Señales de incomodidad en perros- capítulo 233
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¡Hola, explorador canino!
¿Qué tal?
Aquí me encuentras, zambullida entre los verdes del bosque gallego, aprovechando un claro entre chaparrones.
Con la mini exploradora a cuestas –literalmente–, este paseo se convierte en una triple aventura. Imagínate, tras días de lluvia incesante, hoy el cielo nos regala un respiro y aquí estamos, sorteando charcos y hojas caídas. Hoy te traigo de compañía en esta travesía porque quiero hablarte sobre las señales de incomodidad en nuestros compañeros perros.
Comunicación Canina: Leyendo el Lenguaje Corporal
El domingo estuve compartiendo sabiduría sobre este tema y pensé: ¿por qué no abrir un poco el telón para que más exploradores como tú puedan entender mejor a estos peludos? Así que, ¡al tajo! Los perros se comunican con todo su cuerpo, no solo con ladridos o gruñidos; de hecho, esos son sus últimos recursos. Observa bien: las orejas, la trufa, los ojos, incluso las cejas y la tensión muscular son claves para descifrar su lenguaje corporal.
Interpretando el Contexto
Es crucial considerar el contexto para interpretar adecuadamente sus mensajes. No olvides que ellos buscan evitar conflictos a toda costa. Los medios a menudo distorsionan la realidad canina, pero aquí estamos para arrojar luz y fomentar un espíritu crítico.
En mi taller reciente, junto a Salva de Paseos Molones –un erudito canino y cinéfilo– analizamos el lenguaje corporal de los perros en el cine. Un ejercicio fascinante que revela mucho sobre cómo se sienten realmente estos animales durante los rodajes.
Ahora bien, no te voy a aburrir enumerando todas las señales que pueden dar; prefiero que descubras por ti mismo en mi blog o en el próximo libro que publicaré. Pero sí quiero destacar algunas señales malinterpretadas: lamer manos puede ser una petición de espacio; ponerse panza arriba no siempre es confianza; bostezar puede ser un signo de malestar.
Observando con Atención
Observa con atención: un perro que se mueve erráticamente puede estar pidiendo calma, no solo mostrando alegría. Y esa reverencia juguetona a menudo es malentendida; puede ser una forma educada de pedir distancia.
Hablemos de la llamada escalera de comunicación canina: desde las sutiles señales iniciales hasta los gestos más evidentes como gruñidos o mordiscos al aire, cada peldaño refleja un mayor nivel de incomodidad. Si un perro llega al extremo de morder es porque realmente no se le ha escuchado en ningún momento anterior.
Como exploradores caninos debemos valorar cada comunicación y nunca reprenderlos por expresarse. Son regalos constantes que nos ofrecen claves sobre sus emociones y necesidades.
Mientras cruzo obstáculos naturales y disfruto del otoño –ya con linterna en mano– espero haber plantado una semilla de curiosidad en ti para seguir descubriendo más sobre este fascinante lenguaje canino. Hay libros increíbles como «Dog Translator» (emociones y lenguaje canino en español) que pueden ayudarte a profundizar más.
Recuerda: vivir experiencias nuevas con tu compañero es clave para aprender su idioma; cada situación vivida juntos es una lección invaluable. Así que hasta aquí nuestro encuentro de hoy. ¡Sigue atento y aprendiendo! Y ahora sí, ¡hasta la próxima aventura!
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