Hasta la Vista, Nobel
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En este episodio vamos a hablar de metamorfosis. Pero de una metamorfosis especial, que incluye nazis, persecuciones, oro… y ciencia.
#MasQueHistorias
¿Por qué el oro es el elemento ideal para acuñar medallas y monedas?
Supongamos que quisiéramos elegir un elemento con el cual construir monedas. Si miramos la tabla periódica algunos son fáciles de descartar. Por ejemplo, los gases nobles y los halógenos. Un gas nunca serviría. No es práctico cargar pequeñas ampollas de gas en el bolsillo. Además no tienen color: ¿cómo sabríamos qué es? Algo parecido sucede con el grupo de elementos llamado «tierras raras». No se llaman así porque sean difíciles de hallar (de hecho la mayoría son menos raras que el oro) pero son difíciles de distinguir químicamente así que uno nunca sabría qué tiene en la billetera.
Los dos elementos líquidos a temperatura y presión ambiente, el mercurio y el bromo, también serían poco prácticos. Además ambos son bastante tóxicos, una cualidad que no resulta muy conveniente en ningún tipo de monedas. Por la misma razón, podemos descartar el arsénico y varios más.
Un argumento similar se aplica a otra clase entera de elementos: los radiactivos. Las razones son bastante obvias. Adiós al torio, uranio y plutonio, y un montón de elementos creados artificialmente como el einstenio que, encima, sólo pueden existir por un tiempo brevísimo como parte de un experimento de laboratorio antes de degradarse radiactivamente. ¿Quién quiere dinero efímero?
Por otra parte, los metales alcalinos y alcalinotérreos son demasiado reactivos: sodio o potasio en contacto con agua pueden llegar a prenderse fuego. Y monedas explosivas no son de nuestro agrado.
Eso nos deja con la “zona” del medio de la tabla periódica, la de los metales de transición. Este grupo de 49 elementos incluye al hierro, aluminio, cobre, plomo y plata, entre otros. Aunque poseen muchas cualidades interesantes para convertirse en monedas, también tienen serias desventajas. Al menos la mayoría.
Algunos elementos son muy duros y podrían durar mucho tiempo, como el titanio y el zirconio, pero son muy difíciles de fundir y extraer de sus minerales. El aluminio también es difícil de extraer y es demasiado endeble para usarlo en monedas.
La mayoría de los otros metales, como el hierro, se oxidan fácilmente, en particular si hay mucha humedad en el ambiente. Podemos excluir al plomo y al cobre por las mismas razones. Existieron sociedades que hicieron dinero de ambos metales pero sus monedas no soportaron el paso del tiempo.
¿Qué nos queda? Apenas 8 elementos, los que se conocen como metales “nobles”: platino, paladio, rodio, iridio, osmio, rutenio, oro y plata. Reaccionan muy poco con otros compuestos químicos y también son relativamente raros, criterio importante cuando se trata de encontrar una moneda de cambio ideal. No sea cosa de que haya mucho a disposición.
Con todos los metales nobles, excepto el oro y la plata, el problema es justamente que son tan escasos que habría que acuñar monedas diminutas y, además, son difíciles de extraer.
Esto nos deja con los dos finalistas: el oro y la plata. Ambos son escasos pero no tanto y tienen puntos de fusión relativamente bajos. Peeeero… la plata se oscurece con el tiempo porque reacciona con pequeñísimas cantidades de sulfuro de hidrógeno que hay en el aire formando sulfuro de plata. Y el oro tiene un bellísimo brillo dorado inalterable.
Es el ganador indiscutible.