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¿Por qué no todos los que apoyan al gobierno de Mauricio Macri avalan la ley de reforma previsional? Eduardo Anguita asegura que en política dos más dos no siempre da cuatro y analiza algunas de las futuras iniciativas del ejecutivo.
En base al clásico ranking de empresarios más ricos del mundo, Eduardo Anguita analiza qué es lo que genera riqueza y ganancias hoy, a diferencia de los últimos años., y cómo la tecnología que invade cada faceta de nuestras vidas jugó desde siempre un rol clave en las relaciones de trabajo.
A 34 años de la restauración de la democracia, Eduardo Anguita explica por qué ese día suceden las asunciones presidenciales y reflexiona sobre la consolidación de las instituciones en estas tres décadas y media.
El Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, a través de 100 diarios de primera línea mundial, publicó millones de documentos sobre evasión y elusión de impuestos globales. Los Paradise Papers involucran, entre cientos de personas y organizaciones, a multinacionales, universidades, celebridades, a la Corona Británica y a Luis «Toto» Caputo, Ministro de Finanzas argentino.
Eduardo Anguita explica la fina línea entre la elusión delcarada y la evasión penada y las posibles consecuencias de este hito, a medida que la información se esclarece.
Después de los anuncios frente a gobernadores, jueces y sindicalistas, y de un par de cambios en el gabinete, Eduardo Anguita analiza la nueva etapa de la gestión de Mauricio Macri y la actitud de la oposición, que se debate la posibilidad de acercarse al diálogo de cara a las reformas que serán planteadas en el Congreso.
Eduardo Anguita repasa los sucesos de la última semana: la confirmación de la muerte de Santiago Maldonado, las novedades respecto de los testigos que no terminan de aclarar el caso y el resultado de las elecciones legislativas, que dieron impulso al gobierno de Mauricio Macri y comienza a dar forma a la nueva agenda, que incluirá una pomposa reunión con todos los actores políticos.
A horas de que un cuerpo, aún no identificado, haya sido encontrado a pocos metros del epicentro de los incidentes en donde Santiago Maldonado fue visto por última vez, Eduardo Anguita hace un repaso de las idas y vueltas que tuvo el caso de la desaparición del joven tatutador en apenas 80 días.
Desde España, Eduardo Anguita analiza las condiciones políticas, económicas y sociales que precipitaron el proceso independentista catalán, cuyos resultados aún no están del todo claros.
A dos semanas del comicio, Eduardo Anguita deja de lado las especulaciones puramente electorales y analiza cómo se conformará el Congreso de la Nación a partir del próximo 10 de diciembre y qué proyectos de ley discutirá.
A raíz de la detención de Juan Pablo «El Pata» Medina, titular de la UOCRA de La Plata, Eduardo Anguita hace un repaso por algunos de los desfalcos recientes de varios líderes sindicales históricos.
¿Ajuste o deuda? Eduardo Anguita repasa la dicotomía que afronta el gobierno de Mauricio Macri, el cual no aplicó las recetas clásicas de un ajuste neoliberal, pero a cambio tomó deuda a niveles inéditos.
Diez días después de la PASO, Eduardo Anguita hace un análisis en frío de los datos y el panorama que arrojaron las primarias abiertas, de cara a la elección general de octubre.
Por Eduardo Anguita
Pablo Noceti es el jefe de Gabinete de la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich. El lunes 31 de julio dio una entrevista a Radio Nacional Esquel en la que advertía, de modo temerario, que la Gendarmería iba a ingresar a la estancia Leleque para terminar con las actividades delictivas de la Resistencia Ancestral Mapuche. Noceti fue defensor de militares acusados por la desaparición forzada de personas. Este dato es necesario porque al día siguiente, el martes 1 de agosto, bajo la supervisión de Noceti, los gendarmes ingresaron a las improvisadas casitas que tienen el grupo de mapuches que están en la estancia Leleque y destruyeron todo. Incluso, quemaron los juguetes de los pibes. Algunos medios hablan de resistencia o de enfrentamientos, cuando lo que hubo fue un desalojo violento, con tiros y golpes, que provocaron una huida por parte de quienes estaban allí. Un joven mochilero, Santiago Maldonado, que había llegado a esa comunidad el día anterior, hasta el momento de escribir estas líneas está desaparecido. Los testigos, que cruzaron el río cercano al lugar donde residían, aseguran que Maldonado no cruzó el río y que fue violentamente detenido por los gendarmes. Es más, aseguran que lo ingresaron a una de las dos camionetas de Gendarmería.
