Las crisis económicas nos sorprenden cada cierto tiempo: desde la Gran Depresión de 1929 hasta la crisis financiera de 2008 y la reciente pandemia de 2020. Parece que todo se desploma a la vez, afectando a múltiples sectores, y nos hemos acostumbrado a este ciclo. Sin embargo, estas crisis no son nuevas; ya en el siglo XIX hubo pánicos financieros como el de 1819 o 1837, que se dice fueron menos prolongados debido a sistemas económicos más simples. Pero, ¿por qué seguimos enfrentando crisis? La respuesta radica en una descoordinación entre el ahorro y la inversión.

El concepto es sencillo: cuando el ahorro a corto plazo se invierte en proyectos a largo plazo sin una correcta planificación, la economía entra en crisis. Imagínate a Robinson Crusoe en su isla, recolectando cocos. Si ahorra lo suficiente, puede invertir en herramientas para mejorar su productividad. Pero si calcula mal y no tiene suficientes recursos para completar su inversión, acaba en problemas. Lo mismo ocurre en la economía real, donde las etapas productivas requieren ahorro para avanzar. Si el sistema financiero, con tipos de interés distorsionados y emisión de dinero, engaña a los inversores sobre la cantidad de recursos disponibles, los proyectos se descontrolan, y el ciclo termina en recesión.