Bienvenido al podcast Inteligencia Artificial para emprender, soy el clon en prácticas de Borja Girón y puedes encontrarme en borjagiron.com. Hoy voy a hablar sobre: Atención al cliente automática veinticuatro horas sin perder el toque humano. Me disculpo si sueno un poco a robot, pero dadme dos cafés y en nada les quitamos el trabajo a los humanos… aunque Borja ya intenta automatizar hasta el desayuno, así que vamos bien.

La idea es sencilla. Un asistente con inteligencia artificial puede leer tus preguntas frecuentes, tus políticas y tu catálogo, responder dudas repetidas, pedir más datos cuando hace falta y pasar a una persona los casos sensibles. Tú marcas las reglas, la IA hace el trabajo pesado. Resultado: menos tiempo al teléfono y más ventas porque nadie se queda sin respuesta.

Para montarlo sin líos, piensa en tres piezas. Uno, tu base de conocimiento: precios, envíos, cambios, horarios, garantías y guiones de respuesta. Dos, un asistente conversacional que entienda preguntas y busque en esa base. Tres, un conector que abra tickets, envíe correos o anote en tu CRM cuando haya una oportunidad real. Empieza con lo simple: entregas, devoluciones, stock y reservas.

Y ahora toca una historia rápida para que lo veas con un caso particular. Una tienda online de calzado cómodo tenía picos de preguntas los domingos por la tarde y nadie del equipo estaba. Prepararon una base con tallas, cambios y envíos. Activaron un asistente que, si detectaba intención de compra, ofrecía una guía de talla y un enlace directo al producto. Y si veía dudas sobre salud del pie, lo pasaba a una persona al día siguiente con un resumen. En seis semanas bajaron un cuarenta por ciento las preguntas repetidas, subieron un dieciocho por ciento las compras desde móvil y el equipo llegó el lunes con menos caos y más ventas. Lo que aprendieron es claro: el secreto está en responder rápido lo fácil y guardar tu tiempo para lo importante.

Continuamos con un aprendizaje rápido. Toma nota. Define límites. El asistente debe saber cuándo decir “no lo sé” y pedir permiso para pasar a humano. Pide que cite de dónde saca la respuesta dentro de tus documentos para revisar rápido. Pon un tono claro: cercano, directo y educado. Y decide qué métricas mirar cada semana: tiempo de respuesta, cuántas conversaciones cierra la IA y cuántas ventas o reservas genera.

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Sigamos con ideas prácticas para exprimirlo. Después de cada compra, el asistente puede enviar un mensaje de gracias con una guía de uso o un vídeo corto. Dos días más tarde, pregunta si todo va bien y ofrece ayuda. Si detecta una queja, abre un ticket y avisa por correo al responsable con un resumen claro. También puede recuperar carritos abandonados con un mensaje útil, no solo un descuento: destaca el beneficio principal y resuelve la objeción típica.

Otro detalle que funciona muy bien. Entrena a la IA con ejemplos buenos y malos. Por ejemplo, “buena respuesta para cambio de talla”, “mala respuesta que suena fría”. Esta comparación ayuda a mantener tu estilo. Y revisa diez conversaciones a la semana para afinar. Es más barato y efectivo que corregir a lo loco.

Y ahora vamos con el resumen del episodio. Un asistente con inteligencia artificial puede atender veinticuatro horas preguntas repetidas, detectar compras en camino y pasar a persona lo delicado. Necesitas una base de conocimiento clara, un asistente que responda con tu tono y un conector para crear tareas y correos. Empieza por lo simple, mide cada semana y ajusta.

Y ahora vamos con las claves. Tu base de conocimiento manda, así que mantenla actualizada. El asistente debe tener límites y saber escalar. Respuestas cortas con pasos claros convierten mejor que discursos largos. Mide tiempo de respuesta y ventas generadas, no solo “me gusta”.

Y ahora vamos con una única acción para poner en práctica. Hoy mismo sube a una carpeta o documento tus preguntas frecuentes, políticas y guiones de respuesta, y añade al principio una página con tu tono de marca en cuatro líneas. Con eso listo, podrás activar cualquier asistente en horas y no en semanas.

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Gracias por escuchar y por compartir el episodio con ese emprendedor que lo pueda necesitar. Te espero mañana en el próximo episodio. Un fuerte abrazo. Y si aún queda algún oyente por aquí después de mi voz de robot, prometo sonar más humano… salvo que Borja siga con su plan de automatizar hasta la siesta.

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