La desaparición de Maldonado conmueve a una sociedad que todavía no puede digerir muchos de los conflictos argentinos. Desde los ancestrales, relacionados con la represión violenta a los mapuches durante la campaña de Julio Argentino Roca en 1879 hasta la entrega de la Patagonia a multimillonarios extranjeros como los hermanos Carlo y Luciano Benetton, dueños precisamente de la estancia Leleque y de un millón de hectáreas en el sur argentino.
Por orden de prioridades, ante todo la vida de Maldonado. El secretario de Seguridad Gerardo Millman dijo a radio Telam que los mapuches y la familia de Maldonado no colaboran con la investigación. Sin embargo, la familia de Maldonado ante el juez de Esquel Guido Otranto, donde se tramita la desaparición forzada de Santiago, pidió el peritaje de las dos camionetas. Ambas fueron lavadas. Además, un perro adiestrado que olió ropa de Maldonado se quedó en el territorio de la comunidad y no fue hacia otras direcciones.
Se alzan voces de todos lados para que aparezca Santiago. La ministra Bullrich deberá responder ante la Justicia y ante la sociedad de por qué su jefe de Gabinete estuvo al frente de este operativo en una semana electoral. Cabe recordar que esta pequeña comunidad tiene como líder a Facundo Jones Huala, un joven mapuche que se rebela ante la legislación que le da legitimidad a la multinacional Benetton como dueña de las tierras. Jones Huala, de 31 años, es requerido por la Justicia de Chile desde hace dos años por supuestos delitos contra la propiedad del otro lado de la cordillera. Hace dos años, el juez Guido Otranto desestimó el pedido chileno porque una de las pruebas que lo incriminaban había sido recabada a través de apremios ilegales. Por eso no dio la extradición. Sin embargo, a fines de junio, apenas después del encuentro entre los presidentes Michelle Bachelet y Mauricio Macri, Jones Huala fue detenido y está en la unidad 14 del servicio penitenciario de Chubut a la espera del nuevo juicio de extradición.
Jones Huala reclama las tierras y llama a la resistencia violenta. De allí a que, como dicen ya algunos medios, haya una guerrilla mapuche, hay un abismo. La manipulación de la información de actualidad requiere de una mirada retrospectiva. Es la única manera de sondear un camino de respeto a las comunidades originarias y de entender que este conflicto de intereses tiene a un grupo muy vulnerado de un lado y a una multinacional poderosa del otro. Muchas voces, entre otras la del premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, quieren una mediación desde hace años porque entienden que el reclamo de la comunidad Lof Cushamen tiene no solo bases morales y solidarias sino que está comprendida dentro del derecho indígena de la legislación argentina.
La estancia Leleque tiene decenas de miles de hectáreas. Cuando la comunidad liderada por Jones Huala ingresó a ese territorio para establecerse, hace una década, los Benetton ofrecieron otras tierras suyas para los mapuches, pero estos no aceptaron. Los Benetton llegaron allí en 1991, los mapuches están allí desde siempre. Los Benetton compraron sus estancias a la Argentine Southern Land Co., una compañía creada en Londres tras la campaña de Julio Argentino Roca que llegó a acumular 2.300.000 hectáreas. Los mapuches estaban allí desde hacía generaciones. Los Benetton, industriales de la indumentaria, llegaron no solo por la lana, que ya no es negocio, sino por las posibles riquezas minerales y por el posicionamiento estratégico de la Patagonia en un mundo en crisis. Los mapuches todavía encuentran los corrales de piedra que hicieron sus ancestros cuando comerciaban caballos con los comerciantes criollos y los cambiaban por ropa, comida, herramientas y armas.
