Jolín, bocata, chaval... las numerosas palabras que hablas y que no sabes que vienen del caló
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El romaní —la lengua del pueblo rom— llegó hace más de 600 años a la Península Ibérica. Con él llegaron historias, música y un vocabulario que, pese a las persecuciones y los silencios, ha dejado una huella profunda en el castellano actual, especialmente a través del caló, origen de palabras tan comunes como chaval, molar, fetén o currar
Para analizar este legado lingüístico, Fin de Semana, en COPE, contó con
Seo Ćizmić, embajador honorífico de la lengua romaní y activista por los derechos del pueblo rom, y con Ignasi Xavier Adiego,
catedrático de Lingüística Indoeuropea y responsable de un ambicioso proyecto: un nuevo diccionario Romaní - Español.
Los expertos aclararon que el caló es la variedad histórica del romaní hablada en España, surgida tras la llegada del pueblo gitano en el siglo XV. Aunque conserva parte del vocabulario original, perdió su gramática, lo que lo diferencia de los dialectos del romaní que aún mantienen la estructura indoeuropea heredada del sánscrito.
Respecto al término “gitano”, que en su origen fue una denominación externa, ha sido asumido como propio por la comunidad en España, aunque en contextos internacionales se emplea con más precisión “pueblo rom”.
El romaní ha influido notablemente en el español gracias al contacto cotidiano y al uso popular del caló. Palabras coloquiales muy extendidas, así como expresiones incorporadas por autores como Galdós, Baroja o Valle-Inclán, reflejan esa presencia histórica. La literatura costumbrista, el flamenco y la cultura popular han sido claves para mantener esa herencia lingüística.
En la España actual conviven descendientes del caló tradicional con nuevas familias rom procedentes de países como Rumanía y Bulgaria. Aunque existe un vocabulario común, la falta de gramática en el caló dificulta la comunicación fluida entre hablantes de ambas variedades del romaní.
Una de las principales reivindicaciones expuestas es la necesidad de que España avance hacia el reconocimiento formal del romaní como parte del patrimonio cultural.
Ćizmić insistió en que este proceso no puede quedarse solo en la recuperación del léxico, sino que debe incluir medidas institucionales, educativas e históricas:
“Necesitamos reconocimiento, reparación histórica y deuda histórica”.
Por su parte, Adiego subrayó que la revitalización pasa por la creación de un romaní estándar que integre vocabulario y gramática y que pueda ser aprendido tanto por los hablantes de variedades conservadas como por quienes provienen del caló:
“Se trata de impulsar un romaní estándar que permita unificar criterios y facilitar el aprendizaje”, explicó el catedrático.




