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Josué (El Joven y sus conquistas)
Author: Martín Valverde Rojas
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© 2024 Martín Valverde Rojas
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Una serie de programas pensados para ayudarte en tu crecimiento espiritual, en tu crecer como discípulo joven. Basándonos en la persona de Josué, el joven ayudante del gran Moisés, iremos tomando para nuestra vida muchas enseñanzas totalmente aplicables para nuestra vida de Fe. Escúchalo en grupo, con tu comunidad, con tu pastoral o en tu intimidad. Dios te llamó para conquistar a través del Amor.
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Dejemos claro que al referirnos a la Ley de Dios, ya no estamos haciendo mención de aquella inmensa lista de cosas inalcanzables que tenían que ver desde con el como poder acercarse a Dios, incluyendo la alimentación y hasta el aseo personal, si no al cumplimiento de esta Ley por y en Jesús.
Pablo diría: “Toda la ley se cumple en esto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” Gálatas 5,14.
Créeme: era más sencillo intentar cumplir aquel montón de reglas y preceptos exagerados, que llegar a cumplir este sencillo precepto de amor.
Jesús diría por otra parte:
"El que me ama cumplirá mis mandamientos.
Juan 14,15.
Hay palabras claves de Dios para ti y para mí. Esta es una de ellas, se lee constantemente en la historia de Josué. En este capítulo ahondamos en ella para descubrir lo que Dios espera de nosotros en la conquista de cada día.
El término "invencible" visto desde la Fe implica más que suponer que nada te pueda pasar. Saberse llamado para La Buena Batalla de la Fe, implica esperar que el escudo se puede desgastar, que la espada pierda un poco de filo. Acá juntamos los dos grandes ingredientes para la batalla de cada día: Si Él va contigo, nada te puede hacer frente.
Dios nos ha dicho muchas cosas a ti y a mí; y justo cada uno de nosotros es la viva prueba de que una de las peores cosas que tenemos los cristianos es la memoria. Aparte de que se nos olvida lo que Dios en algún otro momento nos prometió, llegamos a pensar que al mismo Dios ya se le olvidó también, porque parece tardarse, por las circunstancias que se vuelven adversas, porque dejamos de esperar y de confiar. (¡Bienvenidos al club!)
Es todo un desafío a que confíes en Dios, en su ayuda, en su fuerza, su providencia y protección. Todo esto Dios te lo mostrará en la medida que así lo necesites. No hace mucho me preguntaba un joven amigo: ¿por qué Dios no muestra su poder como antes, como en los tiempos de Josué y de Moisés?. Lo pensé bien antes de contestar y le dije: "Quizá porque no nos arriesgamos a creer como lo hicieron ellos".
Dios está dispuesto pero necesita de tu actitud, de tu atrevimiento a confiar en Él. Pero no pierdas de perspectiva que el milagro más grande sigue siendo dentro de nosotros al convertir nuestro corazón a Cristo.
"Una de las frases más desafiantes contra la mediocridad cristiana sale de la misma boca del Maestro, queda en nosotros creerle o no: "Ustedes harán cosas más grandes que las que yo hice" Juan 14,12… ¿tú lo crees?
¡No!, ahora Dios no está para reportes climatológicos y ni siquiera lo comenta,(y eso no deja de llamarme la atención), Él da la orden de avanzar y espera una actitud que responda con la debida confianza, sin temor de mojarse los pies y algo más, con la loca intención de cruzar por un río caudaloso.
No olviden que algo así ya se había vivido y eso se sentía en el recuerdo pues solo quedaban unos sobrevivientes de aquel milagro, aquella primera vez era un mar, ahora era un río caudaloso.
Pero a diferencia de unos cuarenta años antes, en esta ocasión no hay un rumor general como el que existió entonces, la confianza es total, lo que no significa que no haya dudas, o miedos lógicos, pero la emoción, la expectación y el saber que el final de estar en este desierto lleno de pruebas y de arena se acercaba, era más fuerte que nada. Además, la mayoría de la población en este caso era joven y a estos les gustan la emociones fuertes y los desafíos, ¿O no?. (Tú me dirás)
Ojo que el hecho de comenzar no te desligue de todo lo anterior; en realidad es lo opuesto, ese ánimo de comenzar, de poner un nuevo ladrillo en la construcción del edificio de Dios, forma parte integral de todo el plan y permite continuarlo.
Amigo joven, todo lo que has vivido hasta hoy valdrá la pena si lo elevas a la mirada y a la estatura de Dios, si lo ligas con una preparación que sin duda le dará sentido a todo lo que ha sido y será de tu vida.