Un último detalle de las tierras de la Argentine Southern Land Co. que bien puede conocerse en profundidad con la lectura de Ese profundo sur, del historiador Ramón Minieri. En 1982, a raíz del conflicto de Malvinas, las tierras de esa compañía de origen británico fueron nacionalizadas. Lo estableció el dictador Leopoldo Galtieri. Una década después, bajo el gobierno de Carlos Menem, las tierras pasaron a manos de los Benetton. Menem, en 1982 estaba preso en Formosa. Fue víctima de la dictadura genocida y, sin embargo, luego fue un continuador de las políticas entreguistas de aquella dictadura. Por estos días, el riojano que nunca perdió una elección, no podrá presentarse como candidato a senador por su provincia. Tiene una condena firme por la venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia: siete años de prisión y 14 de inhabilitación. Sin embargo, recién ahora la Cámara Nacional Electoral impugnó su candidatura. El peronismo riojano apelará ante la Corte Suprema de Justicia.
Algunos quieren tapar la corrupción. Otros quieren convalidar la entrega del país y tapar la desaparición forzada de Maldonado. Podría decirse sepa el pueblo votar. Sin embargo, este cronista está convencido de que el debate no es si se vota cada dos o cada cuatro años. Propongo en cambio que asuman las responsabilidades quienes son elegidos para defender la Nación y proteger al pueblo o las tragedias argentinas seguirán siendo la tintura de la Patria.
Eduardo Anguita repasa los agitados presentes de Estados Unidos, Venezuela y Brasil, tres enclaves fundamentales de la región. Las vaivenes de la gestión de Trump en Estados Unidos y la designación de John Kelly. La polémica Asamblea Constituyente en Venezuela, sin candidatos opositores. El futuro próximo de Temer en Brasil, con nula aceptación de la población.
Por Eduardo Anguita
Primero, el poroteo. Los pronósticos, los pálpitos y algunas encuestas. La agenda periodística mira la provincia de Buenos Aires, donde, a menos de tres semanas, todos auguran una buena performance de Cristina Fernández de Kirchner. Las mediciones le asignan un voto duro que oscila entre 32 y 36%. Algo acorde con los votos obtenidos por Aníbal Fernández en octubre de 2015, que fueron del 35,15%. Respecto del Frente Renovador, las expectativas más favorables están alrededor de lo obtenido por Felipe Solá en aquella oportunidad, algo menos del 20%. El problema lo tiene el oficialismo, ya que Cambiemos dio el gran batacazo con María Eugenia Vidal, arañando el 40% y ahora los analistas proyectan un 30%. La aparición de Florencio Randazzo no debería ser el factor de la supuesta mudanza de votos del oficialismo. Antes bien, las especulaciones llevaban a pensar que los votos al ex ministro de Cristina, podían provenir del ex Frente Para la Victoria antes que del oficialismo. Hasta ahora, lo que puede asegurarse de estas PASO es que apenas son una encuesta a expensas del Estado de lo que pueda suceder en octubre. No hay competencia interna que pueda alterar la performance de las fuerzas o espacios políticos que se disputan los tres senadores nacionales, los 35 diputados nacionales, los 46 diputados y 23 senadores provinciales además de los cargos a concejales de los 135 municipios.
Lejos de hacer predicciones, este cronista sólo quiere confirmar que el kirchnerismo está fuerte en los distritos donde la pobreza y la pérdida de empleo es más dramática. Es decir, el voto puede mudar de un sector político a otro debido a las penurias de la población. La campaña de Cristina está sentada en las tarifas, la pérdida de empleos, los comedores comunitarios y otras tantas calamidades. Las encuestas pusieron, por primera vez en muchos años, estos temas por encima de la inseguridad. El oficialismo, en cambio, sacude con la corrupción de la década pasada, como si eso pudiera estar por delante de los eventuales logros de la gestión.
Entonces, el primer tema de análisis, donde el resultadismo de los medios y los políticos argentinos pone la mira es quién va a ganar. No es novedad, el show electoral tiene los componentes de la comedia y una parte de los votantes son influenciados por esto.
