Por qué los detectores de metales están haciendo daño a la investigación histórica, Javier Traité lo explica
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Como cada miércoles, Javier Traité ha acudido a Más de uno para desmontar un mito histórico. En esta ocasión ha puesto el foco en uno de los más peligrosos, a su juicio: el de los llamados "detectoristas", o "piteros", como él mismo los denomina. Se trata de personas que recorren playas, montes e incluso fondos de ríos con detectores de metales en busca de supuestos tesoros enterrados. Una práctica que ha crecido en los últimos años y cuyos defensores acumulan cientos de miles de seguidores en redes sociales, donde prometen revelar "la historia oculta que nadie quiere que sepas".
Dos errores básicos
Traité lanza un aviso claro: "Si alguien con pinta de hacerse el interesante te va a contar lo que el Gobierno no quiere que sepas, te la va a colar". El historiador considera que esta tendencia resulta especialmente peligrosa porque puede parecer razonable a quien no conoce el funcionamiento de la arqueología. Sin embargo, se basa en dos errores fundamentales. El primero, creer que lo que está enterrado está perdido. "Un objeto arqueológico, donde mejor está, es bajo tierra o en un museo", recuerda.
Puede parecer razonable si no eres arqueólogo
El segundo gran error es el método de extracción. Al excavar para sacar una sola moneda —explica— se rompe la secuencia estratigráfica, es decir, el orden de los estratos que permite interpretar correctamente un yacimiento. La arqueología, insiste, es como investigar la escena de un crimen de manera necesariamente destructiva: solo se puede entender si se documenta cada fase con minuciosidad. "El conjunto es el que explica", resume. Un arqueólogo puede contextualizar un hallazgo gracias a toda la información acumulada; un detectorista, no.
Por eso, concluye, estas prácticas no aportan ningún beneficio. Aunque algunos pretendan presentarlo como ocio inocente, "el detectorismo es, en realidad, un expolio". El ejemplo que cita para ilustrar lo que ocurre cuando se normaliza esta actividad es el de Reino Unido, donde incluso se llegó a producir una serie televisiva sobre detectoristas: "Ahora Inglaterra está como un queso gruyere".
El detectorismo es, en realidad, un expolio"
Su recomendación final es rotunda: "Nada de detectores para vuestros hijos estas Navidades."




