La península de Yucatán, reconocida como un epicentro global de biodiversidad, enfrenta una crisis de conservación: 41 de sus 123 especies de mamíferos terrestres se encuentran bajo alguna categoría de riesgo de extinción, lo que representa cerca de un tercio de la fauna total de la región.

Expertos e investigadores de campo, como Jonathan Pérez Flores del Colegio de la Frontera Sur, señalan que estas especies están siendo asediadas por una combinación de amenazas sanitarias y ambientales, que van desde parásitos devastadores como el gusano barrenador, hasta la contaminación silenciosa por microplásticos.

La península alberga 123 especies de mamíferos terrestres. Quintana Roo encabeza la diversidad con 108 especies, seguido por Campeche (103) y Yucatán (70).

Un total de 34 especies son endémicas de la región, destacando el icónico mapache enano de Cozumel, ejemplificando la responsabilidad de conservación única de la península.

Señaló que los órdenes más representados y al mismo tiempo más vulnerables son los murciélagos (64 especies) y los roedores (20 especies), grupos vitales para la polinización y la dispersión de semillas.

El trabajo de investigación, rescate y rehabilitación se ha intensificado para combatir las amenazas directas que diezman estas poblaciones.

“Cada quien trabaja desde su trinchera para tratar de hacer lo que se hace para la línea de la conservación, pero hay que ampliar más el tema, pero tenemos que ir mejorando en esa visión”, indicó el investigador.

Una preocupación central es la reaparición del gusano barrenador (Cochliomyia hominivorax), cuyas larvas se alimentan de tejido vivo. Aunque no se ha reportado que afecten a especies en peligro como los tapires en México, la experiencia en otros países y la presencia de la mosca chiclera (Dermatobia hominis) obliga a los especialistas de la región a monitorear la salud de la fauna constantemente.

Uno de los hallazgos más alarmantes se centra en el tapir, ya que estudios revelaron la ingesta de microplásticos (fibras, fragmentos de llantas y pintura) en sus heces, posicionando a estos mamíferos con mayor presencia de microplásticos a nivel mundial.

“Este hecho es un indicador directo y grave de la contaminación que está invadiendo incluso las selvas más profundas”, detalló.

Subrayó que los investigadores utilizan técnicas rigurosas, desde la colocación de transmisores hasta las necropsias en animales atropellados, para comprender la dinámica de riesgo:

 El estudio de los movimientos del puercoespín mexicano y la tamandúa, así como el fenómeno de la fotoluminiscencia en el pelaje de los mamíferos, refuerzan la conclusión: la sobreexplotación de recursos y la contaminación están alejando a estas especies de su hogar.

El investigador recalcó que la conservación de la fauna silvestre en la Península de Yucatán requiere un compromiso institucional y social inmediato para mitigar la pérdida de hábitat y controlar los nuevos contaminantes y riesgos sanitarios que amenazan este invaluable patrimonio natural.