Te sentirás mejor al entender que el dolor, los fracasos, las luchas, las pérdidas y hasta los pecados pueden servir de mucho si dejamos que entren en el plan de la Gracia de Dios para nosotros. (San Agustín decía: "Hasta mis pecados pasaron a ser tuyos cuando me entregué a ti").
Yo lo descubrí en mi momento y fue un todo para mí, hoy te lo comparto y espero que El Espíritu Santo se encargue de dejarlo marcado en tu corazón para siempre:
¡Con Dios, tu historia está apenas comenzando!,
no le pongas un final a tu caminar en esta vida
por más difíciles que se vuelvan las circunstancias,
Dios estaba antes, está ahora
y permanecerá aún después de todo.
Quedaba claro que no volvería a haber nadie como Moisés para que se le enterrara definitivamente con todo y prestigio, y así no se le ocurriera a nadie desenterrarlo buscando en Josué cualidades o características propias solo de Moisés.
También para evitar las clásicas y molestas frases como: "Moisés no hubiera hecho eso, en tu lugar él... ", "¡ay!, si estuviera Moisés aquí todo sería diferente”. ¡No!, la sombra de Moisés hubiera sido insoportable no importa cuanto tiempo después de su muerte se hablara de él, (hay gente que nunca entierra lo que en vida no supo ni entender, ni apreciar).
Moisés había cumplido su parte y ahora le tocaba a Josué cumplir la suya, muchos esperarían que lo hiciera a la manera de Moisés, pero no, lo haría a la manera de Josué les pareciera o no a muchos.
Ya habían llegado antes hasta acá, hasta los límites de la Tierra Prometida, no eran los mismos pero sí traían los mismos problemas, pero tenían al mismo Dios, y el antiguo Líder había sido sucedido por uno más joven por orden del cielo. Antes no era más que uno de los jóvenes soldados que recibía las órdenes, hoy le tocaba darlas, él era la cabeza de éste asunto, y se movían muchos recuerdos dolorosos que hacían doblemente pesado el volver a intentar este duro paso.
¡Animo jóvenes!, sé que es duro volver a intentar algo que antes fracasó, se requiere doble esfuerzo, y dentro de ti se han de mover todos los miedos y fantasmas del pasado, pero es necesario que lo intentes, por tu bien, para no dejar cosas a medias sin cerrar, sin terminar, o heridas abiertas sin sanar que se convierten en una eterna dolencia sin querer atender.
Moisés estaba a punto de partir con el Señor y había llegado la hora y el momento de empezar a dar la últimas instrucciones a Josué, momentos muy difíciles y muy hermosos para los dos.
Lo cierto del caso es que las últimas instrucciones de Moisés nunca hubieran tenido valor, ni peso, si no hubieran venido acompañadas de toda una vida de amistad probada con Dios, de una sinceridad que la hacía aún más intachable, invaluable e indiscutible.
En presencia de todo el pueblo le fueron dadas estas últimas instrucciones a Josué, para que no quedará espacio a la menor duda de a quién había elegido el Señor para que estuviera adelante de este asunto, porque es importante recordar una vez más que fue el Señor quién colocó a Moisés en este sitio.
Piénsalo un momento joven antes de contestar, y piensa... ¿que es lo que te gustaría heredar materialmente y personalmente de los adultos que más admiras?, se sincero contigo mismo y si puedes escríbelo, será interesante todo lo que se te puede ocurrir.
Lo que sigue es una noticia que puede ser buena o puede ser mala, dependiendo como la quieras recibir:
Hay cosas que nunca recibiremos de los adultos aunque nos las hereden, y hay cosas que heredaremos de ellos aunque no nos las quieran dar.
El ejemplo que de ellos podamos tomar sería, a la larga, la mejor herencia que nos podrían dejar, pues el hombre sigue aprendiendo más por lo que ve hacer, que por lo que se le dice que haga, en esta lucha del liderazgo cristiano no hay espacio para el paternalismo.
Muchos de nosotros estamos dispuestos a meternos en las cosas de Dios pero en cuanto nos nombran las palabritas 'iglesia' o 'religión' una especie de freno alérgico se hace presente en nuestro caminar; debo confesar que en muchos casos hay razón que conceder, pero lo que no se puede hacer ni aquí ni en China es generalizar, no olvides que: "el prejuicio es el razonamiento de los necios e ignorantes." (San Agustín)
Tu iglesia, tu parroquia, tu grupo, tu comunidad, será todo lo que tú quieras menos perfecta, sino, ¡no serías parte de ella!. Es más, quedemos claros, hablando a los de mi identidad: nuestra Iglesia Católica es tan imperfecta que por eso mismo nos queda tan perfecta, tan a la medida, somos el uno para el otro sin duda alguna.
