Cuando pensamos en los discípulos, a veces no consideramos que estos hombres fueran tan especiales. A la verdad, lo que encontramos en ellos es a un grupo que se distinguió de los demás no por su educación o gran linaje sacerdotal. Se distinguieron de los demás porque Jesús los amó y demostró tanta paciencia con el propósito de prepararlos para la misión de sus vidas. Esta mañana veremos cómo Jesús da un consejo importantísimo a sus discípulos que, en realidad, tiene repercusiones para todos los creyentes. Jesús les habló de la levadura de los fariseos y, después de tener tantas conversaciones con este grupo, Jesús les advierte a sus discípulos que las enseñanzas de ellos pueden contaminar totalmente a un hombre. Al principio, ellos piensan que Jesús está hablando del pan literalmente, pero él les recuerda que no es así, porque si necesitaran pan, él podría proveer mucho más de lo que podrían necesitar.

Siempre los consejos de Jesús son importantes y este consejo específicamente haría la diferencia entre un verdadero discípulo y uno falso. Como iglesia, debemos guardarnos de todo aquello que contamina la fe. Recordemos que los fariseos y saduceos eran personas que habían acomodado la verdad a su conveniencia para cumplir solo lo que a ellos les parecía correcto. En la iglesia hoy en día, se padece de esta lucha y nuestro deseo es ser hallados fieles obreros que entendemos la enseñanza de Dios y no la acomodamos a nuestros deseos.

Ps. Daniel Gómez