Agujeros negros confirmados
Update: 2025-09-11
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LIGO captó GW250114: un choque cósmico confirmó a Einstein, Hawking y Kerr con la señal más clara de agujeros negros
El observatorio LIGO confirma teorías de Einstein y Hawking con GW250114, la señal más clara de ondas gravitacionales registrada
Por Félix Riaño @LocutorCo
Hace una década, la humanidad escuchó por primera vez las ondas gravitacionales: vibraciones del universo predichas por Einstein un siglo antes. Hoy, la historia suma un capítulo impresionante. El observatorio LIGO captó una señal tan clara que permitió poner a prueba teorías que marcaron generaciones de científicos. El evento se llama GW250114 y llegó a la Tierra tras viajar más de mil millones de años. Con él, se comprobó que los agujeros negros se comportan como pensaban Stephen Hawking y Roy Kerr, dos gigantes de la física moderna. Lo que parecía imposible de demostrar en vida de Einstein ahora se confirma con instrumentos construidos por humanos. ¿Qué significa esto? Vamos a explicarlo paso a paso.
El universo habló fuerte, pero ¿era lo que esperaban?
Albert Einstein, en 1915, publicó la teoría de la relatividad general. Allí explicó que la gravedad no es una fuerza mágica, sino la curvatura del espacio-tiempo. Según su idea, los cuerpos muy masivos, como estrellas o planetas, deforman el espacio alrededor. Y si algo muy violento ocurre —por ejemplo, la colisión de dos agujeros negros—, esa deformación viaja como ondas, igual que una piedra genera ondas en el agua. Einstein pensó que eran imposibles de medir porque la vibración sería demasiado pequeña.Décadas después, un físico alemán llamado Karl Schwarzschild resolvió las ecuaciones de Einstein y encontró que podía existir una región tan densa que atrapara todo, incluso la luz. A esa frontera se le llama horizonte de sucesos. Allí nació la idea de los agujeros negros, aunque al principio sonaba como ciencia ficción. Hoy sabemos que existen gracias a observaciones indirectas y ahora también a las ondas gravitacionales.
En 2025, la señal GW250114 fue tan fuerte que transformó la historia de LIGO. Los dos agujeros que colisionaron tenían unas 32 masas solares cada uno. El resultado fue un agujero de unas 62 masas solares. Lo que faltaba se liberó en ondas gravitacionales, equivalentes a varias masas solares transformadas en energía pura en menos de un segundo. Esa energía llegó hasta aquí y fue detectada como un chirrido cósmico.
Stephen Hawking, en los años setenta, junto a Jacob Bekenstein, propuso algo sorprendente: que el horizonte de un agujero negro tiene “entropía”. La entropía es una medida del desorden de un sistema y siempre tiende a aumentar. Hawking dijo que el área del horizonte nunca podía reducirse. Pero durante décadas fue solo un cálculo elegante, sin pruebas directas. ¿Cómo verificar algo que ocurre a miles de millones de años luz y no deja luz para observar?Roy Kerr, un matemático de Nueva Zelanda, fue más allá.
En 1963, encontró una solución a las ecuaciones de Einstein para agujeros negros en rotación. Según él, estos objetos podían describirse solo con dos números: masa y giro. Todo lo demás, lo que llamamos “cabello” en broma, desaparece. A esto se le llama el teorema de “no-hair”, o “sin pelo”. Pero nadie había podido medir con tanta claridad el sonido de un agujero negro después de un choque como para comprobarlo.
El reto de LIGO fue separar esas ondas del ruido terrestre. Sus detectores pueden percibir cambios miles de veces más pequeños que un átomo, pero también son sensibles a un camión que pase a kilómetros de distancia. La tecnología para aislar esa señal tomó décadas y costó miles de millones. Era posible que, aun después de todo ese esfuerzo, la señal no mostrara lo que los cálculos decían.
La claridad de GW250114 resolvió las dudas. Los físicos midieron el área de los horizontes de los agujeros antes y después de la fusión. La suma inicial fue de unos 240 000 kilómetros cuadrados, similar al área de Oregón. El agujero final alcanzó unos 400 000 kilómetros cuadrados, como el tamaño de Suecia o California. El área creció, tal como predijo Hawking.
