que es muy corta, ya verán. El creador de opinión, cuyo criterio esperaban conocer aquel día sus muchos seguidores, se examinó a sí mismo, se palpó la frente, las manos, la garganta, repasó las notas que había ido tomando a lo largo de la jornada, probó el micrófono, toc toc, se me oye, se me oye, y cuando el público, expectante, aguardaba ansioso saber si estaba a favor en contra, dijo: "Me siento hoy incapaz de complaceros porque para mí todavía es pronto. Hagamos tiempo, si os parece, y en lugar de un editorial sobre esta sentencia histórica os invito a que disfrutemos juntos del disco de Rosalía".

opinar sobre una sentencia sin tenerla

No, no es esto lo que vamos a hacer ahora. Escuchar a Rosalía. Pero igual deberíamos. Porque pocas cosas más arduas se le pueden presentar a alguien, y más inútiles también, que opinar sobre una sentencia judicial cuando aún no se conoce tal sentencia. Lo de hoy es el más es el más difícil todavía para comentaristas, columnistas, tertulianos y creadores de opinión, en general: opinar sobre una sentencia sin tenerla. Hay que ser muy presidente de gobierno para poder hacer semejante virguería.

  • El hecho probado, por recurrir a términos jurídicos, es que el fiscal general del Estado ha sido inhabilitado para seguir ejerciendo como fiscal por haber revelado datos reservados de los que tuvo conocimiento por ser quien era, una autoridad o funcionario público.
  • El hecho probado es que el Tribunal Supremo que lo ha juzgado considera probada su autoría. No necesariamente de una filtración, que es concepto más periodístico que otra cosa, sino de una revelación de datos a los que tuvo acceso por ser fiscal general y que no debían ser divulgados.
  • El hecho probado es que el Supremo ha informado del fallo al que ha llegado el tribunal, pero no ha informado aún del por qué y cómo se llega a él, es decir, los fundamentos jurídicos.
  • El hecho probado es que el tribunal no aprecia que causara un daño grave ni a un particular ni a la causa pública, por lo que aplica la pena más leve de las posibles.
  • Y el hecho probado, en fin, es que no ha habido unanimidad de los siete magistrados, sino un cinco a dos a favor de la condena.

Si el Supremo hubiera difundido la sentencia completa en lugar de sólo su desenlace sería más útil hoy el debate, pero es que aún no la tiene redactada. Opinar, por tanto, hoy es conducir a ciegas. Por eso los ministros, el PSOE, Sumar, el PP, los independentistas catalanes, Carmen Calvo y media Humanidad no están opinando, en realidad, sobre la sentencia. Están opinando sobre si el desenlace ha sido el que ansiaban o el que aborrecían. Y, en ese sentido, las opiniones son un remake de lo que ya había.

"Adorar al Supremo o a pedir que lo dinamiten"

Admitamos que aquí nadie aspira a debatir argumentos, aquí sólo se aspira a celebrar o a indignarse. A adorar al Supremo o a pedir que lo dinamiten. A gritar oe, oe, oe, hemos ganado o a sublevarse con el tongo, tongo, que nos lo han robado. Es la profecía autocumplida. Si has convencido a tus militantes, o lectores, u oyentes, o lectores militantes, de que sólo con la absolución podría el Supremo restaurar la confianza en la Justicia y va el Supremo y le condena, a ver qué vas a predicar ahora sino que la Justicia ha sido violada. Eres presa de tu juicio previo o pre-juicio.

El periodismo no es sólo conseguir cultivar las fuentes y difundir primicias, también es (creo yo) explicar a los lectores, u oyentes, qué se juzga en una vista y qué no, qué son hechos y qué meras conjeturas, el peso que en los juicios tienen las llamadas pruebas indiciarias y el significado que tiene para un tribunal haber eliminado guasaps, o vaciado cuentas de correo, que podrían haber servido para probar fehacientemente con quién habló un acusado, y de qué, y con quién no. Si has transmitido una visión amputada (coja, que diría García Ortiz) o sesgada o incompleta de una causa judicial, es comprensible que a quienes te siguen les resulte imposible entender el porqué de una condena o el porqué de una absolución.

A la espera de que haya sentencia argumentada, en la vista oral quedó acreditado un hecho que ni siquiera los más fervorosos defensores de la actuación de García Ortiz han desmentido. Ese hecho es que el fiscal general, en la noche del 13 de marzo, dictó él, personalmente, a su jefa de prensa (que no es fiscal, sino periodista) pasajes entrecomillados de una comunicación reservada a la que el fiscal general accedió por ser quien es, no por haberla leído en ningún medio.