La pregunta es, desde esta mirada rudimentaria de la política, ¿el oficialismo tiene por delante un fracaso político dado que podría hacer una mala elección en el distrito bonaerense, donde se concentra el 40% de los votos? La respuesta es aventurada, ya que hasta el momento son todos ejercicios de simulación. Sin embargo, en Cambiemos están prendidas las alarmas. Les cuesta creer que una alta imagen de María Eugenia Vidal sea compatible con una pérdida de 10 puntos en los comicios. En realidad, les cuesta entender que la situación para amplios sectores es un espanto. El gobierno pasó de los prometidos brotes verdes a las alertas rojas en los indicadores sociales. Y la fórmula de campaña es el timbreo y las selfies. Jaime Durán Barba lo dijo sin vueltas en dos definiciones tremendas. Definición uno: los votantes de Cristina son los marginales y los que tienen trabajo informal. Definición dos: no hablemos de economía. Desde ya, cualquier estudiante secundario puede constatar que son una contradicción en los términos.
Sin perjuicio de lo anterior, no todas son debilidades en el oficialista Cambiemos. Ni mucho menos, todas fortalezas en Unidad Ciudadana. En primer lugar porque el interés que despiertan estas elecciones es bajísimo. Unos y otros deberían tomar nota de que el laboratorio de los candidatos y la retórica utilizada están lejos de la agenda del día a día de los ciudadanos. Es probable que una campaña racional, con propuestas legislativas, esté más cerca de sembrar en el desierto que de sumar voluntades. En algún sentido, Sergio Massa apunta en esa dirección pese a que luego tiene que derramar alguna lágrima en público, besar en los labios a su esposa o pegar un grito desafiante a los que están en prisión y pueden salir amparados en leyes que protegen sus derechos.
¿De qué puede sacar ventaja el oficialismo? Sin dudas, de una oposición fragmentada. Especialmente de un peronismo que en la mayoría de las provincias está más atento al unitarismo fiscal y al buen vínculo con el ministerio del Interior que a las doctrinas y los liderazgos partidarios. En ese sentido, Cambiemos tendrá a mano un álgebra artificial en lo doctrinario pero eficaz para la comunicación. Es decir, todo indica que a nivel nacional obtendrán un buen porcentaje de votos en Capital, en Mendoza, en Córdoba y en Santa Fe. A esos votos, les sumarán votos de fuerzas cercanas, como el peronismo cordobés o el socialismo santafesino. De ese modo, y aceptando que todos estos análisis son parte de un juego especulativo, Mauricio Macri forzará que el resultado electoral no le fue adverso y dirá que Cambiemos es la primera fuerza política nacional.
Queda, en este breve análisis, dedicarle unos párrafos a las preguntas que alguien, ajeno a las parcialidades en juego, debería hacerse. En primer lugar, si no es hora de que la dirigencia distinga entre sus propios intereses y los del país. Es decir, que es imposible creer que el endeudamiento acelerado del Estado, las bicicletas financieras, el aumento del dólar, las tarifas impagables o el crecimiento de la desocupación, pueden ser el prólogo de una etapa de inversiones y estabilidad. La Argentina está en un momento dramático, en un momento donde la región tiene casi nulo crecimiento económico y una inestabilidad política alarmante en dos países muy importantes: Brasil y Venezuela. La discusión sobre cuánto es la herencia de los gobiernos populares o populistas y cuánto corresponde a la precarización económica y la dependencia de los centros de poder es, sin dudas, muy importante. Pero no tanto como para dejar de lado algún espacio donde se puedan poner límites a la brutal desigualdad social y a la parálisis de la producción industrial y el consumo interno.
Si alguna vez se creyó que la figura de un Papa argentino podía ser la prenda de unión entre sectores enfrentados, esa ilusión se esfumó con el correr del tiempo. La Argentina, al igual que la mayoría de las naciones, es un país faccioso. Nos reconocemos a la hora de tener un enemigo. Y para quienes la gran lacra son las empresas multinacionales que obtienen beneficios a costa del país y su gente, por el contrario, para otros, son la gran salvación, ya que pueden traer inversiones genuinas para desarrollar la minería, el petróleo o exportar soja y girasol. En esa grieta, real, que cada cual elija el lugar donde se siente cómodo.