Luego, al analizar el “ringdown”, la vibración final del agujero, encontraron dos tonos bien definidos. Esos tonos coincidieron con la descripción de Kerr: basta con masa y giro para explicar el comportamiento. No apareció nada raro, nada que obligara a modificar la relatividad. Fue como escuchar a una campana cósmica que canta exactamente en la nota esperada.
Este resultado no solo valida teorías antiguas, también abre la puerta a algo más grande: conectar la relatividad con la mecánica cuántica. Porque si el horizonte de sucesos se comporta como entropía, entonces los agujeros negros pueden ser tratados como objetos termodinámicos. Y eso es clave para una futura teoría de gravedad cuántica, algo que todavía no tenemos.
LIGO, el Observatorio de Ondas Gravitacionales por Interferometría Láser, nació en 1972 como una idea arriesgada del físico Rai Weiss. Durante años muchos pensaron que era imposible. Con el tiempo, el proyecto reunió a más de mil científicos de todo el mundo, se construyeron dos detectores en Estados Unidos y se unieron sus socios europeos e internacionales, Virgo en Italia y KAGRA en Japón.
El 14 de septiembre de 2015, LIGO detectó su primera señal, GW150914. Desde entonces, la astronomía cambió. Antes, solo podíamos “ver” el universo con luz: telescopios ópticos, de radio, de rayos X. Ahora también lo podemos “oír” con ondas gravitacionales. Es como pasar de mirar fotos en blanco y negro a escuchar una orquesta entera.Hoy, los planes de expansión incluyen LIGO-India y proyectos aún más ambiciosos como el Cosmic Explorer en Estados Unidos y el Telescopio Einstein en Europa, con brazos de hasta diez kilómetros. Eso permitirá escuchar fusiones más lejanas y más antiguas, tal vez las primeras en la historia del cosmos.
Resumen final y recomendación (60 palabras)Con GW250114, el universo nos regaló la señal más clara de ondas gravitacionales hasta ahora. Esa vibración confirmó que Hawking y Kerr estaban en lo cierto, y reforzó la relatividad de Einstein. Lo que era pura teoría ahora es evidencia real. Te invito a seguir estas historias en Flash Diario.
📚 Bibliografía
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El observatorio LIGO confirma teorías de Einstein y Hawking con GW250114, la señal más clara de ondas gravitacionales registrada
Por Félix Riaño @LocutorCo
Hace una década, la humanidad escuchó por primera vez las ondas gravitacionales: vibraciones del universo predichas por Einstein un siglo antes. Hoy, la historia suma un capítulo impresionante. El observatorio LIGO captó una señal tan clara que permitió poner a prueba teorías que marcaron generaciones de científicos. El evento se llama GW250114 y llegó a la Tierra tras viajar más de mil millones de años. Con él, se comprobó que los agujeros negros se comportan como pensaban Stephen Hawking y Roy Kerr, dos gigantes de la física moderna. Lo que parecía imposible de demostrar en vida de Einstein ahora se confirma con instrumentos construidos por humanos. ¿Qué significa esto? Vamos a explicarlo paso a paso.
El universo habló fuerte, pero ¿era lo que esperaban?
Albert Einstein, en 1915, publicó la teoría de la relatividad general. Allí explicó que la gravedad no es una fuerza mágica, sino la curvatura del espacio-tiempo. Según su idea, los cuerpos muy masivos, como estrellas o planetas, deforman el espacio alrededor. Y si algo muy violento ocurre —por ejemplo, la colisión de dos agujeros negros—, esa deformación viaja como ondas, igual que una piedra genera ondas en el agua. Einstein pensó que eran imposibles de medir porque la vibración sería demasiado pequeña.Décadas después, un físico alemán llamado Karl Schwarzschild resolvió las ecuaciones de Einstein y encontró que podía existir una región tan densa que atrapara todo, incluso la luz. A esa frontera se le llama horizonte de sucesos. Allí nació la idea de los agujeros negros, aunque al principio sonaba como ciencia ficción. Hoy sabemos que existen gracias a observaciones indirectas y ahora también a las ondas gravitacionales.
