No es un día cualquiera - La Alboreá con Andrés Salado
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Desde Costa Rica, donde el director de orquesta Andrés Salado se encuentra por motivos profesionales, nos comparte reflexiones sobre grandes compositores que, en su momento, cruzaron el Atlántico en busca de inspiración o para compartir su música con el mundo.
Antonín Dvořák, por ejemplo, llegó a Estados Unidos con una obsesión clara: descubrir la esencia de la música americana. Y lo hizo escuchando a los pueblos originarios, a los afroamericanos, a las voces que no siempre estaban en los grandes teatros pero sí en la raíz profunda del país. De esa mezcla nació su Sinfonía del Nuevo Mundo, que hoy se interpreta en salas de concierto de todo el planeta.
Y si hablamos de inspiración, ¿quién le iba a decir a los parisinos de los años veinte que el claxon de sus taxis acabaría formando parte de una obra de música clásica? Pues eso hizo George Gershwin, que convirtió el bullicio de París en partitura con Un americano en París.