Por Eduardo Anguita
La noticia salió al aire como quien impulsa un cohete hacia la estratósfera. El domingo 16 por la noche, en un programa de C5N, se dijo que el gobierno había decidido privatizar ARSAT. Según el zócalo del programa de Roberto Navarro, se llevaba a cabo “la primera privatización de Macri”. Una carta de intención de la estatal ARSAT (Argentina Satelital, 100% de las acciones en manos del Estado nacional) con la empresa estadounidense Hughes, firmado el pasado 29 de junio, según el programa El Destape, se convertía en el primer paso para privatizar la explotación de los satélites geoestacionarios argentinos. El martes, ARSAT, a través de un comunicado difundido por la agencia Télam, afirmaba que la carta de intención le otorga a Hughes el 51% de la empresa Newco, destinada precisamente a la fabricación y explotación del ARSAT-3. El 49% restante quedaría en manos de la estatal ARSAT. El comunicado agregaba que “nuestras misiones satelitales no pueden seguir financiándose en un 100% con los impuestos de los argentinos”. En verdad, una frase muy poco afortunada que lejos de aclarar, oscurece la idea de cómo pueden obtenerse beneficios de la explotación de un satélite geoestacionario destinado a brindar servicios de datos para soportes tales como televisión, telefonía e internet. Un satélite como el mencionado -sea privado, estatal o mixto- es capaz de recibir señales desde ciertas antenas transmisoras y enviarlos en una determinada frecuencia a los dispositivos en cuestión, teléfonos, televisores, computadoras. Eso es un proceso muy complejo y sofisticado, que escapa al conocimiento de este cronista. Sin embargo, cualquiera sí puede entender dos cosas. La primera es que la ley de desarrollo satelital, votada por unanimidad en el Congreso en octubre de 2015, prohíbe expresamente la transferencia del 51% de las acciones clase A que el Estado tiene en ARSAT sin previa autorización de los dos tercios del Congreso. Lo segundo, más prosaico, es que las empresas que contratan satélites geoestacionarios pagan por ello. Y lo suficientemente bien como para que sea rentable, más allá de que la operación comercial esté en manos privadas o estatales.
Por coincidencia, el Ministerio de Comunicaciones dejó de estar en manos de Oscar Aguad, de modo que tiene su portal desactivado y no brinda información oficial. A su vez, el portal de ARSAT, que está en la grilla de ese ministerio, tampoco brinda información oficial. En las radios y los portales, en consecuencia, se escuchan versiones de todo tipo y color. Varios hablan de que para privatizar una empresa pública es preciso una ley del Congreso.
Un poquito de historia
Los satélites geoestacionarios están a 36.000 kilómetros de distancia de la Tierra y sobre la franja del Ecuador. Dado que el espectro es finito, hay un organismo bajo la órbita de Naciones Unidas -la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT)- que establece qué países pueden aspirar a tener posiciones orbitales. Hace ya 20 años, la Argentina obtuvo las posiciones geoestacionarias 72 y 81 grados longitud oeste. Es decir, quedó una reserva en el espectro para que el Estado nacional pusiera en órbita y explotara esos satélites. En caso de no hacerlo, podía perder las posiciones y algún otro país sería beneficiario. En 2006, Néstor Kirchner creó Argentina Satelital (ARSAT) y asumió el desafío de construir los satélites y ocupar los espacios. Así, se logró en 2013 y 2015 poner el ARSAT-1 y el ARSAT-2 respectivamente en esas posiciones. A través de la construcción con una participación destacada de la empresa de tecnología INVAP (una SA cuyo capital accionario está en manos de la provincia de Río Negro que se autofinancia, y tiene sus laboratorios principales en Bariloche).
En el mundo de los satélites los grandes jugadores son privados, aunque se alimentan también de las agencias estatales. Empresas como AT&T, SES o DirecTV entran en acción junto a la NASA o las agencias espaciales de los países centrales.
En el caso argentino, los dos satélites que se pusieron en órbita fueron construidos por INVAP. Eso no quiere decir que todos los componentes sean de origen nacional. Como sucede con otras industrias, la mayoría de ellos llegan de empresas con sede en países centrales. Sin embargo, en el ámbito de la tecnología de avanzada, INVAP está en la consideración de contar con físicos e ingenieros de altísimas calificaciones. El ARSAT-3, aunque todavía no comenzó su fabricación, también será fabricado por INVAP, según la carta de intención firmada en 2015 y que las autoridades actuales respetaron.