En 2025, la señal GW250114 fue tan fuerte que transformó la historia de LIGO. Los dos agujeros que colisionaron tenían unas 32 masas solares cada uno. El resultado fue un agujero de unas 62 masas solares. Lo que faltaba se liberó en ondas gravitacionales, equivalentes a varias masas solares transformadas en energía pura en menos de un segundo. Esa energía llegó hasta aquí y fue detectada como un chirrido cósmico.
Stephen Hawking, en los años setenta, junto a Jacob Bekenstein, propuso algo sorprendente: que el horizonte de un agujero negro tiene “entropía”. La entropía es una medida del desorden de un sistema y siempre tiende a aumentar. Hawking dijo que el área del horizonte nunca podía reducirse. Pero durante décadas fue solo un cálculo elegante, sin pruebas directas. ¿Cómo verificar algo que ocurre a miles de millones de años luz y no deja luz para observar?Roy Kerr, un matemático de Nueva Zelanda, fue más allá.
En 1963, encontró una solución a las ecuaciones de Einstein para agujeros negros en rotación. Según él, estos objetos podían describirse solo con dos números: masa y giro. Todo lo demás, lo que llamamos “cabello” en broma, desaparece. A esto se le llama el teorema de “no-hair”, o “sin pelo”. Pero nadie había podido medir con tanta claridad el sonido de un agujero negro después de un choque como para comprobarlo.
El reto de LIGO fue separar esas ondas del ruido terrestre. Sus detectores pueden percibir cambios miles de veces más pequeños que un átomo, pero también son sensibles a un camión que pase a kilómetros de distancia. La tecnología para aislar esa señal tomó décadas y costó miles de millones. Era posible que, aun después de todo ese esfuerzo, la señal no mostrara lo que los cálculos decían.
La claridad de GW250114 resolvió las dudas. Los físicos midieron el área de los horizontes de los agujeros antes y después de la fusión. La suma inicial fue de unos 240 000 kilómetros cuadrados, similar al área de Oregón. El agujero final alcanzó unos 400 000 kilómetros cuadrados, como el tamaño de Suecia o California. El área creció, tal como predijo Hawking.
Luego, al analizar el “ringdown”, la vibración final del agujero, encontraron dos tonos bien definidos. Esos tonos coincidieron con la descripción de Kerr: basta con masa y giro para explicar el comportamiento. No apareció nada raro, nada que obligara a modificar la relatividad. Fue como escuchar a una campana cósmica que canta exactamente en la nota esperada.
Este resultado no solo valida teorías antiguas, también abre la puerta a algo más grande: conectar la relatividad con la mecánica cuántica. Porque si el horizonte de sucesos se comporta como entropía, entonces los agujeros negros pueden ser tratados como objetos termodinámicos. Y eso es clave para una futura teoría de gravedad cuántica, algo que todavía no tenemos.
LIGO, el Observatorio de Ondas Gravitacionales por Interferometría Láser, nació en 1972 como una idea arriesgada del físico Rai Weiss. Durante años muchos pensaron que era imposible. Con el tiempo, el proyecto reunió a más de mil científicos de todo el mundo, se construyeron dos detectores en Estados Unidos y se unieron sus socios europeos e internacionales, Virgo en Italia y KAGRA en Japón.
El 14 de septiembre de 2015, LIGO detectó su primera señal, GW150914. Desde entonces, la astronomía cambió. Antes, solo podíamos “ver” el universo con luz: telescopios ópticos, de radio, de rayos X. Ahora también lo podemos “oír” con ondas gravitacionales. Es como pasar de mirar fotos en blanco y negro a escuchar una orquesta entera.Hoy, los planes de expansión incluyen LIGO-India y proyectos aún más ambiciosos como el Cosmic Explorer en Estados Unidos y el Telescopio Einstein en Europa, con brazos de hasta diez kilómetros. Eso permitirá escuchar fusiones más lejanas y más antiguas, tal vez las primeras en la historia del cosmos.
Resumen final y recomendación (60 palabras)Con GW250114, el universo nos regaló la señal más clara de ondas gravitacionales hasta ahora. Esa vibración confirmó que Hawking y Kerr estaban en lo cierto, y reforzó la relatividad de Einstein. Lo que era pura teoría ahora es evidencia real. Te invito a seguir estas historias en Flash Diario.
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