EL CONFLICTO PALESTINO-ÁRABE-ISRAELÍ.
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Hace algún tiempo, en la sobremesa de una magnífica paella a la que fui invitado por unos amigos en su casa de Roquetas de Mar, surgió el tema de los judíos, su historia, sus expulsiones de todos los países incluso del suyo desde la Antigüedad hasta la Baja Edad Media y en la Edad Moderna, las persecuciones constantes a lo largo de su existencia hasta desembocar en el Holocausto, su asentamiento por la Resolución 181 de Naciones Unidas en lo que bíblicamente es denominado Tierra Prometida, y su sinvivir desde entonces en ese territorio debido a la inquina árabe.
Pasamos en nuestra charla de puntillas sobre las expulsiones de Inglaterra, Francia y los reinos de los Reyes Católicos, los primeros en la Baja Edad Media y los últimos en el comienzo de la Edad Moderna. Ante mi sensación de ausencia de exactitud en los datos aportados, dejamos que la conversación fuera discurriendo hacia otros temas, en los cuales todos nos sentíamos más seguros, por el conocimiento más preciso de lo tratado.
A mí, la Historia -y aquí pueden incluirse todos los testimonios arqueológicos, literarios, epigráficos, numismáticos, filológicos, etnográficos, bibliográficos de cualquier tipo, y en fin, todos los componentes de la cultura material e inmaterial- me ha llevado a la empatía total con los judíos, de los que, por lo que se oye al vulgo -especialmente a políticos con alto grado de desconocimiento histórico, y a universitarios reaccionarios sin conocimiento alguno-, se tiene una ignorancia importante de su historia, dejándose llevar para formar su errada opinión, por la desinformación que proporcionan los medios de comunicación con las imágenes constantes de niños muertos y desnutridos -que a todos nos duelen lo inimaginable- señalando lo buenos que son los palestinos y lo malos que son los judíos, olvidándose poner en el otro lado de la balanza el sufrimiento de un pueblo en constante diáspora por el mundo, con más de siete millones de asesinados, y que ahora necesita sobrevivir en un pequeño territorio concedido por la Sociedad de Naciones en 1948, que nunca quiso agrandar, aunque esto haya ocurrido, como consecuencia de tener que hacer frente a los países árabes coaligados en cuatro guerras desde 1948, y la 5ª y de momento última, que comenzó con el ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023, en medio del lanzamiento indiscriminado de miles de cohetes a Israel en donde murieron un millar de personas, más de 3.000 fueron heridas y cerca de 250 fueron tomadas como rehenes.
Así pues, me propongo escribir desde la dificultad que ofrecen los documentos por un lado tendenciosos, y la Arqueología y la Historia por otro, aun con una imprecisión notable, sobre el pueblo israelita (hoy israelí) – sus desatinos, sus cambios de rumbo, sus éxodos, sus diásporas, sus persecuciones y sus guerras, esperando poder proporcionar algo de luz a quien le interese -seguro que se colarán errores- el tema, para poder conformar un criterio lo más objetivo posible.
Conviene señalar, que los textos bíblicos no dejan de ser documentos políticos del pueblo judío (algunos escritos durante el exilio en Babilonia), y por tanto, la fe científica en ellos debe ser muy relativa, necesitándose otras fuentes históricas.
Comenzaré el relato por el epílogo -parte más actual, desde 1947 a la actualidad- y en otras ocasiones, más adelante, intentaré en sucesivos capítulos llegar a este punto desde Abraham hasta aquí, para quienes pudieran estar interesados.
El 14 de mayo de 1948 -5 del mes de Yar del año 5708-, ejecutando la Resolución 181 de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947, el líder del Movimiento Sionista, David Ben Gurión, leyó el Acta de la Independencia que daba lugar al nacimiento de un Estado Judío en la Tierra de Israel, cuyo nombre oficial sería Estado de Israel.