No faltaron quienes, tras el anuncio de El Destape, hablaron de “transferencia ilegal de acciones de la empresa estatal ARSAT a la norteamericana Hughes”. Y, de acuerdo a la legislación vigente, la advertencia es correcta. El único argumento oficial es que todavía el zorro no se comió a la gallina. Pero la firma del acuerdo con Hughes indica que el gobierno ya abrió la puerta del gallinero.
Este convenio se llevó a cabo justo cuando el Ministerio de Comunicaciones cambiaba de manos y la verdad es que es sospechoso que, sin debate previo y contrariando la ley, ARSAT firme algo con una multinacional estadounidense.
Al frente de ARSAT, al menos hasta ahora, está (o estuvo) Rodrigo de Loredo, un abogado cordobés que, más allá de ser el yerno de Oscar Aguad, piloteó la reincorporación de despidos y se mostró defensor de lo logrado en la gestión anterior en esa empresa. En una entrevista de enero de 2016, publicada en Perfil, De Loredo decía: “Recibí una empresa que cumplió un tremendo objetivo, preservar la soberanía orbital, que estaba en riesgo. Dicho cometido está garantizado. Una empresa que, además, tiene dos satélites orbitando en perfecto estado de salud. Una empresa cuyo capital más grande probablemente sea su capital humano científico. Me encontré con una empresa que tiene un activo muy importante para el Estado argentino. Hay que discutir si el volumen de inversión se corresponde con el activo encontrado. Eso está en estudio. Estamos a toda marcha en un proceso de diagnóstico de la situación. En él hubo, como en otras áreas, mucha utilización política de la empresa, en la que se invirtieron más de 2.500 millones de dólares. Para nosotros ARSAT es una política de Estado, por eso lo que esté bien vamos a seguir haciéndolo y vamos a mejorar lo que esté mal.”
Meter una empresa privada extranjera si tanto ARSAT como INVAP cuentan con capital “humano y científico” de excelencia está en la dirección contraria de lo que decía De Loredo. En todo caso, debería saberse es cuál fue el plan de negocios puesto en marcha por la gestión anterior a cargo de Matías Bianchi y cuál es la actual. En concreto, en los años anteriores, se hizo mucho hincapié en la política aeroespacial como parte de la defensa de la soberanía pero no se explicó que el ARSAT-2, con una inversión multimillonaria, no contó con una capacidad comercial capaz de vender los servicios a los países que cubre ese satélite. Concretamente la posición orbital le permite cubrir desde Estados Unidos y Canadá hasta el sur de la Argentina. Puede brindar servicios a una treintena de países y a centenares de empresas. El satélite está operativo desde octubre de 2015; sin embargo, antes de eso, no se habían vendido servicios. Canadá, por caso, recién autorizó la operación del ARSAT-2 a mediados de 2016 porque no se habían aceitado los canales de contratación y venta.
No todo es una discusión filosófica de hacia dónde va el mundo ni del rol de las multinacionales o del sector público. Hay cosas prácticas, verdades de Perogrullo. Para decirlo en términos futboleros: si contratás los dos mejores equipos, el mejor estadio y el referí toca el pito, a nadie se le va a ocurrir que las entradas deben ponerse a la venta después del primer gol.
Aunque parezca medio absurdo, en la estación de Benavidez, donde está la sede de ARSAT, el 1 de octubre de 2015 estaban contentísimos porque el satélite iba a la posición geoestacionaria tal como estaba previsto. Gracias, desde ya, a los genios de INVAP y de ARSAT. Un gran logro argentino que dejaba como contracara que faltaban los estudios de marketing y las vías de comercialización para rentabilizar la inversión. Es curioso, los políticos invierten plata y astucia en el marketing a la hora de disputar el voto. Sin embargo, se les escapa la vizcacha cuando se trata de algo tan trascendente como hacer sustentable una inversión en satélites de comunicaciones.
