Un comentarista se queja hoy de la dificultad de creer en las múltiples declaraciones que aparecen en los medios de comunicación por la proliferación de esquemas de alabanza o crítica hacia una persona, una cosa o una situación.

Como todos sabemos de la existencia de esos esquemas mediáticos nos es muy difícil hacer una distinción entre lo cierto y lo falso y la valoración dependerá del discernimiento individual o de los compromisos políticos.

Lo peor es cuando hay una abundancia de plepla en personas que con un movimiento pretenden hacer una capicúa.

Plepla es un dominicanismo que significa hablar cosas intrascendentes  y Capicúa tiene una acepción local tomada del juego de dominó y significa hacer algo con una intención oculta.

En la semana les insistí en no hablar de lo que no se conoce porque es papel de los astrólogos y adivinadores, pero en RD si usted agarra los diarios se puede dar cuenta de la cantidad de aseveraciónes en función de cosas desconocidas como es el caso de la Reforma Fiscal o de cosas a medio conocer como la eliminación de entidades públicas.

Uno se encuentra con campañas  de plepla como la semana pasada con los ataques de legisladores a la cámara de Cuentas por la declaración jurada de bienes. Rios de declaraciones de funcionarios que se resisten a cumplir la ley o que entienden que ellos hacen la ley para otros.

Todavía hay nueve senadores que no han tenido tiempo en cuatro meses, desde que fueron electos en mayo hasta ahora de organizar una declaración que ellos saben que es obligatoria y se desparraman en plepla contra la Cámara de Cuentas.

Estas campañas buscan librarse de las responsabilidades y sobre todo culpar a otro de sus propias faltas, pero con dinero se puede hablar plepla y contratar pleplosos.

El trabajo cotidiano de buscar lo realmente valioso y o real en el contenido “informativo” en la República Dominicana es una lucha contra la plepla y los pleplosos.