Al ser declarada la independencia de Israel, se hizo la promesa de que se promulgaría una Constitución antes del 1 de octubre de 1948. Sin embargo, la presión de diversos grupos religiosos impidió que se llevara a cabo esta promesa: muchos judíos ortodoxos y religiosos se oponen a la publicación de una Constitución, porque piensan que la máxima ley nunca debe ser de este mundo, pues ya existen las leyes básicas que son la TORÁ. el TANAJ, el TALMUD y el SHULJÁN ARUJ.
La TORÁ -enseñanza, doctrina- es el libro sagrado y fundamental de la religión judía, en el que están contenidos las leyes y relatos fundacionales del pueblo y la identidad hebrea. Equivale al Pentateuco de la Biblia -los cinco primeros libros: Génesis, Éxodo, Números, Levítico y Deuteronomio-. En Bolonia se conserva el texto completo y más antiguo de la Torá.
El TANAJ es el texto central del judaísmo, constituyendo la colección de obras que forman la base de la tradición religiosa judía. La palabra TANAJ es un acrónimo formado por las iniciales de sus tres divisiones principales: Torá (Pentateuco), Nevi’im (Profetas) y Ketuvim (Escritos). Consta de los veinticuatro libros sagrados canónicos del judaísmo. Los textos están escritos mayoritariamente en hebreo y en arameo antiguos.
NEVI´IM, o los Profetas, representa la segunda sección de TANAJ. Incluye a los primeros profetas -Josué, los Jueces, Samuel y los Reyes- y los últimos Profetas Mayores -Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel- y los Doce Profetas Menores -Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías-. Establecido en su forma final por los Hombres de la Gran Asamblea, bajo la dirección de Esdras en el siglo V a. de C., justo antes del final del período profético.
KETUVIM, o los Escritos, es la tercera y última sección de TANAJ, compuesto por una diversa colección de libros sagrados incluyendo los Salmos, los Proverbios, el Trabajo, la Canción de Canciones, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés, Ester, Daniel, Esdras, Nehemías, y Crónicas.
El TALMUD -estudio, enseñanza- es el texto principal del judaísmo rabínico.
Durante varios siglos, los estudios y discusiones de los rabinos judíos fueron recogidas en el TALMUD. Estas discusiones incluyen una gran variedad de temas que tienen que ver con la Ley Judía, con la Ética, y la Filosofía e Historia, además de una amplia gama de asuntos y los diferentes puntos de vista de los rabinos. Las discusiones de sabios y sus explicaciones, fueron escritas en arameo. En estas explicaciones está la diferencia entre el Talmud de Jerusalén y el de Babilonia, aunque los dos llegan a la misma conclusión.
Tanto la Torá como el Talmud son entendidos por la religión judía como transcripciones fieles de la cultura oral antigua del pueblo de Israel. La primera, parece ser que fue dictada por Dios a Moisés, mientras la escritura del TALMUD corresponde a las interpretaciones de los rabinos, tradición oral, que fue compilada en el siglo II de d.C. por el Rabí Iehudá Hanasí y se fue perfeccionando hasta el siglo VI.
El Shulján Aruj es un libro obra de un rabino en el siglo XVI -Joseph Caro- cuya resolución es aceptada por todas las autoridades rabínicas en conjunto; es una compilación de leyes extraídas de la Torá, el Talmud y de otros libros rabínicos, que facilitó a las siguientes generaciones la determinación de la Halajá.
La Halajá guía no solo las creencias y las prácticas religiosas sino los numerosos aspectos de la vida cotidiana. La Halajá es “la forma de comportarse” o “la forma de caminar “. Históricamente, en la diáspora judía, la Halajá ha servido a muchas comunidades como una vía legal obligatoria, tanto civil como religiosa.
Desde 1948, el ejército de Israel debió afrontar varias guerras contra países árabes y musulmanes de la región que, a pesar de pertenecer a la ONU