Desde ya, no es un secreto que Cambiemos quiere aumentar las importaciones, que les ofrece negocios a los grandes capitales externos, que los defiende con fervor y que quiere echar para atrás todas las políticas que signifiquen afirmación de la soberanía. Salvando las distancias, y en un contexto distinto, son continuadores de las políticas de los noventas del menemismo y el delarruísmo. Precisamente por la delicada situación que atraviesa la Argentina es preciso no dar flancos. Debería exigirse que la actual gestión mejore los planes de negocios para que sigan las políticas de Estado en ARSAT que, según De Loredo, deben continuar lo que está bien y mejorar lo que está mal. No parece, de ningún modo, que la aparición de Hughes sea para mejorar lo que está bien. Por el contrario, parece un claro retroceso en materia de soberanía.
El 58,6% de las personas entre cero y 18 años que viven en la Argentina es pobre. Dicho de otro modo, sólo cuatro de cada 10 pibes tienen en sus casas al menos algo más que lo indispensable para comer, vestirse, acceder a la educación, cloacas en sus casas y padres que trabajan lo suficiente como para mantener el hogar. Seis de cada 10 pibes en la Argentina afrontan limitaciones en áreas críticas como alimentación, educación y salud, además de problemas de hábitat tales como el acceso al agua potable y cloacas.
Pobreza, exclusión, falta de oportunidades. Como el debate por años fue el fraude estadístico del INDEC parece que acá lo importante es no mentir. Ahora, la pregunta es ¿qué hacemos con la verdad?
Biafra, en los años sesentas, fue sinónimo de la vergüenza de la desigualdad, la pobreza, la desnutrición y los asesinatos en masa. Pasaron muchos años y es preciso ponerlo en contexto. En 1970 Biafra perdió su independencia y de a poco dejó de ocupar un espacio en los medios de comunicación de los países centrales. Incluso de la Argentina, que pese a vivir bajo una dictadura, tenía algo así como un 4% de personas pobres.
Medio siglo después, los pobres, los desnutridos, los que mueren de hambre son muchísimos más. Y no es porque el crecimiento exponencial de la población haya dejado atrás la producción de alimentos. Por el contrario, los avances tecnológicos y las fronteras agropecuarias permitirían alimentar a muchos más de los 7.000 millones de habitantes de la Tierra.
Por Eduardo Anguita
«Este es un país de boludos. Producimos alimentos para 500 millones de habitantes y tenemos un tercio de la población bajo la línea de la pobreza». La frase, aunque no resulte original, sonaba muy apropiada en la voz de Reynaldo Sietecase después de haber buscado palabras que mejor definen a los distintos pueblos de este bendito subcontiente sudamericano. Le faltó decir que, además, es un país de canallas. Pero Reynaldo está eximido porque él es canaya, hincha de Central, así, con ye, como lo escribía el Negro Fontanarrosa.
La Argentina produce soja y girasol en tal cantidad que efectivamente estamos en los primeros puestos de exportación mundial de oleaginosas, tanto en granos como en harinas y aceites. Nuestro principal comprador es China, un país que prefiere comprar la materia prima sin procesamiento industrial para hacerlo en su propio territorio. Pese a las inundaciones y los calores, pese a la falta de un debate serio sobre las inconveniencias de la prominencia de los commodities, las exportaciones agropecuarias resultan una rueda de auxilio fundamental para nuestra balanza comercial. Una balanza que, dicho sea de paso, en 2016 resultó deficitaria. Con una caída pronunciada de la producción y el consumo, con más estímulos para la exportación, el año pasado, la Argentina compró más de lo que vendió a sus clientes.
El desempleo crece. Según los especialistas en temas laborales, por el crecimiento vegetativo, para mantener las cifras de empleo, la Argentina debería incorporar a 200 mil personas por año al mercado laboral. Sobre un total de 44 millones de personas, tienen empleo formal sólo 12 millones. Unos seis millones tienen trabajo en negro. Los desocupados son 1.700.000 y representan el 9,2% del total de personas empleadas. Si se cotejara la cantidad de personas que buscan trabajo con quienes tienen un empleo en blanco, la cifra de desocupación treparía al 14%.
Eduardo Anguita analiza el desempleo en un contexto global de desigualdad, en el que las comunicaciones y las herramientas de trabajo avanzan permanentemente pero no se reflejan en más y mejores empleos.