Él tenía los mails del abogado Neira porque, en el ejercicio de su autoridad, había sacado al fiscal Salto del fútbol para que se los hiciera llegar

Eso es. Él tenía los mails del abogado Neira porque, en el ejercicio de su autoridad, había sacado al fiscal Salto del fútbol para que se los hiciera llegar. Ella no los tenía porque no los podía tener, eran material reservado. Al dictarle él a ella extractos de una información reservada ya se la está transmitiendo a una persona no autorizada, y está acreditando, eso nadie lo niega, su voluntad de que datos reservados sean conocidos por la opinión pública. Ignoro si ése es el motivo de la condena, lo aclaro. No tengo fuentes a las que proteger. Sólo repito lo que ya comentamos aquí la semana pasada. Como comentamos que, cuando se le preguntó en el juicio qué necesidad había de incluir datos reservados si lo que buscaba era, únicamente, refutar la intoxicación de Miguel Ángel Rodríguez, su respuesta fue la de la nota coja.

Lo que hice, más bien, en singular. Incorporar la cronología y el contenido de los correos. Que tenía a su disposición por ser el fiscal general del Estado. A veces, uno se deja llevar por el calentón y no mide lo que está haciendo. Si alguien, luego, reclama porque se siente perjudicado, hay que apechar con lo que uno ha hecho.

El único juzgado era Álvaro García Ortiz y el único condenado es Álvaro García Ortiz

Ni el periodismo ha sido condenado -porque nunca fue juzgado-, ni los inspectores fiscales han sido condenados -ni siquiera cuestionados-, ni el fiscal que denunció a González Amador ha sido condenado -Salto fue exonerado-, ni González Amador ha sido absuelto de su fraude fiscal -por supuesto que va a ser juzgado y sin pacto de conformidad-. El único juzgado era Álvaro García Ortiz y el único condenado es Álvaro García Ortiz.

Hecho probado: el presidente del gobierno emitió sentencia por adelantado

Hecho probado: el presidente del Gobierno emitió sentencia por adelantado, sin fundamento jurídico porque a él no le hacen falta esas cosas. Le basta la fe. La fe en sí mismo y en su acreditado olfato para detectar a su alrededor quién es inocente y quién culpable. El presidente incurrió en uno de los actos de desinformación más notables que se han producido en España este último año. Cuando intentó confundir a la opinión pública sosteniendo que el hecho de que la UCO no pudiera encontrar guasaps de un investigado porque éste los había borrado equivalía a dar por probada su inocencia.

Hecho probado es que el presidente, y su coro automático, ha intoxicado a la opinión pública durante más de un año confundiendo la loable tarea de combatir bulos con tener barra libre para hacerlo saltándose la ley

Hecho probado es que el presidente, y su coro automático, ha intoxicado a la opinión pública durante más de un año confundiendo la loable tarea de combatir bulos con tener barra libre para hacerlo saltándose la ley, que es otra cosa. Que ahora salga el gobierno a pedir calma y confianza en la Justicia, a la vez que desliza que los fiscales, inspectores de Hacienda y periodistas han sido cuestionados y que la sentencia es política, son ganas de seguir tensando la cuerda porque para el actual presidente todo, siempre, es una competición y nada lleva peor que echar un pulso y perderlo. Quien no ha aprendido a perder difícilmente aprenderá nunca a ganar con grandeza.

Conociendo a Sánchez, ganas le habrán entrado de nombrar fiscal general otra vez a Dolores Delgado. O a Baltasar Garzón, reconocido jurista cuya inhabilitación ya caducó. Hecho probado, opiniones al margen, es que gobernando Sánchez un fiscal general del Estado ha sido procesado, juzgado y condenado. Y que no se habría llegado a este hito tan incómodo si el fiscal general hubiera tenido la prudencia de apartarse antes de su cargo. Apartarse para probar que la institución está por encima de las personas y que nadie es insustituible. Porque no lo es. Va a haber un nuevo fiscal general nombrado por el gobierno y será de la cuerda del gobierno como lo han sido siempre.

Habrá un fiscal general del gusto de quien lo nombra. Y una vez nombrado, será él (o ella) quién decida cuánto de independiente, autónomo y blindado a consignas gubernativas quiere ser. Es decir, si desea ejercer como fiscal general o elige permitir que el gobierno le trate como a un ministro más del gabinete Sánchez. Si desea ser el sucesor de García Ortiz o el clon del fiscal general condenado.




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Carlos, Alsina