Ese contacto entre las manos de Moisés y la cabeza de Josué era algo más que un ritual, era el poder sentirse físicamente.
Pocas cosas agradan más al joven que el sentir un adulto cerca que lo anime, con un abrazo sincero de entendimiento, un apretón de manos, una palmada en la espalda acompañada de una frase cariñosa y positiva, no paternalista y humillante con doble sentido; son cosas sencillas y simples pero que expresan el amor como debe ser. No en vano, eso puede explicar el daño físico, sicológico y moral que se le ha hecho a miles de niños y jóvenes, justo por haber perdido la riqueza y la profundidad de lo sano y natural de este contacto.
En tu caso, más que preguntarte si está el Espíritu Santo en ti, (eso se arregla con que lo pidas), pregúntale si está a gusto en ti. Si estás aprovechando ese Poder de Dios, que es más grande que cualquier otra clase de fuerza y poder en el cielo y en la tierra, ese Don de Dios que te enseña lo que es vital para vivir: amar.
No te estoy preguntando si perteneces a un grupo donde se le da especial énfasis al Espíritu Santo, o si tienes algún don espectacular de los que tanta ‘alharaca’ se hace de vez en cuando, (en donde terminamos olvidando al Dador por el don), un dato valioso para tu información: ningún don que tengas será nunca sinónimo de santidad.
Un momento inevitable en la vida de cualquier líder coherente y balanceado es el de ceder a otro su posición, su autoridad, su puesto, y más allá de todo esto: su trabajo, su función. Y aunque es una regla de vida, hay algunos que no están dispuestos a hacerlo nunca; somos buenos apegándonos a las cosas, y el 'poder' en especial es bastante difícil de soltar y traspasarlo. (lo normal es traspasar a otros con el poder, no traspasar a otros el poder).
Esto se puede hacer sanamente en forma organizada y sensata, o puede llegar a causar todo un lío existencial en muchísimos líderes por no saber entender, ni aceptar este momento reglamentario en la vida de los hombres, el de la sucesión.
Decidir no salir es un asunto, porque ya desde ahí quedan claras las posiciones, pero decidir regresarse, ¡a esta altura!, y con todo lo vivido… es otra.
No querer ver la tierra prometida es una cosa, en todo caso mejor pides amablemente que te envíen una postal y resuelto; pero verla con tus propios ojos y no querer entrar en ella, eso es otro asunto.
Estas dos comparaciones eran los puntos encontrados en aquel tan importante momento de decisión, como lo serán también dentro de ti en circunstancias importantes de tu vida.
Son diametralmente diferentes y poderosos, pues uno es capaz de hacerte llegar hasta alcanzar tus ideales y el otro de enterrarte bajo tierra haciendo que te pisen como a un insecto.
Pero aunque los dos tienen poder, ambos no se activan sino desde dentro, a menos que tú lo hagas no van a tener influencia alguna en ti, Dios se encargó de que fueras tú quien decidiera que hacer: o ser parte de la película de Bichos, o desayunarte un buen pan de fe a gusto.
Caleb, pasa a ser parte protagonista de la obra de Dios, y también es el recordatorio para Josué de que no solo él era quién tenía esta misión, de que también Dios tenía a otro joven a su lado con su misma visión y energía.
Normalmente una de las mentiras más grandes que nos comemos los jóvenes es la de que estamos solos, o que aquello que sufrimos y sentimos lo estamos pasando solos, ¡eso no es verdad!, puedes, de hecho, cometer el error de aislarte pero, créeme, no la estás pasando solo.
Y eso sería bueno decírtelo a ti mismo ahora, ponme atención, esto es importante:
¡Hay más jóvenes como tú en esta lucha!, ¡No estás solo en esto!, así como tú estás, hay también otros jóvenes, y la historia no ha cambiado: ¡si hay un Josué entonces debe haber también un Caleb!, es así.
¿Cuál es tu mejor excusa para regresar, para estancarte en el pasado?
¿Cuál es siempre tú mayor y eterna cuartada para no seguir, para echarte para atrás?
¿A quién acostumbras culpar de no poder avanzar?
Estoy refiriéndome a esa persona, a ese momento, a esa circunstancia, que sin saberlo tú mismo has nombrado como tu jefe, le has dado la potestad, pues es aquello que te da la orden de regresar.
Este es un punto que puede cambiar tu vida, piénsalo bien, el descubrirlo y reconocerlo será el principio de cambiar para vencer.
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