San Francisco Javier
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La
preparación del Camino al Señor ha contado con muchos heraldos y
mensajeros de paz en la Historia de la Iglesia. Hoy celebramos a San
Francisco Javier, uno de los grandes baluartes del anuncio de la Fe.
Nacido el año 1506 en el Castillo de su familia en Navarra, su padre
es un hombre de letras, mientras su madre es heredera de la posesión
de Javier. Siguiendo el afán de estudio, marcha a París. Pero su
idea es grandes sapiencias humanas.
Tras cursar Filosofía y estudios
teológicos, tres compañeros le ayudarán a entrar en un ámbito de
Iglesia: Cornelio Fabro, Juan de la Peña y, sobre todo, Ignacio de
Loyola, fundador de la Compañía de Jesús. Su amistad es grande
aunque sus ideas les separan porque ellos viven en el carisma de la
sobrenaturalidad y Francisco en lo meramente terreno.
Pero un detalle
le lleva a la conversión. Y es que San Ignacio le recuerda
continuamente las palabras del Evangelio donde Cristo lanza a sus
discípulos esta advertencia en forma de pregunta: “De qué le
sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?”.
Así abraza
plenamente la Fe. Decidido a entrar en los jesuitas, hizo sus
primeros votos en Montmartre en 1534, ordenándose sacerdote tres
años después en Venecia. Entonces hay un proyecto del rey que busca
extender sus terrenos a Ultramar, él se apunta a la idea para llevar
el Evangelio.
Marcha, por eso, a predicar la Buena Nueva en Las
Indias, como apóstol y peregrino infatigable. San Francisco Javier
será Provincial de los jesuitas. Muere en el año 1552, siendo
declarado Patrón de las misiones. Su huella y testimonio quedan
patentes en tierras de Japón.




