Hola, ¿qué tal estás? Soy Mar Herrero.

Hoy quiero acompañarte en algo sencillo: encontrar un poco de claridad en medio del ruido que llevamos dentro. Nada complicado. Nada grandioso. Solo un momento para respirar y estar contigo.

A veces pensamos que meditar es hacer algo especial, pero en realidad es casi lo contrario. No intentamos cambiar lo que sentimos ni ordenar la mente. Solo dejamos que las cosas estén como están, aunque no sean perfectas. Es un pequeño gesto de amabilidad hacia una misma.

Cuando dejamos de forzarnos a estar “como se supone que deberíamos estar”, aparece un espacio dentro de nosotros: discreto, tranquilo, honesto. Es nuestra presencia, la de verdad. La que no necesita demostrar nada.

Yo muchas veces me siento como un vaso de agua lleno de sedimentos: lo mueves un poco y se enturbia. La mente hace lo mismo cuando la agitamos demasiado. Y por eso, a veces, lo más sabio es simplemente no tocarla durante un momento. Dejarla reposar.

Quiero hablarte también de la práctica de metta, la bondad amorosa. Es como esa voz suave que te habla con cariño incluso cuando tú te estás tratando con dureza. No intenta arreglarte. Solo te acompaña con calidez. Y funciona: afloja la autocrítica, relaja el cuerpo, abre el corazón. Un poco de amabilidad siempre viene bien, estemos como estemos.

Así que hoy vamos a hacer algo muy simple:

Parar.

Respirar.

Mirar cómo estamos sin intentar cambiarlo.

Solo eso.

Porque en esa pausa mínima, casi invisible, suele aparecer algo que ya estaba dentro: un poquito de paz. Un poquito de belleza.

Bienvenida, bienvenido a este episodio de Un espacio seguro.

Un lugar para volver a ti, para soltar y recordar la serenidad que nunca se fue.

(Esta versión tiene una música más suave, pensada para quienes necesitaban un fondo más sereno).