Oración a la Santísima Virgen del Buen Suceso
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La historia de la Virgen del Buen Suceso comenzó a finales del siglo XVI en Quito, Ecuador. Allí vivía una religiosa franciscana, Sor Mariana de Jesús Torres, mujer de profunda oración y gran humildad. Una madrugada, mientras rezaba en la iglesia del convento, fue sorprendida por una luz celestial que iluminó todo el lugar.
En medio de esa luz apareció la Virgen María, sosteniendo en sus brazos al Niño Jesús. La Madre de Dios se presentó como “Nuestra Señora del Buen Suceso de la Purificación”, un título que expresa la ayuda divina en los momentos difíciles y el buen desenlace de los problemas más complejos.
La Virgen le habló a Sor Mariana sobre la necesidad de orar por la Iglesia, por el mundo y especialmente por las almas que sufrirían pruebas en tiempos futuros. También le pidió que mandara a tallar una imagen suya tal como se le había aparecido: con un rostro sereno, una vela en la mano derecha y al Niño Jesús en la izquierda.
Aseguró que esa imagen sería fuente de consuelo, milagros y protección, especialmente para quienes acudieran a Ella con fe en medio de tormentas, peligros o incertidumbres.
Con el tiempo, los favores atribuidos a la Virgen del Buen Suceso crecieron, y la devoción se extendió más allá del convento y de la ciudad. Su imagen es considerada una Madre cercana que escucha, acompaña y trae buen suceso a quienes la buscan.























